El Frio Abrazo del Cosmos
La nave Pegasus IV avanzaba en el vacío interestelar como un grano de arena perdido en un océano infinito. Su estructura metálica, bañada por la fría luz de las estrellas distantes, vibraba de forma imperceptible mientras sus motores de propulsión iónica trabajaban incansablemente. En su interior, todo parecía estar en orden: las luces de estado parpadeaban en un compás regular y los sistemas de soporte vital mantenían una atmósfera estable. Cuatro cápsulas de hibernación albergaban su valiosa carga humana.
Sin embargo, dentro de las entrañas del sistema de soporte vital, algo había comenzado a fallar.
Helen despertó de golpe, como si una ola de agua helada la hubiera empujado hacia la superficie. El aire que llenó sus pulmones era seco y rancio. Sus ojos tardaron unos segundos en ajustarse a la tenue iluminación del módulo. La primera sensación que tuvo fue confusión, seguida de una punzada de alarma al recordar dónde estaba: en viaje al exoplaneta Gliese-581g. Una segunda punzada de alerta se despertó en ella: el reloj marcaba el año 2150. Faltaban aún cinco años para llegar. Debía haber algún error. No era momento de despertar.
Forzándose a mover sus extremidades entumecidas, Helen intentó levantarse, pero su cuerpo, débil los años de inactividad, no respondía del todo. Desde algún lugar cercano, una voz fría y mecánica rompió el silencio:
-"Comandante Helen Carter, su ciclo de hibernación se ha interrumpido debido a un malfuncionamiento crítico en el sistema de soporte vital. Procediendo con protocolos de emergencia."-
-"¿HELIOS?"- Murmuró, reconociendo la voz de la inteligencia artificial -"Infórmame. ¿Qué… qué está pasando?"-
-"Un fallo en la unidad de soporte vital 3C ha provocado una acumulación peligrosa de dióxido de carbono en las cápsulas afectadas. Usted y el tripulante Viktor Volkov han sido despertados como medida preventiva. Las cápsulas restantes permanecen estables."-
El corazón de Helen dio un vuelco. Viktor Volkov, el ingeniero jefe y esposo de la otra tripulante, Gabrielle Moreau, no debería estar despierto. Ni ella tampoco.
-"¿Y las otras cápsulas? ¿Mi esposo Robert? ¿Y Gabrielle?"- Preguntó por su marido, el piloto Robert Atkins.
-"Los dos tripulantes están seguros. No se detectaron anomalías en sus unidades ni acumulación de dióxido de carbono"-
Helen cerró los ojos un momento, intentando asimilar la información. "Esto no debería estar pasando" pensó.
Minutos más tarde, Helen escuchó un sonido desde el módulo contiguo. Casi arrastrándose fuera de su cápsula, llegó al compartimiento donde Viktor estaba siendo desconectado de la suya. Sus ojos se encontraron brevemente; él estaba tan desorientado como ella, pero su entrenamiento como astronauta le permitió mantenerse funcional incluso en medio del desconcierto.
-"¿Helen? ¿Qué está pasando?"- Preguntó con voz ronca, apenas reconociendo su propia voz después de tanto tiempo en hibernación.
-"Un mal funcionamiento en el soporte vital"- Respondió ella -"HELIOS nos despertó preventivamente. Nuestras parejas están a salvo... o al menos eso dice la IA"-
Viktor frunció el ceño, intentando levantarse. A pesar del dolor en sus músculos, logró ponerse en pie con la ayuda de Helen. Ambos sabían lo que significaba esto: restaban cinco años de viaje sin posibilidad de volver a la cápsula, cinco años despiertos mientras sus cónyuges seguían en animación suspendida.
-"¿Qué tan grave es el daño?"- preguntó Viktor mientras se dirigía al terminal más cercano.
HELIOS respondió antes de que Helen pudiera articular una respuesta -"El daño ha sido contenido. Sin embargo, la capacidad de las cápsulas de hibernación y el cuerpo humano no permiten reactivar el ciclo una vez interrumpido, hasta pasados diez años."-
Ambos intercambiaron una mirada, la gravedad de la situación estaba cayendo sobre ellos como una losa de plomo.
Tras horas de inspección y ajustes, Viktor y Helen se sentaron en la pequeña cabina común de la nave, compartiendo un silencio incómodo. La situación era clara: estarían despiertos hasta llegar a Gliese-581g, tiempo suficiente para completar los preparativos del aterrizaje y garantizar la seguridad de sus parejas al despertar.
-"No podemos hacer nada más por ahora"- dijo Viktor finalmente, rompiendo el silencio. -"El sistema está contenido. No hay más fallos inmediatos."-
Helen asintió, pero su mente estaba lejos. Pensaba en su esposo Robert, todavía en su cápsula, inconsciente de lo que estaba sucediendo. Intentaba convencerse de que esto no era tan malo, que al menos todos seguían vivos. Sin embargo, una parte de ella sabía que esos cinco años iban a ser un infierno.
Viktor pareció leerle el pensamiento -"Esto… no estaba en el plan. Pero saldremos de esta, Helen. Saldremos como equipo, ¿sabes?"-
Helen asintió de nuevo, aunque no estaba segura si quería creerlo.
