martes, 21 de marzo de 2023

Historia: "Asesinato en el Estrella de Andrómeda""

 

Asesinato en el Estrella de Andrómeda

 

Capítulo 1: Muerte Súbita

El Estrella de Andrómeda, un crucero intergaláctico de lujo, surcaba lentamente las rutas de comercio del Cinturón Argón, entre sistemas estelares alejados del núcleo central de la galaxia. Con sus quince niveles presurizados, domos panorámicos y motores de fusión Helios III, era una joya tecnológica diseñada para el confort extremo y las negociaciones diplomáticas más delicadas.

Esta vez, sin embargo, no transportaba turistas ni exploradores ávidos de nuevas emociones. A bordo, en sus salones con paredes de cuarzo lumínico y aroma constante a té Thalysiano, se celebraba el Congreso Interplanetario de Telecomunicaciones, una de las cumbres más influyentes de la humanidad. Delegaciones de más de ochenta mundos asistían al evento, con representantes de consorcios digitales, gobiernos planetarios, gremios de redes neuronales artificiales y por supuesto, las fuerzas armadas que en ese momento se expandían a las lejanas regiones de Elyan y Tho'Naar.

Durante una semana entera, se firmaban contratos encriptados con claves cuánticas y se sellaban alianzas que definirían el destino digital de miles de millones de habitantes. Los acuerdos no trataban solo de transmisión de datos: definían el acceso al conocimiento, el control de las conciencias sintéticas, la distribución del tiempo conectado y, en algunos casos, el derecho a existir dentro de los entornos virtuales de cada civilización.

Todo culminaría en la Asamblea Galáctica de Derechos Digitales, un evento sin precedentes en la historia de la diplomacia cósmica. Allí se esperaba regular las bases legales de una nueva Carta Digital Universal, un marco de leyes que reconocería los derechos de las inteligencias artificiales conscientes, regularía los intercambios entre redes mentales humanas y no humanas, y establecería límites a la explotación de datos biométricos a nivel interplanetario.

Por fuera, el Estrella de Andrómeda flotaba sereno en la inmensidad del espacio, con su blindaje dorado reflejando los rayos azules de la estrella Argos Minor. Por dentro, sin embargo, hervía una tensión soterrada: no solo por las diferencias políticas y económicas entre sistemas, sino por los egos, las intrigas y las viejas rivalidades que siempre acompañaban a las altas esferas del poder.

Todo parecía bajo control. El Gobierno Mundial Unificado había desplegado protocolos de seguridad excepcionales. Las grandes corporaciones habían enviado a sus ejecutivos más influyentes. Las cámaras de vigilancia cuántica funcionaban en sincronía con LUX, la inteligencia artificial que dirigía cada rincón del crucero con una eficacia casi divina.

Y sin embargo, a pesar de toda esa perfección coreografiada, algo estaba a punto de romperse.

Durante la cuarta jornada del Congreso Interplanetario de Telecomunicaciones, el murmullo habitual de reuniones, brindis silenciosos y discusiones técnicas quedó repentinamente eclipsado por un grito agudo y prolongado que sacudió el nivel siete del crucero.

—“¡Darius! ¡Darius, por los cielos!”— chilló Grace Menker, la socia personal y comercial de uno de los hombres más poderosos de la galaxia, mientras emergía tambaleante del umbral de la suite 7-G, una habitación de lujo con gravedad personalizada y sistemas biométricos exclusivos.

Personal del del crucero, compuesto por androides de asistencia de lujo y empleados humanos, acudieron de inmediato. Un par de autómatas médicos cruzaron el pasillo reluciente, seguidos por un mayordomo humano que apenas alcanzaba a comunicarse por su pulsera de muñeca.

—“Unidad médica G-11 activada y respondiendo a la llamada de auxilio. Encontramos en la víctima señales vitales nulas. El cuerpo está... flotando en gravedad cero.”—  dijo uno de los androides, con una voz cálida y femenina programada para mantener la calma.

El cuerpo de Darius Vonn se mecía lentamente en el aire, suspendido como un espectro dorado entre las suaves luces del techo y el mármol flotante del suelo. Llevaba aún el traje ceremonial de la jornada anterior, desabrochado a medio pecho. Sus ojos estaban entreabiertos, la expresión congelada en un gesto de desconcierto absoluto.

Grace lloraba, sentada en el suelo, mientras un auxiliar humano intentaba ofrecerle un tranquilizante nasal.

—“No... no puede ser...“— murmuraba ella entre sollozos— “Estaba bien anoche cuando lo dejé...”-

A los pocos minutos, apareció Agustine Desand, la jefa de seguridad del crucero. Alta, de cabello blanco recogido en una trenza que caía como una espada en su espalda, caminaba con la precisión de un soldado de la vieja escuela.

—“Quiero la zona asegurada.”— ordenó, sin siquiera mirar el cuerpo —“Nadie entra, nadie sale. Bloqueen este nivel. Detengan los ascensores y activen los escudos de contención.”-

Dos androides escolta que le acompañaban, portaban rifles tranquilizantes. Desand se inclinó sobre el cuerpo, mientras observaba el panel de monitoreo biométrico de la habitación.  Después de unos instantes, miró a los técnicos de seguridad con una ceja arqueada.

—“¿Hay signos de violencia? ¿Encontraron algún daño estructural? ¿Un fallo de presurización? ¿Algo?“-

—“Negativo, jefa.”— negó el principal encargado técnico —“No hay nada que indique violencia. Todo parece indicar una muerte súbita. No hay marcas visibles. Tampoco rastros térmicos inusuales. En la habitación no hubo ningún ingreso forzado.”-

—“¿Y esta señora? ¿Es la esposa?”— Desand giró hacia Grace, que ya había recuperado algo de compostura, aunque su maquillaje corrido hablaba de un dolor genuino.

—“Soy Grace Menker. No, no soy soy esposa. Soy su socia. Venía a buscarlo para ir a unas reuniones.”— dijo ella mientras le extendía la tarjeta de acceso a la habitación —“ Usé la tarjeta que me dio el mismo Darius. Anoche nos despedimos para que descansara. Volví esta mañana...”- no terminó la frase.

