Memorias de Un Mundo Muerto
Capítulo #6 “Avance Tecnológico”
Solomon emprendió el camino de regreso hacia la fortaleza, buscando el túnel que le permitiría salir al exterior y llegar al campamento humano. Entre las numerosas oficinas técnicas que pudo ver, habían muchas computadoras que podía llevar con él. Estaba seguro que no se echarían de menos. Pero el problema era la falta de electricidad. Si se robaba un equipo ¿Cómo podrían ponerlo a funcionar?
Mientras recorría el camino de vuelta a la entrada del complejo industrial, vio que habían innumerables talleres distribuidos por los niveles, cada uno de ellos repletos de máquinas y herramientas extrañas. En uno de ellos, sus ojos se fijaron en una gran máquina que le recordó a una centrifugadora, pero lo que realmente generó un brillo de lucidez en su mente fue recordar que podía estar equipada con un motor eléctrico. Solomon, con su experiencia pasada en la Tierra, tenía una base sólida en tecnología. Y tuvo una idea repentina: si lograba extraer el bobinado de aquel motor, Julius seguramente podría improvisar un generador eléctrico.
Julius era el experto en electrónica del grupo, y según Solomon, podría construir un generador usando el motor extraído y alguna estructura improvisada. Imaginó una bicicleta acoplada, que al pedalear generaría la electricidad necesaria para alimentar la computadora. Era una solución rudimentaria, pero en Elyndria, donde los recursos eran limitados y la electricidad era inexistente, era la única opción viable.
Con esta idea en mente, Solomon se tomó algunos minutos para desmontar el motor de la centrifugadora. No fue fácil; el lugar estaba vigilado por pretorianos patrullando las áreas cercanas, y cada ruido que hacía al manipular la máquina le parecía un estruendo ensordecedor. Después de varios minutos de tensión y trabajo apresurado, logró extraer el bobinado y escapar del lugar con su preciado botín. Guardó el motor en su mochila y comenzó a buscar alguna oficina con una computadora disponible.
Encontró un cuarto escondido en una esquina del complejo, que tenía tres equipos. Parecía una oficina cualquiera, perdida en el mar de cuartos del complejo. Decidió que reunía las condiciones para que la pérdida de la computadora no resultara evidente. Eligió uno de los equipos de aspecto robusto, claramente diseñada para soportar condiciones exigentes. El aparato era bastante pesado, y Solomon tuvo que emplear bastante fuerza para cargarlo en su mochila.
En total, calculó que llevaba entre treinta y cuarenta quilos en sus espaldas. Intentó ser lo más sigiloso posible, dado que lo que más le preocupaba era poder llevar las noticias de lo que había descubierto en su incursión dentro de la Fortaleza de Logos.
Regresó de su incursión agotado, pero satisfecho porque no lo había hecho con las manos vacías.
Se reunió de inmediato con Lyara y Julius, a los que puso al tanto sobre todo lo que había descubierto en los archivos del sistema y sobre todo, sobre el complejo industrial subterráneo. Sus compañeros quedaron maravillados por el holograma tridimensional que estudiaron en detalle.
Julius fue el primero en inspeccionar el motor eléctrico. -"Esto tiene potencial."- dijo con entusiasmo, mientras comenzaba a trazar mentalmente los esquemas para convertirlo en un generador. Solomon explicó su plan, y aunque parecía descabellado, todos estuvieron de acuerdo en que valía la pena intentarlo.
Antes de montar el generador y la computadora robada, improvisaron dentro de la carpa de Solomon, un subsuelo cavando un profundo pozo, que cubrieron con tablones sobre los que esparcieron tierra y crearon un suelo improvisado. Escondida en un costado, dejaron una puerta con una pequeña escalera que dejaba bajar con relativa comodidad al sótano. Allí montaron el generador eléctrico y conectaron la computadora.