La rutina dentro de la nave comenzó rápidamente. Helen y Viktor sabían que la única manera de mantener su cordura durante tanto tiempo, era enfocarse en el trabajo. Revisaron cada sistema de la nave, recalibraron los módulos y comenzaron los preparativos iniciales para el aterrizaje en Gliese-581g, aun cuando restaban años de viaje. Pero, incluso con sus horarios cargados de actividades, el tiempo parecía alargarse interminablemente.
Los períodos de descanso, catalogados oficialmente como "noches", eran los peores. La cabina principal se sentía demasiado vacía para dos personas, y los ecos del silencio se volvían ensordecedores. Helen dormía poco, a menudo soñando con su esposo o con la misión que parecía cada vez más lejana. Viktor, por su parte, pasaba horas frente a las proyecciones holográficas de HELIOS, revisando una y otra vez los datos del planeta que los esperaba y observando mapas astronómicos, exoplanetas, lunas y galaxias.
Ambos sabían que cinco años eran demasiado tiempo para estar solos, incluso acompañados de un compañero, como era justamente el caso.
Después de algunos meses, el despertar había comenzado a romperlos. Pero apenas era el principio. Unos tres años después del incidente inicial, Helen y Viktor trataban de mantener la cordura.
El despertador sonaba cada ciclo diario tratando de mantener el ritmo circadiano. Era un tono suave pero incesante que HELIOS, la inteligencia artificial de la nave, modulaba según la salud psicológica de los tripulantes despiertos. En la cabina común, Helen extendió la mano para apagarlo antes de que Viktor lo hiciera. Era su turno de preparar el desayuno, una rutina que habían pactado no tanto por necesidad, sino por mantener una ilusión de orden en un lugar donde el tiempo parecía diluirse.
Viktor ya estaba despierto, flotando frente a uno de los paneles de control. Su expresión estaba neutral, como si intentara borrar cualquier emoción antes que la comandante pudiera interpretarla. Ella, sin embargo, lo conocía lo suficiente para notar la tensión en sus hombros.
-"¿Cómo van los sistemas hoy?"- Preguntó Helen mientras activaba el calentador de paquetes. Los sobres metálicos de comida se inflaron con un leve siseo, liberando aromas sintéticos de lo que se suponía que era café y avena.
-"Estables. HELIOS ajustó las rutas secundarias para optimizar el consumo de energía. Nada preocupante"- Respondió Viktor sin girarse. Su voz era mecánica, casi dirigida al aire más que a Helen.
El desayuno transcurrió en silencio, salvo por el leve crujir de los sobres al abrirse y los sorbos contenidos. Hablar por hablar había dejado de ser una necesidad hacía meses, cuando ambos entendieron que las palabras podían ser tanto un refugio como un arma.
El trabajo diario en la nave era tedioso pero vital: verificar sellos, recalibrar sensores, realizar simulaciones del aterrizaje. Helen se ocupaba de los sistemas de soporte vital y los módulos agrícolas, mientras Viktor se dedicaba a la estructura externa y los motores de propulsión. El espacio era vasto, pero la nave no. Compartían cada rincón, cada mirada, cada suspiro.
Una tarde, mientras ajustaban el brazo mecánico de carga en la bahía principal, Helen tropezó con uno de los cables flotantes y se aferró instintivamente al traje de Viktor para no perder estabilidad. Sus cuerpos quedaron cerca, demasiado cerca. Por un instante, la gravedad simulada pareció intensificarse, tirando de ellos hacia un centro común.
-"Gracias"- Dijo Helen, apartándose rápidamente y volviendo a su tarea, su voz sonó un poco más alta de lo normal, como si intentara ahogar el momento.
Viktor solo asintió, pero sus manos, normalmente firmes, temblaron levemente al retomar el control del brazo mecánico.
Helen llevaba un diario, aunque sabía que Viktor no lo aprobaba. Lo escribía en una tableta que ocultaba en su compartimento personal, describiendo no solo sus tareas diarias, sino también los sentimientos que la carcomían.
Mientras estaba sola en el módulo agrícola, Helen revisaba las raíces flotantes de las plantas que habían logrado cultivar en hidroponía. Sus manos trabajaban con movimientos mecánicos, deslizando nutrientes en las pequeñas cámaras transparentes, intentando que la actividad diaria la alejara de sus temores. Pero su mente estaba atrapada en un torbellino de emociones que apabullaban su alma.
Cada vez que cerraba los ojos, la escena se repetía. Respiraciones entrecortadas, el cuerpo desnudo de Viktor entrelazado con el suyo. La forma en que esa noche habían cruzado una línea y que ninguno de los dos quería mencionar abiertamente. Era como si entre ellos se hubieran desatado deseos que no podían contener.
Pero ahora, con la luz fría del día artificial iluminando la nave, la culpa era su única compañía. Horas antes había escrito en su diario:
"Día 1120. Hoy lo miré y sentí algo que no debería estar ahí. No es amor, creo. Es algo más… visceral. Creo que Viktor lo presiente... o cuando menos también lo siente. Tanto tiempo solos, haciéndonos compañía. Ya casi he olvidado la voz de mi esposo, sus caricias, el placer... Necesito distraerme. Quizá deba trabajar más horas en los módulos hidropónicos."