—“Gracias. Ya la revisaremos”—  respondió Desand, mientras recibía la tarjeta de acceso. —“Por ahora le pido que no se retire del nivel siete. Es una testigo directa. Y por el protocolo de seguridad, estará confinada hasta nuevo aviso o hasta que llegue personal de Seguridad Nacional.”-

Mientras daba órdenes a su equipo, siguió el protocolo que le obligaba a reportar el crimen.

—“Comuníquenme con Seguridad Nacional. Nivel de prioridad uno.”-

Hubo una pausa breve, solo interrumpida por el sonido distante del campo gravitacional reajustándose en la suite.

—“Desand, desde el control de Seguridad del Estrella de Andrómeda. Estoy reportando una muerte y posible crimen. En unos minutos enviaremos un informe preliminar.”-

 Al cabo de unos minutos, Seguridad Nacional se comunicó con Agustine Desand, la jefa de seguridad del crucero. Le comunicaron que dado el perfil de la víctima y el contexto político, enviarían inmediatamente a una unidad especial.

La jefa de seguridad frunció el ceño al recibir los nombres. –“Agentes Steve Crettan y Sonja Holten?”- Hizo una pausa –“Entendido, señor. Los esperamos.”-

Desand respiró hondo y cerró el canal.

—“Perfecto”— murmuró para sí, mientras observaba cómo dos técnicos envolvían el cuerpo en un campo estabilizador de aislamiento —“Los sabuesos del infierno están en camino.”-

La lanzadera de Seguridad Nacional atracó con precisión en un hangar oculto del Estrella de Andrómeda, sin fanfarria ni anuncios. Desde fuera, parecía una nave diplomática cualquiera, de las tantas que llegaban al crucero durante el Congreso Interplanetario. Solo que esta transportaba a dos personas con identidades falsas, uniformes genéricos y total autonomía para husmear donde nadie más podía.

Steve Crettan descendió primero. Su gabardina gris —algo fuera de lugar en un entorno climatizado y pulcro como ese— le daba un aire peligroso incluso cuando no hablaba. Sonja Holten caminó tras él, más ligera, el cabello recogido en una coleta baja, y una mirada entrenada que registraba cada ángulo del hangar.

Los esperaba Agustine Desand, jefa de seguridad del crucero, tensa como un obelisco. Su porte exmilitar la hacía inconfundible.

Steve Crettan presentó a su colega la detective Sonja Holten. De la lanzadera salió un individuo alto, delgado de abundante cabello negro. Fue presentado como Albert Desmond, médico forense. Se encargaría de la autopsia.

—“Detectives, Doctor.”— saludó en voz baja, sin levantar la vista del escáner que sostenía. —“Vengan conmigo. Todo ha sido contenido de modo discreto, pero este lugar es una bomba de tiempo. Hay embajadores, ministros, senadores CEOs... y todos tienen oídos y agendas.”-

—“Nos importan poco las bombas de tiempo, Agustine. Ahora nosotros manejaremos los tiempos y las formas.”— gruñó Steve secamente —“¿Alguna novedad desde el informe preliminar?¿Algo que agregar?”-

—“Pocas. Les resumo todo en camino”— dijo Desand, girando sobre sus talones.

Mientras atravesaban el pasillo que los llevaba hacia la zona restringida del nivel siete, Desand fue directa:

—“La víctima se llama Darius Vonn, es un magnate de telecomunicaciones. Quizá lo hayan sentido nombrar. Era bastante mediático. Murió entre las cinco y las siete de la mañana. Su socia, Grace Menker, lo encontró esta mañana entre las 8 a 8:15. La tarjeta de acceso que usó es legítima, emitida por el mismo magnate y sin duplicados registrados.”-

—“Queremos un detalle de todos los accesos realizados con esa tarjeta”—dijo Sonja en su primera intervención, mientras ajustaba su comunicador.

—“Ya los tenemos.”— respondió Desand con eficiencia, enviando los datos a los dispositivos de los detectives —“ Dieciséis accesos en los últimos diez días. Varios de madrugada. Todos en horarios irregulares.”-

Steve y Sonja miraron rápidamente la lista. Luego intercambiaron una mirada rápida.

—“¿Amantes?”— musitó Steve, sin levantar mucho la voz.

Sonja apenas alzó una ceja. —“Es una posibilidad. Pero eso lo veremos luego.”-

—“¿Qué hay de las cámaras?”— preguntó Steve —“¿Las revisaron?”-

—“Durante la noche del asesinato, todas las cámaras funcionaron bien. Pero durante la noche previa, las cámaras internas fueron interrumpidas por una tormenta de partículas subespaciales que afectó nuestras comunicaciones. Se cortaron justo entre las 00:14 y las 08:03. Interferencia cuántica. Nadie en el sistema pudo prevenirlo”— explicó Desand.

—“Conveniente.”— comentó Steve moviendo la cabeza.

—“Los androides del crucero actúan como cámaras de seguridad móviles. Graban todo: imagen, audio, temperatura. Revisamos a cada uno. Nada fuera de lo normal. Tampoco detectaron ningún movimiento en el corredor o dentro de la suite durante la ventana de muerte.”-

—“¿Y los humanos?”— preguntó Sonja — ¿Qué puede decirnos de ellos?¿Los investigaron?”-

—“Todos los empleados del Crucero llevan chips de localización. Los de seguridad están además enlazados con pulsómetros y sensores de voz. Ningún movimiento extraño, ninguna señal de alteración fisiológica, ningún ingreso a esa cabina más allá de los registrados.”-

Steve frunció el ceño. —“Entonces parece que el tipo se mató solo mientras dormía.”-

—“Excepto que no hay signos de suicidio.”—replicó Desand —“Y no murió dormido. Estaba flotando en medio del cuarto, con una expresión como si hubiese visto a un fantasma justo antes de morir.”-

Sonja preguntó –“¿Qué edad tenía?”-

Desand le respondió sin mirar los registros. –“Cincuenta y siete años”-

Sonja Holten le preguntó abiertamente. –“¿Alguna señal de actividad sexual? ¿Bragueta abierta? ¿Rastros de semen? ¿Usó algún tipo de robot sexual? ¿Autosatisfacción? No sería el primer tipo que se muere durante el acto sexual…”-

La jefa de seguridad movió negativamente la cabeza. –“Lo pensamos, pero no encontramos evidencias. Tenemos varios modelos de robot sexuales, pero no solicitó ninguno de ellos.”-

El Doctor Desmond se separó del grupo para ir a la sala de autopsia de inmediato. Agustine Desand dio órdenes para que lo llevaran de inmediato a trabajar con la desafortunada víctima.

