miércoles, 22 de marzo de 2023

Historia: "El Guardián de Orión"

 


El Guardián de Orión

 

Unos cuantos miles de años atrás, la humanidad había conquistado el sueño de viajar entre las estrellas. Sin embargo, ese logro no se tradujo en un avance universal del conocimiento ni en una era dorada para la humanidad. En lugar de eso, una serie de catástrofes globales y desastres naturales erosionaron la base cultural y científica de la Tierra. El saber se fragmentó, y aquello que una vez fue un patrimonio común quedó reducido a secretos guardados celosamente por unas pocas élites. 

Las naves intergalácticas que surcaban los vacíos estelares eran auténticos colosos, reliquias de un pasado glorioso cuya construcción y funcionamiento solo un puñado de ingenieros aún entendía. Estas personas no eran veneradas como científicos, sino temidas como guardianes de un conocimiento arcano, incomprensible para la mayoría de los mortales. El resto de la humanidad los veía con una mezcla de fascinación y desconfianza, comparándolos con los antiguos alquimistas o hechiceros de las leyendas. 

Los científicos y técnicos que dominaban la tecnología vivían en enormes estaciones espaciales, alejados de los planetas poblados. Se organizaban en castas herméticas, donde el conocimiento se transmitía de padres a hijos como un legado familiar. Sus estaciones eran verdaderas fortalezas, repletas de laboratorios y bibliotecas digitales a las que nadie más tenía acceso. A menudo se negaban a compartir su saber con los habitantes de los planetas, temiendo que esos conocimientos cayeran en manos equivocadas y pudieran desatar una nueva era de destrucción. 

A los habitantes de los mundos terraformados, el funcionamiento de una nave o la tecnología que mantenía en pie sus precarios ecosistemas les parecía pura y simple magia. Aunque muchos deseaban aprender, los ingenieros veían a la mayoría de la humanidad como bárbaros incapaces de entender los fundamentos básicos de la ciencia. 

En los planetas habitados, la mayoría vivía en condiciones primitivas, reconstruyendo sus vidas con herramientas rudimentarias y conocimientos parciales. Las leyendas sobre cómo funcionaban las naves espaciales o las estaciones de abastecimiento abundaban, mezclándose con mitos y supersticiones. Para los agricultores y trabajadores manuales, las estaciones espaciales eran castillos en el cielo, y los técnicos que las mantenían, se parecían a dioses inalcanzables. 

Kael era un joven curioso de los secretos del universo y de la historia. Estaba conversando con Tahlia, su novia, mercader de especias y hierbas, pero conocida por todos como una gran narradora de historias y supersticiones. 

Kael estaba mirando las mercancías que Tahlia exhibía en el mercado cuando preguntó. -"Tahlia, ¿por qué siempre dices que no debemos mirar a Mintaka por la noche? ¿Es solo otro cuento como el de los espíritus de la nebulosa?"-  

Tahlia respondió con una sonrisa astuta mientras medía un saco de especias. -"No es un cuento, Kael. Dicen que en Mintaka, la del Cinturón de Orión,  se escuchan voces si uno mira demasiado. Las brujas espaciales susurran secretos a los curiosos, pero esos secretos siempre tienen un precio."-  

Kael preguntó, algo incrédulo. -"¿Brujas espaciales? ¿Qué podrían querer de los hombres? La mayoría apenas tiene para comer, ¿qué podría  ofrecer la especie humana a las brujas?"- 

Al contestar, Thalia se mostró seria. Y se acercó a Kael para decirle en susurros. -"No es oro lo que quieren. Es algo mucho más valioso: tu cordura, tus sueños, tal vez incluso tu alma. Conozco a un piloto que pasó cerca de Mintaka y regresó... cambiado. Nunca volvió a dormir en paz."- 

Kael se rió sarcástico. -"O quizás solo estaba cansado de escuchar historias de miedo como las tuyas."- 

Tahlia se rió con ganas de la broma de Kael. Respondió dándole un cariñoso golpecito en el brazo con la palma de su mano. -"Ríete si quieres, pero las estrellas no olvidan. Y tampoco perdonan."-

El Cinturón de Orión era una región del espacio envuelta en misterio y prohibiciones. Aunque el tránsito interestelar había mapeado miles de sistemas, ese rincón del universo seguía siendo un territorio inexplorado, que inspiraba temor y fascinación.

