Memorias de Un Mundo Muerto
Capítulo #3 "Sombras de una Resurrección Artificial"
Habían transcurrido varios meses desde que Julius había llegado a Elyndria. Su evolución como guerrero resultaba impresionante; no solo se había adaptado al ritmo implacable de los entrenamientos y combates, sino que lideraba un pequeño grupo de soldados bajo su mando. La responsabilidad de guiar a sus hombres le había otorgado un sentido renovado de propósito, y sus habilidades con las armas de filo se habían convertido en tema de admiración entre sus camaradas. Julius manejaba la espada con una precisión letal, como si la misma tierra de Elyndria lo hubiera moldeado para aquel rol.
A pesar de su aparente aceptación de la nueva realidad, una inquietud lo acosaba en sus momentos de soledad. Las palabras de Solomon resonaban en su mente como ecos persistentes. 'Somos diferentes aquí... Esta realidad puede no ser lo que parece.' Julius no podía evitar preguntarse si había algo de verdad en aquellas especulaciones. Los días en Elyndria eran intensos, los soldados más viejos no notaban ningún cambio biológico que indicara envejecimiento. Las heridas, incluso las más graves, sanaban a una velocidad milagrosa.
'¿Como puedo ser tan bueno con la espada en tan poco tiempo?' En sus días en la tierra no recordaba ser tan diestro ni fuerte. Quizá lo que Solomon decía era cierto: nacían allí ya preparados previamente con todo el bagaje mental y físico para ser soldados. Julius repasaba mentalmente los movimientos de su última batalla. En la Tierra nunca había recibido entrenamiento militar, y sin embargo, cada golpe que daba parecía natural, como si una fuerza desconocida lo guiara. Ese pensamiento lo inquietaba y fascinaba al mismo tiempo.
Durante una de las noches en el campamento, mientras afilaba su espada junto al fuego, observó a sus hombres. Cada uno de ellos era un ejemplo de habilidad y determinación, pero había algo extraño en su comportamiento, algo que Julius no lograba explicar. Parecían demasiado perfectos, tan enfocados, como si hubieran sido diseñados para cumplir un propósito específico. Es como si la diversidad de la sociedad humana allí no existiera. No habían débiles, ni enfermos. Mucho menos deprimidos. Recordó las historias de Solomon sobre el 'Archivo de las Almas' y las teorías sobre la artificialidad de Elyndria.
Una alarma resonaba en su cerebro '¿Y si tiene razón?' se preguntó mientras observaba las llamas danzar. Aquella idea había comenzado a germinar en su mente, y aunque no se atrevía a hablar de ello con los demás, la duda ya había echado raíces.
Julius había sido entrenado por Lyara para curar heridas, una habilidad que comenzó a aplicar con dedicación cada vez que se presentaba la oportunidad. A menudo le ayudaba junto a otros voluntarios cuando había muchos heridos en el campamento tras los combates. Lyara, aprovechando sus avanzados conocimientos de medicina y anatomía humana, había solicitado a los forjadores de armas que fabricaran un conjunto de instrumentos quirúrgicos de alta precisión, lo que marcó una gran diferencia en su trabajo como sanadora.
Con el tiempo, la relación entre Julius y Lyara se había estabilizado, alcanzando una intimidad que superaba los vínculos comunes en Elyndria. Compartían ahora la tienda de campaña, viviendo juntos como pareja. Julius había encontrado en Lyara un refugio en medio del caos del mundo que los rodeaba, mientras que ella, a pesar de su resistencia inicial, había aprendido a confiar en él y a dejarse llevar por lo que sentía. Su convivencia se había convertido en un respiro necesario en un entorno de guerra constante.
Una noche, mientras Lyara y Julius descansaban juntos en la tienda de campaña, después de haber hecho el amor. Lyara se había acurrucado a su lado y Julius le tenía rodeada por sus brazos. Se giró hacia el hombre, apoyando la cabeza sobre su pecho desnudo, y comenzó a compartir algo que hasta ese momento había mantenido en reserva.