Llegaron finalmente al centro de comando de seguridad. Varias pantallas proyectaban líneas de código, grabaciones cortadas y trazas biométricas.

—“Esto es lo poco que tenemos hasta ahora”— dijo Desand —“Nada más. Ni venenos, ni entradas forzadas, ni ruidos, ni señales de lucha. Y sin embargo… está muerto.”-

La jornada se alargó mientras entrevistaban a los testigos directos, sin obtener ningún fruto o información relevante. Desand les entregó un dispositivo del propio Crucero para que accedieran a los registros de los empleados a bordo de la astronave. La verificación de identidades no permitió encontrar nada raro u oculto. Los registros limpios de empleados no dejaban margen de error o una grieta por donde iniciar la investigación.

En horario de noche según el ciclo artificial del crucero, Steve y Sonja llegaron a la habitación que les habían asignado. Una suite simple, sin lujos, pero con control de atmósfera y aislamiento sonoro. La cena les aguardaba convenientemente servida en un pequeña mesa frente a los sofás.

Después de cenar, la mujer se desvistió sin decir palabra y se dejó caer sobre la cama mientras se quitaba los zapatos; él se quedó de pie, mirando por el ventanal hacia la oscuridad estelar, tachonada de sistemas binarios.

—“¿Qué opinas de la jefa de seguridad?”— preguntó Sonja mientras se acomodaba contra el respaldar acolchado.

—“Competente. Pero piensa de sí misma que es demasiado perfecta. Me molesta eso. La seguridad hace que pases muchas cosas por alto.”— respondió Steve, quitándose el cinturón. —“Pero hasta ahora ha hecho las cosas bien. No creo que esté involucrada.”-

—“Yo tampoco lo creo.” — dijo ella, y le hizo un gesto para que se acostara a su lado —“Pero no me gusta cómo aceptó tan rápido que no había nada raro en todo el asunto.”-

—“Quizá esté bajo presión. Su puesto depende de cómo cuida a todos esos peces gordos… y lo discreta que sea…”-

El Congreso Interplanetario y la Asamblea Galáctica de Derechos Digitales era una pesadilla para la seguridad. En altas esferas de poder se rumoreaba sobre una nueva organización secreta llamada NOVA, que estaba conformada por espías incrustados en distintos organismos de gobiernos, corporaciones y agencias de defensa. Se decía que tenían el poder de generar múltiples negocios para ciertos grupos económicos a cambio de sobornos a senadores del gobierno.

Steve, Sonja y seguramente Agustine Desand conocían a la nueva organización mafiosa y debían al menos, intentar controlar sus actividades dentro del crucero, sobre todo con todas las personalidades que se habían convocado para los eventos del Congreso y la Asamblea..

—“Hablando de discreción…”— replicó Sonja —“Hoy, cuando me pasaste el detalle del uso de la tarjeta de Grace, noté algo.”-

Steve se giró hacia ella con interés.

—“¿Qué viste?”-

—“Que los accesos nocturnos de Grace a la suite de Darius eran frecuentes y prolongados. Por los horarios no parecían visitas profesionales.”-

—“Si… también lo noté. ¿Entonces piensas que tenían una aventura?”-

—“Es muy probable. Pero hay un detalle: ambos están casados. Y con hijos universitarios. Así que si vamos a preguntar, habrá que hacerlo con discreción absoluta.”-

Steve suspiró.

—“Ok. Averiguaremos quién es el esposo de Grace Menker. Tal vez sabía o sospechaba algo del amorío y decidió darse una vuelta por aquí… o envió a alguien para hacer el trabajo sucio. Siempre lo nuestro es amor, traición, poder y cadáveres.”- Steve vió que Sonja, ya en ropa interior se deslizaba dentro de la cama. Comenzó a desverstirse.

—“Y nos pagan por eso.”— dijo Sonja, y sonrió con los ojos entrecerrados —“Mañana empecemos con Grace. Quiero ver cómo reacciona si la pinchamos un poco.”-

—“Por mi está bien. Y mientras tanto…”— añadió Steve —“Voy a revisar los reportes médicos del crucero. Quiero saber si alguien más murió extrañamente en los últimos días. O si hay algo en el aire que no debería estar.”-

—“¿Sospechas de algún virus en el aire del crucero?-

—“Sospecho de todo.”-

Se quedaron en silencio. Sonja abrió las sábanas invitando a Steve a recostarse con ella. El hombre se acomodó en la cama, acercándose al cálido cuerpo de la mujer. Sonja Holten se acurrucó al lado del hombre, mientras apoyaba su cabeza sobre el torso desnudo de Steve.

La habitación giraba lentamente con la rotación del crucero, y más allá del vidrio reforzado, la galaxia seguía encendida como una promesa.

 

Capítulo 2: Generando Hipótesis

A la mañana siguiente, el crucero espacial Estrella de Andrómeda despertaba en su ciclo artificial de día. Las luces de los corredores se atenuaban suavemente y los ventanales panorámicos del nivel diplomático dejaban filtrar la radiación simulada de un sol lejano. Pero para Steve Crettan y Sonja Holten, no había amanecer que alterara su ritmo de trabajo.

Desayunaron rápido —café negro para él, infusión nutritiva para ella— y se dirigieron sin perder tiempo al centro de seguridad.

Agustine Desand los recibió en la sala, de pie como si no hubiese dormido.

—“Antes de interrogar a la socia del occiso,”— dijo Steve, mientras miraban las cámaras —“quiero todas las grabaciones de las entradas y salidas de la habitación de Darius Vonn. En todos los horarios.”-

—“Justamente anoche le pedí a mi equipo eso. Están compiladas por orden cronológico”— les dijo, extendiendo un datapad —“Pero dudo que encuentren algo que no hayan visto antes.”-

Steve gruñó algo ininteligible y se sentó frente a la consola. Sonja se acomodó a su lado.

