CyberSun Proyecto
Inmortal
Capítulo 1 -
Helia Maren
por Rodriac Copen
Helia Maren siempre creyó que la vida era sencilla.
No perfecta, pero sí lo suficientemente humana para doler algunas veces y sonreír otras.
Secretaria en un estudio jurídico de Watford, con treinta y dos años, y una lista de amores breves y cafés apurados, solía pasar los domingos con amigas y con una certeza íntima que llevaba meses despertándole el pecho: quería ser madre.
Sin urgencia. Y sin hombre fijo.
Sólo ese deseo viejo e instintivo de la especie, de la gente que gusta pensar en el futuro.
Fue así como terminó sentada frente al terminal biomédico del Banco Reproductivo Starlife, respondiendo numerosas hojas de formularios con más ilusión que dudas acerca de ser madre. Cuando entregó su última firma digital, creyó estar trazando un camino seguro.
No sabía que su vida en realidad estaba pisando el borde de un abismo.
Los primeros análisis fueron una simple rutina. Sangre, genética, capacidad hormonal. Helia ni siquiera imaginó nada extraño, hasta que el médico la llamó tres días después.
La voz en la pantalla no sonaba como la de un médico tranquilo, sino que dejaba notar un dejo de preocupación.
—“Señorita Maren, necesito que venga en persona al consultorio, por favor. Es un asunto… delicado. Demasiado para tratarlo por aquí.” —
—“¿Algún problema con mis resultados? ¿Qué sucede?” —
—“Por favor…”—insistió el doctor— “ venga hoy y aclararemos todo. Y por favor, no hable de esto con nadie.” —
La comunicación terminó.
Helia sintió el estómago comprimirse en un nudo que no supo explicar.
La clínica estaba demasiado silenciosa. El médico la recibió sin enfermeras, sin asistentes, como si temiera tener algún testigo de por medio.
—“Helia”— su voz era baja, casi un susurro —“necesito que mantenga la calma.” —
—“Dígame qué sucede.” —
—“Bueno, verá… usted no puede quedar embarazada.” —
Helia tragó saliva, mientras el médico continuaba.
—“No por infertilidad. Sino porque su cuerpo… no es biológicamente humano.” —
El mundo pareció desalinearse. Ella rió, algo incrédula.
—“¿Qué clase de broma es esta?” —
—“No es ninguna broma. Usted es una bioandroide.” —
Silencio absoluto.
Helia escuchó su propio corazón como un compás irregular… hasta que se dio cuenta de que no lo escuchaba. Sólo lo recordaba.
El médico deslizó una tablet hacia ella. Con sus imágenes internas: un esqueleto de titanio flexible, fibras sintéticas, un compartimiento craneal protegido por una cubierta antiimpacto.
En el centro de su cabeza, flotando en un líquido transparente, un cerebro humano. El suyo.
Helia no sintió las piernas. Ni el piso. Ni el aire.
—“No… no es posible. ¿Como puedo no saberlo? Tengo memoria. Tengo infancia. Tengo padres.” —
—“Lo siento, Helia. Son memorias implantadas.”— dijo él, casi con lástima —“CyberSun suele hacerlo en algunos contratos.” —
Y entonces el doctor habló de la corporación que había creado su cuerpo.
CyberSun era la única empresa capaz de salvar cerebros moribundos y devolverlos en cuerpos nuevos.
La empresa operaba a través de contratos con el ejército y convertía a los soldados muertos en personas reensambladas.
CyberSun era una empresa fabricante de segundas vidas o segundas oportunidades.
Era la dueña de los cuerpos que fabricaba y a los cuales se les implantaba el cerebro de los soldados muertos en enfrentamientos o combates.
El proceso era totalmente secreto. Y sus procedimientos intocables. Su presencia en el mundo era omnipresente.
Según le explicó el doctor, era muy probable que ella hubiera sido militar y hubiera optado, ante su muerte por un restablecimiento con borrado total de la memoria previa. No era muy común, pero muchos ex soldados optaban por no continuar siendo los que eran, sino que deseaban una nueva vida después de haber muerto. Y por eso solicitaban el borrado total de memoria. Tal vez ese era su caso. No había forma de saberlo.