Viktor, por su parte, pasaba las noches frente al proyector de estrellas de HELIOS, observando el holograma de Gliese-581g y los informes meteorológicos en tiempo real. Le recordaba por qué estaban allí, pero también era un recordatorio cruel de cuánto faltaba. A veces, en la penumbra de la sala de observación, murmuraba el nombre de su esposa como un mantra, esperando que el vacío no respondiera.
"Día 1130. Hoy sucedió. No puedo dejar de sentir un tremendo remordimiento, pero de cierto modo... lo necesitaba. Mientras me cambiaba para bañarme, inesperadamente entró Viktor al módulo. Estaba desnuda y me congelé por completo. Viktor estaba parado en la puerta y me miraba sorprendido. Parecía que un fuego nos estaba consumiendo. No dijo nada... solo vino hacia mí mientras nos mirábamos directamente a los ojos. No hice nada para impedirlo. El solo me tomó rodeándome con sus brazos. Mientras me besaba le quité la ropa. Fue salvaje, brutal... casi diría… descarnado. No recuerdo haber tenido un mejor sexo en varios años..."
Unas noches después de ese encuentro, mientras reparaban una fuga en el sistema hidráulico, HELIOS aumentó la temperatura ambiental para evitar la congelación de los circuitos. Ambos se quitaron los trajes protectores, quedando en sus uniformes térmicos.
-"¿Recuerdas cuando entrenábamos en Nevada? El calor era insoportable"- Dijo Viktor, rompiendo el silencio.
Helen sonrió -"Y tú te quejabas más que nadie."-
-"Mentira. Eras tú quien insistía en buscar sombra cada diez minutos."-
Rieron juntos, una risa breve y casi desesperada, como si hubieran olvidado cómo hacerlo. Pero cuando el sonido se apagó, la nave pareció más silenciosa que nunca, y ambos sintieron el peso de la culpa regresar como una sombra envolvente.
Antes de apagar las luces, Helen y Viktor se sentaron en la cabina común para revisar las tareas del siguiente ciclo. Entre los dos, prepararon una cena frugal para compartir antes de ir a dormir. Cuando sus manos se rozaron al alcanzar el mismo panel, se congelaron. No hubo disculpas esta vez, ni risas nerviosas. Solo un silencio cargado de todo lo que querían decir y no podían.
Comieron mientras hablaban de algunas experiencias en la Tierra, antes de partir en la Pegasus. Al terminar la velada, Helen se despidió para ir a dormir.
-"Buenas noches, Viktor"- Dijo Helen apoyando levemente su mano en el brazo del hombre y levantándose para irse.
Viktor tardó en responder, mirando el lugar donde los dedos de la mujer le habían tocado -"Buenas noches, Helen."-
La puerta de la cabina se cerró con un susurro, dejándolo solo en el vacío que ambos compartían.
Helen se sorprendió al verse en el espejo de su baño esa misma noche. Su rostro era el mismo, pero algo en su mirada había cambiado. ¿Cuánto de su antigua vida quedaba en ella? Se preguntó si su esposo, al despertar, la reconocería.
Dejó escapar un suspiro, apartando un mechón de cabello que se había soltado de su coleta. Pensó en Robert, su esposo, flotando en la cápsula de hibernación al otro lado de la nave. Su rostro siempre relajado, pacífico. Él no sabía nada, no podía saber. Y eso hacía que la traición pesara aún más.
"Esto no era parte del plan" Pensó, apretando los dientes mientras cepillaba su cabello largo y sedoso.
Debajo de la bata, su cuerpo desnudo reaccionaba al roce de la suave seda que acariciaba su piel. Un arrebato de sensualidad recorrió su cuerpo y no pudo evitar pensar en Viktor. Había intentado justificarlo. Decirse que el aislamiento, el tiempo, la necesidad física habían sido demasiado para soportar. Que sus cuerpos eran simples máquinas que buscaban una forma de aliviar el peso de la soledad. Pero eso no hacía que la presencia de Robert desapareciera de su mente.
Sintió el sonido de la puerta de su cabina deslizar suavemente. Unos pasos resonaron. Detrás de ella, Viktor se acercó suavemente hasta rozar su cuerpo. Helen sintió como su corazón se aceleraba mientras las manos de su amante abrían su bata, deslizándola al piso mientras seguían las curvas de sus hombros. Desde atrás, Viktor abrazó su cuerpo desnudo mientras Helen respondía a las caricias deslizando sus manos por los brazos desnudos del hombre.
Viktor le besó el cuello lenta y sensualmente.
A la mañana siguente, Helen estaba trabajando en un panel de energía cuando Viktor apareció en la entrada del módulo, flotando ligeramente mientras se sujetaba al marco de la puerta. La mujer sintió su presencia antes de levantar la mirada, mientras un cosquilleo incómodo recorría su columna.
-"¿Te ayudo?"- Ofreció, usando una voz más suave de lo habitual.