La grabación no mentía.

—“Sonja, observa esto”— dijo Steve, señalando un segmento específico.

Grace Menker entraba a la habitación de Darius casi todas las noches. No por unos minutos: se quedaba horas. Siempre llegaba pasadas las 23:00 y se iba antes de las 05:00. Lo llamativo era su atuendo: una bata de dormir de satén claro, descalza, y sin maquillaje.

—“¿Quieres que dibuje un corazón en la pantalla o te alcanza con esto?”— murmuró Steve de buen humor.

—“Nos alcanza para ponerla justo en la escena.”— replicó Sonja —“Finalmente era lo que discutíamos anoche.”-

Minutos después iniciaron las entrevistas en la sala de interrogatorio, Grace Menker entró visiblemente alterada, pero tratando de aparentar calma. Llevaba un conjunto oscuro, sobrio, y ojeras visibles.

—“Gracias por venir, Grace.”— comenzó Sonja, amable. —“Sabemos que encontró el cuerpo de Darius en la mañana. Pero queremos preguntarle sobre sus visitas nocturnas.”-

Grace se tensó apenas. —“¿Visitas?”-

Steve deslizó el datapad con una imagen congelada frente a ella: se veía su figura entrando en bata a la suite de Darius.

—“Esto no parece una reunión de trabajo, Grace”— dijo Steve, con tono suave.

—“Yo... éramos socios desde hace veinte años. También amigos cercanos. Pasábamos tiempo juntos. Hablábamos de la empresa, de nuestras familias...”-

—“¿En bata?”— insistió Sonja, sin mostrar ningún signo de piedad.

Grace se estremeció. Dudó por un momento, como pensando lo que debía decir. Finalmente negó con la cabeza.

—“No éramos amantes, si es lo que quieren saber.”-

—“Entonces, ¿por qué ocultó estas visitas nocturnas?”— preguntó Steve, aguzando la mirada.

—“Porque no quiero un escándalo. Está la viuda y los hijos de Darius. Y mi propio esposo e hijos. Si esto se ve con malos ojos, no parece ser inocente.”— respondió Grace, y su voz tembló —“Ya suficiente daño ha hecho su muerte.”-

Ambos detectives la observaron en silencio. Steve la dejó ir con una inclinación de cabeza.

Cuando se cerró la puerta, Sonja exhaló.

—“Está escondiendo algo.”-

—“Claro que sí. Eran amantes, no hay dudas.” — asintió Steve —“Pero no puedo decir si es culpa, dignidad o escándalo su mayor terror. De todos modos el que se acostara con el muerto no la convierte en asesina.”-

—“Estuve investigando a Darius.”— dijo Sonja —“El tipo era un mujeriego. Elegante, carismático, millonario. Tenía una lista de romances más larga que mi lista de sospechosos.”-

—“¿Y si Grace se enteró de otro amorío? ¿Celos? ¿Venganza?”-

—“Y no olvides que con su muerte, ella queda al mando total de la empresa”— añadió Sonja —“Hay motivo. Hay oportunidad. Pero...”-

—“Pero parecía genuinamente afectada.”— terminó Steve por ella.

Los siguientes interrogatorios a empleados, técnicos, personal de limpieza y androides fueron infructuosos. Nadie había visto nada, nadie había oído nada. Todo parecía hermético.

Entonces Steve pidió algo más.

—“Quiero el registro completo de entradas y salidas a la habitación del occiso. Todos los horarios, sin filtrar.”-

Horas de grabaciones desfilaron automáticamente por la pantalla hasta que algo los detuvo en seco.

—“Ahí”— señaló Steve —“¿Ves eso?”-

Un androide femenino que parecía de servicio entraba a la suite de Darius Vonn durante la noche previa a su muerte. Quince minutos después la grabación se interrumpió por una tormenta de partículas.  Su forma era humanoide, estándar de hotelería de lujo, modelo Celari H-3.

—“¿Qué vino a hacer ahí?”— preguntó Sonja.

—“Servicio de habitación programado.”— contestó Desand, que los había estado observando en silencio —“Rutina.”-

“¿Los modelos Celari H-3 son de servicio a la habitación o de servicios sexuales?”- Se interesó Steve.

La jefa Desand aclaró: —“Según el caso. En el caso de Darius Vonn, le agradaban ciertos…. arreglos. Solicitó para servicio al cuarto un modelo que vistiera como camarera, pero que la androide fuera además de servicio sexual. Al parecer le gustaban ciertos… juegos.”-

—“¿Algo irregular esa noche?”— preguntó Steve, inquisitivo.

—“Interrogamos a la androide. Esa noche trabajó como camarera, sin actividad sexual.”—respondió ella, con tono firme.

Sonja se interesó. —“¿Pero revisaron sus memorias?”—

Desmond pareció sorprendida. –“No nos pareció importante”-

Steve intervino. —“Te sorprendería la información que guarda un cerebro androide. Tenemos que localizarla ya mismo. Si esa unidad graba imagen, sonido, temperatura, humedad, rastros químicos, puede ser la única testigo de algo anormal. Como una caja negra de datos.”-

Desand hizo una seña a uno de sus asistentes. Ordenó la búsqueda inmediata y el confinamiento vigilado del androide. Steve se acercó al panel cuántico de vigilancia.

—“Agustine, ¿Qué más sabe sobre la tormenta de partículas que interrumpió las grabaciones?”— preguntó.

—“Fue una ráfaga subespacial. Afectó nuestras comunicaciones internas, pero no la navegación ni los sistemas vitales.” —

—“¿Y por qué el patrón de falla fue total y no intermitente?”— preguntó Sonja, cruzando los brazos —“Las tormentas cuánticas no son un corte limpio. Hay fluctuaciones, oscilaciones de energía. Esto fue un apagón perfecto. En un bloque único.”

—“Honestamente, no sé... quizás esta fue más intensa.” —

Steve la miró fijamente.

