Memorias de Un Mundo Muerto
Capítulo #8 “El Asalto a la Fortaleza”
La madrugada antes del ataque, en la llanura cercana al campamento humano, una densa niebla cubría el terreno, pero no lograba ocultar la energía latente entre las filas de los soldados. Solomon y Julius habían convocado a todos los combatientes para dar las últimas instrucciones y revelar el verdadero propósito de su misión. Solomon, en su grado de general, se levantó sobre una plataforma improvisada, con su silueta apenas visible bajo la tenue luz de las antorchas que intentaban romper la oscuridad que precedía el amanecer. Su voz rompió el silencio como un trueno:
-"Hermanos y hermanas de Elyndria, esta madrugada marcará el inicio de algo que hemos esperado por demasiado tiempo. Nos han mantenido sometidos, controlados, reducidos a piezas de un engranaje que no sirve a nuestras vidas, sino a los caprichos de un tirano. Hoy, esto cambiará definitivamente."-
Un murmullo recorrió las filas. Julius, de pie a su lado, alzó la mano para pedir silencio. Cuando todos lo miraron, tomó la palabra para decir:
-"Sé que muchos de ustedes han sentido miedo. Y todos estamos hartos del miedo. Miedo a los zoolotes, a los arcturianos, a la muerte. Pero el mayor miedo, el que nos consume todos los días, es el de no tener control sobre nuestras propias vidas. Esta noche, ese miedo se transformará en fuerza. Vamos a tomar lo que nos pertenece por derecho: nuestra libertad."- Tomo un momento para ver las reacciones y continuó -"¡Vamos a enfrentar a los pretorianos de Logos!"-
Solomon clamó con voz firme, señalando hacia el campamento -"¡Sí, lo haremos! Pero no subestimen lo que somos capaces de hacer cuando peleamos por algo más grande que nosotros mismos. Ellos luchan por Logos. Nosotros luchamos por nuestra vida misma. Por nuestras parejas, nuestros amigos, por Elyndria misma. No lo olviden: los pretorianos no son invencibles. Nosotros hemos enfrentado a peores enemigos y ¡Seguimos aquí!"- Un grito de victoria surgió de la tropa.
Julius siguió alentando a la tropa -"Y si fallamos, habremos muerto por nuestra propia decisión ¡Ningún enfrentamiento sorpresivo al amanecer! ¡No pudimos elegir al ser resucitados, pero podemos controlar nuestro destino! Podemos elegir cuando y como morir. ¡Como soldados!"-
Las palabras de Julius parecieron encender una chispa. Los murmullos crecieron en intensidad, convirtiéndose en gritos de aprobación. Los soldados comenzaron a alzar sus armas, algunos gritando, otros alentando con emoción. El campamento humano, usualmente cargado de tensión y resignación, se llenó de una energía electrizante.
Solomon arengó -"¡Hoy peleamos por Elyndria! ¡Hoy peleamos por nuestra libertad! ¡Venid a mí!"-
Un rugido ensordecedor surgió de las filas. Los soldados, hombres y mujeres de diferentes orígenes, alzaron sus armas y gritaron al unísono. -"¡Por Elyndria! ¡Por la libertad!"-
Solomon, Julius y Lyara habían logrado unir a todos durante la arenga para pelear por una misma causa. La niebla comenzaba a disiparse, mientras los tres soles del cielo de Elyndria comenzaban a asomar en el lejano horizonte. Los temores que habían atormentado a los habitantes de Elyndria por años empezaban a disiparse.
Los primeros rayos de los soles empezaban a teñir el cielo de tonos anaranjados mientras las tropas se organizaban en columnas, listas para marchar hacia la fortaleza. La atmósfera estaba cargada de promesas de cambio y de la posibilidad de un nuevo comienzo. Se organizaron en tres columnas, cada una liderada por un comandante con una misión clara. La tensión se mezclaba con la determinación en el aire.
Lyara y Julius se encontraban a un lado del campamento, lejos del bullicio de los soldados que revisaban sus armas por última vez. Los primeros rayos de los soles iluminaban sus rostros, revelando las emociones contenidas en ambos.
