Memorias de un Mundo Muerto
Capítulo #1 "Despertar en Elyndria"
La primera sensación que llegó a la mente de Julius fue la de un extraño vacío. Ni dolor ni calor, solo un silencio abrumador que lo envolvía todo. Después del despertar inicial vino la luz, una luz tan brillante que tuvo que cerrar los ojos, confuso. Parpadeó varias veces antes de darse cuenta de que estaba acostado sobre un suelo de mármol frío y pulido. Sobre él se alzaban columnas blancas imponentes, coronadas con intrincados capiteles que parecían danzar con formas orgánicas y divinas. Al fondo, una luz dorada atravesaba el espacio como si el sol mismo habitara dentro de aquel lugar.
Se incorporó lentamente, tanteando el suelo con las manos, notando que su cuerpo no era el mismo. Se notaba fuerte, ágil, lleno de una vitalidad que no recordaba desde hacía décadas. Miró sus manos: eran carnosas, firmes, sin arrugas. No tenía las manos huesudas y de piel manchada que recordaba. Palpó su rostro, buscando las marcas de la edad, las arrugas, los colgajos de piel, pero no encontró nada de eso.
Fue entonces cuando una voz grave y poderosa rompió el silencio.
—"Estás despierto. Bienvenido a Elyndria, soldado."-
Julius giró la cabeza hacia la fuente del sonido y encontró a un hombre de porte imponente que lo observaba desde la base de una estatua gigantesca. Vestía una armadura negra con detalles dorados y una capa roja que caía con solemnidad. Su rostro era severo, con múltiples cicatrices que hablaban de batallas y confrontaciones. Tenía unos ojos azules penetrantes.
—"¿Quién eres?"— Preguntó Julius, todavía mareado por la transición.
—"Mi nombre es Solomon. Soy el general de la Casa Humana, y tú estás aquí porque has cruzado el umbral de la vida."-
Las palabras se clavaron en la mente de Julius como una daga. Los recuerdos comenzaron a llegar en oleadas: el lecho de muerte, sus hijos llorando a su alrededor, la sensación del último aliento escapando. Se llevó una mano al pecho, buscando el peso de la enfermedad que lo había llevado a ese momento final, pero no encontró nada.
—"Esto debe ser un sueño."— Murmuró.
—"No lo es."— Respondió Solomon, acercándose con paso firme. Su mirada era penetrante, casi como si pudiera leer los pensamientos de Julius.
—"Moriste en tu mundo, en la Tierra. Ahora estás en Elyndria, un lugar al que todos los habitantes del que fue tu universo llegan después de morir."-
Julius se quedó sin palabras.
—"Pero esto... ¿qué es este lugar? ¿el cielo?"— Preguntó, mirando a su alrededor. El templo, que antes parecía griego, ahora parecía algo más, como si combinara elementos de distintas culturas y estilos arquitectónicos imposibles de clasificar.
El hombre identificado como Solomon rió de buena gana —"Vaya... otro cristiano."- Meneó la cabeza con resignación -"El cielo no existe. Y mejor si te costumbras rápido. Después de la muerte, solo hay esto que ves. Elyndria no es un mundo, no como el que conociste al menos."— Respondió Solomon, con una leve sonrisa que no alcanzó sus ojos.
El general continuó —"Aquí no hay planetas, espacio ni galaxias. Este universo es único, vasto, y se compone de un solo e inmenso pedazo de tierra. En este único planeta habitan todos los que alguna vez vivieron en tu universo, independientemente de su forma, raza, tiempo o sistema planetario."- Hizo una pausa para dejar que Julius asimilara la información.
Julius sintió un nudo en el estómago.
—"¿Están mis hijos aquí? Mi esposa..."-
—"No, no todavía."— La voz de Solomon sonaba firme, pero no cruel —"Los que llegan a Elyndria son aquellos que ya han cruzado el umbral. Los tuyos aún están vivos en la Tierra. En donde sea que esté la Tierra ahora."-
La idea lo golpeó como una ola helada. Sus hijos, sus nietos, aún seguían allí, llorándolo.