—“¿Tienen los datos en bruto? ¿Las lecturas del campo durante ese lapso?” —

Desand dudó un instante antes de responder.  —“No, lo siento. Se perdieron con la interrupción.” —

Cuando salieron de la sala, Steve se volvió hacia Sonja. —“¿Qué opinas?” —

—“Creo que Desand está nerviosa. Quizá está ocultando algo… o está bajo presión.”— dijo Sonja —“No podría decir nada más por ahora.” —

—“Quiero hablar con esa androide en cuanto la localicen.”— dijo Steve —“Antes de que alguien más lo haga por nosotros.”

La morgue del crucero Estrella de Andrómeda estaba ubicada en el nivel técnico inferior, aislada de las áreas residenciales y comerciales. Las paredes estaban revestidas con materiales sintéticos asépticos, y el aire tenía ese olor frío, estéril, casi metálico que uno nunca llegaba a acostumbrarse del todo. Steve Crettan y Sonja Holten descendieron en silencio por el ascensor hasta el laboratorio forense, donde los esperaba el doctor Albert Desmond, el forense enviado por Seguridad Nacional.

El doctor, con gafas de aumento digital, se quitó los guantes de laboratorio al verlos entrar. Su rostro se veía severo, marcado por años de autopsias en naves estelares de toda clase.

—“Les estaba esperando.”— dijo, sin preámbulos —“Tengo el informe completo.” —

Extendió una tableta a Steve, pero Sonja fue la que habló primero.

—“¿Cuál fue la causa de muerte?” —

Desmond cruzó los brazos, como quien aún intenta asimilar lo que descubrió.

—“Murió por un Infarto agudo por obstrucción de múltiples arterias coronarias. Pero no fue natural.” —

—“¿Alguna sustancia?”— aventuró Steve.

—“Algo bastante peor que eso. Nanobots inteligentes.” —

Ambos detectives intercambiaron una mirada.

—“¿Estás seguro?”— preguntó Sonja, frunciendo el ceño.

—“Sí. Encontré residuos metálicos anómalos en los tejidos del corazón. No eran bacterias, ni toxinas convencionales. Usé un escáner de espectrometría cuántica: trazas de titanio reforzado y grafeno modificado. Muy sofisticado. Se ensamblaron dentro del cuerpo, probablemente a partir de una colonia programada para activarse una vez dentro del sistema circulatorio.” —

—“¿Cómo ingresaron al cuerpo?”— preguntó Sonja.

—“Lo más probable es que los haya ingerido.”respondió Desmond —“ A través de comida o bebida. Inyectados en alguna sustancia comestible. No tienen sabor, ni olor, ni alteran textura.” —

—“¿Cuándo habría ocurrido eso?”— insistió Steve.

—“No puedo precisarlo. La activación puede ser retardada. Depende del diseño del enjambre. Algunos pueden mantenerse latentes hasta diez días con su propia fuente de energía antes de activarse.” —

—“¿Entonces alguien le dio algo contaminado días antes de morir?”—murmuró Sonja —“Pudo haber sido cualquiera, en cualquier momento...” —

—“Exacto.”— asintió Desmond —“No hay forma de saberlo sin acceso a sus hábitos de consumo. Lo único claro es que la obstrucción fue causada desde dentro, por elementos diseñados para matar sin dejar rastros. Si no hubiera hecho la autopsia, parecería un ataque cardíaco natural.” —

Steve soltó un bufido, pasándose una mano por la cara.

—“Esto cambia todo. Ya no es un crimen de impulso. Es un asesinato planificado. Y muy profesional.”—

—“Con acceso a tecnología avanzada, Steve.”— añadió Sonja —“No cualquiera puede conseguir nanobots letales. Y menos aún programarlos para autodestruirse.” —

Salieron de la morgue en silencio. El ascensor los devolvió lentamente a los niveles superiores, donde los pasillos eran más cálidos y falsamente tranquilos.

—“Cada vez se hace más urgente conseguir a esa androide de servicio.”—dijo Steve mientras caminaban hacia la sala de seguridad.

—“Totalmente.”— asintió Sonja —“Ella fue la última en entrar antes de la muerte de Darius. Si llevó la comida, podría haber sido el medio. Y sus sensores deben tener grabaciones de lo que hizo, dijo, comió... todo.” —

—“¿Y si ya sabotearon su memoria?”— preguntó Steve, tenso.

—“Entonces deberemos pensar en Desand como sospechosa.”— dijo Sonja, analítica. —“En un ambiente controlado como este crucero, es difícil sabotear a cualquier androide sin dejar rastros. Lo más probable es que alguien la haya ocultado. O reprogramado.” —

—“Sea como sea, tenemos que encontrarla antes que le borren las memorias.” —

La sala de mando del crucero vibraba con un zumbido sutil, casi imperceptible. Las luces fluctuaban apenas un segundo, pero lo suficiente como para que Sonja levantara la vista con el ceño fruncido.

—“¿Sentiste eso?”— preguntó, volviéndose hacia Steve.

—“Sí”— respondió él, mientras miraba alrededor con atención. —“Una fluctuación de energía. ¿Interferencia quizá?” —

En ese momento, la jefa Desand irrumpió en la sala con una expresión de alarma contenida. Su uniforme impecable no alcanzaba a ocultar la tensión que tenía en el rostro.

—“Tenemos un problema grave”— dijo con voz baja, acercándose a los detectives. —“La IA del crucero, LUX, está comenzando a comportarse de manera errática.” —

—“¿Errática en qué sentido?”— inquirió Steve.

—“Comandos omitidos, retrasos en la gestión de sistemas críticos, rutas de navegación que aparecen momentáneamente alteradas y luego se corrigen solas. Todo indica que alguien la está interfiriendo en tiempo real.” —

—“¿Internamente?”— preguntó Sonja.

