miércoles, 22 de marzo de 2023

Historia: "Conexión en las Sombras"

 

 

Capítulo 1: Inexplicable Atracción

 

John Phillips, con 34 años, vivía lo que muchos considerarían el sueño neoyorquino. Había logrado una carrera destacada en una prestigiosa firma de abogados en Manhattan, tenía un apartamento lujoso en el Upper West Side y una red de amigos influyentes.

Sin embargo, a pesar de todas las comodidades y logros materiales, había algo que se le escapaba. Su vida transcurría en una rutina impecablemente planificada, pero vacía. El éxito profesional no llenaba el hueco intangible que sentía cada día al despertar. Había algo, algo que no lograba definir, que le faltaba.

 Fue en una de esas noches rutinarias cuando su vida dio un giro inesperado. En una cena de gala organizada por una de las firmas financieras con las que trabajaba, conoció a Sarah. Ella destacaba entre la multitud, no solo por su belleza, sino por la forma en que parecía estar aislada, como si no perteneciera al mundo que la rodeaba. Vestida de negro, con una elegancia que bordeaba lo etéreo, parecía deslizarse entre las sombras.

John no pudo apartar los ojos de ella. Había algo en Sarah que lo atraía de una manera inexplicable, una energía intensa que casi podía sentir en el aire. Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez, sintió que había una conexión más allá de lo físico, algo primitivo y desconocido que nunca antes había sentido. Durante el resto de la noche, trató de eludir el impulso que le llevaba a acercarse a esa encantadora mujer.

En un paréntesis de la reunión, John, que tenía una copa de vino en la mano, estaba de pie junto a una ventana cuando vio a la misteriosa mujer, Sarah, observando una pintura en la otra esquina del salón. La luz del lugar apenas tocaba su rostro, pero su figura destacaba entre la multitud. John no pudo evitar acercarse.

Sonriendo, le dijo -"¿Sabes? He estado intentando descifrar esa pintura toda la noche."-

Sarah sin mirarlo, respondió con una sonrisa sutil -"¿Y cuál es tu veredicto?"-

John se animó a responder -"Bueno, depende… Creo que el artista estaba indeciso entre intentar representar un ataque de nervios o esgrimir la más pura genialidad para desarrollar este abstracto."-

Sarah volteó hacia él para responderle -"Quizá ambas. A veces, lo más brillante nace del caos."-

John sonrió mientras decía -"Me agrada esa perspectiva."- Hizo una pausa breve. -"Soy John, por cierto."-

Sarah le devolvió una sonrisa enigmática -"Sarah."-

John observó de cerca el exquisito rostro de la mujer -"No te había visto antes en eventos como este."-

Sarah dijo -"Tal vez no has mirado lo suficiente como para encontrarme."-

John fingió sorpresa -"¡Eso suena a un desafío!"-

Sarah respondió arqueando una ceja -"¿Aceptas desafíos a menudo?"-

John se apresuró a contestar -"Solo cuando valen la pena. Y hasta ahora, no me has dado razones para pensar lo contrario."-

Sarah aplicó un toque sutil de burla -"¿Así es como sueles presentarte a las mujeres? ¿Con halagos indirectos?"-

John se relajó mientras rio de buena gana -"No, suelo ser más directo. Pero contigo… bueno, algo me dice que un enfoque diferente es más apropiado."-

Sarah apreció la frase sonriendo -"¿Y qué te hace pensar eso?"-

John hizo un gesto mirando alrededor del salón -"Quizá sea porque, en una sala llena de personas ruidosas, tú eres la única que parece observar en silencio, como si ya supieras algo que el resto de nosotros no."-

Sarah respondió suavemente despreocupada -"Quizá lo sepa."-

John inclinó un poco su cabeza, intrigado -"¿Y compartirías ese conocimiento con un pobre mortal como yo?"-