Lyara hablo con voz suave, mirando el horizonte -"Todo está listo. Mi columna está preparada para infiltrarse por el túnel. Llegaremos a las catacumbas y subiremos hasta encontrarnos contigo. Pero... Julius... esto no es un simple combate. Es una guerra de exterminio. Ellos o nosotros. Y tú estás liderando el ataque frontal, estarás en el frente más peligroso."-
Julius tomó la mano de Lyara suavemente -"Lo sé, hermosa Lyara. Pero si esto funciona, si logramos derrotar a Logos, será el principio del fin de este maldito régimen de exterminio. Y si algo me pasa... "- Hizo una pausa -"Quiero que sepas que cada día contigo ha sido un regalo. No me arrepiento de nada."- Besó su mano.
Lyara lo miró fijamente, mientras sus ojos se negaban a derramar las lágrimas que contenían. Sabía que Julius decía la verdad, pero también sabía que los riesgos eran reales.
Lyara respondió -"No quiero despedidas. Prométeme que sobrevivirás. Prométeme que volverás."-
Julius sonrió con ternura, mientras acariciaba su rostro -"Te lo prometo, Lyara. Haré lo posible para mantenerme con vida. Pero también prométeme algo: si algo me sucede, sigue adelante. Elyndria necesita a alguien como tú, alguien que pueda curar lo que este mundo ha roto."-
Ella no pudo responder de inmediato. En cambio, lo abrazó con fuerza, aferrándose a él como si con eso pudiera protegerlo del peligro que se avecinaba.
Lyara susurró cerca de su oído -"No voy a perderte, Julius. No puedo."-
Se separaron lentamente, y Julius la besó con una sensación de despedida. Le esperaban los pretorianos, los más terribles oponentes que se podían encontrar en el mundo de Elyndria. Ambos volvieron al campamento para dar las últimas órdenes.
Mientras Lyara y Julius tenían su momento, Solomon revisaba el mapa tridimensional con algunos de sus hombres de confianza. La representación holográfica del complejo mostraba los túneles, las cámaras subterráneas y las rutas hacia las áreas desconocidas.
Un soldado señaló una sección del mapa -"Aquí, más allá de las catacumbas, el mapa no tiene datos. ¿Qué cree que encontremos ahí, general?"-
Solomon resopló profundamente. -"No lo sé. Tal vez nada. Tal vez todo. Pero no podemos retroceder. Si lo que pensamos es cierto, Logos ha estado escondiendo algo importante en esas profundidades. Y si vamos a liberar Elyndria, necesitamos saber qué es. Hoy es tiempo de saber la verdad."-
Otro soldado preguntó -"¿Y si es una trampa?"-
Solomon sonrió con ironía -"Todo Elyndria es una trampa, soldado. No tenemos opción. La libertad no se gana gratuitamente. Se conquista. La libertad regalada es una victoria vacía."-
Los soldados asintieron, confiando en su líder. Solomon guardó silencio por un momento, mirando el holograma con una mezcla de ansiedad y determinación.
Solomon recitó una palabras que llegaron a su memoria desde los lejanos días de su niñez. Su padre solía decir: -"La providencia, el destino, o quien sea que nos haya puesto aquí... más vale que esté de nuestro lado."- En algún lugar oculto de su corazón, brotó una lágrima de sangre. Empuñó fuerte su espada.
Las tropas comenzaron su marcha, lideradas las tres columnas por Solomon, Lyara y Julius.
Julius se dirigió a su columna -"Nuestro trabajo es simple. Atacaremos de frente, por las puertas principales. Será peligroso, pero nuestra distracción permitirá que Lyara y su equipo entren al corazón de la fortaleza. Luchamos no solo por nosotros, sino por todos los que han sufrido bajo el yugo de Logos. ¡Somos la punta de la lanza!"-
Un rugido de aprobación surgió de las filas. Seguían a su líder. Matarían o morirían en el asalto final.
Lyara estaba en el extremo interno del túnel, a punto de abrir la puerta. Del otro lado estaría María Magdalena, esperándolos. Se dirigió a su equipo. -"Nos infiltraremos desde el subsuelo. Nuestra ventaja es la sorpresa. Muévanse rápido, sean precisos, y recuerden: debemos forzar a los pretorianos hacia el frente, donde Julius nos estará esperando. No subestimemos al enemigo."- Los soldados asintieron con seriedad.