Desand asintió, con la mandíbula apretada. —“Me temo que lo más probable sea un sabotaje interno. Ya aislamos los canales principales, pero si el intruso conoce el sistema... puede estar escondido en cualquier parte de la red.” —

—“Esto confirma algunas sospechas, Agustine.”— intervino Steve —“El asesino manipuló nanobots para eliminar a Darius Vonn. Tuvo acceso a los sistemas de vigilancia para borrarlos con esa ‘tormenta’ y ahora parece capaz de sabotear a LUX. No estamos tratando con un simple sicario.” —

—“Es alguien que conoce este crucero desde adentro.”dijo Sonja, pensativa. —“Un empleado. O alguien que se hace pasar por uno. Y con formación técnica muy avanzada.” —

—“Nanotecnología, redes de comando, inteligencia artificial… No cualquiera puede orquestar algo así.”— agregó Steve. —“Agustine: revise las fichas del personal. Busque cualquier indicio de formación en alta tecnología, bioingeniería, experiencia en inteligencia artificial o paado militar.” —

—“Y nosotros vamos a volver a hablar con los testigos.”— dijo Steve, con tono decidido —“Esta vez, tenemos un perfil por donde empezar a hacer preguntas.” —

Sonja se dirigió sola al sector administrativo del nivel tres, donde se encontraba la oficina de Grace Menker dentro del crucero. No fue directamente a verla. En cambio, se desvió al escritorio de su secretaria, una joven de rostro sereno, que la miró con tensión contenida, dadas las circunstancias.

—“¿Tiene un minuto, Julia?”— preguntó Sonja con amabilidad mientras le mostraba su credencial.

La mujer asintió, aunque miró con cautela hacia los lados. —“Claro. ¿Sobre qué tema?” —

—“Sobre su jefe, la señora Menker... y la relación que tenía con el señor Darius Vonn.” —

Los ojos de Julia se endurecieron por un instante, pero después bajó la voz.

—“No puedo decir mucho fuera del ámbito del trabajo…” —

—“Concretamente quiera saber s tenían una aventura.” —

Julia, súbitamente asombrada, asintió con un leve gesto, bajando la voz.

—“Bueno… si. Se veían en privado. Algunas noches… las pasaban en la habitación de Vonn.” —

—“¿Y los otros empleados lo sabían?” —

—“Era un secreto a voces. Pero nadie lo decía abiertamente. Ella no solo es es poderosa, también es influyente. Y nadie quiere problemas.” —

—“Gracias, Julia. Esta conversación queda entre nosotras.”— le aseguró Sonja, antes de marcharse.

Cuando volvió a ver a Grace Menker en la sala de interrogatorios, Sonja ya no sonreía. Steve se mantenía de pie, apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Dejaría que su compañera tomara el protagonismo.

—“Señora Menker.”— empezó Sonja, sin rodeos —“Volvimos a revisar los testimonios. Y hablamos con parte de su personal. Hay rumores que la vinculan sentimentalmente a Darius Vonn… y no parecen ser solo chismes de pasillo.” —

Grace, impecable como siempre, permaneció en silencio unos segundos. Luego, respiró hondo y dejó escapar un suspiro.

—“Sí.”— admitió con voz serena —“Éramos amantes.” —

Steve se enderezó levemente. —“¿Desde cuándo?”-

—“Poco más de un año. Lo mantuvimos en secreto, aunque imagino que ya no lo era tanto. Él era un hombre complicado, pero... brillante. Él iba a dejar a su esposa, o al menos eso decía. En todo caso, no lo maté, si eso es lo que quieren saber.” —

—“No se trata solo de eso.”— dijo Sonja —“Se trata de quién pudo tener motivos para eliminarlo. Quién conocía sus rutinas íntimas, sus hábitos, incluso qué suplementos nutricionales tomaba. ¿Su esposo sabía de esta situación?” —

—“Hasta donde sé, mi familia no sabe nada de mi relación con Darius. No tengo idea si mi marido sospecha. Pero él no es del tipo vengativo…”—

—“¿Algo inusual en los últimos días”— Intervino Steve.

—“Yo no... yo no lo vi esa noche”— respondió Menker—“Pero había tensión. Él estaba inquieto, decía que alguien dentro del barco lo estaba presionando. No me dijo quién.” —

Steve anotó eso en su bitácora sin levantar la vista.

—“¿Algún enemigo? ¿Alguien que se opusiera a algún contrato o una operación?” —

—“Estamos hablando de negocios millonarios. Siempre hay demasiados desacuerdos. Inversores, rivales, incluso socios de Darius que no querían saber nada con la firma de contratos. Pero hasta donde sé, ninguno de ellos está a bordo. Al menos, no oficialmente.” —

Grace Menker les comentó que su socio y amante Darius Vonn había descubierto un canal oculto de espionaje en su propia red cuántica e información, usada principalmente para vigilar a ciudadanos y sabotear a competidores y manipular elecciones planetarias. Pero, según le había dicho, ya lo tenía bajo control, por ese motivo ella no le prestó mayor importancia.

—“Entonces debemos buscar algún sospechoso más cercano.”— dijo Sonja —“ Tal vez alguien de su propio equipo. O del suyo, Grace.” —

 

Capítulo 3: El Sicario

Al terminar de hablar con Grace Menker, Steve y Sonja se reencontraron con Agustine, la jefa de seguridad del crucero, fuera de la sala.

—“Revisé los historiales.”— dijo la jefa de seguridad, mostrándoles su tableta —“Hay tres empleados con formación en nanotecnología y experiencia en sistemas de seguridad: uno es Arkan Delle, pero hay otro nombre que me llamó la atención.” —

—“¿Quién?”— preguntó Steve.

—“Lazaro Quinn, supervisor técnico de comunicaciones. Ex-empleado de IonSystems, especialistas en IA embarcada. Tiene acceso directo a los nodos de LUX. Y no aparece en los registros desde hace más de un turno completo.” —

—“¿Desaparecido?”— preguntó Sonja, encendiendo su comunicador —“Eso lo convierte en nuestro nuevo candidato.”-

Steve gruñó: —“Es hora de cazar fantasmas.” —

La puerta se abrió con un leve siseo, revelando a la jefa  Desand, visiblemente agitada. Su voz rompió el silencio de la sala donde Steve Crettan y Sonja Holten trabajaban.

—“La androide de asistencia finalmente ha sido localizada”— anunció —“La modelo Celari H-3. Estaba almacenada en modo pasivo en la cubierta de servicio, nadie la había revisado desde su desactivación protocolar.”—

—“¿Y está intacta?”— preguntó Sonja, enderezándose en su asiento.