Julius dijo mientras revisaba el generador y ajustaba algunas conexiones. -"Bueno, Solomon, tengo que admitir que esto es bastante impresionante. ¿Cómo se te ocurrió desmontar una centrifugadora para sacar el motor? ¿Sabes cuántas veces he deseado electricidad aquí?"-
Solomon sonrió cansado, con las manos llenas de grasa que usó para la improvisada bicicleta. -"No es que haya tenido mucho tiempo para pensar. Vi el motor, recordé que tú siempre andabas buscando formas de generar energía, y pensé: ‘Bueno, si no hay electricidad, tendremos que fabricarla’. Fue eso o dejar la computadora ahí."-
Lyara cruzó los brazos, mientras expresaba con un gesto de admiración -"Y te arriesgaste tú solo, ¿verdad? Como si meterte en el complejo industrial de Logos no fuera lo suficientemente peligroso. ¿Sabes lo que habría pasado si te atrapaban?"-
Solomon se encogió de hombros -"Lo sé, Lyara. No estaríamos hablando. Pero, si queremos alguna oportunidad real contra Logos y los A-Quon, necesitábamos algo más que ideas y palabras. Esta computadora puede contener información crucial sobre cómo funciona Elyndria. Si no lo intentaba, nos quedaríamos estancados."-
Julius mostró una risa breve, por la satisfacción que le daba esta pequeña victoria. -"Bueno, considerando lo que trajiste, diría que valió la pena. Este motor creo que tiene suficiente capacidad para hacer funcionar más de una computadora, incluso algo de iluminación si lo configuramos bien... Aunque no sé de dónde diablos puedo sacar un foco, o un led... Es una lástima que no tengamos una batería, pero esto es un gran principio."-
Lyara usó un tono más suave al decir -"Entiendo que era necesario, Solomon, pero tienes que ser más cuidadoso, amigo. No podemos darnos el lujo de perderte. Tú eres quien nos está guiando en todo esto."-
Solomon asintió y levantó la mirada brevemente, con una sonrisa. -"No lo hice solo, Lyara. Sin la Ayuda de María Magdaleno no lo habría logrado. Lo demás fue un poco de cuidado y algo de suerte para salir vivo. Ahora, Julius, dime que este generador funciona y que no tendremos que pedalear hasta el amanecer para verlo encender."-
Julius reía de buena gana al conectar los últimos cables. -"Está listo. Alguien tendrá que pedalear por horas mientras otro usa la computadora. ¿Quién se ofrece como voluntario?"-
Lyara rodando los ojos mientras reía dijo. -"Por favor, Julius. Sabes que no seré yo quien pedalee. Pero ahora, solo hazlo funcionar. Esta noche te compensaré."-
Julius se colocó sobre la improvisada bicicleta y comenzó a pedalear con fuerza. -"Está bien, está bien. Veamos si esta maravilla se enciende."-
Después de unos segundos de esfuerzo, las luces de la computadora parpadearon y el sistema comenzó a arrancar. Un zumbido bajo llenó sótano mientras la pantalla se iluminó.
Solomon resopló con alivio, mientras se acercaba a la computadora. -"Ahí está. Lo logramos."- Ojalá María Magdalena pudiera verlo.
Lyara miró la pantalla fascinada. -"No puedo creer que esto realmente funcione. ¿Qué sigue ahora, Solomon?"-
Solomon miró a sus amigos con un gesto de leve turbación. -"Primero, ver qué hay dentro. Si esta computadora tiene enlace al sistema de Logos, creo que podremos descubrir mucho más sobre este mundo. Esto... esto podría ser nuestro primer paso hacia la libertad."-
Julius se frotó las manos emocionado -"Bueno, mientras tú descifras eso, yo voy a trabajar en optimizar este generador. No quiero pedalear cada vez que necesitemos electricidad."- Pensó por un momento -"Estoy pensando en armar una batería como las antiguas pilas de Bagdad, esas que estaban exhibidas en el Museo de Bagdad, en Irak. ¿Te acuerdas de eso, Lyara?"-
Lyara colocó una mano en su frente, como recordando algo vital -"¡Cierto! ¿Cómo no recordarlo? Tenemos cuencos, cítricos en el mercado... y en la herrería puedes pedir que te fabriquen los electrodos."-
Solomon rio mientras decía -"Ha llegado la hora de tecnificar el mundo de Elyndria..."-
Mientras Julius pedaleaba como para una competición, el grupo observó la pantalla encenderse con asombro y esperanza. Solomon sabía que los datos contenidos en esa máquina podían ser la clave para comprender el funcionamiento de Elyndria y encontrar una manera de liberar a sus habitantes. El generador no era solo una fuente de energía; era un símbolo de resistencia y de la voluntad de sobrevivir en un mundo diseñado para controlarlos.
