Memorias de Un Mundo Muerto
Capítulo #7 “Planificando el Ataque”
Habían pasado un par de meses desde que la paranoia de Logos alcanzó su punto más crítico. Durante ese tiempo, María Magdalena había vivido bajo una constante vigilancia, limitada en sus movimientos y bajo el escrutinio de los pretorianos. Sin embargo, con el paso de las semanas, el pico inicial de locura de Logos parecía haber disminuido, y el líder, aparentemente más calmado, le había permitido a María cierta libertad, aunque siempre bajo pretextos cuidadosamente calculados.
Uno de esos permisos fue volver a autorizar su salida de la fortaleza con la excusa de ir al mercado a buscar alimentos. María Magdalena aprovechaba esas salidas con cautela, consciente de que era seguida por algún pretoriano encubierto que se convertía en los ojos y los oídos de Logos. Con el paso del tiempo, se había vuelto bastante hábil en sus habilidades de camuflaje y sobre todo, en su capacidad de perderse entre la multitud para desorientar el pretoriano o al espía de turno y esfumarse entre la multitud y los mercaderes.
Ahora, esas salidas y sus habilidades le otorgaban la oportunidad perfecta para reunirse con el grupo que había formado junto a Solomon, Lyara y Julius.
Ese día en particular, María llegó a la tienda de Solomon al caer la tarde, como siempre, asegurándose de no ser seguida. Solomon la recibió con un abrazo y un beso una vez cruzada la puerta trasera de la tienda y, bajando hacia el sótano, se unió al resto. Lyara estaba sentada junto a una mesa cubierta de herramientas y algunas partes electrónicas, mientras Julius inspeccionaba algunos esquemas que habían conseguido del holograma robado.
—"Llegaste justo a tiempo"— dijo Solomon mientras cerraba la puerta de acceso al sótano. –“Tenemos mucho de qué hablar. “-
—"¿Qué novedades hay?"— Preguntó María Magdalena, quitándose la capa con la que se cubría para pasar desapercibida.
—"Avanzamos un poco más en la interpretación de los datos del mapa tridimensional"— Respondió Julius, mostrándole el dispositivo portátil con una proyección holográfica activa. —"Parece que las áreas más protegidas no solo están relacionadas con el control de los chips. Hay algo más en juego."-
—"¿Algo más?"— Repitió María, frunciendo el ceño.
—"Sí"— Intervino Lyara, señalando un punto específico en el mapa —"Creemos que este sector esconde otras cosas además del dispositivo de control. Según los fragmentos de información que hemos descifrado, podrían haber archivos completos de información. Detalles sobre los habitantes de Elyndria, sus orígenes... incluso registros de lo que ocurrió antes de nuestra llegada aquí."-
María Magdalena se inclinó sobre el holograma, observando con atención. La perspectiva de descubrir los secretos mejor guardados de Elyndria le aceleró el corazón.
—"Si lo que dicen es cierto, esto podría ser clave"— Murmuró —"Pero también significa que Logos no permitirá que nadie se acerque. El lugar debe estar repleto de trampas y seguridad."-
—"Exactamente"— Dijo Solomon, cruzándose de brazos —"Por eso debemos planear nuestro próximo movimiento con precisión. Si vamos a infiltrarnos de nuevo, esta vez tendremos que ser más cuidadosos que nunca."-
—"Eso significa también que debemos estar preparados para lo peor."— Añadió Lyara con seriedad, mirando a cada uno de ellos a los ojos. —"Si nos descubren, no habrá segunda oportunidad."-
El grupo asintió en silencio. Sabían que el tiempo no estaba de su lado y que cada paso en falso podría sellar su destino. Pero también sabían que estaban cada vez más cerca de entender la verdad sobre Elyndria, Logos y el misterioso propósito de ese mundo.
El grupo había descubierto que en el complejo industrial había un dispositivo crítico, una especie de antena emisora de señales que controlaba los chips implantados en los habitantes de Elyndria. Habían logrado identificar su ubicación en el mapa holográfico, pero hasta el momento, no podían comprender por completo cómo funcionaba o qué hacía exactamente. El código que controlaba su funcionamiento estaba protegido por un cifrado increíblemente complejo, demasiado avanzado para descifrarlo con los recursos limitados que tenían en el subsuelo de la tienda de Solomon.
Solomon, sentado frente a la computadora robada del complejo, se frotaba las sienes con frustración. Las pilas de Bagdad funcionaban como una batería primitiva, para alegría de Julius, porque cada vez que Solomon necesitaba trabajar con la computadora, era el elegido para pedalear como un velocista.
