Psicología Aplicada
Anton era un joven de unos treinta años, pero de esos que se comportan como eternos adolescentes. Con el pelo negro y rizado, tenía ojos verdes como esmeraldas. Era alto y delgado, y tenía una sonrisa que contagiaba buen humor a los demás.
Siempre estaba haciendo bromas inocentes y frecuentemente se salía con la suya.
Yo siempre decía que Anton parecía una estrella de cine, y frecuentemente lo encontrabas en buena compañía femenina. Su espíritu vivaz y juguetón lo llevaba a conquistar chicas rápidamente. También se enamoraba como un rayo, pero sus noviazgos eran fugaces, de apenas unos días o un par de semanas.
Por su forma de ser, frecuentemente se metía en problemas de polleras. Y en un par de ocasiones entre los amigos debíamos taparle alguna que otra jugarreta.
Anton era de
buen corazón, pero era seducido frecuentemente por un par de ojos bonitos y un
sonrisa juvenil, dejándose llevar por tonterías.
Además de trabajar, estudiaba psicología y solía llevar esa chispa a las aulas de la facultad. Los profesores estaban acostumbrados a sus humoradas y, generalmente aceptaban de buena gana sus ingeniosas intervenciones, que solían relajar un poco el ambiente intenso de las largas y a veces agotadoras clases.
En la facultad había conocido a Nora, una chica de unos veintitantos años, con el pelo corto y negro, de ojos marrones. Era alta y delgada, y tenía una sonrisa pícara que le marcaba un par de hoyuelos. Se mostraba casi siempre graciosa e impulsiva.
Como siempre estaba haciendo bromas, con Anton se complementaban especialmente bien.
Tal cual nos
tenía acostumbrados a sus amigos, Anton empezó a salir con Nora rápidamente,
mientras casi en simultáneo rompía con su ahora ex novia. Para sorpresa de
todos, el juerguista profesional que era mi amigo, rompió todos los records y
la relación con Nora pareció volverse seria.
Anton vivía
en un pequeño departamento en el centro de la ciudad. Después de unos cuatro
meses de salir con Nora, decidieron que era hora de intentar vivir juntos, con
lo que allá fuimos los amigos a ayudar a la nueva novia en la mudanza.
La pareja parecía llevarse muy bien, de modo tal que nuestro grupo, al salir a tomar copas o al ir a bailar, incluía naturalmente a Nora. Allá íbamos, pues a divertirnos entre todos.
En diferentes ocasiones cuando hablabas con Anton tardabas en darte cuenta cuando te jugaba una broma. Sus humoradas eran sutiles y si estabas algo distraído, podías tragarte sus inocentes bufonadas sin darte cuenta que te estaba tomando el pelo.
Así comenzó
aquel asunto que te estoy contando ahora.
Anton, al mismo tiempo que estudiaba, formaba parte de un proyecto de investigación clínica en la facultad porque le fascinaba la Psicología Experimental.
Para ese proyecto tenía que leer libros y artículos de innumerables autores, además de investigar yoga, espiritualidad y religión. La idea del proyecto era desarrollar técnicas nuevas que permitieran a la gente mejorar la creatividad mediante el pensamiento lateral.
No sé si lo sabes, pero el pensamiento lateral es un tipo de pensamiento que sirve para encontrar soluciones no convencionales a problemas cotidianos. Se basa en la idea general que a menudo es posible encontrar mejores soluciones si se piensa innovando y saliendo de las premisas tradicionales. Ya sabes... encontrar soluciones que a otros difícilmente se les ocurrieran.
Por su parte Nora, que también estudiaba psicología, era partidaria de la Psicología Aplicada, pues la consideraba como una ciencia probada y que proveía de herramientas útiles para el manejo de todo tipo de situaciones.
Cada tanto podías verles enfrascados en sus posturas opuestas: siempre era Anton el que hablaba de las bondades de investigación psicológica y por supuesto, Nora defendía a la Psicología Aplicada y sus probados métodos y tratamientos.
El hecho es que en la investigación, Anton se jactaba de haber aprendido algunos métodos que combinaban enseñanzas de antiguos libros de magia y ocultismo con otras técnicas más modernas de concentración y yoga. Decía que durante sus muchos años de investigación, había anotado en unos cuadernos todas sus conclusiones.