Finalmente, Solomon, con un grupo pequeño y seleccionado, dio sus propias órdenes. -"Nos dirigiremos al complejo industrial. Lo que encontraremos es desconocido. Puede que encontremos resistencia, o puede que no. Lo que sea, nuestro objetivo es asegurar las profundidades del complejo y descubrir los secretos que Logos nos ha ocultado. Si algo me pasa, no retrocedan. Sigan adelante, pase lo que pase."-
La orden final era capturar a Logos con vida. Necesitaban que pudiera hablar y revelara todo lo que sabía. Los soldados no debían destruir ningún sistema de computadoras. Lo que estaba almacenado allí podría ser la clave para entender cómo funcionaba el planeta.
Finalmente, cada columna tomó su posición, y las tropas comenzaron a moverse en silencio hacia sus objetivos, con el destino de Elyndria colgando de un hilo.
Después Lyara, la columna de Solomon se infiltró por el túnel para buscar las profundidades de los últimos subsuelos y avanzar sobre el complejo industrial subterráneo. María Magdalena discutió brevemente con Solomon. Su cabello estaba desordenado por el caos reciente, y su hermoso rostro brillaba a la luz de las antorchas.
María Magdalena decía con desesperación. -"¡Déjame ir con ustedes! Sé que no soy un soldado, pero puedo ayudar. No voy a quedarme escondida mientras todos arriesgan sus vidas por una causa que también es mía."-
Solomon replicaba con voz firme y comprensiva -"No puedo permitirlo, María. Esto no es un juego ni una aventura. Nunca te entrenaron para la batalla. Si te doy un arma, será más peligrosa para ti que para los pretorianos. Si mueres por mi culpa, todo esto habrá sido en vano para mí."-
Ella bajó la cabeza, frustrada pero consciente de la verdad en las palabras de Solomon. A pesar de sus sentimientos, entendía que era más un símbolo de la opresión de Logos que una guerrera. Pero eso no hacía más fácil aceptar la decisión.
María Magdalena dijo con amargura -"Entonces, ¿me escondo como si fuera una cobarde? Como si mi vida valiera más que la de los demás."-
Solomon suavizó su tono -"Sin ti esta lucha por la libertad no habría sido posible. Tu vida vale. Y mucho, María. Pero vale más viva. Pelear en el frente no es tu batalla. Es la nuestra, porque somos soldados. Ahora lo único que necesitamos es que estés a salvo."-
Solomon hizo un gesto hacia cinco soldados que esperaban cerca. Sus armaduras reflejaban la luz tenue del fuego proveniente de las antorchas. Señaló a los soldados -"Ellos te llevarán a un lugar seguro. Y te protegerán hasta que esto termine."- Eran sus mejores soldados. Los más fieles. Los más bravos.
María Magdalena lo miró a los ojos, y por un momento, el aire pareció detenerse. Sabía que tal vez esta sería la última vez que lo vería. Con voz quebrada dijo. -"No quiero que mueras, Solomon. He perdido demasiado. No puedo perderte también."-
Sin decir más, se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza. Solomon, aunque sorprendido, correspondió al abrazo. Luego, con delicadeza, levantó su rostro y la besó. Fue un beso breve, como si ambos intentaran retener el momento para siempre.
Solomon susurró. -"Cuida de ti, María. Pase lo que pase hoy, Elyndria te necesita viva."-
Ella asintió en silencio, apartándose mientras las lágrimas le llenaban los ojos. Sin mirar atrás, fue escoltada por los guardias hacia un refugio seguro.
Lyara lideraba su columna peleando en las escaleras de los subsuelos, en busca de los pisos superiores de la fortaleza. Sabía que las fuerzas de Julius debían sobrepasar las puertas principales y avanzar por el patio frontal, buscando las escaleras para entrar al edificio. La defensa de los pretorianos sería feroz.