—"¿Y qué hago aquí?"— Preguntó al fin, con un dejo de desesperación.
—"Vivir, luchar... y morir."- Solomon se cruzó de brazos —"Elyndria no es un paraíso, Julius. Aquí no hay descanso eterno. Este es un mundo de conflicto y propósito. Tú has sido reclutado para unirte a las tropas humanas. En este lugar, cada raza resucitada tiene su propia casa, sus propias batallas."- Hizo una pausa -"Elyndria es el universo en donde experimentarás la violencia, el dolor, el combate, las batallas y el heroísmo."-
—"¿Combate? ¿Batallas? ¿Quieres que luche?"— Preguntó Julius, incrédulo.
-"Entiende esto, Julius: yo no soy el que impone las reglas aquí."- Solomon gesticuló con las manos -"En Elyndria, el concepto de lo que conocías como Dios es radicalmente distinto al de la Tierra. Sabemos que no es una persona, y que está ligado al orden natural de todos los unviersos o cosmos que existen. Le llamamos 'La Fuente', o tal vez prefieras 'El Flujo'."- Intentó encontrar alguna frase para continuar la descripción -"Es... inmanente a todo lo creado en los universos que existen. El es el que nos pone los caminos. A nosotros nos toca transitarlos. O al menos eso es lo que se nos dice."- Terminó irónico.
Solomon siguió explicando —"Por lo que se nos ha dicho, cada universo ha sido creado para que experimentemos algunos escenarios. Aquí es la violenca. La guerra es inevitable en Elyndria. Pero no te preocupes, aprenderás rápido. Aquí los humanos no somos como en la Tierra. Aquí somos los guerreros más temidos y respetados de todas las razas. La ferocidad humana es conocida en toda la extensión de Elyndria. Tú formarás parte de algo más grande de lo que jamás imaginaste."- El general sonrió con ferocidad.
Julius miró sus manos otra vez, sintiendo la fuerza que corría por ellas. Al mirar sus brazos, vio músculos poderosos y tendones gruesos. La incredulidad aún lo embargaba, pero una parte de él, una parte que no entendía, sentía un extraño impulso.
—"¿Qué pasa si me niego?"— Preguntó, más por curiosidad que por convicción.
Solomon dejó escapar una leve risa, seca y carente de humor.
—"No puedes negarte, Julius. En Elyndria, la guerra nos encuentra a todos, tarde o temprano. Igual que la muerte. La única pregunta es si estarás preparado cuando llegue."- Hizo un movimiento de hombros como si no le importara demasiado el asunto -"Siempre te puedes dejar matar como un cordero."- Le miró directamente a los ojos -"Pero de eso, no sacarás ninguna enseñanza. Estancarás tu evolución."-
El general dio por terminadas las explicaciones, se giró y comenzó a caminar hacia una puerta enorme al fondo del templo.
—"Sígueme. Hay mucho que aprender y poco tiempo antes de tu primer batalla."- Solomon hizo un gesto con la mano indicando que le siguiera. Julius miró la entrada con una mezcla de temor y dudas. Su vida en la Tierra había terminado, pero en Elyndria, parecía que apenas estaba comenzando.
Solomon pareció leerle el pensamiento. Dijo -"Aquí no hay niños ni nacimientos. Al morir, te corporizas en una forma adulta en los templos de resurrección como este."- Señaló al edificio que estaban dejando atrás.
Mientras se alejaban del edificio, transitaban por una llanura vasta e interminable. A lo lejos se veían montañas escarpadas, y un río caudaloso. Solomon le explicaba que los asentamientos humanos eran ciudades fortificadas que se alzaban como bastiones de poder. Los habitantes de Elyndria, resucitados del mismo universo original de la Tierra, portaban una estética militar según sus tradiciones originales.