Yo le tomaba por un bocazas embaucador debido a su naturaleza bromista. Y en cierto modo me parece que su novia también consideraba la cosa bajo esa misma óptica.
Si buscabas
por allí, entre los libros de Anton, podías ver esos cuadernos llenos de
símbolos y rituales extraños. A decir verdad, y conociéndole de antemano, yo le
tomaba sus dichos por puro cuento, dando por sentado que nos tomaba el pelo.
Pero no sabía muy bien por dónde iba la broma o a quién estaba dirigida. Como Nora nunca decía nada al respecto, opté por callarme, hacerme el burro y no decir nada hasta ver por que derrotero nos llevaba nuestro amigo.
Con el tiempo, Anton tomó confianza en sus propias investigaciones y empezó a usar esas técnicas para resolver problemas cotidianos al mismo tiempo que las usaba para divertirse, hacerse el importante y todas esas tonterías. Nora no le tomaba muy en serio. Su carita cínica medio en broma, medio en serio, mostraba algo así como que estaba algo cansada del tema. Y así fué que empezaron los problemas.
Anton decía que activaba a voluntad lo que denominaba su "sistema de pensamiento lateral" para generar ideas innovadoras. Ya te dije antes que como persona y estudiante era brillante, así es que de cierta manera eso que hacía no inquietó a casi nadie de nuestro entorno, excepto a mí mismo, al parecer.
Nora y yo
parecíamos los únicos a los que la investigación de mi amigo nos tenía algo cansados.
Yo tomaba sus afirmaciones como de quien venían, un bromista empedernido y por lo tanto, no les daba demasiada importancia. Después nos enteramos en el grupo que a veces Anton tomaba ventaja de ciertas situaciones cuando no quería hacer algo que Nora quería o necesitaba. Y ponía por excusa sus investigaciones. Eso irritaba sobremanera a su novia.
“Estoy ensayando algo importante”, “No puedo ir a esa fiesta, estoy en una investigación”, “No tengo tiempo, porfi encárgate tu”, y así… Vamos, que la pobre Nora ya estaba hasta la coronilla.
Entre que Anton se ponía escurridizo para seguir haciendo troperías y salirse con la suya, y por otra parte su novia, que pensaba que sus investigaciones no eran otra cosa que una excusa para hacer una que otra burrada, el tema se ponía cada vez más áspero.
A mis ojos, la pareja pasaba por algún tipo de crisis, como lo comprobé poco más tarde. Lo cierto es que últimamente veía que Nora hacía uso de sus últimos gramos de paciencia. Y era notorio como en muchas conversaciones la intensidad del movimiento de sus fosas nasales se incrementaba a simple vista.
Solía
resoplar mientras acompañaba al acto de respirar fuerte con una mirada al cielo
y la pronunciación por lo bajo de algunos conjuros ininteligibles que pronunciaba
con los labios apretados.
Vaya, que
para mí eran señales evidentes de que algo no andaba bien. Lamentablemente
Anton no fue lo suficientemente suspicaz como para darse cuenta del estado
actual de las cosas en su relación cuasi-marital.
Un día, que podríamos denominar como fatídico, Anton al parecer estaba estaba sentado en su apartamento, muy aburrido. Y según él, decidió ‘activar’ el pensamiento lateral para ver qué pasaba.
Según nos
relató mas tarde, cerró los ojos y se concentró. Después de unos minutos,
sintió lo que describió como un cosquilleo en la cabeza. Abrió los ojos y se
encontró con que una nueva personalidad se había apoderado de él. Esta nueva
personalidad era completamente ajena a su propio yo, extrovertida, expansiva y
llena de energía. Anton estaba asombrado.
Esta nueva
personalidad se presentó como un pintor bohemio e innovador, por eso lo
identificó como "Joseph el Artista". Según nos dijo más tarde le
encantaba pintar en tela a partir de modelos mientras experimentaba con nuevas
fórmulas de color.
El problema es que esta nueva personalidad no "era" Anton, sino que estaba disgregada de él. Si bien Anton seguía dentro de su cabeza, veía a este nuevo ser como a través de un espejo y separado de sí mismo. Bastante raro. Cuando le contó a Nora, su novia no dijo nada al respecto, con esos silencios significativos que no dicen mucho pero al mismo lo dicen todo.