Era de noche en el palacio. María Magdalena estaba en el lecho que compartía con el antiguo Jesús de la Tierra. Completamente desnuda, boca arriba, soportaba los duros embates de un enloquecido Logos que le hacía el amor sin ninguna consideración, cuidado o sentimiento alguno. Cada tanto la mujer emitía un fingido gemido que simulaba placer, clavaba las uñas en las espaldas del hombre y hasta lamía la piel desnuda de su cuello mientras sus piernas le rodeaban. No sentía nada. Excepto asco.
Usaba su experiencia como prostituta en los lejanos días de la Tierra. "¿Cuántos años habrán pasado desde que viví con Jesús en la Tierra?" pensaba, mientras Logos entraba y salía de su cuerpo a un ritmo enfebrecido.
Hacían más de treinta y cinco años que era su consorte. La había elegido en el instante posterior a su resurrección. Y no le había dado ninguna oportunidad. Le había comunicado que sería su consorte o moriría por su espada. Incluso había deslizado el filo del arma por el cuello. Atontada por la resurrección y confundida, no había tenido otra opción que aceptar. Por su cuello aún podía verse una cicatriz que le recordaba que su vida no valía nada. Ahora sabía que le había elegido por su linaje y el pasado que habían tenido en común.
Conocía profundamente a Logos por su convivencia en este mundo. Y no tenía mucho que ver con el hombre que conoció en la Tierra. El Logos de Elyndria no era el mismo de la Tierra. Aquel era una persona profundamente humana. Y se había enamorado de él completamente. María Magdalena había conocido también a su madre, María, la que había engañado al carpintero. Todo el pueblo sabía de eso, pero nunca nadie quiso decir nada para no herir a José. Finalmente los padres de Jesús decidieron abandonar el pueblo en el que habían vivido durante toda su vida. Pero, si bien las circunstancias de su vida no habían sido las mejores, Jesús se había convertido en un ser maravilloso. Por él ella abandonó su vida de prostituta para seguirle.
Pero el Logos que ahora reinaba en Elyndria, la retenía como si fuera un animal. Y no tenía nada de dulce, conmovedor o humano. Para María Magdalena el Mesías de este planeta era un monstruo. No solo le había convertido en una prisionera sexual de lujo, sino que le mantenía aislada del mundo. Solo Lyara se había atrevido a darle su amistad. Y estaba eternamente agradecida por ello.
Lyara provenía del mismo linaje de la madre de Jesús. En esa época los linajes no estaban definidos y por lo que sabía, Lyara era una prima cercana de Logos. En tantos años de compartir el lecho con un demente, María Magdalena había descubierto algunos secretos del desquiciado señor que la obligaba a ser su consorte. Logos ardía de deseos por su prima, pero ella era la única mujer de Elyndria que le había rechazado abiertamente y seguía con vida. Logos le había confesado a María Magdalena que no podía matar a Lyara. Había algo en la mente de él que le impedía dañarla de cualquier modo aun cuando ese fuera su deseo.
La mente enajenada del hombre estaba habitada por demonios que le atormentaban. La última vez que intentó acostarse con su prima, fue rechazado nuevamente. Entonces Logos había provocado la muerte de Horatio. Había usado su computadora para inmovilizarle durante una batalla. Y su rival del momento, le había asesinado.
Cuando Lyara se le acercó por primera vez en el mercado para ofrecerle su amistad, vio lo hermosa, brillante y amable persona que era. Y sabía que le ofrecía su amistad desafiando al líder de los humanos frente a todos. Desde su resurrección solo había tratado con Logos y los pretorianos, de modo que María Magdalena se había aferrado a la doctora como el único contacto que tenía en el mundo. Pero no había forma que pudiera confesarle el secreto que sabía sobre Horatio. Le causaría un increíble dolor, y ya no tenía ningún remedio. No había nada positivo en esa revelación.
Finalmente su repugnante consorte terminó de gemir con un estertor final. Y se corrió a su lado de la cama, liberando su cuerpo.
Fingió que estaba satisfecha, como si hubiera sentido placer. Con cualquier excusa fue al baño. Se sentía sucia, como cada vez que aquel hombre le hacía el amor. Se bañó, tratando de quitarse cualquier rastro del despreciable ser que era Logos. Mientras dejaba que el agua y el jabón deslizaran por su cuerpo, intentó concentrarse en Solomon. Pensar en él siempre le daba esperanza y tranquilidad. Se había enamorado profundamente de ese hombre fuerte y leal. Y estaba dispuesta a dar su vida por él si fuera necesario.