Lyara, en el interior del edificio, entre los ataques de los guardias gritaba -"Muévanse rápido. Golpeen duro y suban para flanquearlos."- Se limpió la sangre de un pretoriano que le salpicó el rostro. -"No dejen sobrevivientes y mantengan la formación. No tendremos otra oportunidad."-
En el frente, Julius arengaba a sus tropas, que enfrentaban las puertas pesadas y custodiadas de la entrada al perímetro interior de la fortaleza. Gritaba:
-"¡Este es el día que cambiará todo! ¡Por nosotros, por Elyndria! ¡Empujen! ¡Tomaremos cada maldito rincón de este lugar!"-
Con un rugido ensordecedor, los soldados cargaron contra las puertas, que resistieron hasta que un ariete las destrozó en pedazos. El infierno se había intensificado. Dentro de la fortaleza, el combate fue feroz. Los pretorianos, soldados genéticamente modificados por Logos, ofrecían una resistencia brutal. La lucha en el amplio patio se daba metro a metro, en un caos de espadazos y gritos de dolor.
Lyara y su equipo emergieron desde los túneles de las catacumbas a la planta baja. El grupo avanzó a costa de fuerza brutal y fueron detenidos por un grupo de pretorianos.
En el ala derecha, un pretoriano gritó -"¡Intrusos! ¡Defiendan las escaleras!"-
El combate cuerpo a cuerpo fue inevitable. A su lado, Lyara vio caer un soldado con la cabeza partida. La sangre le salpicó el cabello y el brazo izquierdo. Blandiendo su espada, la clavó profundamente en el cuello del defensor, seccionando la vena cava. Desde la herida, una lluvia de sangre generó una nube mientras el soldado emitía un estertor final.
Lyara lideraba a sus hombres con una furia inquebrantable. Gritaba:
-"¡No se detengan! ¡Empújenlos! ¡Julius nos espera! ¡Vamos a exterminarlos"- Estaba cubierta de sangre enemiga.
Desde el frente, Julius presionaba sin piedad. Las bajas eran numerosas, pero sus hombres seguían avanzando, impulsados por su liderazgo. En un momento crítico, enfrentó a un pretoriano que bloqueaba una puerta clave. Furioso, apuntó su espada contra el pretoriano y le gritó -"Tú no me detendrás."- Mientras se abalanzaba con toda su potencia.
El pretoriano hizo un movimiento de giro con su espada, como una media luna. Julius sintió una punzada de dolor mientras la espada le abría una herida en el pecho derecho. Un chorro de sangre le salpicó la cara. El sabor era salado. Mientras el pretoriano trataba de recuperar su posición, clavó su espada por debajo de la barbilla. Sintió el ruido de los huesos del cráneo al astillarse e inmediatamente, el cuerpo del pretoriano se relajó. No había emitido ningún grito al morir. Fue instantáneo.
Finalmente, después de un par de horas de lucha, las fuerzas de Lyara y Julius convergieron en el centro de la fortaleza. Los pretorianos estaban derrotados. Enfebrecidos, los atacantes los rastreaban para rematarlos sin piedad. La orden de Lyara y Julius era la de total aniquilación, sin piedad. Siguieron las órdenes al pie de la letra.
Los cuerpos amigos y enemigos yacían por doquier, el olor a sangre y tripas abiertas impregnaba el aire. La ferocidad se olía hasta en los alrededores de la fortaleza.
Lyara, exhausta, llegó a Julius con la cara cubierta de sudor, sangre y suciedad. Suspiró diciendo. -"Lo logramos. Pero... a qué precio."-
Julius respiraba con dificultad, mirando a los caídos -"No nos detendremos ahora. Solomon está en las profundidades. Necesitamos asegurar el control, atrapar a Logos y acabar con esto de una vez por todas."-
Lyara vio la herida en el pecho de Julius y lo detuvo con un gesto. Abrió la ropa ensangrentada de su amante y vio un corte profundo. La grasa sobresalía desde la profundidad y se asomaba rezumando sangre y suero. Le pidió a un subordinado el botiquín y procedió a suturarlo allí mismo, entre el caos del final de la batalla.
