Actualidad para Escritores
El Fracaso como Figura de Éxito
por Rodriac Copen
En la ciencia ficción (y conviene decirlo sin anestesia), el fracaso no es un accidente: es el paisaje natural. Quien llega esperando aplausos, contratos editoriales y una entrevista en prime time suele irse rápido y algo confundido. Quien se queda —terco, persistente y con una relación sana con el rechazo— aprende. Y mucho.
La historia del género no está hecha de éxitos tempranos, sino de cartas de rechazo, silencios editoriales y apuestas que parecían pésimas ideas... hasta que dejaron de serlo.
La famosa “cima” para un escritor es, en realidad, un mirador tardío. Cuando se llega, el autor ya viene cansado, curtido y, en general, bastante ocupado escribiendo como para celebrar demasiado.
El punto de partida es el ninguneo
Durante décadas, la ciencia ficción fue considerada literatura menor en el mundo desarrollado. Y todavía hoy lo es en ciertos círculos latinoamericanos donde todo lo que no tenga realismo, trauma social explícito o una tapa gris se considera “menor”.
- Demasiado imaginativa para el realismo respetable.
- Demasiado reflexiva para el entretenimiento puro.
- Demasiado incómoda para el mercado.
Ese limbo produjo una larga lista de autores ignorados, subestimados o directamente ridiculizados.
Isaac Asimov fue rechazado por escribir historias “frías”. Philip K. Dick pasó gran parte de su vida publicando libros que vendían poco y pagaban peor, mientras lo consideraban errático y poco confiable (con algo de razón, pero aun así). Ursula K. Le Guin fue descartada por no ajustarse a la ciencia ficción dura, masculina y técnica. Frank Herbert recibió más de veinte rechazos con Dune, acusada de densa, confusa e invendible (un pequeño detalle: después vendió millones). Incluso William Gibson escribió Neuromante convencido de que no entendía del todo el mundo que estaba inventando, lo cual no impidió que lo inventara igual.
Mientras tanto, Judy-Lynn del Rey trabajaba del otro lado del mostrador. Editora. Curadora. Apostadora profesional. Defendiendo textos que el mercado consideraba problemáticos, demasiado ambiciosos o, peor aún, inteligentes. Sin discursos épicos. Con trabajo.
Por qué razón la ciencia ficción fracasa primero
Un escritor de ciencia ficción suele ser menospreciado por razones bastante claras (y repetidas hasta el cansancio):
- Porque su género no es “culto” o “serio”.
- Porque escribe ideas antes que moralejas fáciles.
- Porque no responde a las modas del mes.
- Porque hace preguntas que no entran en un tuit.
- Porque su obra llega antes de que el lector esté listo.
- Porque el mercado todavía no sabe cómo vender lo que escribió.
A esto se suma una confusión contemporánea peligrosa: creer que visibilidad es sinónimo de valor. La llamada “generación de cristal” no fracasa por sensibilidad, sino por alergia al rechazo. Si no hay validación inmediata, se abandona. Y escribir, lamentablemente, no es una actividad que devuelva likes con rapidez.
Persistir no es insistir
La diferencia entre fracasar y desaparecer está en la persistencia. Pero no en la persistencia ciega, sino en la que profundiza una verdad que nace del escritor que cree en si mismo.
Asimov no escribió para agradar: escribió mejor que eso. Dick no corrigió su rareza: la llevó al extremo porque esa rareza era el motor de sus mundos. Le Guin no endureció su voz: la afinó. Herbert no simplificó su universo: lo sostuvo con convicción. Gibson no dominó la tecnología: la intuyó. Judy-Lynn no persiguió tendencias: construyó catálogos enteros para crear lectores nuevos.
Ninguno de ellos trabajó pensando en el éxito. Trabajaron pensando en la obra. El éxito vino después... cuando el azar quiso. O si quieres llamarlo dios... pues adelante, hazlo. No me enojo. Tú puedes creer lo que quieras.
El éxito como efecto secundario
El éxito, cuando aparece en la vida de un escritor, lo hace tarde y sin pedir permiso. No valida nada: suele llegar cuando ya no es necesario para sostener ningún ego.
El escritor que escribe para ser famoso suele escribir poco y durar menos. El que escribe porque no puede no hacerlo atraviesa años de silencio sin abandonar. Palabra a palabra, página tras página. A veces el mercado lo alcanza. La mayoría de las veces, no. Y aun así, eso no define la trayectoria de un artista de las letras. Porque eso eres, si no lo sabes.
Escribir es un acto de resistencia
Escribir ciencia ficción es resistir al presente inmediato. Resistir a la simplificación. Resistir al mandato de producir rápido y olvidar aún más rápido.
Como todo arte verdadero, el escritor de raza no busca fama, sino expresión. Construir una mirada propia, incluso cuando parece que nadie está esperando ese punto de vista. Especialmente cuando nadie lo espera.
Solo desde ahí —desde la búsqueda obstinada de la excelencia, atravesada por errores, fracasos y alguna que otra crisis existencial— se puede conquistar un mercado. Grande o pequeño. Visible o silencioso.
La excelencia como objetivo
La excelencia no se encuentra, colega: se persigue. Y en ese camino, el fracaso no es un enemigo, sino una herramienta más que tú debes usar como perfeccionamiento.
Ningún escritor llega si su objetivo es el éxito. Porque si así fuera, tu alma se agotaría rápido.
El éxito llega, a veces, cuando el objetivo es escribir mejor, escribir más hondo, escribir con una voz propia.
En la ciencia ficción, y en la literatura en general, el fracaso no es el final.
Es el único comienzo honesto de un autor.
¡Buena escritura! 🚀✍️
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