Ahora la pantalla proyectaba líneas interminables de código ensamblador y patrones que cambiaban constantemente, como si la propia programación estuviera diseñada para confundir a cualquier intruso.
—"Esto es un rompecabezas"— Dijo, golpeando suavemente la mesa con el puño —"Este nivel de cifrado está más allá de lo que puedo abrir con las herramientas que tengo aquí."-
Julius se inclinó sobre su hombro, examinando la pantalla.
—"Es como si el código tuviera una capa que muta constantemente"— Comentó—"Cada vez que intentas descifrarlo, parece reconfigurarse. ¿Crees que sea un sistema de autodefensa?"-
—"Si. Es una especie de polimorfismo. Se aplicaba mucho en algunos virus informáticos en la Tierra. Para no ser reconocidos por los antivirus, que buscaban patrones fijos, no variables."- Respondió Solomon, girándose hacia él —"Si pudiéramos acceder al dispositivo directamente, quizá encontraría un protocolo para descifrar su contenido."-
Lyara, que estaba sentada cerca con los brazos cruzados, intervino:
—"Acceder al dispositivo directamente significa volver al complejo industrial, esta vez mucho más cerca del centro de mando. ¿Te das cuenta del riesgo? Esa área debe estar protegida como una fortaleza dentro de la fortaleza."-
—"Lo sé."— Admitió Solomon, inclinándose hacia adelante con las manos entrelazadas. —"Pero si no desciframos este código, no podremos saber con certeza cómo manipulan los chips. Y si no sabemos eso, jamás podremos liberarnos realmente."-
María Magdalena, que había permanecido en silencio hasta entonces, rompió su mutismo:
—"¿Y si logramos obtener acceso al sistema principal de Logos?"— Sugirió con su voz cargada de tensión —"Es posible que su terminal tenga algún tipo de acceso maestro al dispositivo o al cifrado."-
Los demás se miraron, evaluando la posibilidad. Entrar en el sistema de Logos era un plan que ninguno había contemplado con seriedad hasta ese momento. Era prácticamente un suicidio. Pero la alternativa era quedarse estancados, sin respuestas y sin un camino claro a seguir.
—"Tendríamos que planearlo con cuidado."— Dijo Lyara tras un momento de reflexión. —"Si logramos desviar su atención, quizá alguien pueda acceder a su terminal mientras está ocupado. Pero necesitaríamos una distracción de proporciones épicas para lograrlo."-
—"O más que una distracción... quizá sea más eficaz que tomemos la Fortaleza y atrapemos a Logos."— Añadió Julius. —"No es imposible. Para nosotros cuatro, tal vez, pero podemos reclutar gente. Creo que podríamos tener una oportunidad."-
—"Entonces es tiempo de empezar a planear."— Dijo Solomon con determinación —"Tarde o temprano esto será un paso necesario; es nuestro único medio de tener el control... y detener el plan que llevó a la creación de Elyndria."-
El grupo se quedó en silencio por un momento, dejando que la gravedad de la decisión se asentara en el ambiente. Sabían que lo que estaban a punto de intentar era una jugada extremadamente peligrosa, pero también no podían quedarse cruzados de brazos. El futuro de Elyndria y sus habitantes dependían de ellos, y aunque el precio de su misión fuera alto, estaban dispuestos a pagarlo.
El grupo se sumió en una discusión seria sobre la posibilidad de tomar el control de la fortaleza. Era un tema que ya había surgido en conversaciones previas, pero ahora, con más información sobre el complejo industrial y el alcance del poder de Logos, la idea se hacía cada vez más sólida. Solomon, Lyara, Julius y María Magdalena se sentaron alrededor de una mesa improvisada al lado de la computadora, con los planos holográficos proyectados y los fragmentos de datos recopilados del complejo industrial.
—"Si decidimos hacerlo"— Comenzó Solomon, con el ceño fruncido mientras ajustaba el mapa holográfico. —"Primero debemos considerar los recursos con los que contamos. Sabemos que hay soldados leales que estarían dispuestos a unirse a nosotros. Pero, ¿cuántos necesitaremos para tener éxito? ¿Y cómo los distribuiremos para el asalto?"-
—"Ese es un problema."— Dijo Lyara, tamborileando los dedos sobre la mesa —"No sabemos si Logos tiene tropas de reserva escondidas en alguna parte del complejo subterráneo. Hay áreas a las que nunca hemos podido acceder. Podrían ser almacenes, cuarteles, o incluso hangares con algo peor."-
—"¿Y si tiene una nave?"— Intervino Julius, con tono pensativo. —"Si las cosas se complican para él, podría escapar del planeta y dejarnos aquí para enfrentarnos a las consecuencias. Se nos han dicho que este es el único planeta del universo que habitamos, pero ahora no estoy tan seguro. Si quiere ocultar una forma de huir, lo mejor es mentirnos sobre la verdadera naturaleza de este lugar."-
María Magdalena asintió lentamente, mientras sus ojos estaban fijos en el mapa proyectado.