Cuando terminó, Ambos intercambiaron una mirada. Se limpiaron como pudieron la sangre de la cara para darse beso. Se separaron para liderar las tropas hacia las cámaras interiores, sabiendo que la verdadera batalla aún no había terminado.
La fortaleza estaba en silencio, salvo por el eco de los pasos de los soldados que recorrían los pasillos asegurándose que no quedaran enemigos ocultos.
A Solomon le llegó la noticia que las tropas de Julius y Lyara habían tomado el control arriba, en la fortaleza, pero a un costo alto. Allí abajo, dentro del complejo industrial, los cuerpos de los pretorianos yacían junto a los de los soldados que habían dado sus vidas para conquistar la libertad de Elyndria.
Los ciento veinte soldados de Solomon habían tenido resistencia solo en el tramo inicial del complejo. Ahora la mayor parte de las tropas se limitaba a correr de habitación en habitación exterminando defensores pretorianos. La proporción allí fue de tres atacantes y un defensor leal a Logos.
En el complejo, solo los soldados defensores reaccionaban, el resto de los operadores simplemente miraban a los invasores indiferentes, ignorándolos y continuando con sus tareas. Los soldados de Solomon cubrieron rápidamente el volumen del inmenso complejo.
Asegurado el control, Solomon, Julius, Lyara y María Magdalena se reunieron en una amplia sala que alguna vez había servido como centro de mando de la fortaleza. El ambiente estaba impregnado de una mezcla de victoria y dolor. Las bajas habían sido numerosas, y aunque habían logrado su objetivo, el precio aún pesaba sobre ellos.
Julius dijo con voz grave. -"Lo hemos logrado. La fortaleza y el complejo son nuestros. Pero perdimos a demasiados hombres. Necesitamos reforzar las defensas. No sabemos si Logos tenía algún plan de contingencia."-
Lyara se sentó en una silla improvisada, su rostro reflejaba el agotamiento que cargaba sobre sí. -"Esto es solo el comienzo. Si Logos tenía tropas adicionales fuera de la fortaleza, podríamos estar en peligro de un contraataque."-
María Magdalena miraba alrededor con expresión de dolor -"No dejemos que sus muertes sean en vano. Esto debe marcar el inicio de un cambio real para Elyndria."-
Antes de que pudieran continuar deliberando, un grupo de soldados entró en la sala, escoltando a un hombre. Logos, aún vestido con impecable uniforme, pero con una evidente mezcla de rabia, humillación e incredulidad en el rostro. Estaba encadenado. Un soldado lo empujó hacia adelante, obligándolo a trastabillar ante los líderes.
El soldado explicó en tono militar. -"Lo atrapamos intentando acceder a lo que parece ser un ascensor de escape en el sector sur. Fue necesario romper y destruir algunos de sus sistemas de seguridad para sacarlo, señor."-
Logos miraba a Julius con desprecio. -"Un ejército de campesinos... destruyendo lo que he construido. Elyndria está condenada sin mi control."-
Julius replicó con voz cortante. -"Elyndria ya estaba condenada bajo tu control. Pero ahora, pagarás por tus crímenes. ¿Intentabas huir como rata, Logos? ¿Y tu hombría? ¿Adónde te llevaba ese ascensor?"-
Logos trató de reír irónicamente -"¿Crees que te lo diré? Mis secretos no están al alcance de mentes tan... rudimentarias."-
Lyara dio un paso adelante, con el rostro endurecido. Dijo -"Sabemos que tienes secretos. Pero si cooperas, podrías salvar algo de lo poco que queda de tu miserable existencia."- Le dio un puñetazo.
