Diario de Rodriac
La impaciencia del novato
por Rodriac Copen
Una pequeña explicación a los escritores de por qué algún día, todo debería "chuparles un huevo..." (*)
Hay algo entrañable —y un poco desesperante— en la impaciencia del escritor novato. Ese nerviosismo por ser leído, aplaudido y coronado como la nueva revelación literaria sudaca... antes de haber escrito siquiera veinte mil palabras.
Para empezar, ser escritor famoso está sobrevalorado.
Y ya que hablamos de expectativas, dejame decir algo que nadie quiere admitir en voz alta: no todo escritor famoso fue un brillante espécimen de la humanidad. Hay premios Nobel que, si les abrías la cabeza, encontrabas más telarañas que neuronas. Gente con una prosa envidiable... y una torpeza emocional digna de un documental de NatGeo. Porque escribir bien no te vuelve inteligente, ni sensible, ni abierto de mente. Te vuelve alguien que sabe juntar palabras. Punto. La historia literaria está llena de artistas venerados que, como personas, eran francamente "nabos"(**). Pero ahí están: en los altares de la crítica, mientras nosotros —los simples mortales— seguimos evitando pisar minas en las redes sociales. Ironías de la vida. No te daré nombres para no desilusionarte. Sigue creyendo en Papá Noel y espera tus regalitos.
Muchos escritores jóvenes corren como si la literatura fuera una final olímpica de 100 metros, y ellos estuvieran importándole algo a la multitud. Pobres criaturas: todavía no saben que esto no es una carrera. Es una maratón. Una ultramaratón. En subida. Bajo lluvia. Y sin público.
Porque para hacerse conocer hay que invertir tiempo. Mucho tiempo. Años de trabajo en lo que llaman “branding personal”, que no es otra cosa que aprender a ser un personaje sin volverte insoportable. Horas y horas escribiendo —gratis— hasta que juntas un millón de palabras y más todavía, y otras tantas jornadas metiéndote en redes sociales, donde la mitad de los contactos son rameras, bots, estafadores, vendedores de criptos, gurús del éxito y gente con intenciones... digamos, administrativo-promiscuas.
¿Y todo para qué?
Para que, si encima escribes ciencia ficción como yo, algún académico con olor a naftalina te mire por arriba del monóculo como si fueras un hereje que ensucia la literatura “seria”. Y peor aún si escribes humor o comedia, terror o romance. Simplemente los "académicos" te verán como el equivalente a un gusano humano.
Claro... yo ya pasé por todas las etapas que atraviesas tú como escritor joven: ansiedad, ilusión, frustración, enojo existencial, y finalmente... iluminación. Esa iluminación maravillosa que llega con los años y que se resume en una frase sabia, profunda y filosófica: “me chupa un huevo todo eso” (*).
Y si hablamos de metas verdaderas, dejemos algo claro de una vez: el nirvana del escritor no son las ventas. Y tú no eres Scrooge contando moneditas en una mesa mientras le gruñes a los fantasmas literarios. El nirvana es algo mucho más sencillo —y, a la vez, infinitamente más valioso—: ser leído. Saber que en algún rincón del mundo hay alguien que leyó tus palabras y sintió que le hablaban a él. O que se rió contigo. O que se enojó con tu escrito. O que pensó distinto. Pero pensó contigo o diferente a ti. Eso es CONECTAR. Eso es tocar a otro ser humano con un puñado de frases que salieron de tu cabeza en un día cualquiera.
Con el tiempo —y esto lo digo con la cantidad justa de años encima— uno deja de perseguir métricas y aplausos. Cuando empiezas a despertar cada mañana y a contar amigos que ya no están, te das cuenta de lo que realmente importa: estar. Que alguien te lea, te entienda o te discuta es un regalo. No un KPI. No un ránking. No una estadística. Un regalo. Y, créeme, a cierta edad ese tipo de regalo vale más que cualquier bestseller.
Esa es la meta, chicos. Ese es el nirvana literario.
Mientras tanto, paciencia. Sigan escribiendo, sigan empujando, sigan bancándose a ustedes mismos en la selva digital. La comunidad que importa aparece sola. Y la que no... bueno, esa igual nunca iba a leerlos.
SPOILER: la comunidad que te importa es la de tus lectores fieles.
(*) Para los que no son argentinos: esta es una expresión muy vulgar para decir que "no te importa nada"
(**) Otra expresión argenta que (entre otras cosas) quiere decir "persona hueca" y "superficial"
Esta nota la escribí mientras escuchaba "Police Of Truth". Esa canción es una joya de la vida, aunque nunca será postulada para ningún Nobel de Literatura. Si tienes un par de neuronas conectadas, sabrás que siempre escribo entre líneas. ¿Qué diablos habré querido decir en esta nota? Estoy seguro que podrás descubrirlo jajaja...
Al final de nuestras vidas... todos bailaremos la "danza de la verdad".
Tags:
#EscritoresNovatos
#ConsejosDeEscritura
#DiarioDeRodriac
#HumorEscritor
#CulturaLiteraria
#BrandingDeAutor
#VidaDeEscritor
#ReflexionesLiterarias
#EscribirParaSerLeído
#ComunidadLectora
#SciFiLatinoamericana
#HumorMordaz
#ProcesoCreativo
#EscrituraConHumor
#DepecheMode
#PolicyOfTruth
#RodriacCopen




No hay comentarios:
Publicar un comentario