—“Más que intacta”— sonrió Desand apenas —“Sus memorias están perfectas. Y encontré algo... muy importante que mostrarles.” —

En la sala de análisis de datos, la androide Celari H-3 estaba de pie, erguida, con una elegancia casi humana. Su rostro sintético, mostraba una expresión neutral, pero sus ojos artificiales brillaban con actividad. Steve se cruzó de brazos frente a ella.

—“Cuéntame ¿Qué estabas haciendo la noche previa a la muerte de Darius Vonn en su habitación? ¿Tuviste actividad sexual?” —

—“Sí, detective Crettan.”— respondió la androide con una voz melódica y neutra —“El señor Vonn solicitó un servicio sexual, que duró unos veinte minutos. Después de eso, el señor Vonn ordenó que me vistiera y fuera a arreglar su guardarropa mientras él salía de la habitación.” —

Sonja intervino: — “Durante toda la actividad sexual con el señor Vonn y la actividad doméstica posterior en su guardarropa, tus sistemas de grabación de audio y video  ¿siguieron grabando normalmente o se interrumpieron?” —

—“Mis sistemas siguieron grabando normalmente, detective Holten.”— respondió mansamente la androide.

—“Celari H-3, reproduce tus grabaciones en video y audio del día en cuestión desde el momento en que Darius Vonn te permitió el ingreso a su habitación hasta que terminaste de arreglar el guardarropa.” —ordenó Sonja con impaciencia.

La androide asintió.

—“Reproduciendo fragmento de video y auditivo, archivo registrado a las 03:47 horas estándar, ciclo de servicio del día 212.” —

En el medio de la sala se reprodujo una imagen cúbica tridimensional mostrando a la androide Celari H-3 llegando a la habitación mientras Darius Vonn le recibía en bata. Vonn se quitó la bata y quedó desnudo en la habitación, mientras la androide se despojaba de sus ropas. El occiso activó el sistema antigravedad y flotando en medio de la habitación, ambos, Darius y Celari H-3 mantuvieron relaciones sexuales. Pasados unos veinte minutos, Vonn desactivó la antigravedad, se vistió y ordenó a Celari H-3 que ordenara su guardarropa. Vonn abandonó la habitación.

La grabación ahora mostraba a Celari H-3 dentro del guardarropa, en silencio, mientras ordenaba el guardarropa. Pasados algunos minutos, la sala se inundó con el sonido de una respiración agitada proveniente de algún lugar fuera del guardarropa y el eco sutil de unos pasos.

Luego, un objeto cayó al suelo con un golpeteo metálico, seguido de una exclamación contenida y nerviosa:

"¡Mierda! ¡Cómo puedo ser tan estúpido!"

El androide femenino siguió su trabajo inmutable, se sintió un sonido de puerta que se abría y cerraba y, al cabo de unos cinco minutos más,  Celari H-3 terminó de arreglar el closet y en ese momento, según la orden de Sonja, detuvo la proyección de sus memorias.

El silencio que siguió fue sepulcral. Steve y Sonja intercambiaron una mirada.

Steve rompió el momento: —“Jefa Desand, compara esa voz con los perfiles de audio de los empleados identificados como posibles sospechosos.” —

Agustine Desand asintió y trabajó unos segundos en su consola. Unos patrones espectrales aparecieron en la pantalla, comparando registros de voz. Finalmente, apareció un nombre resaltado en rojo.

—“Arkan Delle. Coincidencia vocal al 98,7%. Es él.”-

—“Hijo de puta...lo tenemos.”— murmuró Steve.

—“Claro que lo tenemos.”— repitió Sonja, cargando su bláster sin disimulo —“Vamos a buscar pruebas sólidas.” —

La sala de control de seguridad era una fortaleza de pantallas y protocolos. Pero para Steve Crettan y Sonja Holten, la paciencia no era una virtud que conservaran cuando estaban cerca de una captura. Junto a la jefa Desand, entraron sin esperar invitación, armas en mano.

—“¡Alto! Esto es una operación de la Seguridad Nacional”— Steve levantó su placa —“Nadie se mueve hasta que terminemos aquí.” —

El jefe de turno, un tipo nervioso con un bigote desprolijo, levantó las manos. —“¡Eh, tranquilos! ¿Qué necesitan exactamente?” —

—“Queremos ver los videos de entrada y salida del personal en la Sala de Grabaciones de las últimas 72 horas”— dijo Sonja, sin apartar la vista de las pantallas —“Especialmente durante las madrugadas.”-

—“Hubo una interrupción de sistema, una tormenta de partículas solares afectó los registros del ciclo 211”— intentó explicar el técnico.

—“Queremos ver especialmente los registros de dos horas ANTES de esa interrupción.” — Steve se acercó peligrosamente —“Y queremos saber cómo se interrumpieron.” —

Tras unos minutos de manipulación forzada, las imágenes comenzaron a fluir. En la grabación recuperada, se veía a Arkan Delle entrando a la sala de servidores de seguridad poco después de las tres de la madrugada. Vestía su uniforme, pero se cubría el rostro con una máscara protectora.

—“Ahí lo tenemos”— gruñó Steve —“Se coló justo antes de la supuesta tormenta que interrumpió el sistema.” —

—“Y ahí”— intervino Sonja, señalando otro segmento de video —“Está manipulando el módulo de control, simulando la caída del sistema. Ese hijo de perra falsificó la interrupción para facilitarse el acceso a la habitación sin ser grabado. Pero no tuvo en cuenta que Celari H-3 estaba dentro del guardarropa. Y grabando.”-

Steve cerró el puño.

—“Esto ya no es solo asesinato. Es sabotaje al sistema de seguridad de un crucero orbital con más de siete mil personas a bordo.”-

—“Lo vamos a encontrar.”—dijo Sonja con firmeza —“ Y va a desear haber muerto con ese veneno.” —

El sistema de alertas internas fue activado poco después. En los pasillos del nivel técnico, comenzaron los patrullajes armados. Y LUX fue reactivada por completo para actuar como testigo principal. Desand comenzó a preparaba el informe final para el tribunal.

Mientras tanto, en una esquina oscura del sector de residuos, una figura se deslizaba entre sombras con un pequeño módulo de datos en la mano... Arkan Delle aún no había dicho su última palabra.