Logos retrocedió para escupir la sangre. El golpe de Lyara le había partido la boca. Permaneció en silencio, mirando a Lyara como si intentara analizarla. Julius rompió el momento con una orden. Dirigiéndose al soldado que había hablado antes dijo -"Lleven a un equipo al ascensor. Vean a dónde lleva. Si es una vía de escape o un nivel oculto, quiero saberlo. Y asegúrense de que nadie más intente usarlo. Pongan guardias en cada punto de acceso al ascensor que encuentren. Nadie debe usarlo."-
El soldado asintió -"De inmediato, señor."-
El grupo salió rápidamente, dejando a Logos custodiado por otros dos soldados armados. Solomon, que había permanecido en silencio observando la escena, se acercó a Logos. Con voz calmada dijo. -"Lo que has hecho aquí no tiene justificación. No solo esclavizaste cuerpos, también almas. Pero todo esto termina hoy."-
Logos se rio con desprecio -"¿Termina hoy? Apenas están rascando la superficie. Elyndria es más que esta fortaleza, más que yo. Todo lo que creen haber ganado no es más que una ilusión."-
María Magdalena, que había permanecido en silencio, se adelantó, mirándolo con una mezcla de lástima y decepción. Dijo -"Tal vez tengas razón, Logos. Tal vez esto sea solo el comienzo. Pero en este momento, no pareces muy inteligente, más bien te ves derrotado. Todos en Elyndria están cansados de sufrir, y te hemos quitado el poder sobre nosotros."-
Logos no respondió, pero su mirada fría y calculadora dejó entrever que quizá tenía algunas cartas bajo la manga. Julius, tomando la palabra, concluyó la reunión dirigiéndose a sus compañeros -"Hemos ganado la fortaleza, pero esta victoria no significa que ahora todo será más fácil. Debemos prepararnos para lo que pueda venir. Y asegúrense que Logos no tenga oportunidad de escapar."-
Solomon ordenó que un grupo de soldados hicieran los preparativos para que una parte de la fortaleza se alistara como prisión para Logos. Y que fuera fuertemente custodiada. Los soldados llevaron a Logos a empujones a su nueva residencia, saliendo de la sala.
Con esa última orden de Solomon, el grupo comenzó a planificar sus próximos pasos, mientras en el fondo del complejo los soldados investigaban el enigmático ascensor que había intentado usar Logos. La incertidumbre aún colgaba sobre sus cabezas, pero con cada paso la esperanza, seguía viva y los misterios se hacían visibles.
Las horas pasaron lentamente mientras Julius, Lyara, Solomon y María Magdalena deliberaban sobre los próximos pasos en la sala de mando improvisada. El aire estaba cargado de tensión, y todos sabían que el destino de Elyndria dependía de las decisiones que se tomaran. Fue entonces cuando el grupo de soldados regresó, cubiertos de polvo y con una expresión mezcla de asombro y preocupación.
El soldado que dirigía al grupo de exploración del ascensor saludó a Julius. -"Señor, hemos investigado el ascensor y tenemos información importante."-
Julius se enderezó de su asiento. -"Habla. ¿Qué encontraron?"-
El soldado intercambió una mirada rápida con sus compañeros antes de continuar. -"El ascensor nos llevó a lo más profundo del complejo industrial. Allí descubrimos un inmenso hangar subterráneo. Está equipado con tecnología avanzada, mucho más sofisticada que cualquier cosa que hayamos visto en la Tierra."-
Solomon le preguntó -"En la Tierra ¿en qué época viviste?"-
El soldado respondió -"Morí en el 2032, señor"-
Lyara se dirigió al soldado frunciendo el ceño. -"¿Qué tipo de tecnología? Sé específico."-
El soldado respondió con tono serio. -"Tres naves de transporte enormes, señorita. Cada una de ellas parece diseñada para llevar tropas. Creo que son interplanetarias, para salir al espacio. Están amarradas en el hangar, Me parecieron listas para su despegue. Además, hay túneles colosales que parecen ser los canales de salida de estas naves."-
Un murmullo inquieto recorrió la sala. Solomon dio un paso adelante, con una mano en la barbilla, claramente reflexionando sobre lo que acababa de escuchar.