—"Julius."— Susurró, acariciando suavemente su piel —"Hay algo que quiero contarte."-
Él, intrigado, bajó la mirada hacia ella y la animó a continuar con un leve asentimiento.
—"Mi cercanía con Logos no es casualidad. Él confía en mí... más de lo que confía en otros. Y es por algo muy específico"— Dijo con una voz llena de dudas que parecía haber guardado durante mucho tiempo.
Julius se incorporó ligeramente, apoyándose en un codo para mirarla mejor. —"¿Qué quieres decir?"— Preguntó con curiosidad
Lyara tomó aire antes de responder. —"Logos me confesó hace unos años atrás que mi linaje proviene de un lugar sagrado, de la Tierra Santa. Mi sangre está vinculada directamente al Mesías original... el que caminó entre los hombres en el mundo que dejamos atrás."-
Las palabras de Lyara resonaron en la tienda con una gravedad que hizo que Julius la mirara con asombro. —"¿El Mesías?"— Repitió él, incrédulo. —"¿Estás diciendo que eres descendiente directo...?"-
—"Eso es lo que Logos cree"— Interrumpió ella, evitando el contacto visual momentáneamente —"Por eso intentó conquistarme y hacerme su consorte en la época que estaba involucrada con Horatio"- Hizo una pausa. -"Según parece, en su cama confía solo en personas cercanas a su linaje."-
Julius permaneció en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, preguntó -"¿Pasó algo entre ustedes?"-
-"Nunca hice caso a sus pretensiones. Y fue bastante molesto por mucho tiempo. En esa época Horatio murió en el campo de batalla."- Lyara trato de recordar la secuencia. -"Su muerte fue sorpresiva, en una escaramuza casi sin importancia. Los testigos dicen que Horatio de pronto pareció congelarse. Y lo mataron."-
Lyara hizo un gesto de melancolía y se acurrucó más cerca de él.
—"Después de la muerte de Horatio, Logos siguió intentando que me mudara a su palacio. Cuando se convenció de mi negativa, Buscó los brazos de su consorte actual."-
La conversación dejó a Julius pensativo mientras Lyara cerraba los ojos.
Mientras la conversación en la cama de la tienda de campaña continuaba, Lyara decidió revelar más detalles sobre el círculo íntimo de Logos. Con un suspiro profundo y cierta cautela en su mirada, habló mientras sus dedos jugueteaban distraídamente con los pliegues de la manta que los cubría.
—"Hay algo más que quizás te sorprenda, Julius"— Dijo, mirándolo de reojo —"La consorte de Logos... no es una mujer común. Es alguien que también proviene de los relatos sagrados de la Tierra."-
Julius, intrigado, se inclinó hacia ella.
—"¿Quién es?"— Preguntó, anticipando que la respuesta podría ser algo extraordinario.
Lyara hizo una pausa antes de responder, como si tratara de encontrar las palabras adecuadas.
—"Es María Magdalena"— Dijo finalmente —"La misma María Magdalena de la que hablaban las Escrituras, la prostituta que siguió a Jesús. Ahora está aquí, en Elyndria, como consorte de Logos."-
La revelación dejó a Julius sin palabras por un momento. Lyara continuó, su tono suave pero impregnado de admiración.
—"Desde que llegué aquí, he tenido la oportunidad de conocerla. Nos llevamos muy bien, de hecho. Es una mujer increíble, con una fortaleza que pocos poseen. Ella misma me contó cómo fue elegida por Logos para ser su consorte. Por esa razón, está exenta de pelear en las batallas. Su papel es diferente... más carnal, dentro del palacio. Es la... mujer de Logos."-
Julius asintió lentamente, tratando de procesar lo que escuchaba.
—"¿Te habló alguna vez de como es su vida con Logos?"— Preguntó, curioso.
Lyara sonrió levemente al recordar las conversaciones que había tenido con María Magdalena.
