El primer amor
Las últimas horas del día mueren lentamente, en esa quietud propia de 
languidez y relajación de las tardes moribundas. El clima está templado y
 agradable. Una luz tenue que indica el final del día y el inicio de las
 penumbras penetra desde el exterior a través de las ventanas.
Los empleados ya se han ido y la atmósfera es tranquila. Me he retirado a
 mi despacho, que siempre ha sido mi refugio favorito en medio del 
huracán que a diario nos azota cuando la tormenta comercial arrecia en 
nuestras vidas.
Me gusta esta hora del día, porque suelo apagar las luces de la oficina y
 dejo sólo las lámparas de los escritorios. Me gusta el clima de 
relajada intimidad que logro de esa forma.
Me apoltrono en el sillón del escritorio en mi despacho y desconecto los
 auriculares del ordenador para sentir la música envolverme en ese 
ambiente. Esos momentos me sirven para concentrarme en mis cosas 
particulares. Retraso así unos momentos la llegada al hogar.
Ahora suena Foo Fighters y las melodías que pasan contribuyen a que me 
sienta a gusto conmigo mismo. Next year... Everlong... los mensajes 
llegan a mi cerebro y esa mezcla de reflexiones, quejas y dudas 
melancólicas expresan los mismos sentimientos que tengo dentro mío. Se 
transforman en sensaciones y necesidades sin expresar.
Este puede ser un momento del día oscuro o luminoso. Depende de mi 
estado de ánimo. Pero últimamente no he podido dejar de pensar en todo 
aquello que no hice. En las cuentas pendientes y en las chances que se 
presentan por única vez. Y que desperdicié.
A lo largo de mi vida he logrado muchas cosas... tal vez más que la 
mayoría, pero dentro de mi alma aún quedan cuentas pendientes que no 
creo que pueda olvidar jamás.
La vida es curiosa y atrevida. Me ha llevado por lugares impensados y si
 hoy tuviera que hacer un balance podría decir que mi viaje ha sido 
extraordinario. Mi empeño en planear y controlar lo que sucede a mi 
alrededor jamás ha dado resultado alguno.
Nunca he podido controlar más que pequeños detalles. La vida ha sido 
imprevisiblemente maravillosa... y divertida. Miro hacia atrás y no 
puedo entender de qué manera el hilo de Ariadna se ha extendido hasta 
este punto en mi vida.
No puedo dejar de estar agradecido, pero igualmente las dudas siguen 
ahí. Me pregunto que hubiera sucedido si tantos años atrás ella hubiera 
aceptado mi propuesta. Quisiera saber que mezcla de orgullo, cobardía o 
miedo al ridículo impidió que siguiera insistiendo.
Me sorprendo con mis propios pensamientos... la noche parece venir de 
autocastigo reflexivo. Le recuerdo vivaz, con su hermoso cabello negro y
 su sonrisa fácil. No ha cambiado en estos años. Cuando le veo.. no 
puedo evitar preguntarme después de tantos años si no podríamos haber 
sido felices. Algo me dice que si.
Entendedme bien... no me quejo. Soy razonablemente feliz. Estable y 
feliz. Pero no puedo negar que soy un romántico. Creo que el primer amor
 nunca se puede olvidar.




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