Helia se marchó del consultorio sin sentir el pavimento bajo sus pies. Simplemente la noticia le había fulminado los sentidos.
Paso dos días completos sin responder mensajes. Sin ir a trabajar.
Dos noches llorando sin lágrimas, su cuerpo no podía producirlas.
Cuando volvió a la clínica para hacerle algunas preguntas al doctor, el edificio seguía allí.
Pero el consultorio no.
Otro médico le atendió.
—“Nunca hubo un doctor aquí con ese nombre”— le aseguró.
Pero Helia conocía ese rostro: lo había visto en la sala de espera, la primera vez.
Nadie recordaba al médico. Ni siquiera la administrativa que le había dado turno.
Tampoco Helia tenía ninguna historia clínica habilitada en el edificio.
Ese fue la primer incongruencia que llamó su atención.
La segunda la tuvo al intentar volver a su trabajo.
—“Disculpe, ¿busca a alguien?”— preguntó uno de los abogados.
Helia lo miró incrédula.
—“Soy Helia. Helia Maren. Trabajo aquí desde hace siete años.” —
—“Lo siento”— dijo él, amable y desconcertado —“aquí nunca trabajó nadie con ese nombre. Seguramente está confundida.” —
No había archivos de nómina. Ni correos laborales enviados desde su cuenta. Ni registros biométricos de sus ingresos.
Helia sintió que su vida se había vuelto un vestuario vacío.
Buscó antiguas fotos con amigos. Mensajes antiguos. Historias familiares.
Nada.
Sus padres, que habían muertos hacía años, según recordaba, jamás existieron. No había ningún registro de sus vidas.
Sus antiguas amistades no tenían registros. Y la nuevas no la recordaban.
Los números de teléfono de conocidos no respondían a nadie real.
Todo su pasado era una maqueta.
Desesperada, hizo lo único que tenía sentido: acudir al ejército.
—“Dígame su nombre completo.”— ordenó el oficial encargado en la base.
—“Helia Maren.” —
—“Lo siento. Esa identidad no existe en nuestra base de datos.” —
Ella respiró hondo.
—“¿Y qué puedo hacer entonces?” — preguntó ansiosa.
El oficial respondió solícitamente:
—“Lo que le dijo su doctor es cierto, señorita Maren. Algunos soldados optan por el borrado total de su memoria. Pero si me lo permite, podemos escanearla para identificar el número de serie de su cuerpo. Esa información me permitirá vincularla con su ficha de soldado.” —
—“Está bien. Hagamos eso, por favor.” —
El capitán al mando, Luther Rydder, la examinó con ojos de quien ha visto cosas peores en fronteras remotas. Después de firmar algunas autorizaciones, conectó sus datos al registro militar restringido.
Un código apareció.
Unidad Bio: R-MN. Clase Táctica Reensamblada
Origen: Luna Aligator – Carina System
Estado operativo previo: Alta militar — fallecida en incursión rebelde.
—“Oficialmente”— dijo él —“usted murió hace doce años. Con daños corporales completos y cerebro intacto.” —
Helia sintió fragmentos de memoria tronar dentro de su cabeza: disparos en un corredor metálico, un grito, fuego blanco.
—“¿Por qué estoy viva?” —
Rydder le explicó que los comandos de asalto tenían un contrato que incluía un seguro de vida. Al morir, si su cerebro estaba intacto, el ejército pagaba la reimplantación del cerebro en un cuerpo androide con el consentimiento previo del soldado. Al salir rehabilitados de CyberSun, recibía una enorme cantidad de dinero por su muerte en combate. Algunos soldados optaban por no continuar con su vida anterior. Pero según lo que leía en pantalla el oficial, ese no había sido su caso.
Efectivamente, siempre había tenido una posición económica holgada. Según su memoria, había sido herencia de sus padres. Ahora sabía que el dinero provenía de su seguro de vida.
—“CyberSun la rescató según su voluntad escrita. Insertaron su cerebro en un cuerpo nuevo. Pero lo extraño es que no tenían permiso de borrar su vida anterior. Deberían haber mantenido sus recuerdos. También es extraña la desaparición de su doctor y el borrado de su identidad actual. Y ahora, aquí está usted, señorita Maren.” —
El capitán bajó la voz.