Pero Anton, ciego a todas las señales, siguió activando una y otra vez el pensamiento lateral durante las siguientes semanas. Pero cada vez que lo hacía, "Joseph el Artista" le impulsaba a salir del apartamento hasta altas horas de la noche. Esto, que no era otra cosa que una salida inocente para un soltero, pues ya no lo es tanto para todos aquellos seres que conviven con sus parejas.
La situación continuó por unas cuantas noches, hasta que Nora, totalmente fastidiada, tomó lo que podríamos llamar el toro por las astas.
Es así que
una noche en particular, al salir Anton en compañía o impelido por "Joseph
el Artista", Nora me llamo para que le acompañara. Usó mi teléfono porque
(me apena decirlo) yo fui un poco el bocazas del grupo que casi nunca se tomó
en serio la importante ‘investigación’ de Anton.
La cosa es que llegué rápidamente y le seguimos sigilosamente el rastro al artista que iba encapsulado en el cuerpo de mi amigo.
Después de
un breve deambular, el novio de Nora, vale decir mi propio amigo, entró a un
bar que no era precisamente de ambiente social y se sentó en la barra. Como
estaba de espaldas a la puerta, no podía vernos, por lo que aprovechamos para
entrar y sentarnos muy cerca de la puerta.
Lamentablemente no tuve oportunidad de avisarle a mi amigo. Lo sé porque cuando intenté tomar el celular y mandarle un mensaje, los ojos furibundos de una Nora desconocida me paralizaron como si fuera un canguro ante los faros de una camioneta.
Así opté por
guardar silenciosamente mi celular porque se me antojó que el ambiente estaba
sobre recalentado.
La escena siguió con Anton pidiendo una cerveza y, sentado en la barra. No tardó en captar la atención de una jovencita de dudosa reputación que terminó por acercarse a él. Comenzaron a hablar animadamente.
Nora parecía estar regulando la respiración mientras las venas del cuello iban hinchándose significativamente. Te aseguro que intenté todo para distraerla lo suficiente como para bajar algunos milímetros su presión arterial, pero no pude lograrlo.
Así
estábamos cuando a mi amigo Anton se le ocurrió deslizar la mano por el brazo
de la chica. Allí se desató la hecatombe. Nora se levantó como una flecha y le
encaró directamente:
-"¿Quién es esa mujer que está hablando contigo?"-Dijo con ojos rojos intimidantes
-"Oh…. Es… es.. una… ¡compañera de trabajo!"-Dijo Anton sorprendido por la intervención intempestiva de Nora
-"¿Una
compañera de trabajo? ¿Y por qué está tan cerca de ti?"-Inquirió Nora
-"No sé de qué estás hablando…. Solo estamos hablando."-Respondió precipitadamente Anton
-"¿Como
que compañera de trabajo?¡ Me ibas a dar algo de pasta para pintarme
desnuda!"-Dijo la
joven desconocida.
-"Bueno
es que 'Joseph el Artista' …."- Dijo Anton mientras empezaba a pergueñar una
respuesta.
-"¿Conque
'Joseph el Artista' eh?"- Nora no le dejó terminar la frase.
Para concluir rápido, nunca he visto un uppercut tan bien disparado. Anton lo recibió en plena quijada y le impactó de tal modo que perdió el equilibrio. Tanto que tuvo que sostenerse de la barra. La cerveza se derramó sobre su pantalón.
El segundo bombazo de Nora fue un directo al ojo izquierdo de Anton, que dió con sus posaderas contra el suelo.
La desconocida niña que le acompañaba, al ver que sus pretensiones de ser modelo se esfumaron, tomó su cartera de mano y puso los pies en polvorosa. Nunca vi a nadie salir tan rápidamente de escena.
Admito que yo reaccioné muy tarde. Para cuando llegué a calmar a Nora, Anton estaba despatarrado por el suelo. Pude escuchar a la novia de mi amigo decir furibunda:
-"Otra que 'Psicología experimental', pedazo de guarro"-
Esa noche terminó algo agitada. Tardé un poco en convencer al barman que no era necesario llamar a la policía. Le pasé algunos billetes por las molestias y levanté a mi aturdido amigo mientras Nora parloteaba enfurecida algunas obscenidades que no vienen al caso.
Mi amigo terminó abandonando sus investigaciones y decidió que su novia tenía razón: no hay nada mejor para resolver problemas que la Psicología Aplicada.
FIN
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