En el caso de la Casa Humana, se habían inspirado en los ejércitos romanos: llevaban armaduras de bronce pulido, escudos ornamentados y capas que ondeaban al viento. Julius se dio cuenta que no había distinción de género. En los campos de batalla hombres y mujeres eran guerreros, forjados para luchar desde el instante en que despertaban.
El combate era el centro de la existencia. Espadas, puñales y lanzas eran las herramientas de su oficio, y aunque las armas eran primitivas, los guerreros de la Casa Humana las manejaban con una destreza que trascendía lo humano. Las armaduras estaban diseñadas para movilidad y protección, y cada una que veía era única, reflejando la historia y el universo de donde provenía su portador.
No pudo ver armas de destrucción masiva, ni artillería, ni tecnología avanzada de guerra. Solomon le dijo que las confrontaciones eran cuerpo a cuerpo, feroces y sangrientas. No existía la pólvora. Solo las armas de filo estaban permitidas. No habian enfermedades en Elyndria, ni tampoco niños. Cada habitante resucitaba como un adulto, completamente formado y preparado para la brutal realidad del universo.
Los dos hombres caminaban por un campamento militar, rodeados de tiendas de campaña y guerreros entrenando. El aire estaba cargado de gritos de práctica y ruidos de metal chocando.
Julius miraba alrededor desorientado -"Esto es... impresionante. Y aterrador. No entiendo cómo llegué aquí, Solomon. La última vez que respiré, estaba en mi cama, mis hijos lloraban. Era viejo, débil... ¿Y ahora esto?"-
Solomon le respondió sereno, con su profunda voz -"Elyndria es un universo más allá del que conocías. Aquí no existe el tiempo como lo concebías en la Tierra. No hay pasado ni futuro, solo el ahora."- Sonrió -"No envejecerás, amigo."- El tiempo, como concepto, no tenía sentido; las estaciones no cambiaban, los guerreros no envejecían, y la muerte significaba el tránsito a otro universo y otras experiencias.
Julius frunció el ceño -"¿Cómo puede ser eso? En la Tierra, todo estaba marcado por el paso de los días, por los relojes, por los años que roban juventud."-
Solomon rio levemente. -"Esa es una ilusión de tu vieja vida, Julius. En la tierra evolucionabas a través de los años. Aquí lo haces mediante la confrontación. No envejecemos, no contamos los días porque no hay días que contar. Elyndria es eterna. El tiempo no avanza porque no tiene hacia dónde ir."-
Julius miró sus manos jóvenes y fuertes -"Pero... ¿mi muerte? ¿Fue real?"-
Solomon se detuvo un instante para mirarlo directamente. -"Sí, fue real. Y aquí estás, renacido en un cuerpo nuevo. Pero no olvides esto: morir aquí también es real. La diferencia es que aquí nos dicen que la muerte en Elyndria no es el final; solo el portal hacia otro universo."-
Julius preguntó turbado -"Entonces, ¿qué sentido tiene todo esto? ¿Luchar? ¿Morir? ¿Solo para despertar en otro lugar y repetirlo todo otra vez?"-
Solomon sonrió melancólico -"La pregunta que te haces es la que todos hacemos al principio. Tal vez no haya una respuesta, o tal vez la respuesta sea simplemente experimentar. Elyndria no es un lugar de descanso, Julius. Es un campo de pruebas. Aquí nos enfrentamos al caos, a nosotros mismos, y aprendemos lo que no pudimos entender en nuestras vidas anteriores."- Hizo una pausa para pensar -"Tal vez, cada universo fue creado para crecer de modos diferentes. Eso es algo que La Fuente nunca ha revelado. Por lo menos, no aquí."-
Julius miró a los guerreros, hombre y mujeres que entrenaban fuertemente -"Y ellos... ¿saben todo esto?"-
Solomon asintió -"Ellos lo saben, y lo aceptan. Tú también lo harás. Aquí no hay enfermedades, ni hambre, ni envejecimiento. Solo muerte por combate. Pero esa muerte no es un castigo; es un camino."-