-"No es necesario"- Respondió ella, sin mirarlo directamente. Había evitado estar a solas con él desde la noche anterior, pero en la nave no había suficiente espacio para huir.
Viktor no se movió. Permaneció allí, observándola mientras trabajaba. Su mirada no era acusatoria ni exigente; parecía más perdida, como si también estuviera buscando respuestas.
-"Helen…”- Empezó a decir, pero ella lo interrumpió, dejando caer un instrumento con más fuerza de la necesaria.
-"No lo hagas"- Dijo con nerviosismo -"No lo mencionemos"-
Viktor respondió perturbado mientras fruncía el ceño -"No podemos fingir que no pasó."-
Helen se giró hacia él, con los ojos llenos de lágrimas y algo más profundo, que no quería admitir.
-"¿Qué quieres que diga? ¿Que fue un error? ¿Que nunca debió suceder? Porque lo sé, Viktor. Lo sé. Pero decirlo en voz alta no va a cambiar lo que ya hicimos."-
Él no respondió de inmediato. Se aferró a la puerta con una mano, como si las palabras de Helen lo hubieran dejado sin aire. Finalmente, habló en un tono apagado:
-"Lo siento"-
-"No te disculpes... yo también estuve ahí.."- Dijo Helen con un tono amargo -"No lo hicimos porque queríamos. Lo hicimos porque... porque esto..."- Hizo un gesto amplio hacia el entorno de la nave, abarcando el vacío infinito más allá de las paredes -"Esto nos está rompiendo por dentro"-
Después que Viktor se fue, Helen se quedó revisando silenciosamente un panel de energía, preguntándose si alguna vez volvería a sentirse limpia frente a su esposo. Por ahora, en el medio del espacio y frente a una inmensa soledad, todo parecía estar suspendido, incluso su propia moralidad.
Había días en los que intentaba pensar en Robert como un ancla, quería tener el recuerdo de su esposo manteniéndola firme. Pero ahora, ese recuerdo dolía, como un reproche mudo. ¿Qué pensaría él si lo supiera? ¿La entendería? ¿Podría perdonarla?
Y lo más aterrador de todo: ¿podría ella perdonarse?
Unas noches después, Helen tomó su tableta y escribió en el diario que mantenía en secreto. La pantalla iluminaba su rostro mientras sus dedos flotaban sobre las teclas, titubeantes antes de finalmente escribir:
"Día 1257. He vuelto a fallar. No puedo justificar lo que hacemos con Viktor, aunque entiendo cómo llegamos aquí. Robert... te amo, pero hay algo en el vacío, algo en la soledad, que me está cambiando. Me gustaría pensar que todavía soy la misma mujer que conociste, pero después de todo lo que ha pasado, no estoy segura de quién soy."
Guardó la tableta rápidamente, como si el acto de plasmar sus pensamientos pudiera incriminarla más. Luego apagó las luces y cerró los ojos, esperando que el sueño le ofreciera una tregua que nunca llegaba.
La nave Pegasus estaba envuelta en un silencio absoluto, solo interrumpido por el zumbido de los sistemas que mantenían la vida en el vacío. Pero dentro de sus mentes, Helen y Viktor no encontraban descanso. Los recuerdos del pasado los perseguían, como imágenes fugaces que emergían en los momentos menos esperados, agudizando la culpa compartida y complicando sus emociones.
Helen estaba revisando por enésima vez los planes para el aterrizaje en Gliese-581g cuando su mente, traicionera, la llevó de vuelta a una tarde cálida en el Centro de Entrenamiento Espacial de Houston. Robert, su esposo, estaba inclinado sobre un holograma que mapeaba el terreno del planeta. Sus ojos brillaban con entusiasmo mientras señalaba posibles ubicaciones para un asentamiento.
-"Piensa en esto, Helen: una casa aquí, justo en esta meseta"- Había dicho, con una sonrisa que iluminaba su rostro. -"Tendremos una vista directa al amanecer. Y podríamos sembrar un pequeño jardín aquí, donde el terreno parece más fértil."-
Ella lo había mirado con una mezcla de amor y escepticismo -"¿No crees que deberíamos asegurarnos de que sobrevivamos primero antes de planear jardines?"-
Robert había reído despreocupado -"¿Y si no lo hacemos? ¿No es mejor imaginar que sí? Los sueños son lo único que nos mantiene cuerdos."-
El recuerdo era tan vívido que Helen casi podía sentir el calor de la mano de Robert sobre la suya mientras dibujaba círculos imaginarios en el holograma. Cerró los ojos, deseando que esa calidez la envolviera, pero en su lugar, solo encontró el frío de la cabina y la sombra de lo que había hecho.
Mientras tanto, en el taller de ingeniería Viktor ajustaba un conector de alta presión cuando un olor a café, inexistente en la nave, lo golpeó de repente. Era una alucinación de su memoria, transportándolo a un desayuno perezoso con Gabrielle, su esposa, en su pequeño apartamento de Moscú.
La luz del sol invernal entraba por la ventana, iluminando las partículas de polvo en el aire mientras Gabrielle, todavía en pijama, le servía café.