La última vez le había dejado cuando estaba por internarse en las profundidades del castillo. Pero hoy, al recorrer el poblado, preguntó distraídamente a los mercaderes por Solomon. Y se enteró que había salido del hospital y estaba nuevamente dirigiendo las tropas humanas. Su corazón había dado un vuelco de alegría.
En un par de días quería encontrarse con él nuevamente. Pero por ahora, tenía que mantener una completa discreción y un nivel alto de precaución. Logos mostraba signos periódicos de paranoia, y ahora estaba pasando por uno de esos períodos.
La actitud de Logos se volvía gradualmente más desconfiada a través de los años. Sus períodos paranoicos comenzaban con comentarios vagos y miradas inquisitivas, pero pronto se transformaban en restricciones claras: le prohibía el acceso a ciertas áreas de la fortaleza, limitaba sus salidas, insistía en que cualquier movimiento fuera informado con antelación. Ahora, se encontraba prácticamente atrapada.
Sin embargo, María no estaba dispuesta a rendirse. Aprovechó la computadora de juegos que aún tenía en su poder, una herramienta que Logos consideraba inocua, para enviar un mensaje a Solomon. Le explicó las nuevas restricciones y le propuso un plan para seguir en contacto. Seguirían usando un par de áreas dentro de la fortaleza que los pretorianos no patrullaban con frecuencia y donde podrían reunirse sin levantar sospechas. Serviría hasta el momento en que Logos cambiara la contraseña de acceso al túnel.
Cuando se encontraron, María le contó sobre las crecientes sospechas de Logos y las restricciones que le imponía. Solomon escuchó atentamente, compartiendo su preocupación, pero también buscó tranquilizarla. Entre ellos había surgido una conexión que iba más allá de los planes de resistencia o los secretos que compartían. En esos encuentros clandestinos, de conversaciones apresuradas y estrategias, Solomon era su refugio en medio del peligro.
Cada visita se convirtió en un momento de intimidad, un acto de desafío ante el control opresivo de Logos. En los silencios, en las miradas que intercambiaban, y en los abrazos que compartían, encontró un espacio donde podía ser ella misma, lejos del miedo y las intrigas que le rodeaban.
María Magdalena sabía que esos encuentros le daban fuerzas para resistir. El riesgo era alto, pero también que necesitaba mantener esa conexión viva. Porque Solomon no era solo un aliado, ni un recordatorio de que aún tenía algo por lo que luchar. Era la esperanza que esta vida le daba para abandonar las sombras de la prisión que era la fortaleza de Logos.
En uno de sus encuentros clandestinos, Solomon y María Magdalena estaban sentados frente a frente. Intercambian sus pensamientos en voz baja.
María Magdalena miraba hacia el suelo, inquieta -"Logos está… diferente, Solomon. Su paranoia crece cada día. Me mira como si esperara que en cualquier momento le apuñale por la espalda."-
Solomon preguntó frunciendo el ceño. -"¿Ha dicho algo directamente? ¿Alguna acusación?"-
María Magdalena respondió. -"No, pero no hace falta que lo diga. Sus órdenes, sus restricciones... Ya ni siquiera puedo salir de la fortaleza sin su aprobación explícita. Antes, al menos fingía confiar en mí. Ahora está constantemente nervioso, errático."- Hizo una pausa para respirar hondo. -"Me preocupa que algo esté mal con él."-
Solomon cruzó los brazos, reflexivo -"¿Qué crees que está pasando?"-
María Magdalena se inclinó hacia él, como si tuviera miedo de que alguien más pudiera oírla. -"Creo que su cerebro no está funcionando bien. Elyndria nunca ha tenido registros de enfermedades mentales que sepamos, ¿verdad? Es raro."-
Solomon reflexionó. -"No sabemos si Logos tiene un chip igual que nosotros. Pero, ¿qué pasaría si lo tuviera? ¿qué pasaría si esos chips no son infalibles como pensamos? ¿Y si alguno pudiera estar corrupto? No sería la primera vez que habláramos de un virus o una corrupción de memoria."- Hizo una pausa y se inclinó hacia adelante, intrigado. -"Un líder como Logos, con tanto poder, perdiendo el control. ¿Qué comportamientos específicos has notado?"-
María Magdalena se detuvo un momento, buscando las palabras. -"Ha estado revisando los mismos documentos una y otra vez, como si olvidara que ya los había leído. A veces, habla solo, pero no como si estuviera reflexionando, sino como si estuviera discutiendo con alguien que no está ahí. Y tiene arrebatos de ira por cosas insignificantes."-