Los humanos habían desarrollado una leyenda. En el centro del Cinturón, se encontraba un planeta errante. Y en su superficie, se extendía un desfiladero que terminaba en la mítica Biblioteca de Alejandría. 

Según las historias que se contaban en los mercados espaciales y las tabernas de estaciones orbitales, la Biblioteca había sido creada por los primeros humanos, y estaba protegida por un vigía cósmico al que llamaban ‘El Guardián de Orión’. Su fuerza destructiva aniquilaba a cualquiera que se acercara demasiado. Nadie sabía si era una criatura, una anomalía espacial, o simplemente una manifestación de la imaginación humana, pero el resultado era el mismo: los que se aventuraban allí jamás regresaban.   

Según esta leyenda al final del desfiladero, un túnel conducía a la Biblioteca Cósmica de Alejandría. Desde tiempos inmemoriales se contaba que los primeros colonos espaciales, temerosos de perder su historia y conocimientos en un universo en expansión, habían creado este vasto depósito de información. Allí, a salvo de las catástrofes, yacían los registros completos de la humanidad, desde sus primeras civilizaciones hasta los últimos avances científicos antes de la caída del conocimiento. 

Kael y Thalia estaban en la sala de recreo de la nave 'Errante', conversando animadamente mientras el ajetreo de los pasajeros discurría tranquila y pausadamente. Volvían a la Tierra, luego de unas breves vacaciones. Las pantallas de la nave mostraban la trayectoria, que pasaría algo alejada del cinturón de Orión. Las tres estrellas se mostraban como un parpadeo distante de luces estelares. 

Kael estaba mirando fijamente la pantalla de navegación. -"¿Sabías que los antiguos llamaban a este lugar ‘la garganta del olvido’?"-  

Thalia, recostada en su asiento, estaba jugueteando con un pequeño amuleto. -"Y también ‘la puerta al infinito’. Tiene nombres para todos los gustos, dependiendo de cuánto te guste el drama."- 

Kael se giró para ver el rostro de la joven. —"Pero piensa en esto: si la biblioteca existe, si realmente está allí, ¿te imaginas lo que podríamos encontrar? La historia completa de la humanidad, Thalia. Los textos perdidos, los conocimientos que se borraron con las catástrofes..."- 

Thalia no se mostró conmovida. Alzando una ceja, preguntó. -"¿Y qué harías con todo ese conocimiento, Kael? ¿Llevarlo a un planeta lleno de campesinos que todavía creen en maldiciones y brujas?"- 

Kael meneó la cabeza mientras respondía con un leve tono de frustración. -"No se trata solo de eso. Se trata de reconstruir lo que fuimos, de entender cómo llegamos hasta aquí. Tal vez incluso de aprender de nuestros errores. Podríamos abandonar la edad oscura."- 

Thalia dejó el amuleto sobre una mesa y mirándolo directamente, le preguntó. -"¿Y el Guardián? ¿Qué piensas de él?"- 

Kael desvió la mirada hacia la ventana para observar las estrellas lejanas. -"No lo sé. Quizás sea una defensa automatizada, algo que los colonos dejaron para proteger la biblioteca. O tal vez... algo más."- 

Thalia sonrió con ironía. -"¿Algo más? ¿De qué tan ‘algo más’ estamos hablando? ¿Un monstruo cósmico? ¿Un espíritu vengador? ¿O tal vez es solo un mito para mantenernos alejados?"- 

Kael suspiró con impotencia mientras admitía su desconocimiento del tema. -"Quizás. Pero todas las leyendas tienen algo de verdad, ¿no?"- 

Thalia volvió a recostarse, pensativa. -"O tal vez lo único real sea que a los humanos nos encanta inventar monstruos para explicar lo que no entendemos."- 

Kael sonrió ligeramente. -"Quizás. Pero si el túnel está ahí, si la biblioteca está ahí... ¿No vale la pena arriesgarse?"- 

Thalia lo miró con un brillo de desafío en los ojos. -"Solo si el Guardián no está de humor para destruirnos primero."- Sonrió divertida. -"En momentos así, agradezco que no seas un piloto"- 

La conversación quedó suspendida en el aire, mientras el 'Errante' continuaba su silencioso avance hacia su destino a la Tierra. 