—"Sí, me lo describió. Dice que no tiene mucho que ver con el Jesús de la Tierra. No se le parece ni física ni mentalmente. Su relación con Logos es más bien de una pasión desenfrenada."- Soltó una risita cómplice. -"María Magdalena dice que Logos habla mucho sobre las responsabilidades de liderar y proteger a los suyos, pero que su rol le recuerdan a lo que era su vida en la Tierra. Me contó que Logos no es tan distante como nos parece a nosotros; con ella, es... muy humano."-
Julius la miró con asombro, maravillado por la profundidad de los vínculos y las historias que se tejían en Elyndria.
—"Es curioso."— Dijo finalmente el hombre —"Pensar que aquí, en un mundo tan distinto, esas figuras que conocíamos como mitos tienen vidas, sentimientos... ¿Qué más habrá detrás de todo esto?"-
Lyara suspiró, compartiendo su incertidumbre.
—"Elyndria está llena de misterios, Julius. Y creo que apenas hemos empezado a comprenderlos."-
Unos días después, en una terrible batalla contra los zoolotes, el campo quedó sembrado de heridos y cadáveres. Después de sobrevivir al 'Sueño de los Muertos', Julius se unió a Lyara y a otros voluntarios en las labores de curación, atendiendo a los numerosos soldados que luchaban por sus vidas. En medio de aquel caos, Lyara encontró a un hombre que presentaba una herida espantosa en la región occipital del cráneo.
Al examinarlo con cuidado, notó algo inusual. En el hueso del cráneo, justo donde la herida era más profunda, había un pequeño dispositivo metálico incrustado en el hueso. Sus delgados filamentos parecían extenderse hacia el interior óseo, hundiéndose más profundamente hacia el interior de la cabeza. Era la primer herida que la sanadora atendía en esa región del cráneo. Lyara frunció el ceño y, con manos firmes, acercó un escalpelo forjado en la fragua del campamento para investigar más de cerca. Apenas el metal del escalpelo tocó el dispositivo, un pequeño chispazo brotó de él, provocando que el herido se estremeciera y emitiera un débil gemido de dolor.
El hombre se llevó una mano al cráneo, mareado, antes de caer inconsciente. Lyara quedó paralizada por un instante, asombrada ante lo que acababa de presenciar. De inmediato, llamó a Julius, quien se encontraba atendiendo a otros heridos cercanos. Al llegar, Lyara le explicó rápidamente lo ocurrido, mostrando la extraña pieza metálica incrustada en el cráneo del hombre.
Pocos minutos después, el herido recuperó la consciencia, pero algo no estaba bien. Mientras Julius y Lyara le hacían preguntas básicas para evaluar su estado, descubrieron que había perdido toda la memoria desde su resurrección en Elyndria hasta el momento del chispazo. No recordaba ni su entrenamiento, ni las batallas en las que había participado durante los últimos cinco años. Confundido y desorientado, el hombre intentaba comprender dónde estaba y por qué estaba herido. Julius, que alguna vez había sido un técnico electrónico en la Tierra, observó con inquietud y comentó en voz baja a Lyara:
—"Esto parece una especie de reinicialización. Como si ese dispositivo hubiera reiniciado su mente, borrando todo lo aprendido."-
Lyara frunció el ceño, sin apartar la vista del herido, quien seguía recuperándose lentamente. Dejaron pasar algunos minutos para evaluar su estado y, con cierto temor, Julius decidió intentar otra vez tocar el dispositivo con el escalpelo. Cuando lo hizo, otro pequeño chispazo surgió del artefacto, y el hombre volvió a perder el conocimiento. Esta vez, al despertar, no solo había olvidado los años vividos en Elyndria, sino también los últimos minutos de interacción con Lyara y Julius.
—"Esto no tiene sentido..."— Murmuró Julius, observando al herido con un rostro grave —"Es como si al activar artificialmente el dispositivo, se borraran sus recuerdos recientes."-
El hombre, cada vez más desconcertado, intentó balbucear palabras para comprender qué ocurría, pero su confusión era palpable. Julius tomó a Lyara del brazo y le susurró:
—"Necesitamos abrir su cráneo. Si queremos entender qué está pasando, debemos saber qué hay debajo de ese dispositivo."-
Lyara negó lentamente, con una expresión de pesar en su rostro.