Solomon preguntó con voz grave. -"¿Pudieron determinar con exactitud si están operativas? ¿Hay tropas o pretorianos adicionales en esa área?"-
El soldado líder respondió -"No vimos soldados activos, pero el lugar estaba completamente automatizado. Hay máquinas y sistemas funcionando, y por lo que pudimos observar, las naves están en perfecto estado. Parecen listas para despegar en cualquier momento. Dentro del grupo, tenemos a un miembro que fue ingeniero espacial en la tierra, que murió en el 2055. A él le parecieron naves operativas, señor."-
María Magdalena intervino con una mezcla de precaución y preocupación. -"¿Más tropas? ¿Cuántas más podría haber escondido Logos en este lugar?"-
Lyara respondió. -"Quizá no son para los pretorianos, María. Esto parece a todas luces una línea de producción de soldados. Quizá son naves para transportar soldados a otro planeta."- Dirigiéndose al soldado, dijo -"¿Revisaron los sistemas de control? ¿Hay acceso a las computadoras desde ese nivel?"-
El soldado líder respondió su superior -"Negativo, señorita. Los sistemas de seguridad son avanzados y no teníamos claves. No pudimos acceder sin activar protocolos que podrían haber alertado a cualquier sistema de defensa aún activo."- Ese líder en particular denotaba una iniciativa y perspicacias notables.
Julius dijo con tono firme. -"Hicieron lo correcto. Lo último que necesitamos es activar algún sistema automatizado que ponga en peligro a nuestras tropas."-
Los cuatro líderes de la rebelión que se había alzado con el triunfo, intercambiaron miradas mientras reflexionaban sobre la nueva información. Solomon rompió el silencio.
-"Esas naves representan una amenaza... pero también una oportunidad. Si están completamente funcionales, podrían haber sido el plan de escape de Logos o el medio para movilizar un ejército. En algún momento podremos usarlas."-
Lyara habló mientras dirigía su mirada a Julius -"Debemos asegurarnos que esas naves no sean utilizadas contra nosotros. Si podemos controlarlas, podrían ser una herramienta invaluable para consolidar nuestra posición."-
Julius dijo con tono resolutivo -"Primero aseguraremos el hangar y lo neutralizaremos si es necesario. No podemos permitir que Logos o cualquier otro tenga acceso a esa clase de poder."- Hizo una pausa y continuó -"Trataremos de localizar pilotos de naves espaciales entre las tropas humanas. Dime Solomon ¿que te parece preguntar al respecto a los pleyadianos? Ellos estaban más evolucionados que los terráqueos y ya operaban naves intergalácticas cuando morí en la Tierra. No creo que los arcturianos o los zoolotes quieran cooperar."-
Solomon se rascó la barbilla con dudas. -"Esperemos a donde nos llevan los acontecimientos, amigo. Los pleyadianos deberían ser nuestra última carta."-
Dirigiéndose al soldado líder, Julius dio una orden clara. -"Lleva a un grupo adicional y asegura el área. Si encuentras alguna amenaza activa, retrocede y comunícalo de inmediato. No tomes riesgos innecesarios."-
El soldado líder del grupo asintió. -"Sí, señor. Nos aseguraremos de que todo quede bajo control."-
Mientras el soldado salía con su equipo, María Magdalena rompió su mutismo para hacer una pregunta que reflejaba la incertidumbre en el aire. -"¿Creen que esto es todo lo que Logos tenía oculto? ¿O apenas estamos viendo la punta del iceberg?"-
Solomon respondió, con un tono que mezclaba pragmatismo y cautela. -"En un lugar como este, nunca podemos estar seguros. Pero lo importante es que cada paso que damos lo acerca más al fin de su régimen. Me parece que todo saldrá a la luz a medida que investiguemos todo el sistema y revisemos toda la información de las computadoras, querida."-
El grupo se quedó en silencio por un momento, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La batalla por Elyndria aún no había terminado, pero todos sabían que habían dado un paso muy importante para inclinar el destino del planeta a su favor.
La Fortaleza era un monumento a la opulencia y al exceso de Logos, un complejo titánico construido no solo para la funcionalidad militar, sino para satisfacer los caprichos de un tirano.
Los cinco pisos de la estructura contenían un laberinto de habitaciones y pasillos, cada uno decorado con un lujo abrumador que parecía una burla al sufrimiento del resto de los habitantes de Elyndria, que vivían como en la época romana.
Había jardines internos que florecían bajo la luz solar artificial proporcionada por un complejo sistema de fibra óptica. Los rayos de los tres soles, canalizados desde el exterior, bañaban las plantas y los caminos adoquinados de una manera tan realista que uno podía olvidar que estaba dentro de un edificio.