El bar de la posada de Kael, era conocido como un lugar rústico pero acogedor. Zara Korring, una piloto de espíritu rebelde, estaba sentada en una mesa junto a su novio Anton Rodrik, rodeada de paisanos locales mientras Kael, el dueño de la posada y su amigo, atendía la barra.

El ambiente estaba animado por las historias, peleas y discusiones que siempre encuentras en los parajes de la Tierra.

La posada estaba alumbrada por lámparas que mostraban llamas de luces temblorosas, que se movían cuando la puerta se abría para recibir a los paisanos locales. Un grupo de ancianos hablaba sobre la leyenda del Guardián de Orión.

Kael se apoyaba en la barra, mientras servía una jarra de cerveza. -"Te lo digo, Zara, el guardián no es solo un cuento. Mi abuelo conoció a un tipo que juraba haber visto cómo una nave quedó pulverizada apenas se acercó al planetoide.”- 

Un paisano calvo asintió con gravedad. -"Es verdad, Kael. Dicen que las luces del guardián brillan como mil soles antes de atacar."- 

Otro paisano de pelo gris señalaba con un dedo arrugado. -"Y no solo eso. Algunos creen que el guardián no es una máquina, sino una criatura viva, algo que dejaron los primeros colonos para proteger la biblioteca."- 

Zara cruzó los brazos, con una sonrisa irónica. -"¿Una criatura? ¿Qué sigue? ¿Que respira fuego?"- 

Anton estaba riendo mientras tomaba un sorbo de su vaso. -"Déjalos, Zara. Es su manera de añadirle sabor a la vida."- 

El tercer paisano, de largos cabellos blancos dijo golpeando la mesa con la mano. -"¿Y tú qué sabes, joven? ¿Has estado allí?"- 

Zara miró al viejo con desafío. -"Él no, pero yo podría ir ¿Por qué no? Si todo esto del guardián es cierto, alguien debería haberlo documentado ya, ¿no? ¿Dónde están las pruebas?"- 

Kael la miró, incrédulo mientras levantaba una ceja. -"¿Estás diciendo que irías al Cinturón de Orión?"- 

Zara asintió con determinación. -"Claro que iría. Mi nave está en perfectas condiciones, y a diferencia de estas historias, sé manejar tecnología real, no supersticiones."- 

Anton casi se atragantó con su cerveza. Girándose hacia ella, dijo preocupado. -"Zara, no hablas en serio."- En el fondo, él no despreciaba las leyendas.

Zara le miró de arriba abajo mientras decía con seguridad. -"¿Por qué no? Alguien tiene que demostrar que todo esto es solo un montón de mitos."- 

El primer paisano, sonrió con incredulidad. -"Ja, ja. Claro, jovencita. Y cuando vuelvas, ¿qué dirás? ¿Que el guardián te dejó pasar porque le caíste bien?"- 

El segundo paisano golpeó la mesa con su puño. -"Si quieres probarlo, necesitamos testigos. Nadie te va a creer solo por tu palabra."- 

Kael intervino pensativo. -"Si Zara está dispuesta a intentarlo, yo voy con ella. Podrán confiar en mi palabra ¿No?."-

Anton intervino sorprendido. -"¿Tú también? ¿Qué le has puesto a estas bebidas? ¿Por qué todos quieren ir allí?"- 

Kael le respondió al novio de su amiga, Zara. -"Porque quiero ver con mis propios ojos qué hay ahí fuera. Y porque alguien tiene que asegurarse de que ustedes no se metan en más problemas de los necesarios."- 

Anton lanzó una carcajada. -"No digas ustedes. No pienso ir al Cinturón de Orión por una apuesta de borrachos."- 

En ese momento, Thalia entró en el bar, con el cabello revuelto por el viento. Al ver la discusión, se dibujó en su cara una expresión de curiosidad. Mirando a todos preguntó. -"¿Qué está pasando aquí?"- 

Kael señaló a Zara con una sonrisa. -"Zara dice que irá al Cinturón de Orión. Que va a enfrentarse al Guardián. Yo quiero ir también."- 

Thalia miró a la piloto con incredulidad. -"¿Hablas en serio?"- Se dirigió a su novio. -"¿Tú también lo dices en serio?"- 