—"Tengo herramientas para hacerlo, pero carecemos de tecnología, Julius. Si intento abrirle el cráneo sin tecnología adecuada, es casi seguro que no sobreviva."-
Un silencio tenso cayó sobre ambos mientras miraban al hombre, que ahora parecía perdido en su propia mente. Finalmente, Julius suspiró y asintió con resignación.
—"De acuerdo, entonces hagamos lo que podamos para estabilizarlo y curarlo. Pero necesito mantenerlo bajo mi cuidado. Si esto vuelve a suceder, quiero estar cerca para investigarlo."-
Lyara aceptó con un leve asentimiento, y juntos suturaron la herida lo mejor que pudieron. Julius, ahora más inquieto que nunca por las implicaciones de aquel descubrimiento, decidió asumir la responsabilidad de proteger y guiar al hombre, sabiendo que su recuperación, tanto física como mental, sería una batalla en sí misma.
Tras el descubrimiento del extraño dispositivo en el cráneo del soldado, Julius y Lyara decidieron compartir lo sucedido con Solomon. Una noche, mientras el campamento estaba en calma y las hogueras ardían con suavidad, se reunieron en la tienda de Solomon para hablar en privado.
—"Esto no puede ser casualidad."— Dijo Julius, cruzando los brazos mientras relataba los eventos recientes —"Ese dispositivo... No pertenece a nada que hayamos visto aquí. Parecía algo sacado de tecnología electrónica avanzada."-
Solomon lo escuchaba con el ceño fruncido, sentado en un banco improvisado. Cuando Julius terminó, el hombre suspiró profundamente.
—"Esto confirma mis sospechas"— Dijo, mirando a Lyara y luego de vuelta a Julius —"Hay demasiadas cosas en este mundo que no cuadran. La manera en que sanamos, cómo combatimos, incluso el hecho de que tenemos recuerdos de nuestras vidas anteriores pero habilidades que jamás aprendimos. Todo esto... encaja con las teorías que discutimos antes."-
—"¿Crees que ese dispositivo podría ser... un control, una especie de implante para nosotros?"— Preguntó Lyara, su voz cargada de preocupación.
—"Sabemos que puede resetear la memoria. También es posible que sea un sensor... o un transmisor que alimenta algún dispositivo que contiene la memoria de cada uno de nosotros"— Respondió Solomon, con gravedad —"Aunque aún no sabemos con certeza todas sus funciones. Pero esto nos da una dirección para buscar. Debemos investigar más."-
Julius asintió lentamente, y tras unos momentos de silencio, Lyara habló:
—"Hay algo que tal vez pueda ayudarnos. Tengo una relación cercana con María Magdalena, la consorte de Logos... podría intentar obtener información de ella."-
Solomon alzó una ceja, intrigado.
—"¿María Magdalena? ¿La consorte de Logos?"-
—"Sí. Ella y yo hemos conversado varias veces, hace poco me habló de su fascinación por la tecnología. Me dijo en confidencia que tiene acceso a algunas computadoras de Logos. Al parecer, suele inmiscuirse en ellas cuando él está ocupado en sus reuniones secretas."-
—"¿Qué tipo de reuniones?"— Preguntó Julius, inclinándose hacia adelante.
—"No me ha dado muchos detalles."— Respondió Lyara, mordiéndose el labio con preocupación —"Pero mencionó algo sobre unas asambleas con unos seres que nunca ha visto, a los que Logos se refiere como A-Quon."-
El silencio que siguió fue denso. Solomon fue el primero en romperlo, su tono calculador.
—"Si María Magdalena realmente tiene acceso a las computadoras de Logos, podría ser nuestra mejor oportunidad para entender qué está pasando. Pero debemos ser cautelosos. Si Logos descubre que estamos husmeando, no dudo que tendremos consecuencias graves."-
—"Lo sé."— Dijo Lyara —"Pero creo que puedo ganarme su confianza. Me dijo que se siente fascinada por la tecnología porque en su tiempo no existía nada parecido. Incluso parecía emocionada al contarme cómo pasa el tiempo explorando el palacio mientras Logos está ocupado."-
Julius entrecerró los ojos, considerando la información.
