domingo, 28 de enero de 2024

Reflexión: Escribir es un viaje solitario

 

Escribir es un viaje solitario


A lo largo de mi vida no he podido experimentar otra cosa que la soledad.

Cuando joven, supongo que como todos, intenté de diversos modos "conectar" con algo que me ayudara a identificarme a mi mismo, pero no fue posible.

Nunca lo viví como una frustración. De alguna manera, siempre supe que era "diferente". Pero entiéndeme bien: esto no es un testimonio de "queja" ni algo que pueda entristecerme.

Supongo que es un testimonio reflexivo, que nace de escuchar una canción. Para ser específico, estoy escuchando la canción "Good Feeling" mientras escribo esto.

A veces suelo hacer eso: escuchar una canción con una melodía que me identifique y, en contadas ocasiones, la letra me lleva a ese mundo fantástico de la reflexión y la identificación con el autor de  la letra.

Esta canción en particular es una pequeña y justa reseña de una vida que coincide con la mía. Y me hizo pensar en todos los momentos en los que la escritura salvó mi propia vida.

Los escritores, por si no lo sabes, somos volcanes a punto de explotar. Y cuando puedes leer alguno de nuestros trabajos, estás viendo una explosión de nuestra alma. Una muestra de nuestro mundo interior más profundo. Ese mundo que nadie conoce. Un escrito suele ser una puerta a un mundo exclusivo.

Un mundo en el que te integras a la mente de una persona que abre su corazón y alma para mostrarte lo que absolutamente nadie puede ver. Ni tan siquiera las personas más cercanas.

Obviamente te estoy hablando de mi mundo, no del tuyo. Porque los escritores somos muy autoreferenciales.

Ya en otro texto te hablé de los diferentes niveles de profundidad. Y de la virtud de algunos escasos lectores de leer entre lineas. Si tienes esa capacidad, eres un lector avanzado que puede entrar en nuestras mentes y entendernos con una profundidad inigualable.

La soledad del escritor es ese suspiro profundo que exhalas cuando te sientas frente a la pantalla en blanco con la única compañía de tus propios pensamientos. Solo estás tú y el universo. Y te sumerges navegando en un espacio que no tiene límites.

Así surgen las palabras que nacen en tu mente y buscan un refugio en las páginas que escribes. El resto del mundo se desvanece temporalmente. Y eres tú mismo. Sin tapujos, expones tu alma en crudo. Es por ese sentimiento que los escritores nóveles se sienten intimidados, expuestos y vulnerables.

Durante el momento mágico de la creación, eres el eco de tus propias reflexiones, que resuenan en la soledad de tu vida y se trasladan a un trabajo que tiene una única esperanza: conectar con alguien que se identifique contigo. Y, aunque no lo creas, el milagro siempre se produce.

La soledad de los escritores no es necesariamente una soledad triste. Es una especie de conversación en solitario, donde tus ideas y emociones bailan juntas en la danza íntima de la creación.

Las palabras fluyen de tu mente para tejer historias y expresar tus pensamientos más profundos.

Puedes considerarlo como un acto de valentía y vulnerabilidad, porque abrir tu mundo interior y permitir que los demás lo vean a través de las palabras que eliges, suele ser intimidante.

No para mi claro. Porque si así lo fuera no podrías leer esto. En algún punto los escritores rompemos el caparazón y nos mostramos como somos. Eso también es ser escritor: ser un alma solitaria y asumida que no depende de nadie. Somos, en algún punto, los artífices de nuestra propia felicidad.

Pero escribir también puede ser una lucha interna que danza en la autocrítica, que busca esa voz interna  que solo tú puedes plasmar en tus escritos.

En medio de nuestra soledad, encontramos la oportunidad de descubrir quiénes somos, mientras exploramos las profundidades de nuestros personajes al darles vida. Porque los personajes son una extensión de nosotros mismos.

Entiendo que la soledad del escritor puede sentirse aislante en ocasiones, pero existe un consuelo en la conexión que se forja con aquellos que entienden nuestro viaje.

Si llegaste hasta aquí, estas palabras finalmente se convirtieron en un puente entre tu alma y la mía.

Tal vez somos dos almas solitarias, y las historias que compartimos crean lazos invisibles que nos unen de un modo único y especial.

En última instancia, toda soledad es un viaje personal. Pero para algunos la soledad es una amiga que nos ayuda a mantenernos vivos en este mundo tan particular. Un mundo en donde la insensibilidad se mezcla con la empatía. Un mundo en donde el valor se mezcla con la cobardía. Un mundo en donde todos esconden su verdadero yo por miedo a ser auténticos.

Quizá los escritores somos los últimos seres auténticamente honestos de este decadente planeta llamado Tierra.

Buena Escritura.






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