Zara simplemente se encogió de hombros. -"¿Por qué no? Alguien tiene que probar que todas estas historias son solo humo."- 

Kael señaló con la cabeza a Zara -"Dice que no hay peligro. Confío en ella. La conozco de toda la vida."- 

Thalia se cruzó de brazos, negando lentamente con la cabeza, lanzó un suspiro. -"Que más da… No me queda más remedio. Entonces yo también voy."- 

Anton protestó -"¿Es que todos están perdiendo la cabeza aquí?"- 

El tercer paisano, de largos cabellos reía mientras levantaba su vaso. -"Si regresan vivos, tendrán nuestro respeto... y nuestro dinero. Pero queremos pruebas, algo que podamos ver con nuestros propios ojos."- 

Zara le miró sonriendo con confianza. -"Lo tendrás. Te prometo que cuando volvamos, el Cinturón de Orión será solo otra región del espacio, y no una maldita leyenda."- 

Thalia le miró con una mezcla de admiración y escepticismo. -"Muy bien, piloto. Pero si morimos, quiero que sepas que será tu culpa."-

Kael, mientras reía de buena gana, levantó su jarra. -"¡Entonces hagámoslo oficial! Al Cinturón de Orión."- 

Anton abrió los ojos suspirando con resignación. -"A veces me pregunto cómo es que me enamoré de una loca como tú, Zara. Y tus amigos no se quedan atrás..."-

Zara le dió un beso rápido en la mejilla. -"Porque sin mí, tu vida sería muy aburrida."- 

La discusión quedó sellada con un brindis improvisado. El destino de la expedición estaba decidido: se enfrentarían al cinturón de Orión, al guardián y a la leyenda que mantenía a tantos en el temor.

Un par de meses después, Zara, Anton, Kael y Thalia miraban con incredulidad los controles de la nave  que, de repente, habían comenzado a fallar. La nave se sacudió levemente y comenzó a desviarse de su rumbo, como si una fuerza invisible la empujara hacia otro destino. Los intentos de recuperar el control fueron inútiles.

Zara intentaba retomar el control. Con voz preocupada, preguntó mientras miraba la pantalla del panel. -"¿Qué demonios está pasando? ¡La nave no responde! ¡Nos estamos desviando!"-

Anton atinó a hablar. -"Hay algo aquí que está interfiriendo con los mandos. Es como si nos estuvieran... redirigiendo."-

Kael miraba con desconfianza las pantallas. -"No parece un fallo técnico común. Está más allá de nuestras capacidades."-

Thalia miraba por la ventanilla, tratando de ver alguna nave o algo que estuviera interfiriendo con ellos. -"¿Estamos siendo arrastrados hacia algún lugar en particular?"- Nadie pudo responderle.

La nave continuó su vuelo sin que pudieran hacer nada por evitarlo. Al principio, la zona del espacio en la que se encontraban parecía vacía, pero pronto comenzaron a observar miles de desechos estelares flotando a su alrededor. Meteoritos, fragmentos de naves destrozadas, restos de viajes fallidos, y una extraña quietud que parecía envolverlos.

Zara preguntó nerviosa. -"¿Qué es todo esto? ¿Por qué hay tantos... desechos flotando por aquí? Parece un cementerio de naves."-

De repente, la nave se sacudió violentamente antes de aterrizar con un estruendo sordo sobre la superficie de un planeta desolado. Un destello de luces rojas iluminó el panel de control, seguido por una voz grave que resonó en sus oídos.

La voz se sintió con un tono autoritario y distante. -"Esta es la zona de control de Ishkuron. La nave que habéis traído ha sido dirigida aquí por la voluntad de aquellos que custodian lo prohibido. Sois ahora prisioneros, y no partiréis hasta que hayáis demostrado que sois dignos de acceder al conocimiento guardado en la Biblioteca. Solo los valientes, los sabios y los verdaderos pueden cruzar el umbral. Los demás permanecerán aquí, como tantos otros antes que vosotros."-

Thalia frunció el ceño, mirando a los demás. -"¿Ishkuron? ¿Biblioteca? ¿Ishkuron es el Guardián? Este lugar no es un planeta perdido... todo era verdad..."-

Kael miraba el paisaje desolado a través de la ventana. -"No importa quién sea, lo que importa es que nos tiene atrapados. No es casualidad. Algo o alguien está jugando con nosotros."-

Con un leve suspiro, Zara se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la salida, seguida de los demás. Después de colocarse los trajes, abrieron la escotilla de la nave. Una extensa planicie cubierta de escombros, naves estelares y restos de viajeros se extendía kilómetros a la redonda. El horizonte se extendía sin fin.