Sarah le miró con intensidad -"Eso depende. ¿Estás listo para entender cosas que podrían cambiar tu forma de ver el mundo?"-

John respondió sin dudarlo -"Estoy preparado para lo que sea, siempre y cuando haya una segunda copa de vino de por medio."-

Sarah rio suavemente -"Un hombre valiente, pero muy predecible."-

John le corrigió sonriendo -"Prefiero 'confiado'. No nos conocemos aún, pero tengo la impresión de que te gustan las sorpresas tanto como a mí."-

Sarah bajó un poco la voz y dejo en tono confidente -"Sorpresas... digamos que son parte de mi vida. Aunque no siempre son bienvenidas."-

John preguntó -"¿Es una advertencia?"-

Sarah sonrió enigmáticamente -"Más bien, un hecho."-

John dijo en tono juguetón -"Me encantan los hechos. Son como las piezas de un rompecabezas esperando a ser resueltas."-

Sarah le miró directamente -"No todos los rompecabezas tienen solución, John."-

John sostuvo la mirada -"No los que valen la pena, al menos."-

Sarah sonrió suavemente -"Tal vez tengas razón. Pero, ¿y si te digo que algunas cosas están mejor sin resolver?"-

John soltó una pequeña carcajada -"Entonces me obligarías a desobedecer. Siempre he sido malo para seguir las reglas."-

Sarah se acercó un poco más -"Es posible que estés jugando un juego en el que no conoces todas las reglas... pero sigues adelante. Eso, John, podría ser peligroso."-

John respondió con una chispa en los ojos -"¿Quién dijo que no me gustan los riesgos?"-

Sarah respondió en voz baja, insinuante -"Entonces quizás estemos destinados a ver hasta dónde llega esto."-

A partir de esa noche, John y Sarah comenzaron a verse con regularidad. Sus encuentros eran siempre bajo el manto de la serena y anónima oscuridad, ya en bares mal iluminados o en las calles vacías, a altas horas de la noche. Había algo en Sarah que desconcertaba. A pesar que sus conversaciones sobre el trabajo, la ciudad, y sus propias vidas  parecían superficiales, siempre había una sensación que algo más profundo estaba ocurriendo y que escapaba a la percepción de John. Las interacciones parecían cargadas de electricidad, una energía que todo lo llenaba, pero también le agotaban.

Esa noche era perfecta, con una luna llena que iluminaba la habitación con una luz suave y seductora. John y Sarah se encontraban sentados en el sofá, viendo las estrellas a través de los ventanales y hablaban de sus vidas. La química entre ellos era palpable, como si las fuerzas de la atracción se hubieran derramado por toda la habitación.

Sarah, con suavidad, tomó la mano de John y la acercó a su corazón. El hombre sintió su pulso acelerado. Con un susurro, Sarah tomó la mano del hombre y después de un momento en el que intercambiaron miradas intensas, le llevó caminando hacia la cama. La luna iluminaba sus rostros, reflejando el amor y la pasión en sus ojos.

Sarah se acercó a John lentamente, mientras sus cuerpos casi se tocaban. Él la miró a los ojos, hipnotizado por la belleza y el misterio que emanaban de la mujer. Sarah sonrió, y en ese instante, John supo que su vida nunca volvería a ser la misma.

Con delicadeza, John desabrochó el vestido de Sarah, revelando su perfecta piel. La besó, explorando cada curva de su cuerpo con sus dedos. Sarah gimió de placer, abrazándose a él, mientras un intensa energía les envolvía a ambos en un abrazo de amor y pasión.

John la llevó a la cama, y ella se tumbó junto a él, mientras sus cuerpos se enredaban en un baile de amor. La pasión entre ellos era intensa, como si el universo entero se hubiera detenido para presenciar ese momento de conexión perfecta.

El primer encuentro sexual fue una mezcla de ternura y pasión, donde sus cuerpos se fundieron en un solo ser, intercambiando más que solo energía física. Era un intercambio de almas, de secretos y deseos, de sueños y esperanzas.