Julius respiró hondo -"En la Tierra temíamos a la muerte. Aquí, parece que todos la abrazan."-
Solomon dijo sabiamente -"Porque no hay otra forma de vivir en Elyndria. Prepárate bien, Julius. Pronto también serás uno de ellos. Si eres un buen guerrero, durarás algunos años. De lo contrario, tu muerte será rápida."-
Julius respondió -"Entonces, enséñame a luchar, Solomon. Si la muerte me espera, quiero enfrentarla de pie, no suplicando como un cobarde."-
Solomon sonrió satisfecho -"Bien dicho. Aquí, solo los que luchan encuentran su propósito. Esta es tu tienda. Ponte cómodo, que te veré más tarde."-
El campamento estaba lleno de actividad. Numerosos guerreros entrenaban con espadas y lanzas, mientras otros afilaban sus armas o reparaban armaduras. Julius, vestido con su nuevo equipo, caminaba con curiosidad, observando los rostros y las dinámicas de este nuevo y extraño lugar.
Mientras bordeaba una de las zonas del campamento más tranquilas, escuchó risas y voces apagadas. Siguiendo el sonido, se encontro a un grupo de lugareños entre los que destacaba Lyara, una mujer alta y hermosa, de postura firme, que vestía con una armadura ligera decorada con detalles que evocaban ramas y hojas. Portaba una espada corta, muy parecida a la de los guerreros helenos de la Tierra, y una daga sostenida a la cintura. En el hombro izquierdo llevaba colgada una bolsa con hierbas y vendas. Su rostro, aunque hermoso, estaba marcado por una expresión seria.
Julius se detuvo un momento, impactado por la belleza de la mujer. Algo nervioso, le dijo -"Disculpa... no quiero interrumpir, pero me perdí entre tantas tiendas. Este lugar es un laberinto."-
Lyara lo observó de arriba abajo, frunciendo ligeramente el ceño -"Eres nuevo. Se nota por cómo llevas el equipo."-
Julius miró su propia armadura -"¿Así de evidente?"-
Lyara se cruzó de brazos -"Muy evidente."- Sonrió un poco burlonamente mientras le arreglaba el equipo con sus propias manos mientras decía -"Las correas del peto están demasiado flojas, y la espada la llevas como si fuera un adorno."-
Julius rio incómodo -"Bueno, supongo que me atrapaste. No tengo idea de cómo funciona nada de esto."-
Lyara hizo un gesto señalando hacia el centro del campamento -"Ve hacia la fragua, ellos pueden ajustarlo. Aunque..."- Lo miró detenidamente -"Si no sabes manejar un arma, una armadura bien ajustada no te salvará."-
Julius hizo una reverencia exagerada -"Gracias por el consejo... ¿guerrera sin nombre?"-
Lyara pareció divertirse y trató de responder sin cambiar su expresión seria -"Soy Lyara. Y no solo soy una guerrera. También curo a los que tienen la suerte de sobrevivir a las batallas. Soy la médica de este campamento."-
Julius comentó tratando de halagarla -"Ah, una sanadora. Entonces no solo repartes golpes, también los reparas. Interesante combinación."- Sonrió ampliamente -"Soy Julius, recién llegado."-
Lyara respondió el saludo y le dio una advertencia que daba a todos los recién llegados -"Aquí todos peleamos. Pero algunos tenemos ciertos roles en base a nuestro pasado. En el siglo XXI en la Tierra, yo era médica, por eso lo de sanadora. Si quieres sobrevivir en Elyndria, más vale que aprendas a defenderte rápido. No hay espacio para los débiles."-
Julius respondió con asombro -"Oh. Yo también era del siglo XXI. Electrónico. Todavía estoy impactado por la realidad de este mundo... o universo."-
Lyara mostró una expresión de asombro. -"Interesante pasado. Me interesa hablar contigo. Trata de no morir pronto."- Completó dura, pero con un leve brillo de humor irónico en los ojos.