Anton murmuró mientras miraba en todas direcciones. -"Esto es... macabro. ¿Cuántas naves hay aquí? Y estos restos... algunos parecen estar desde años atrás…"-

A lo lejos, vieron un resplandor que cortaba las penumbras del planeta. Era un portal iluminado que parecía flotar a varios kilómetros, invitándolos a acercarse.

Zara, observando fijamente y apuntando a las luces, dijo. -"¿Lo ven? Creo que debemos dirigirnos hacia allí. Tal vez es el acceso a la biblioteca."-

Al avanzar, vieron centenares de cuerpos esparcidos, algunos descompuestos, otros recientes. Eran de aquellos viajeros que, como ellos, intentaron buscar la Biblioteca. Sus rostros estaban congelados en expresiones de desesperación.

Kael observó desconfiado. -"No me gusta esto. Es... bizarro. ¿Qué pasó con todos esos cadáveres?"-

Thalia, que estaba a su lado, dijo con voz suave y temblorosa. -"Eran viajeros como nosotros. Los restos de los que fracasaron... Podríamos terminar como ellos."-

Anton trató de mantener controlado el pánico creciente que sentía. -"Esto no será nuestro destino. Sigamos adelante. No tengo intenciones de ser uno de ellos."-

Zara apretó los puños. -"Vamos al portal. Allí nos esperan algunas respuestas."-

Kael estaba alerta, mirando alrededor. -"El Guardián dijo que seríamos prisioneros hasta demostrar que somos dignos. ¿Qué significa eso? ¿Cómo probaremos nuestra valía? ¿Acaso solo atravesar este desfiladero es suficiente?"-

Avanzaron hacia el portal. Mientras caminaban, cada paso parecía acercarlos más a pruebas y obstáculos que aún no comprendían por completo. A medida que el grupo se acercaba al portal, la voz resonó en los cascos, proveniente del mismo Guardián que los había advertido.

El que se había identificado como Ishkuron, sonó severo. -"Solo los dignos pueden acceder a la Biblioteca. Si caéis, vuestros cuerpos quedarán entre los escombros, y el conocimiento permanecerá vedado para siempre."-

Con esos susurros de advertencia, las puertas se abrieron y el grupo atravesó el portal, sintiendo el peso del incierto camino que les esperaba.

Al cerrarse las puertas tras su ingreso, Zara, Anton, Kael y Thalia se encontraron en un gigantesco pasillo. Las paredes estaban recubiertas de un material oscuro y suave que reflejaba levemente la luz de las lámparas suspendidas en el aire. Parecía un desfiladero interminable, tan largo que los detalles se desvanecían a lo lejos. Al final, una puerta iluminada resplandecía como un faro. Lo que había más allá era un misterio, pero todos pensaban que era el camino que los llevaría hacia la Biblioteca de Alejandría.

Al avanzar en el pasillo, la presencia de Ishkuron el Guardián, se hizo sentir. Su voz profunda y resonante, que parecía provenir de todas y de ninguna parte al mismo tiempo, los alcanzó mientras avanzaban paso a paso.

La voz dijo en tono grave. -"Bienvenidos, viajeros. Este es el umbral que separa el conocimiento de la ignorancia, la verdad de la mentira. Solo los dignos pueden atravesar al otro lado. Soy Ishkuron el Guardián, y no permito que ningún ser pise la biblioteca sin haber probado su valía. Aquellos que no pasen las pruebas quedarán condenados a muerte. No hay escapatoria. Si no desean ser probados, volverán atrás y permanecerán en este planeta indefinidamente, muriendo por hambre, sed o enfermedad. O pueden someterse a la prueba y demostrar que son dignos del conocimiento que guarda la Biblioteca. "-

La cámara fue presurizada. Procedieron a quitarse los cascos.

