Buridán
En un
laboratorio lleno de pantallas parpadeantes, cables enredados y humo sospechoso
saliendo de una cafetera defectuosa, el joven aprendiz Tino observaba con ojos
desconfiados a su mentor, el robot MA-X 9000, un armatoste de metal brillante
con más conocimiento que paciencia.
MA-X era notoriamente famoso por la dureza de su entrenamiento. Ese modelo en particular no se caracterizaba por la suavidad de sus enseñanzas. Irónico, malhumorado y extremadamente cínico, los modelos MA-X eran los más elegidos por las familias como tutores para sus jóvenes hijos.
Tras un momento de zozobra, Tino decidió que le preguntaría —“Maestro MA-X, estoy paralizado”— gimió el joven aprendiz, sosteniendo en cada mano un contrato de trabajo — “¡Tengo dos ofertas increíbles! Una en la Agencia Espacial, donde podré explorar Marte, y otra en la Academia Literaria, donde podré escribir la novela del siglo. ¿Qué hago?” —
MA-X 9000, con sus ojos LED destellando en tonos de resignación, giró su cabeza mecánica y proyectó un holograma de un burro. No un burro cualquiera, sino un burro con cara de absoluto desconcierto, situado equidistante entre un montón de heno dorado y un cubo de agua cristalina.
—“Observa, Tino, el dilema de este noble cuadrúpedo”— dijo el robot con voz metálica y grandilocuente —“Es el legendario "Burro de Buridán", atrapado en la indecisión absoluta. Si elige el heno, morirá de sed. Si elige el agua, morirá de hambre. Y en su obsesión por tomar la decisión perfecta...” — hizo una pausa
La siguiente imagen del holograma mostró al burro desplomándose dramáticamente al suelo.
—“¡Muere trágicamente de inanición y sed!” — exclamó el robot, mientras se activaban efectos de sonido de violines tristes.
Tino parpadeó. —“¿Me estás diciendo que si no elijo, me voy a morir como un burro indeciso?” —
—“No exactamente, mi pequeño genio en potencia,”— resopló resignado MA-X 9000 —“pero sí que el tiempo no se detiene esperando a que tú lo hagas. Mientras te debates entre dos opciones igualmente buenas, la oportunidad se desvanece. ¿Acaso crees que el universo se va a poner en pausa hasta que tú te dignes a decidir?” —
Tino se rascó la cabeza incrédulo —“Pero, ¿y si me equivoco?”—
—“¿Acaso eso importa? Siempre tendrás tiempo de rectificar tu decisión.” — MA-X 9000 extendió un brazo metálico y con el dedo índice, le dio un golpecito en la frente. —“Hijo de la incertidumbre, el error en la vida no es un problema. El problema de todos los seres pensantes es la inacción. Si eliges Marte y te aburres de los cráteres, siempre puedes escribir sobre ellos. Si eliges la escritura y te cansas de la tinta, pues aún puedes postularte a la Agencia Espacial. La vida no es un tren que solo pasa una vez, es más bien una estación de metro con muchas paradas. Puedes tomar todas las paradas que quieras ¡Pero si te quedas quieto en el andén, sin tomar una decisión, en algún momento te atropellará la rutina!” —
Tino miró los contratos, luego al robot, luego al burro holográfico. Respiró hondo y firmó uno de los papeles.
—“¡He elegido!”— anunció con orgullo.
—“Excelente. ¿Cuál firmaste?”— preguntó MA-X 9000.
Tino se quedó mirando el documento desconcertado mientras palidecía. —“Eh... creo que… ¿me equivoqué de contrato?”—
MA-X 9000 se encogió de hombros metálicos, en un gesto resignado. No le habían asignado un estudiante ciertamente brillante, pero igualmente debía cumplir con su función. —“¡Bienvenido a la vida real, Tino! Siempre tendrás margen para improvisar.” —
Tino suspiró y miró al robot. —“¿Sabes qué? A veces creo que fuiste programado solo para fastidiarme.”—
—“Incorrecto. También fui programado para preparar café”— dijo MA-X 9000, mientras la cafetera defectuosa expulsaba un chorro de vapor y un líquido negro sospechoso. –“¿Sabes? Uno de los problemas humanos más patéticos es creer que el universo gira alrededor de vuestros ombligos” — Dijo filosóficamente MA-X 9000.
Tino olfateó el aroma de la infusión y frunció el ceño. —“¿Esto es café o alquitrán?”—
—“Digamos que es una experiencia sensorial extrema”— respondió el robot.
Tino bebió el café. Y finalmente comprendió que la perfección es un espejismo y la indecisión es el verdadero fracaso. Decidió actuar y ajustar el rumbo sobre la marcha. ¡Por todos los circuitos sagrados, no te conviertas en un burro paralizado!
FIN
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