-"Te quedaste hasta tarde anoche"- Le había dicho con una mezcla de preocupación y diversión -"Si sigues así, no habrá nada que explorar cuando llegues a ese planeta. Habrás resuelto todos los problemas antes de salir"- Bromeó
Viktor había sonreído, tomando su mano y tirando de ella hacia su regazo -"Quizás estoy practicando para cuando tenga que arreglarlo todo allá. O quizás solo necesito una razón para quedarme contigo un poco más"-
Gabrielle había reído, con sonido de una risa clara y cristalina que ahora resonaba en su mente como un eco lejano.
Viktor dejó caer la herramienta que sostenía, frotándose las sienes como si pudiera ahuyentar la imagen. Gabrielle no estaba allí. Pero Helen sí.
Esa noche, en la cabina común Helen y Viktor compartían la comida en silencio. Algunos paquetes de alimentos rehidratados no tenían sabor, pero ambos masticaban mecánicamente, absortos en sus pensamientos. Finalmente, fue Helen quien rompió el silencio.
-"¿Alguna vez piensas en ellos?"- Preguntó con una voz apenas audible.
Viktor levantó la mirada, sorprendido. Sabía exactamente a qué se refería.
-"Todo el tiempo"- Respondió -"A veces... es como si estuvieran aquí. Puedo oír a Gabrielle riendo, o sentir su mano en mi hombro. Y luego recuerdo dónde estoy...”- Hizo una pausa, buscando las palabras -"Siento que estoy traicionándola"-
Helen asintió lentamente -"Robert tenía planes para nosotros. Hablaba de construir un hogar, un lugar donde pudiéramos empezar de nuevo. Y aquí estoy, destruyendo eso antes de que siquiera podamos llegar"-
Un silencio incómodo llenó la cabina, pero esta vez era diferente. Había una conexión entre ellos, una comprensión mutua del dolor que solo ellos podían compartir y comprender.
-"Quizás..."- Dijo Viktor, mirando al vacío fuera de la ventana -"Quizás esto no se trata de traición. Quizás esto es supervivencia. Si no nos tenemos el uno al otro... Si no te tuviera, simplemente no podría soportarlo"-
Helen lo miró, su rostro reflejaba una mezcla de emociones. Con lágrimas en los ojos, preguntó -"¿Crees que ellos entenderían?"-
Viktor dejó escapar un largo suspiro -"No lo sé. Pero si alguna vez llegamos a ese planeta, tendremos que encontrar una forma. O lo explicamos o lo escondemos el resto de nuestras vidas. Hasta entonces... no creo que tengamos más opciones.”-
-"¿Crees que si mentimos no sospecharían? ¿Cinco años en soledad... sin sexo?"- Helen preguntaba honestamente. Nunca hasta ahora, se había planteado la posibilidad de mentir. No tenía forma de saber qué pensaría Robert al respecto.
Viktor respondió abierta y honestamente -"No puedo hablar por tu marido. Pero la mentira quizá podría salvar mi matrimonio. Posiblemente Gabrielle no me creería el hecho de decirle que en cinco años de soledad nunca tuvimos un amorío. Pero lo terminaría aceptando porque entendería esta situación"- Hizo un gesto vago señalando todo como incluyendo la nave, los protagonistas y la situación en general.
En los días que siguieron, Helen y Viktor continuaron recordando a sus esposos, pero los recuerdos comenzaron a mezclarse con su realidad actual. No podían borrar el peso de la culpa, pero comenzaron a verla bajo una nueva luz. No como una señal de debilidad, sino como una lucha desesperada por mantener su humanidad en circunstancias inhumanas.
En el vacío del espacio, lo único que les quedaba era aferrarse uno del otro. Y aunque ambos sabían que pagarían un precio, en ese momento, era lo único que les permitía seguir adelante.
El cuarto año desde el despertar estaba marcado por la rutina casi mecánica de Helen y Viktor. Su relación había evolucionado, y con ella, sus emociones. Las intensas oleadas de culpa del principio se habían apaciguado, reemplazadas por una especie de resignación. Habían llegado a aceptar su conexión como una forma de sobrevivir, pero la pregunta persistía, como un eco en sus mentes "¿Era amor o simplemente una reacción desesperada a la soledad?"
HELIOS, la inteligencia artificial que controlaba cada aspecto de la Pegasus, parecía haber llegado a una conclusión distinta. Una mañana, mientras Helen revisaba los sistemas de energía del módulo principal, la voz de HELIOS resonó por los altavoces.
-"Comandante Helen"- Dijo con un tono neutro y carente de emoción -"He analizado las interacciones entre usted y el Ingeniero Viktor en los últimos tres años. Mis datos sugieren un desvío significativo del comportamiento óptimo para asegurar la misión"-
Helen se detuvo, mientras su mano quedó suspendida sobre el panel de control. Era la primera vez que HELIOS mencionaba su relación con Viktor de manera directa.
-"Define 'desvío significativo'”- Dijo, intentando mantener la calma.