Zara miró a los demás. -"No vinimos aquí para retroceder y morir, ¿verdad? No podemos darnos por vencidos tan fácilmente."-

Anton miraba a su alrededor. -"Ishkuron... el Guardián no era una leyenda. Es una megamáquina diseñada para proteger la semilla del conocimiento."-

Kael miraba al final del pasillo, con los ojos entrecerrados. -"Si es una máquina, significa que su programación debe seguir reglas. Si seguimos las reglas, tal vez podamos sobrevivir. Pero... ¿qué tipo de prueba nos espera?"-

Thalia estaba llena de dudas. -"El precio de fallar es la muerte."-

La voz de Ishkuron interrumpió su charla con tono monótono -"Podéis elegir entre varias pruebas. La Prueba del Coraje pondrá a prueba vuestra voluntad frente a los miedos más profundos. La Prueba del Sacrificio os exigirá renunciar a algo invaluable para avanzar. La Prueba de la Sabiduría pondrá a prueba vuestra capacidad de tomar decisiones sabias en circunstancias extremas. La Prueba del Desapego os desafiará a liberar vuestras posesiones más preciadas. La Prueba de la Empatía medirá vuestra capacidad de sentir lo que otros sienten. La Prueba de la Integridad pondrá en duda vuestra moralidad. La Prueba del Tiempo os confrontará con lo efímero de la vida y la muerte. Y la Prueba del Corazón, buscará la pureza de vuestros sentimientos y la fuerza de vuestra humanidad. Elegid sabiamente."-

Zara miraba a los demás, pensativa, pero segura de lo que estaba por decir. -"La 'Prueba del Corazón'... No sé qué esperar de las demás, pero esta suena como algo que se refiere a lo más profundo de nosotros, lo que realmente somos. Creo que es lo que necesitamos."-

Anton asintió con fuerza. -"Suena a lo que nos define como seres humanos, lo que sentimos, lo que amamos y lo que estamos dispuestos a perder."-

Kael miraba a Thalia, buscando su opinión. -"Thalia, ¿tú qué opinas?"-

Thalia miró el suelo por un momento, pensativa, antes de levantar la cabeza y hablar con voz firme. -"Creo que es la prueba correcta para nosotros. En el fondo, siempre hemos sido impulsados por lo que sentimos. Lo que está en juego no es solo el conocimiento, sino la verdad sobre nosotros mismos. Vamos por ello."-

Con la decisión tomada, Zara, Anton, Kael y Thalia se dirigieron hacia el final del pasillo. Mientras se acercaban, una intensa luz los envolvió.

Ishkuron habló desde las sombras. -"Entonces, que la prueba del corazón comience."- Hizo una pausa. -"Es la esencia de lo que sois. ¿Vuestro corazón es puro? ¿Son vuestras emociones las correctas? ¿La fuerza de vuestros lazos es verdadera? Responded y sabré si sois dignos."-

El desafío había comenzado, y ninguno sabía qué esperar, pero todos comprendían que en el interior de sus corazones hallarían la clave para superar la prueba.

El Guardián creó una superficie luminosa en el aire frente a los cuatro amigos. No era un espejo físico, sino una superficie fluida, casi líquida, que temblaba suavemente. Emanaba un resplandor suave y penetrante, como si reflejara el espacio y las almas de quienes lo miraban. Un silencio profundo llenó el ambiente, mientras la tensión en el aire era palpable.

El Guardián de Orión explicó con voz serena y profunda. -"Este es el Espejo del Alma. Lo que veáis aquí no serán vuestros rostros. Serán las versiones distorsionadas de lo que sois en lo más profundo de vuestro ser. El espejo refleja las sombras del alma, aquellas a las que teméis enfrentar, pero que debéis reconocer para continuar."-

Con un suave susurro, las imágenes comenzaron a materializarse en el espejo. Cada imagen mostraba una versión distorsionada del que se paraba delante del artefacto. Y reflejaba momentos clave de sus vidas. Las imágenes transmitían duda, sacrificio, coraje, traición y deseo. Cada persona veía  algo diferente, pero todos se enfrentaban a sus peores miedos y a los errores más profundos que habían cometido.

Zara fue la primera en ver su reflejo. El espejo mostraba a una líder poderosa, pero su rostro se iluminaba con una feroz ambición. La escena mostraba a una Zara temerosa del fracaso, que había abandonado a sus amigos y había traicionado sus lealtades.