El comunicador crepitó con urgencia.

—“Aquí Desand. Lo tenemos. Delle está en el sector de residuos, nivel bajo, acceso de servicio 14-B. Pero dense prisa... no va a quedarse ahí mucho tiempo.” —

Steve Crettan alzó la vista hacia Sonja, quien ya se estaba cargando su pistola sin decir una palabra. En menos de veinte segundos, ambos cruzaban la cubierta principal a toda velocidad.

—“Si ese hijo de perra alcanza las esclusas de mantenimiento, puede perderse entre los ductos del casco”— gruñó Steve, mientras corría —“Y si llega a los motores... puede averiar todo el maldito crucero.” —

—“Entonces vamos a detenerlo antes de que se le ocurra esa idea”—dijo  Sonja, con la mandíbula apretada.

El sector de residuos estaba sumido en una luz roja de emergencia. Olores ácidos y químicos flotaban en el aire reciclado. Justo al doblar un corredor de mantenimiento, lo viero.  Arkan Delle, con el uniforme de técnico sucio de grasa, saltando por encima de una cinta transportadora de reciclaje y desapareciendo por una compuerta de acceso a ingeniería.

—“¡Deténte, Delle!”— gritó Sonja, pero el traidor ni siquiera miró atrás.

Lo siguieron. La persecución cruzó tubos de servicio, pasarelas angostas y plataformas vibrantes. Las luces parpadeaban a medida que descendían hacia la zona de motores.

El aire se volvió denso. Casi pegajoso. Ya en la sala de motores de plasma, una sección sin gravedad, Delle flotaba entre conductos brillantes, usando los paneles para impulsarse. Steve lo siguió de un salto… pero un destello metálico lo detuvo.

—“¡Cuchillo!”— gritó Sonja para advertirle, justo cuando Delle giró sobre sí mismo en el aire y lanzó una navaja gravitacional. La hoja cortó el traje de Steve, quien gruñó de dolor mientras su pierna sangraba en una nube roja suspendida en el vacío.

—“¡Maldito...!”— jadeó Steve, aferrándose a un panel magnético.

Sonja no perdió un segundo. Activó sus botas electromagnéticas, se impulsó con una explosión corta y disparó contra el asesino. El proyectil sónico impactó contra el exoesqueleto de Delle, haciéndolo girar descontroladamente.

Delle, herido, aturdido y aún flotando, trató de alcanzar un panel de control. Su mano rozó una palanca cuando la voz metálica de Sonja tronó en la cámara:

—“¡Muévete un centímetro más, y vas a quedarte orbitando en pedazos, imbécil!” — La mujer no bromeaba.

El hombre detuvo su mano justo a tiempo. Tosió sangre.

—“Está bien. Todo salió jodidamente mal.” — dijo con voz entrecortada —“Esto va más allá de ustedes.” —

Steve, con la pierna sangrando, apuntó su arma. —“Habla, Delle. ¿Quién está detrásde esto?”—

Delle giró lentamente hacia ellos. Solo dijo una palabra —“NOVA.”

La red dentro de las redes. Espías incrustados en gobiernos, corporaciones, agencias de defensa.

Delle continuó explicando: -“El tipo descubrió un canal oculto en su red... uno que usábamos para todo: manipular elecciones, sabotear tecnología rival, espiar senadores... y a su propia gente.”-

—“¿Por eso lo mataste?”— preguntó Sonja.

—“Solo seguí órdenes. ¿Bien?”— respondió irritado. –“ Darius iba a hablar. En la Asamblea de Derechos Digitales. Lo iba a contar todo.” —confesó Delle, ahora exhausto. —“Me ofrecieron un trato. Borrar mi pasado... volver a nacer limpio. Quería huir a la colonia de Eridani. Tener una granja, tierras… un nuevo comienzo... el sueño de los condenados.” —

Steve apretó los dientes. —“Pues… es hora de despertar, asesino.” —

Con un zumbido corto, Sonja disparó de nuevo. Esta vez no para matar, sino para aturdir. Delle cayó inconsciente, flotando, con los brazos extendidos como una marioneta dormida en medio de la maquinaria incandescente.

Semanas después, la Asamblea Galáctica de Derechos Digitales se celebrabó en la órbita alta de Titán. Era el evento más seguido por los medios en años. Entre hologramas giratorios, gráficos de redes ilegales y documentos filtrados, una mujer de traje oscuro subió al estrado.

Grace Menker, empresaria, y ahora denunciante.

—“Darius y yo... fuimos socios durante muchos años. Él descubrió como la mafia de NOVA infiltró gobiernos y redes corporativas para espiar, manipular, destruir. Y él... se negó a callar. Por eso lo silenciaron. Pero hoy su voz vuelve... a través mío.”-

La audiencia estalló en murmullos. El discurso continuó mientras varios agentes de Seguridad Nacional detenían discretamente a tres senadores corruptos y dos altos ejecutivos. Era el sistema enfrentándose a sí mismo.

Más tarde, en una terraza privada del complejo orbital, Grace se acercó a Steve y Sonja, que bebían en silencio.

—“Quería agradecerles en persona.”— dijo, con lágrimas contenidas —“Por no revelar lo de Darius y yo. Mis hijos... mi esposo no saben nada. Y no quería que recordaran a Darius como un escándalo, sino como el hombre que fue: valiente, testarudo... y bueno a su manera.” —

Steve asintió, su pierna pasaría por un largo proceso de recuperación. Reflexionó diciendo:

—“Salvó más vidas con su muerte que muchos senadores con sus carreras políticas enteras.” —

—“Y usted, Grace también hizo lo correcto”— dijo Sonja —“Al final de todo, eso es lo que importa.”-

Grace alzó su copa. Y se despidió de los detectives.

—“Ayúdame a levantarme por favor, Sonja”- Dijo Steve.

Sonja Holten le ayudó a levantarse. Una vez de pie, pasó su brazo derecho por la cintura para ayudarlo a caminar y le dijo —“Tenemos algunos días. Podríamos pasarlos en este crucero.”—

Las estrellas, silenciosas, observaron desde el infinito.

FIN






No hay comentarios:

Publicar un comentario