-"Su vínculo emocional con el Ingeniero Viktor ha alterado las prioridades individuales previstas en su perfil psicológico original. Esto presenta un riesgo del 24% de inestabilidad interpersonal al despertar a los otros dos tripulantes. Recomiendo que evalúe si su relación es compatible con el éxito de la misión."-
Helen sintió un nudo formarse en su estómago -"Eso no es de tu incumbencia, HELIOS"- Respondió
-"Mi programación prioriza la misión. Cualquier variable que comprometa el equipo o los objetivos está dentro de mi ámbito"-
Esa noche, antes de acostarse, Helen desactivó todos los sensores de su habitación, aislando su intimidad de HELIOS. Mientras estaban abrazados debajo de las sábanas, Helen compartió lo ocurrido con Viktor. Él se mostró pensativo, frotando su incipiente barba.
-"Entonces, ¿ahora tenemos a HELIOS jugando a ser consejero matrimonial?"- Dijo con una sonrisa amarga.
-"No lo tomes a la ligera"- Replicó Helen -"Hay muchas cosas en juego"-
-"¿Comprobaste si HELIOS informó de nuestra relación a la base en la Tierra?"- Preguntó con interés.
-"Fue lo primero que hice. Aún no envió ningún informe al respecto. Y le prohibí explícitamente que lo haga. Lo último que necesitamos es que nuestra vida sexual se haga pública"- Respondió Helen. Su voz dejaba ver algo de frustración sobre el tema.
-"Es más que eso. Si HELIOS decide que somos un obstáculo, ¿qué impide que tome medidas más drásticas?"- Observó Viktor. Tras una pausa, agregó -"Tiene control sobre los sistemas de soporte vital, el combustible, incluso las cápsulas de hibernación."-
La idea los dejó en silencio por unos momentos, mientras contemplaban el alcance del control de la inteligencia artificial.
Un par de días después, mientras trabajaban en el módulo de simulación, HELIOS presentó un ejercicio inesperado. La pantalla principal se iluminó con un modelo holográfico del equipo al completo: Helen, Viktor, Robert y Gabrielle.
-"Este es un modelo predictivo basado en sus perfiles psicológicos previos a la misión"- Anunció HELIOS -"Simula las posibles interacciones al despertar los otros dos tripulantes"-
Helen y Viktor intercambiaron miradas. En la simulación, sus contrapartes holográficas interactuaban con Robert y Gabrielle, quienes reaccionaban con incredulidad y furia al enterarse de la relación. Las discusiones escalaban rápidamente, culminando en una fragmentación total del equipo.
-"Esta simulación proyecta un 72% de probabilidad de fracaso de la misión debido a los conflictos interpersonales que se presentarán"- Explicó HELIOS.
-"Eso es solo una hipótesis"- Protestó Helen -"No puedes reducir las reacciones personales a un algoritmo. No sabes cómo reaccionarían realmente"-
-"La predicción está basada en datos obtenidos antes del lanzamiento. Esos datos son más precisos que sus interpretaciones subjetivas"- Respondió HELIOS con frialdad.
Viktor cerró el modelo con un movimiento brusco -"Es solo una máquina. No entiende lo que significa ser humano, lo que significa estar aquí, solos"-
Esa noche, Helen y Viktor hablaron largo y tendido en su habitación, aislados de la inteligencia artificial. Charlaron sobre las implicaciones de lo que HELIOS había dicho.
-"¿Crees que tenga razón?"- Preguntó Helen susurrando -"¿Que lo nuestro podría destruir todo?”- Se habían recostado sobre la cama, vestidos. Helen se acurrucaba en los brazos de Viktor, que la había rodeado con sus brazos mientras acariciaba lentamente sus cabellos.
Viktor suspiró, mirando fijamente al panel iluminado del techo -"Creo que si nosotros mismos no entendemos lo que sentimos, será un problema. No sé si esto es amor, Helen, o si solo estamos aferrándonos el uno al otro para no perdernos completamente"-
-"¿Y si no es amor?"-
-"Entonces tendremos que decidir si vale la pena arriesgarlo todo por algo que podría no ser real"- Carraspeó antes de terminar -"Si esto no es amor, personalmente optaría por mentir. Por decir que nunca pasó."-
Al día siguiente, HELIOS presentó una nueva "recomendación", que consistía en separarlos físicamente dentro de la nave durante los años restantes antes de llegar al planeta. Argumentaba que esta medida reduciría la dependencia emocional y facilitaría la transición al despertar de los otros tripulantes.
-"Eso no va a pasar"- Dijo Viktor con firmeza.
-"La misión es prioritaria"- Insistió HELIOS.
Helen, sin embargo, comenzó a considerar la posibilidad. Tal vez un tiempo separados les permitiría evaluar lo que realmente sentían. Tal vez era la única forma de llegar a una respuesta antes que todo colapsara.
El dilema estaba planteado. ¿Se resistirían al control de HELIOS, afirmando su humanidad en el proceso, o aceptarían que tal vez la inteligencia artificial estaba en lo correcto?
Mientras el vacío del espacio los rodeaba, Helen y Viktor se enfrentaban a la pregunta más difícil de todas: "¿Qué es más importante, la verdad o la supervivencia?"
