Sueños
La vida, en esencia, es un vasto lienzo donde cada sueño que albergamos pinta una pincelada de color. Llegamos al mundo con el corazón repleto de aspiraciones, deseos y esperanzas, como si la vida misma nos entregara un cofre infinito de posibilidades. Sin embargo, mientras crecemos, los días se convierten en años y las pruebas de la realidad erosionan esa ilusión infinita.
Muchos sueños quedan atrás, no porque carezcan de valor, sino porque nos enseñaron algo en el camino. Fueron escalones que, aunque no llegamos a conquistar, nos dieron la fuerza para mirar más allá o la sabiduría de elegir caminos distintos. Ningún sueño desaparece realmente; todos son guardados en el rincón más puro de nuestro corazón, donde los anhelos viven para recordarnos quiénes somos y como queremos ser.
Los sueños que persisten son los que logran vencer el peso del tiempo y el ruido del mundo. Son esos que nos esforzamos por mantener vivos, a pesar de las dudas y los fracasos, porque nos hablan de nuestra esencia más profunda. Pero incluso los sueños que no alcanzamos a realizar son parte de nuestra historia, de nuestra identidad.
Al final, quizás no se trata de cuántos sueños hacemos realidad, sino de como dejamos que esos sueños nos transformen, nos impulsen y nos enseñen a mirar la vida con emoción.
Los sueños, cumplidos o no, son la semilla de que llevamos dentro y que nos permite crecer.
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