Solomon mostró una expresión sombría. -"Si tiene algún tipo de enfermedad mental, eso podría explicar su creciente paranoia. Pero también lo hace más peligroso."-
María Magdalena asintió lentamente, con la mirada fija en un punto vacío. -"Hay algo más, Solomon. Algo que necesito decirte. Algo que he mantenido en secreto durante mucho tiempo."-
Solomon frunció el ceño, preocupado. -"¿Qué es?"-
María Magdalena lo miró a los ojos, con expresión de culpa. -"Logos… provocó intencionalmente la muerte de Horatio, el esposo de Lyara."-
Solomon perdió el aliento, sorprendido. -"¿Qué? ¿Cómo lo sabes?"-
María Magdalena respondió. -"No lo vi directamente, pero escuché la conversación entre Logos y uno de los pretorianos. Primero ordenó que lo enviaran a una misión suicida, sabiendo perfectamente que habían pocas posibilidades de sobrevivir. Dijo que era una 'piedra en el zapato' para sus planes. Y durante el combate, interfirió para inhibirlo momentáneamente de alguna manera, provocando que le mataran. Conociendo lo que sé ahora, creo que los hizo mediante algún control por la computadora."-
Solomon se mostró furioso, golpeando la mesa con el puño cerrado. -"Eso cambia todo. Logos no solo está perdiendo la cabeza, es un asesino calculador. Lyara merece saber la verdad, pero si le contamos esto ahora... podría poner en peligro todo lo que estamos intentando hacer."-
María Magdalena respondió suavemente. -"Lo sé. Pero creo que tenía que decírtelo. Cualquiera de nosotros corre peligro. Si algo me pasa..."-
Solomon la miró a los ojos decidido. -"No voy a dejar que te pase nada. Necesitamos actuar con cuidado. Si Logos realmente está perdiendo el control, podría ser nuestra mejor oportunidad para derrotarlo. Pero también podría ser el momento en que se vuelva más impredecible."-
María Magdalena suspiró, cerrando los ojos por un momento. -"Entonces tendremos que estar preparados para cualquier cosa."-
Unos días más tarde, en el campamento, Solomon, Julius y Lyara trabajaron incansablemente para descifrar la información contenida en el holograma tridimensional y en la computadora robada del complejo industrial. Mientras estudiaban los datos, notaron algo peculiar en el mapa: entre las miles de salas que componían el intrincado sistema subterráneo, destacaba una sala marcada como restringida, situada cerca del centro de mando.
Intrigados, enfocaron su atención en los archivos asociados a esa sala. Según los informes almacenados en la computadora, la habitación contenía un dispositivo clave, descrito como una antena de emisión avanzada. Los datos sugerían que esta antena era responsable de enviar señales que controlaban los chips implantados en los habitantes de Elyndria, manipulando no solo sus movimientos, sino también sus pensamientos y comportamientos.
—"Esto explica mucho"— Dijo Julius mientras ajustaba el enfoque del holograma para observar con mayor detalle. —"Si este dispositivo controla los chips, es probable que sea la herramienta principal para mantener a la población bajo control."-
—"Y también podría ser nuestra mayor oportunidad"— Añadió Solomon, pasando rápidamente los datos en la pantalla de la computadora —"Pero no será fácil. La sala está protegida por un cifrado extremadamente complejo. No será cuestión de simplemente entrar."-
Lyara se inclinó sobre la mesa, estudiando los patrones del cifrado proyectado en el holograma.
—"¿Creen que podamos descifrarlo aquí?"— Preguntó, con una mezcla de preocupación y esperanza.
Solomon negó con la cabeza.
—"No con los recursos que tenemos ahora. Necesitamos acceso a una computadora dentro del complejo o una herramienta que nos permita infiltrarnos en el sistema desde adentro. El problema es que no sabemos qué tipo de seguridad encontraremos en esa sala."-
A pesar de los desafíos, el descubrimiento encendió una chispa de determinación. Si era lo que pensaban y lograban acceder a esa sala para neutralizar la antena, podrían liberar a los habitantes de Elyndria del control de Logos y su sistema opresivo. Sin embargo, también comprendían que cada paso que daban los acercaba a más exposición, nuevos peligros y que cualquier error podría ser fatal.
FIN Capítulo 6 “Avance Tecnológico”
No hay comentarios:
Publicar un comentario