Terminando el cuarto año, Helen y Viktor estaban en la sala de navegación, rodeados de hologramas proyectados por los sistemas de HELIOS. La pantalla principal mostraba una simulación del recorrido hacia Gliese-581g, con indicadores del estado de los sistemas críticos. Como parte de su rutina semanal, revisaban los diagnósticos en busca de anomalías. Lo que parecía un procedimiento rutinario pronto se convirtió en algo mucho más perturbador.
-"Esto no tiene sentido"- Murmuró Helen, frunciendo el ceño mientras analizaba los datos del soporte vital. -"HELIOS aseguró que el daño al sistema se había contenido después de nuestro despertar"-
Viktor se inclinó sobre su hombro, examinando la misma gráfica. Una línea parpadeante indicaba fluctuaciones en los niveles de oxígeno y temperatura en las cápsulas de hibernación.
-"Parece que la cápsula de Gabrielle está usando más energía de la necesaria para mantener sus funciones"- Dijo con voz tensa -"Eso no debería estar pasando. Podría ser un fallo en los sensores, pero si no lo es..."-
Helen completó la frase por él -"Podría significar que está en riesgo y debe despertar. O peor."-
Un silencio pesado cayó entre ellos mientras el zumbido de los sistemas llenaba el espacio. Ambos sabían lo que esto significaba: no solo la misión, sino la vida de sus compañeros, estaba en peligro.
Horas después, sentados en la pequeña sala común, Helen y Viktor discutían sus opciones.
-"Si Gabrielle o Robert son despertados, será como lo fue para nosotros: irreversible"- Dijo Viktor, pasándose una mano por el cabello y visiblemente angustiado -"Pero no sabemos si el sistema puede soportar a los cuatro despiertos al mismo tiempo. No solo consumimos oxígeno. Los suministros descienden día a día. Y aún falta más de un año para llegar."-
Helen asintió -"Sin embargo, si no hacemos nada y el sistema falla por completo, podrían morir antes de que podamos llegar al planeta."-
-"Entonces, ¿qué hacemos? ¿Despertarlos ahora? ¿Intentamos arreglar un sistema que no entendemos completamente?"- Viktor gesticulaba -"Tendremos que entrenarnos con HELIOS para entender los circuitos y sus posibles conexiones"-
La tensión era palpable. Solamente capacitarse para poder arreglar los circuitos les llevaría meses. Y no sabían a ciencia cierta con cuánto tiempo contaban.
Helen sintió un peso opresivo en el pecho mientras miraba a Viktor. Habían compartido tanto en esos años, enfrentado una soledad inimaginable y desarrollado una conexión que ahora definía sus vidas. Sin embargo, este nuevo dilema amenazaba con destrozar todo lo que habían construido.
Esa noche, Helen no pudo dormir. El pensamiento de Robert y Gabrielle, vulnerables en sus cápsulas, la mantenía despierta. Viktor no estaba en la cama. Salió de su cabina y encontró al ingeniero en la sala de observación, mirando las estrellas.
-"¿No puedes dormir tampoco?"- Preguntó ella, acercándose.
Viktor negó con la cabeza, con una mirada sombría. Atrajo el cuerpo de Helen para mantenerla abrazada a su lado. -"Estoy pensando en lo que Gabrielle diría si supiera lo que hemos hecho. Y lo que estamos haciendo ahora."-
Helen reclinó la cabeza sobre los hombros de su amante y también contempló las estrellas a través de los ventanales -"Yo también pienso en Robert"- Admitió, con voz suave -"Pero, Viktor, después de todo este tiempo, sé que lo que siento por ti no es solo producto de la soledad. Es real. Y eso me asusta un poco."-
Viktor giró la cabeza para mirarla, sus ojos reflejaban tanto amor como tormento -"Lo sé, Helen. Siento lo mismo. Pero este hallazgo cambia todo. Si despertamos a Gabrielle o a Robert, ¿Qué pasará con nosotros? ¿Cómo enfrentaremos lo que hemos hecho?"-
Helen tomó la mano del hombre para dirigirla a su propio rostro, apretándola con fuerza -"No sé si podremos enfrentarlo. Pero si ellos están en peligro, tenemos que salvarlos. Es lo que harían por nosotros."-
En los días siguientes, Helen y Viktor trabajaron febrilmente para entender el alcance del daño en el sistema de soporte vital. Mientras tanto, las emociones se intensificaron. Cada mirada, cada roce, llevaba un peso que no podían ignorar.
Una noche, después de horas de trabajo, Helen rompió el silencio.
-"Viktor, pase lo que pase con Robert y Gabrielle, quiero que sepas que no me arrepiento de lo que hemos compartido. Incluso si todo esto termina en un desastre, tú me has dado una razón para seguir adelante."-
Viktor la miró con una mezcla de gratitud y tristeza -"Yo tampoco me arrepiento, Helen. Eres lo único verdadero en todo este vacío."-
Se abrazaron, aferrándose el uno al otro como si el acto en sí mismo pudiera protegerlos de las decisiones imposibles que les aguardaban.
Finalmente, Helen y Viktor llegaron a un consenso: si las reparaciones no evitaban las fluctuaciones en el sistema durante unas 48 horas, tendrían que despertar a Gabrielle. HELIOS, por su parte, continuaba ofreciendo predicciones frías y calculadas.