—"Esto podría funcionar, pero necesitamos un plan. Lyara, ¿crees que podrías sonsacarle algún tipo de información concreta... ¿el palacio de Logos, ¿tendrá algún acceso secreto?"-
—"Es posible."— Respondió ella, asintiendo con la cabeza —"Pero debo hacerlo de forma sutil. Si sospecha algo, podría cerrar todas las puertas antes que logremos algo útil."-
—"Entonces hazlo con cuidado."— Dijo Solomon, apoyando una mano en su barbilla —"Mientras tanto, Julius y yo trataremos de encontrar más pistas por aquí, en el campamento. Deberíamos ver si ese dispositivo está en todos nosotros o solo en algunos"-
El grupo acordó mantenerse en contacto constante y trabajar juntos en este nuevo esfuerzo. Mientras salían de la tienda de Solomon, Lyara se detuvo un momento y miró a Julius.
—"Esto es peligroso, ¿verdad?"-
—"Claro que sí."— Respondió él con seriedad —"Pero si queremos respuestas, debemos arriesgarnos. No podemos seguir viviendo en un mundo donde todo parece una mentira."-
Lyara asintió, sus ojos brillaban de excitación. Se dirigieron a la tienda para acostarse mientras iban tomados de la mano. Estaban decididos a enfrentar las revelaciones que pudieran encontrar.
Una semana después de la reunión con Solomon, María Magdalena relataba a Lyara, con el entusiasmo de quien está compartiendo un secreto prohibido, algunos detalles sobre las reuniones de Logos con los A-Quon.
Según lo que pudo sonsacarle sin ser evidente, le dijo que esas reuniones estaban destinadas a discutir maneras de 'mejorar' Elyndria, aunque su manera de explicarlo era torpe y llena de ambigüedades. María Magdalena había vivido durante el inicio de la civilización, y su vocabulario no era ni refinado ni adaptado para describir tecnologías modernas. De un modo muy limitado, María describió cómo Logos y esos misteriosos seres hablaban sobre 'arreglar fallas' en los guerreros resucitados, así como en sus habilidades y comportamientos.
—"Dicen que algunos de los hombres... mmm... ¿cómo te lo explico?"— Dijo María, esforzándose por encontrar las palabras adecuadas mientras gesticulaba con las manos —"Se vuelven... menos útiles con el tiempo. Que sus mentes ya no son tan rápidas, o sus cuerpos no tan fuertes. Y los A-Quon le dicen a Logos cómo repararlos y mejorarlos. Como si fueran... máquinas, ¿entiendes?"-
Lyara escuchaba atentamente, mientras su mente analizaba cada palabra mientras fingía empatía por el entusiasmo de María Magdalena.
—"¿Repararlos?"— Preguntó Lyara, inclinándose ligeramente hacia adelante —"¿Cómo pueden hacerlo?"-
María frunció el ceño, tratando de explicar lo que había visto.
—"No sé exactamente cómo. Logos habla de algo que llama "ajustes de código" o ‘actualización’… algo parecido. Suena raro, ¿verdad? Pero él dice que eso hace que todo funcione mejor."-
—"¿Y qué más mencionan?"— Insistió Lyara, tratando de no parecer demasiado ansiosa.
María hizo una pausa, bajando la voz como si temiera que alguien pudiera escucharla.
—"También han hablado de reemplazar las espadas... o las simulaciones"- Dijo, moviendo las manos como si blandiera un arma imaginaria —"Quieren que en lugar de eso los hombres usen armas más modernas. Pistolas, rifles, lásers... cosas así"- Hizo una pausa para preguntarle a Lyara -"¿Tú sabes que es una pistola o un láser?"- Preguntó intrigada.
Lyara trató de explicarle. -"Una pistola es algo así como un dispositivo que dispara una flecha de metal muy corta, pero no necesita arco. Un láser es una luz muy potente que quema a la distancia."- Le aclaró Lyara.