Al amanecer, se encontraron exhaustos, sus cuerpos permanecían enredados en una danza amorosa. John la miró a los ojos, sabiendo que algo había cambiado para siempre. En ese momento, pensó que debería enfrentar desafíos, secretos e intrigas que acompañaban a la mujer.

A medida que la relación se profundizaba, John empezó a notar algunas cosas extrañas.

Había momentos en los que Sarah, literalmente desaparecía en la oscuridad. Una noche, mientras caminaban por un parque casi desierto, un faro se apagó momentáneamente, sumiéndolos en la penumbra. Cuando la luz volvió a encenderse, Sarah ya no estaba a su lado. Se había desvanecido sin dejar rastro alguno. Al principio, John pensó que estaba imaginando cosas, que tal vez era el cansancio o alguna distracción momentánea. Pero esas desapariciones se volvieron más frecuentes. Siempre sucedían cuando las sombras se hacían más densas.

Su curiosidad lo impulsó a investigar. Se obsesionó y empezó a observarla de cerca, buscando pistas, patrones, alguna explicación. Notó que Sarah evitaba la luz directa, prefería los lugares oscuros y apartados, las semipenumbras . También parecía tener una relación peculiar con el tiempo. En sus conversaciones, Sarah hablaba de eventos del pasado con una familiaridad que sugería una experiencia directa, como si hubiera estado allí, en décadas anteriores.

—"¿Cuántos años tienes?" —le preguntó un día, entre bromas, pero con una inquietud latente en el fondo de su mente.

Sarah lo miró directamente a los ojos, como si estuviera evaluando su reacción. Sonrió, pero eludió responder. Su silencio decía más que cualquier palabra.

John comenzó a soñar con ella. En sus sueños, Sarah se movía entre sombras líquidas, transformándose en formas imposibles de describir. La sensación de energía aumentaba en estos sueños, y John despertaba agotado, como si le hubieran drenado algo vital. Empezó a cuestionar qué estaba pasando. ¿Era ella una ilusión? ¿Una manifestación de su propia mente? O peor aún, ¿algo más que la realidad tal como él la conocía?

Una noche, incapaz de soportar la incertidumbre, John decidió seguirla. Después de una cena en su apartamento, vio cómo Sarah salía sin hacer ruido. En lugar de confrontarla, esperó unos minutos y luego la siguió a una distancia segura. La noche era profunda, sin luna. A medida que la seguía sigilosamente por las calles solitarias de Nueva York, notó que ella parecía deslizarse entre las sombras, mientras su figura apenas se distinguía en la oscuridad.

La mujer siguió caminando hasta llegar a un callejón oscuro, detrás de un edificio abandonado. Sarah se detuvo frente a una pared cubierta de grafitis y, para sorpresa de John, comenzó a moverse a través de ella, como si la pared misma se disolviera ante su presencia. Él se acercó más, tratando de no hacer ruido, pero algo en su pecho comenzó a latir con fuerza. Justo cuando estaba a punto de alcanzarla, las sombras se cerraron detrás de Sarah y, en un instante, desapareció.

John quedó paralizado, su mente fue incapaz de procesar lo que acababan de ver sus ojos. Era imposible, y sin embargo, había ocurrido. Algo le decía que Sarah no era humana, eso estaba claro. Pero ¿qué era? ¿Un fantasma? ¿Una criatura de otro mundo?

Esa noche, de vuelta en su apartamento, recibió un mensaje de Sarah. Decía simplemente "No debiste haberme seguido".

Las palabras se sintieron como un presagio, una advertencia, pero también una invitación a un mundo que John apenas comenzaba a comprender. Ahora, sabía que había algo mucho más grande y oscuro detrás de la enigmática mujer. Y estaba dispuesto a descubrirlo, aunque le costara todo lo que tenía.

FIN DEL PRIMER CAPITULO





 

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