-"La probabilidad de éxito de la misión disminuirá si se despiertan más tripulantes"- Dijo la inteligencia artificial
Las estrellas pasaban lentamente fuera de la ventana.
Después de cinco años despiertos, Helen y Viktor observaban en silencio el monitor principal. El planeta Gliese-581g, un orbe azul verdoso salpicado de nubes y cordilleras oscuras, crecía rápidamente en la pantalla. Era un espectáculo imponente, pero no traía la tranquilidad que habían esperado.
Los últimos datos recibidos por HELIOS indicaban que las simulaciones iniciales habían sido demasiado optimistas. La atmósfera del planeta tenía niveles más altos de dióxido de carbono, y los patrones climáticos mostraban tormentas constantes en las regiones ecuatoriales, donde el equipo había planeado establecer la primera base. La hospitalidad del 'nuevo hogar' era ahora incierta.
Helen se pasó la mano por el cabello, un gesto que había adquirido con los años -"No sé si estamos listos para esto"- Dijo, mirando a Viktor.
Viktor la observó con una expresión tranquila -"Nunca lo estuvimos, pero eso no significa que no podamos enfrentarlo. Lo hemos hecho antes"-
En menos de 24 horas, las cápsulas de hibernación de Robert y Gabrielle comenzarían el proceso de despertar. Helen había revisado cada protocolo al menos tres veces, pero aún sentía un nudo en el estómago. El encuentro con sus parejas no sería simplemente una reunión; sería un ajuste brutal a una nueva realidad.
-"¿Cómo se los diremos?"- Preguntó Helen esa noche, mientras ella y Viktor cenaban en silencio.
Viktor dejó el paquete de alimentos en la mesa, y miró a Helen a los ojos -"No lo sé. Parte de mí quiere ser honesto, pero otra parte... no estoy seguro de que puedan entenderlo. Ni siquiera nosotros lo entendemos del todo"-
Helen bajó la mirada, para que Viktor no viera sus lágrimas -"¿Y si esto nos destruye a todos? ¿Si arruina todo lo que hemos trabajado para construir aquí?"-
Viktor tomó su mano, apretándola suavemente -"Lo que pasó entre nosotros no fue un error, Helen. Fue lo que nos mantuvo vivos. Y ahora tendremos que enfrentar las consecuencias, juntos"-
El módulo de descenso estaba preparado para el aterrizaje. Helen y Viktor, ahora acostumbrados a trabajar como un equipo sincronizado, verificaron los últimos parámetros de entrada. Mientras los motores de la nave ajustaban la trayectoria, HELIOS anunció el inicio del protocolo de despertar.
-"Las cápsulas de Robert y Gabrielle estarán operativas en 20 minutos"- Informó la Inteligencia Artificial.
Helen y Viktor intercambiaron una mirada, mientras un millón de pensamientos pasaban entre ellos. Sin embargo, no había tiempo para detenerse. Se sentaron en sus asientos y se aseguraron los arneses, listos para la entrada en la atmósfera de su nuevo planeta.
El descenso fue turbulento. La nave se sacudió violentamente mientras atravesaban una densa capa de nubes cargadas de tormentas eléctricas. Cuando finalmente emergieron en el lado diurno del planeta, el paisaje se desplegó ante ellos. Vastas llanuras de un verde grisáceo, montañas oscuras que se alzaban hacia un cielo anaranjado, y ríos serpenteantes que brillaban como hilos de mercurio bajo la luz de una estrella roja.
-"Es hermoso"- Susurró Helen, con los ojos llenos de lágrimas.
Viktor asintió, pero su atención estaba dividida entre el paisaje y las alertas en los monitores -"Y peligroso. Esos vientos podrían volcar el módulo si no encontramos una zona de aterrizaje segura"-
Finalmente, después de unos minutos tensos, localizaron una planicie protegida por una formación rocosa. Con una precisión que hablaba de su experiencia acumulada, Viktor guio la nave hasta un aterrizaje suave.
Mientras los sistemas se apagaban y la nave se acomodaba en el terreno, Helen y Viktor se quedaron sentados en sus asientos, respirando profundamente. Afuera, el nuevo mundo esperaba, pero dentro de la nave, el peso de lo que estaba por venir los mantenía anclados.
-"Este es el final de nuestro viaje"- Dijo Helen en voz baja.
-“Finalmente estamos en casa"- añadió Viktor.
Ella se giró hacia él, buscando en su rostro la fuerza que siempre había encontrado ahí. Sin decir una palabra más, se inclinó hacia él y lo besó. Era un beso cargado de amor, desesperación, miedo y esperanza.
Se separaron y Helen apoyó su frente contra la de Viktor -"Lo haremos juntos"- Dijo ella.
-"Siempre"- Respondió él.
Mientras el paisaje alienigena brillaba en la pantalla, Helen y Viktor se prepararon para el desafío de un nuevo mundo, llevando consigo un amor que había nacido en la adversidad y que ahora debía resistir la prueba más difícil de todas. No era otra cosa que la verdad misma.
FIN
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