—“Creo que usted no es una ciudadana recuperada. Pienso que es un experimento de CyberSun.” —
Según Rydder, CyberSun podía estar vigilándola en secreto. La estudiaba. La usaba para probar la estabilidad emocional de bioandroides con memoria implantada. Y ella había funcionado bien. Hasta que quiso ser madre.
Ese deseo… había terminado rompiendo el programa.
Luther Rydder podría haberla dejado liberada al azar.
Pero vio algo en sus ojos: una mezcla de miedo, dignidad y voluntad. Y su ficha de soldado indicaba que tenía potencial.
—“Si desea respuestas como las que buscamos nosotros, podríamos ayudarla a infiltrarse en CyberSun”— dijo él.
—“¿Me está reclutando?” —
—“Le estoy ofreciendo la posibilidad de recuperar el control de su vida. Reenganchándola en servicio activo.” —
El capitán Luther Rydder la condujo por pasillos que parecían no existir en ningún mapa militar. Ningún guardia preguntó, ninguna cámara parpadeó: él sabía dónde mirar y qué ignorar. Era el tipo de hombre que había aprendido a moverse entre líneas rojas sin que nadie notara las marcas.
En las profundidades del edificio, Luther le explicó que estaban rodeados por una inmensa jaula de Faraday, protegidos de cualquier intento de comunicación.
En una sala del quinto subsuelo, más quirúrgica que humana, colocó a Helia bajo un arco de escáner blanco. Unos paneles de luz descendieron sobre su cuerpo y proyectaron a través de un holograma suspendido, números de serie que nadie debería haber visto jamás y su nombre real, más antiguo que su memoria implantada.
Rydder trabajó sin hablar, mientras sus manos permanecían firmes y precisas.
Mientras desactivaba el rastreador subcutáneo, el metal quemado dejó un olor
leve a ozono. Helia no sintió dolor
alñguno, solo un vacío: algo que siempre había estado allí, desaparecía para siempre.
Luego, el capitán ingresó a una terminal oscura.
Helia observó su propio pasado desplegado en pantallas que ardían como
confesiones:
REGISTRO DE
OPERADORA — R-MN – CLASE TÁCTICA
ESTATUS:
MUERTA
PROPIEDAD:
CYBERSUN
Cada línea que Luther eliminaba de los archivos electrónicos, era un latido que nunca tuvo.
Un nacimiento al revés.
Cuando terminó, los monitores
quedaron negros.
Helia, en cambio, se sintió viva.
—“Ha quedado fuera del sistema.”— dijo él, en voz baja, sin fanfarrias.
—“¿Eso significa que…?”—
—“Significa que, por primera vez, se ha
vuelto irrastreable.”— respondió —“Ni
el Ejército, ni CyberSun podrán determinar su localización. A menos que usted
misma se las provea.” —
La miró entonces, y su expresión no fue de mando, sino de respeto.
—“Desde este momento es libre, Helia.” —
Libre…
La palabra no tuvo lugar en su memoria. No existía antes en su vida implantada.
Libre para esconderse, para desaparecer.
Libre para fingir que nada había ocurrido y seguir viviendo como una sombra sin
pasado.
O libre para regresar a su origen, y exigir respuestas.
Decidió volver.
Para descubrir de qué estaba hecha
su alma, si es que tenía una. Porque Helia Maren ya no buscaba un hijo, ni un
trabajo, ni una vida ordinaria.
¿Quién había sido Helia Maren? ¿Y quién demonios era ahora?
Esa pregunta no tenía respuesta todavía.
Pero empezaría a buscarla.
FIN CAPITULO 1
Volver al indice de la Saga
Tags:
#CyberSunSaga
#HeliaMaren
#LutherRydder
#Bioandroides
#CienciaFicciónAdultos
#SciFiThriller
#Transhumanismo
#MemoriaImplantada
#ConspiraciónCorporativa
#TecnologíaYIdentidad
#InmortalidadDigital
#CiberpunkÉtico
#IAyHumanidad
#CerebrosSintéticos
#ProyectoOmega
#ControlMental
#IdentidadFragmentada
#VidaDespuésDeLaMuerte
#CyborgExistencial
#NovelaCinematográfica




No hay comentarios:
Publicar un comentario