Julius la miró impresionado -"Eres bastante directa. Me gusta eso."-
Lyara empezó a dar un paso para irse -"No necesitas gustarme... por ahora. Solo aprende a defenderte. Si algún día terminas en mi tienda por una herida, te darás cuenta de que aquí no todos reciben segundas oportunidades."-
Julius la siguió con la mirada -"¿Siempre Elyndria ha sido así de dura?"-
Lyara se detuvo brevemente para mirarlo sobre el hombro. -"¿Siempre haces tantas preguntas?"- Sonrió y le hizo un gesto para que la siguiera para caminar juntos.
Julius se apresuró a seguirla con una sonrisa -"Solo cuando encuentro algo interesante."- Respondió alegre.
Mientras caminaban entre las filas de tiendas y forjas humeantes del campamento, Julius no pudo contener su curiosidad. Las palabras de Solomon, aunque esclarecedoras, apenas habían arañado la superficie de este vasto e intrigante universo. Con una mirada inquisitiva, se volvió hacia Lyara, quien caminaba a su lado con paso seguro y rostro inexpresivo.
—"¿Qué es realmente Elyndria?"— Preguntó Julius, rompiendo el silencio.
Lyara lo observó brevemente antes de responder, respondió como si estuviera recitando algo que ya había explicado muchas veces.
—"Elyndria es el lugar donde terminamos después de morir en la vieja Tierra, pero no es solo para los humanos. Aquí habitan todas las razas humanas y no humanas que existieron alguna vez en el universo del que venimos."-
Julius frunció el ceño, procesando esas palabras. —"¿Razas no humanas?"— Preguntó.
—"Sí"— Continuó Lyara, sin detenerse —"Hay más de doscientas razas diferentes aquí. Muchas de ellas tenían morfologías y culturas que nunca imaginaste. Humanos, arcadianos, pleyadianos, zoolotes... y esas son solo unas pocas."-
—"¿Pleyadianos? ¿Zoolotes?"— Repitió Julius, incrédulo.
Lyara asintió con un leve movimiento de cabeza. —"Cada una de esas razas pertenece a una casa guerrera. Todas están lideradas por figuras que, en el viejo universo, serían consideradas mitológicas. En nuestro caso, los humanos, estamos liderados por Logos."-
Julius se detuvo un momento, sus ojos se abrieron de par en par. —"¿Logos? ¿Te refieres a...?"-
—"El Hijo del Hombre."— Dijo Lyara, interrumpiéndolo —"Jesús, o el Mesías si prefieres llamarlo así. Tiene muchos nombres, pero aquí lo conocemos como Logos. Él representa a nuestra raza y dirige nuestras batallas."-
Julius no sabía qué decir. Había pasado toda su vida creyendo en ciertas cosas sobre el más allá, pero nada de esto encajaba con esas ideas. —"¿Y los humanos? ¿Cómo somos considerados aquí?"— Preguntó finalmente.
Lyara se detuvo, girándose para mirarlo directamente. —"Somos los más feroces guerreros de Elyndria. Por nuestra ferocidad, lealtad y sentido del honor, las demás razas nos respetan... o nos temen. Solomon es un ejemplo de eso, y es por eso Logos le ha dado el liderazgo sobre las tropas humanas."-
Julius asintió lentamente, aunque su mente estaba llena de preguntas. Todo en este mundo parecía desafiar la lógica que conocía, pero también lo fascinaba. Mientras seguían caminando, no podía evitar sentir que apenas estaba arañando la superficie de un misterio mucho más grande.
FIN Capítulo 1 "Despertar en Elyndria"
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