Piscinas de agua cristalina, bordeadas por mosaicos hechos de piedras preciosas, ocupaban áreas centrales, rodeadas de columnas ornamentadas con detalles dorados y plateados. Los departamentos internos eran pequeños palacios en sí mismos, con techos altos, paredes cubiertas de paneles de mármol y muebles hechos a medida con materiales tan raros que parecían de otro mundo. Cada espacio estaba diseñado para ofrecer el máximo confort, desde camas de plumas que flotaban ligeramente sobre plataformas magnéticas hasta sistemas de control ambiental que ajustaban la temperatura y la iluminación según el estado de ánimo del ocupante.
Solomon y María Magdalena caminaron juntos por uno de los pasillos principales, observando las esculturas intrincadas que decoraban los nichos a lo largo del camino. Al llegar a un nuevo departamento, que habían elegido como su residencia, Solomon abrió la puerta y ambos quedaron asombrados por la amplitud y el esplendor del lugar.
Solomon mostró una sonrisa mientras miraba a María Magdalena. -"Creo que este lugar será más cómodo que las trincheras que te he ofrecido hasta ahora."-
María Magdalena no había visto nunca esta sección de la Fortaleza. Pasando los dedos por una mesa de cristal tallado dijo: -"Es... simplemente impresionante. Pero también es obsceno, ¿no crees? Toda esta riqueza mientras allá afuera... bueno, ya sabes cómo es la vida."-
Solomon asintió suspirando. -"Sí, es una burla. Tendremos un trabajo titánico para llevar la civilización al resto del planeta. Y quizás podamos usar esta fortaleza para algo mejor que para apaciguar la megalomanía de un loco."-
María Magdalena asintió, aunque su expresión reflejaba una mezcla de asombro y tristeza. Mientras tanto, Julius y Lyara exploraban su propio departamento, que estaba situado cerca de uno de los jardines internos. La luz solar artificial se reflejaba en la piscina que bordeaba el espacio, proyectando destellos en las paredes de vidrio. Julius caminó hasta el borde de la piscina y observó el agua.
Julius habló con tono pensativo. -"No puedo creer que este lugar haya estado aquí todo este tiempo, mientras la gente sufría en las tiendas de campaña."-
Lyara acariciaba una planta exótica que crecía junto al agua. -"Es un recordatorio de lo que estamos luchando por cambiar. Si algún día logramos un verdadero control sobre Elyndria, este lugar podría ser un refugio para los que lo necesitan, no un escondite para un monstruo."-
Julius se giró hacia ella, esbozando una sonrisa. -"Siempre piensas en el futuro, ¿verdad? Eso es lo que admiro de ti."-
Lyara sonrió levemente. -"¿Y tú qué pensabas, que solo me gusta pelear?"-
Ambos rieron mientras se abrazaban. La risa era un sonido raro en los últimos días, pero bienvenido.
La noche estaba llegando. Los líderes dejaron algunas órdenes, prepararon algunas guardias y se retiraron a los aposentos. Al otro día, Solomon y María Magdalena se unieron a Julius y Lyara en uno de los jardines interiores. Bajo el cielo artificial, el grupo se sentó alrededor de una mesa, disfrutando por primera vez de un momento de calma. Aunque sabían que la lucha no había terminado, sentían que estaban un paso más cerca de algo que podía parecerse a la libertad.
Ese día fue memorable. Sabían que no tendría que pelear contra arcturianos o zoolotes para sobrevivir por primera vez desde sus resurrecciones.
María Magdalena miraba los jardines a su alrededor .-"Es irónico, ¿no? Este lugar fue construido para aislar a Logos de la realidad, pero ahora es nuestro. Tal vez podamos darle un propósito mejor."-
Solomon, que la tenía tomada de la mano, asintió -"Eso dependerá de nosotros cuatro. Y también de lo que encontremos en las profundidades de este complejo. Este es solo el principio."-
El grupo de rebeldes asintió en silencio, sabiendo que la verdadera tarea aún estaba por delante. Sin embargo, por un breve momento, disfrutaron de la calma en medio del lujo que ahora les pertenecía.
FIN Capítulo 8 “El Asalto a la Fortaleza”
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