María Magdalena continuó -"Bueno... eso. Pero no entiendo bien cómo lo harían. Hablan con palabras que nunca escuché, cosas como 'sistemas balísticos' y 'entrenamientos automatizados'. Todo es muy extraño."-
Lyara asentía, esforzándose por ocultar su asombro. María hablaba con una mezcla de ingenuidad y emoción, claramente fascinada por lo poco que podía entender de las discusiones que espiaba.
—"¿Y cómo logras escuchar todo eso?"— Preguntó Lyara, fingiendo una sonrisa cómplice.
María se rio con un dejo de picardía.
—"A veces me escondo cerca de las salas donde se reúnen. No sé si ellos lo saben, pero no parecen prestarme atención. Supongo que piensan que no entiendo nada, y la verdad es que... tienen algo de razón"— Confesó, encogiéndose de hombros —"Pero me entretiene. Además, cuando Logos se va, tengo tiempo para usar sus máquinas. Me encanta curiosear. ¡Esas cajas con imágenes son fascinantes!"- Después de indagar un poco, la sanadora supo que se refería a computadoras.
Lyara aprovechó aquella confesión para profundizar la conversación, tratando de obtener toda la información posible sin despertar sospechas. La imagen que María pintaba era inquietante: un mundo donde los habitantes eran manipulados, ajustados y controlados por fuerzas superiores, todo bajo la supervisión de Logos y unos aliados misteriosos llamados A-Quon.
Con el paso de los días y tras analizar cada nueva anomalía que se presentaba, Julius, Lyara y Solomon se convencieron cada vez más de que Elyndria no era el paraíso que Logos proclamaba, sino una simulación avanzada, diseñada con fines que aún les resultaban imposibles de comprender.
Las palabras de María Magdalena sobre los ajustes a los resucitados y las reuniones de Logos con los enigmáticos A-Quon habían sembrado una semilla de inquietud que ya no podían ignorar. Julius repasaba en su mente las extrañas heridas que había visto en el cráneo del soldado herido y el dispositivo metálico incrustado en su hueso. Solomon, por su parte, no podía dejar de pensar en los eventos recientes como evidencias de un sistema de control que manipulaba no solo sus cuerpos, sino también sus mentes.
—"Si todo esto es una simulación"— Dijo Solomon una noche mientras discutían junto a una fogata en las afueras del campamento. —"Entonces estamos siendo usados como piezas de un experimento. Tal vez quieren probar algo en nosotros, algo que tiene que ver con nuestra capacidad de lucha o con cómo reaccionamos bajo ciertas condiciones."-
Lyara, sentada con las piernas cruzadas, asintió mientras miraba fijamente las llamas danzar.
—"Todo encaja si lo piensas"— Añadió —"Los soldados aquí son demasiado perfectos, demasiado eficientes. Y las heridas... las heridas sanan de manera que no tiene sentido, como si nuestros cuerpos estuvieran diseñados para regenerarse más rápido de lo normal. Si esto fuera la vida real, la mitad de nosotros ya habría muerto varias veces."-
Julius miró a ambos, con expresión seria.
—"Pero ¿con qué propósito?"— Preguntó, cruzando los brazos —"Si Elyndria es una simulación, ¿qué están intentando lograr? ¿Estudiar nuestra habilidad para pelear? ¿Recrear una especie de ejército ideal? Nada de esto explica por qué nos trajeron aquí, por qué nos dieron estas vidas falsas."-
Solomon suspiró, como si el peso de sus pensamientos lo aplastara.
—"Esos A-Quon de los que habla María Magdalena podrían ser las claves de todo esto."— Sugirió —"Si Logos está trabajando con ellos para ajustar a los resucitados y cambiar las reglas del juego, entonces no estamos viviendo en un mundo natural. Esto es un entorno controlado, y nosotros somos sus sujetos de prueba."-
El silencio que siguió fue pesado, lleno de la certeza de que lo que decían podía ser cierto. Cada uno reflexionó sobre las implicaciones de sus palabras. Elyndria, con todos sus colores vibrantes y paisajes magníficos, se sentía ahora como una prisión disfrazada de paraíso. Una prisión donde ellos, sin saberlo, desempeñaban el papel de experimentos vivientes.
FIN Capítulo 3 “Sombras de una Resurrección Artificial”
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