sábado, 24 de agosto de 2024

Nota: "El Laberinto de las Palabras"

 

 

El laberinto de las palabras

Cada palabra que escribimos los escritores es un intento desesperado por romper las cadenas que nos atan a una versión de nosotros mismos que no siempre reconocemos, o tal vez, que tememos enfrentar. La escritura se convierte así en una carrera contra nuestros propios demonios, aquellos que se esconden en lo más profundo de nuestro ser y que, al plasmarse en el papel, toman la forma de personajes, escenarios, y tramas. Esos mundos que construimos no son meras fantasías; son los refugios donde buscamos escondernos de la realidad que nos consume, los laberintos donde esperamos perdernos para no tener que enfrentar la verdad de quienes somos y de la realidad que habitamos.

Sin embargo, por más que intentamos huir, las palabras nos traicionan. Cada línea que escribimos es un paso en un sendero que, inevitablemente, nos devolverá al punto de partida: a nosotros mismos. En el fondo de cada historia, en cada giro inesperado de la trama, nos encontramos cara a cara con nuestros miedos, nuestros deseos no confesados, nuestras heridas abiertas. Escribir es una paradoja: es a la vez un acto de evasión y de confrontación. Intentamos escapar de nuestra propia sombra, pero esa sombra se alarga en cada página, proyectándose sobre los personajes que creamos, sobre los conflictos que desarrollamos.

Escribir, entonces, se convierte en un espejo implacable. Las historias, lejos de ser vías de escape, reflejan aquello de lo que más intentamos huir. Cada personaje lleva consigo una parte de nosotros, cada trama es un eco de nuestras propias luchas internas. Y en ese reflejo, en esa revelación de lo que habita en nuestro interior, encontramos tanto libertad como prisión. Es un ciclo interminable: escribimos para escapar, pero en el proceso, enfrentamos las verdades que más nos cuestan aceptar. Las historias son un recordatorio de que no podemos huir de nosotros mismos, por más que lo intentemos. Son la prueba que, en la escritura, los escritores siempre terminamos por encontrarnos a nosotros mismos, por más lejos que creamos haber llegado.

Buena Escritura!

 

 




 

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