—"Yo también lo he pensado. Es posible que hayan cosas más allá de este mundo, quizás incluso otros planetas habitados. Y si eso es cierto, podría significar que hemos estado atrapados cientos de años en una burbuja controlada por Logos, sin saber lo que realmente hay fuera."-
Lyara suspiró y cruzó los brazos, inclinándose hacia atrás en su asiento.
—"¿Es posible que estemos habitando un universo diferente al de la Tierra?"- Preguntó, mirando a los demás con seriedad —"Tampoco sabemos en qué tiempo estamos viviendo. No hay referencias. Podrían haber pasado cientos o miles de años desde nuestros recuerdos de la Tierra, si es que este lugar tiene alguna relación con la Tierra."-
Solomon, que había estado en silencio mientras los demás hablaban, finalmente intervino.
—"Creo que la Tierra está muerta desde hace mucho tiempo."— Dijo cargado de convicción —"Todo lo que hemos visto aquí apunta a una civilización completamente distinta, algo diseñado para controlarnos, manipularnos. Si aún existe algo humano en este sistema, está oculto, o destruido."-
—"Quizá no lo sepamos nunca."— Añadió Julius, con un dejo de frustración en su tono —"Pero en algún lugar debe haber respuestas. Este sistema, este planeta... todo fue diseñado con un propósito. Y si entendemos quién lo hizo y por qué, podríamos encontrar algunas respuestas."-
María Magdalena se inclinó hacia adelante, mirando a Julius.
—"Estoy de acuerdo contigo."- Dijo con firmeza —"Si encontramos esas respuestas, podremos decidir nuestro próximo paso con más claridad. Pero mientras tanto, necesitamos prepararnos para lo peor. Si Logos tiene una salida, debemos impedir que la use. Y si tiene fuerzas de reserva, tenemos que estar listos para enfrentarlas. En todos los años que he convivido con él, no puedo decir nada que nos ayude al respecto. Hay zonas enteras de la fortaleza a las que nunca me ha permitido entrar."-
El grupo asintió en silencio, conscientes de las enormes dificultades que enfrentaban. No solo se trataba de derrocar a Logos; había incertidumbres mucho más grandes sobre la verdadera naturaleza de Elyndria, su conexión con el universo, y la posibilidad de que todo lo que conocían fuera una mentira cuidadosamente construida.
El grupo llegó a un acuerdo tras la discusión de la estrategia. Según sus cálculos, Logos disponía de unos 300 pretorianos completamente entrenados y listos para defenderlo. De ese total, estimaban que 200 estaban apostados en la fortaleza, mientras que los otros 100 vigilaban el complejo subterráneo. La suposición de Solomon se basaba en su incursión reciente, donde no había encontrado una presencia significativa de pretorianos en las áreas que exploró.
Julius, siempre metódico, señaló un punto clave.
—"Si vamos a asaltar la fortaleza, alguien debe quedarse a cargo de las tropas para defender nuestro territorio. Los zoolotes han intensificado sus ataques últimamente, y cada vez son más frecuentes y brutales. No podemos dejar nuestras defensas desprotegidas."-
Solomon asintió. Sabía que los zoolotes eran una amenaza constante, pero también tenía claro otro punto importante.
—"No hay manera de negociar con ellos."— Afirmó convencido. —"Intentar un acuerdo de paz como el que tenemos con los pleyadianos es inútil. Los zoolotes no entienden de acuerdos, solo de fuerza."-
Lyara levantó la vista del mapa proyectado y añadió otra preocupación.
—"No olvidemos a los arcturianos. Por el norte también han comenzado a invadir nuestros límites. Si no fortalecemos nuestra posición pronto, podríamos enfrentarnos a una guerra en múltiples frentes."-
María Magdalena, quien había permanecido callada durante un rato, intervino con una idea que parecía unir las piezas del rompecabezas.