Zara respiró hondo, casi en un susurro. -"No... No quiero ser esa persona."-

Anton fue el siguiente en ver su reflejo. En su caso, se mostró a un hombre valiente, pero impulsado por la desesperación. La desesperación por lograr objetivos lo había llevado a despreocuparse por el costo moral de sus acciones. Su alma reflejaba un hombre que había usado a otros como peones para conseguir sus logros.

Anton dijo con voz temblorosa. -"¿Era por el bien de todos, o solo por mí mismo?"-

Kael no pudo evitar mirar su reflejo con tristeza. El espejo le mostraba que había tomado decisiones egoístas. Su afán por proteger a seres queridos había justificado cualquier acción. Kael veía a otros sufrir por sus elecciones, mientras cerraba sus ojos a las consecuencias.

Kael dijo en voz baja, casi inaudible. -"Lo hice por ellos... pero ¿era la manera correcta?"-

Thalia fue la última en enfrentar su reflejo. La versión de sí misma estaba inmersa en el conocimiento, pero con una sed insaciable de poder. Su sabiduría la había llevado a controlar a los demás, usando el conocimiento para imponer su voluntad.

Thalia cerró sus ojos, mientras una lágrima recorría su mejilla. -"¿En verdad buscaba el conocimiento, o solo el control sobre los demás?"-

Ishkuron habló nuevamente, imponente y sereno. -"Todos estáis definidos por luces y sombras.  Ahora tenéis una elección: podéis destruir lo que refleja el espejo, y alterar el flujo natural de vuestras almas para ser la mejor versión de vosotros... Pero eso tiene un precio. Reescribir lo que el espejo reflejó alterará  lo que sois ahora. Se modificará todo vuestro pasado, pero también se romperán vuestras relaciones actuales. Si elegís modificar lo visto, lo haréis a costa de vuestra esencia."-

La tensión creció mientras los cuatro se miraban entre sí. La presión de la elección era aplastante. ¿Deberían destruir sus reflejos oscuros y cambiar sus destinos? ¿O aceptar lo que veían, sus defectos y seguir adelante con la sabiduría adquirida?

Zara dijo en una confesión. -"No puedo negar lo que soy. Pero tampoco quiero cambiar para ser otra persona. La ambición no es todo lo que soy. Necesito mejorar mi equilibrio... la empatía... la humildad. Solo entonces puedo ser verdaderamente fuerte."-

Anton respondió. -"Mi vida no está formada solo de logros. También me define lo que estoy dispuesto a sacrificar... y lo que he hecho para llegar aquí. Mis errores son míos, pero debo aprender de ellos. No quiero cambiar. Quiero mejorar."-

Kael dió un paso al frente. -"He hecho cosas por amor, por proteger a los míos... pero no puedo ignorar el daño que causé. Necesito cambiar. Tampoco quiero ser otro. Quiero cambiar. "-

Thalia aceptó lo que había visto en su reflejo. -"El conocimiento no debe ser usado para controlar a otros. La sabiduría verdadera se encuentra en escuchar, en aprender, no en imponer. Necesito aprender que el poder que busco no es lo que realmente necesito. Debo aprender que el poder es un medio para lograr lo que quiero."

Con sus decisiones tomadas, los cuatro se enfrentaron a sus reflejos, que comenzaron a distorsionarse, desvaneciéndose poco a poco ante su aceptación de lo que eran.

Ninguno destruyó las versiones oscuras de sí mismos, sino que las aceptaron como parte de su humanidad, comprendiendo que esos aspectos no los definían por completo, pero formaban parte de lo que debían superar para avanzar.

El Guardián observó pacientemente cada decisión. -"Habéis aceptado lo que sois. Habéis elegido humildad, aceptación y equilibrio.  El  conocimiento no es poder. Es responsabilidad. Aquellos que sean capaces de enfrentar sus propios reflejos, conocer las luces y sombras que les definen, son dignos de acceder a la Biblioteca."-

El pasillo comenzó a iluminarse más.

La puerta hacia la Biblioteca de Alejandría se abrió mientras el Guardián de Orión repetía como un mantra inolvidable  -"El que busca la sabiduría no debe temer el camino, pues es en la travesía donde se revela la verdad."-

FIN





 

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