—"Tomar el control de la fortaleza no solo nos permitirá tomar el control del planeta y deshacernos de Logos. También consolidará nuestra posición ante las otras razas de Elyndria. Con el dominio sobre la fortaleza, podemos enviar mensajes de fuerza y estabilidad que faciliten futuras negociaciones de paz con las demás especies."-
Todos estuvieron de acuerdo en que tomar la fortaleza era crucial para asegurar el futuro de los humanos en Elyndria. Calculaban que, si lograban reclutar unos 400 soldados leales, tendrían suficientes fuerzas para ejecutar el asalto tanto en la fortaleza como en el complejo industrial. Pero no podían revelar sus verdaderas intenciones de inmediato. Cualquier filtración de información podría ser desastrosa.
Julius sugirió una estrategia que todos aprobaron.
—"Comencemos a reclutar bajo la excusa de crear un grupo de élite. Les diremos que será un cuerpo especial para enfrentar a los zoolotes y proteger nuestras fronteras. Por ahora no necesitan saber que su verdadero objetivo será tomar el control de la fortaleza.”-
Con el plan en marcha, cada uno asumió un rol específico. Solomon y Lyara comenzaron a identificar soldados que pudieran ser leales a su causa. María Magdalena, aprovechando su acceso a la fortaleza, buscó información adicional sobre los pretorianos y cualquier recurso escondido que pudiera ser útil. Julius, por su parte, empezó a diseñar estrategias tácticas para el ataque, basándose en el conocimiento que ya tenían del lugar y el mapa holográfico.
El reloj comenzó a correr. Sabían que no podían permitirse errores, pero también entendían que cada día que pasaba aumentaba el riesgo de que Logos descubriera sus movimientos. La operación debía ser rápida y precisa si querían tener éxito en su rebelión.
Luego de una larga jornada en la que tuvieron que repeler ataques de zoolotes y arcturianos, Julius y Lyara habían buscado refugio en el descanso reparador de la noche. Mientras el hombre dormía profundamente a su lado, Lyara se sumió en una tormenta de pensamientos que la mantuvieron despierta. La imagen de Horatio, su difunto amante, surgió con dolorosa claridad en su mente. Recordó la confusión y el sufrimiento que le causó su muerte, sobre todo aquel detalle inquietante que le mencionaron las tropas que estaban bajo su mando: cómo, por un instante, su cuerpo pareció congelarse antes de perecer. Una sombra de duda y rareza envolvía ese recuerdo, y el misterio aún la atormentaba.
Su atención entonces se desvió hacia Julius. Contempló su rostro relajado en el sueño y sintió un nudo formarse en su garganta. El pensamiento de perderlo era insoportable. Ella misma no temía morir; había aceptado hacía mucho tiempo la brutalidad y la fragilidad de la vida en Elyndria. Pero la idea de quedarse sola, de vagar por este mundo vacío, salvaje y cruel sin él, le resultaba insoportable. Julius le daba una razón para seguir adelante, una esperanza de que, quizás, las cosas podían cambiar.
Cerró los ojos, intentando escapar de sus propios demonios, pero los rostros de aquellos que había matado en combate comenzaron a desfilar frente a ella. Las expresiones de terror, los gritos desgarradores, el eco de sus propias emociones en esos últimos momentos de violencia inevitable. Cada rostro llevaba consigo un peso que nunca podría olvidar. Se estremeció al recordar, y un temblor recorrió su cuerpo, mientras se refugiaba en los brazos de Julius. Él, aún dormido, la abrazó instintivamente, y en ese gesto encontró una chispa de consuelo, un pequeño resguardo de calidez en medio de su tormento interno.
Antes de ceder al sueño, sus pensamientos vagaron hacia un pasado que parecía pertenecer a otra vida. Recordó sus días como médica en un hospital en la Tierra, el bullicio de los pasillos, el ritmo frenético de las urgencias y el orgullo que sentía al salvar vidas. Los rostros de sus padres se formaron nítidamente en su mente, seguidos por las de sus dos hijos y el hombre que había sido su marido. Una punzada de nostalgia la golpeó, un anhelo por un tiempo que ya no existía.
Las palabras de Solomon resonaron de pronto en su mente: si el Archivo de las Almas contenía a los muertos, ¿era posible que sus seres queridos también estuvieran en Elyndria, luchando y matando como ella? La idea le revolvió el estómago, llenándola de asco y repulsión hacia la realidad de ese mundo decadente y podrido. Sentía un profundo desprecio por quienquiera que hubiera diseñado esta perversa existencia. Con ese pensamiento oscuro latente, finalmente se permitió caer en un sueño inquieto, refugiada en los brazos de Julius, la única ancla que le quedaba en medio del caos.
Mientras tanto, en una sala oscura y fría dentro de la fortaleza, se escuchaba el zumbido tenue de los dispositivos electrónicos. Logos estaba sentado frente a una pantalla holográfica, y la imagen de un imponente alienígena, aparecía en el aire. Sus facciones eran apenas discernibles bajo el brillo azul metálico de una armadura que le cubría por completo.
El A-Quon decía con voz profunda y resonante. -"Logos, tu reputación como fabricante competente está en entredicho. El último ejército que nos proporcionaste ha resultado... inaceptable. Sus habilidades en combate están por debajo del estándar. Las pérdidas en los enfrentamientos recientes son intolerables."-
Logos respondió inclinándose ligeramente hacia adelante, con una voz fría y calculadora. -"Te doy mis disculpas, mi señor. Pero debo señalar que cualquier fallo en el desempeño de los combatientes no puede atribuirse exclusivamente a su fabricación. Los parámetros de calidad de mi fábrica son impecables. Quizás tus supervisores o estrategas no supieron equiparlos de la manera adecuada. Eran tropas de asalto, entrenadas para el uso de armas cortas, no láser ni rifles."-
El A-Quon mostró un brillo de amenaza en las ranuras de los ojos. El casco cubría la totalidad de su cabeza y rostro. -"¿Te atreves a culparnos, Logos? No olvides quién sostiene tu posición en Elyndria. ¿O necesitas que te recuerde qué sucedió con tus predecesores cuando no cumplieron nuestras expectativas?"-
Logos se mostró imperturbable, con una leve sonrisa. -"No, no es necesario. Valoro nuestra relación de negocios. Permíteme sugerir una solución. Si este ejército no satisface tus necesidades, puedo proceder a su eliminación inmediata. Sustituiré cada unidad defectuosa con nuevas, completamente optimizadas. Naturalmente, sin costo transaccional para ti. Sólo dime las armas que tienes y prepararé el lote apropiado de combatientes que necesitas."-
El A-Quon respondió con un leve gruñido, evaluando la oferta. -"¿Eliminarlos? ¿Así, simplemente? Son recursos costosos, incluso si no cumplen con nuestras expectativas."-
Logos respondió reflejando desprecio -"Recursos reciclables. Cada uno de ellos es una unidad manufacturada, nada más. Puedo garantizar que el proceso será limpio y eficiente. Si lo deseas, puedo presentar un informe detallado del desmantelamiento. En mi fábrica, no hay lugar para las imperfecciones."-
El A-Quon mostró un tono de desdén. -"No muestras ni un ápice de consideración por estas unidades. No son solo materia prima para nosotros, Logos. Cada uno de ellos tiene un costo asociado, un propósito militar que debe cumplirse. No podemos permitirnos tus errores. Las vidas no nos importan. Pero tus errores nos impiden llegar a nuestros objetivos militares."-
Logos mostró una calma casi mecánica. -"No te equivoques, mi señor. Lo único que me importa es el éxito de nuestra transacción. Y para eso debes estar contento con el servicio que te ofrezco. Los habitantes de Elyndria son elementos reemplazables. Su valor está en su utilidad, no en su existencia. Estoy dispuesto a corregir cualquier defecto porque entiendo que mi reputación, y nuestra alianza, lo exigen."-
Después de una larga pausa, en la que estaba midiendo sus palabras, el A-Quon respondió. -"Más te vale cumplir, Logos. No tendrás una segunda oportunidad si vuelves a fallarnos. Queremos un nuevo ejército en dos ciclos planetarios. Uno que sea capaz de enfrentarse a las fuerzas defensoras sin desmoronarse como una baratija mal ensamblada."-
Logos inclinó ligeramente la cabeza en un gesto de asentimiento y sumisión. -"Considerarlo hecho. El próximo ejército estará a la altura de sus expectativas. Los recursos de nuestra factoría de Elyndria son prácticamente ilimitados."-
El A-Quon mostró un último destello amenazador. -"No lo olvides, Logos. Todos somos reemplazables."-
Logos hizo desaparecer la sonrisa de su cara al momento en que el holograma desapareció . Murmuró para sí. -"Nadie es realmente irremplazable. Ni siquiera ustedes."-
Azotó la mesa con una vara que sostenía entre las
manos. Estaba furioso.
FIN Capítulo 7 “Planificando el Ataque”
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