El amor en tiempos de fobia
Era una zona tranquila del Gran Buenos Aires. La pareja disfrutaba de un cafecito a mitad de la tarde. Sandra revolvía su capuccino con una pizca de ansiedad. Rodrigo fingía serenidad mientras sudaba por la frente...
Sandra: -"No sé... últimamente me siento rara con todo esto del casamiento."-
Rodrigo casi se atraganta con una galletita de chocolate. Disparó rápido: -"¿Rara cómo? ¿Rara tipo 'me quiero casar YA', o rara tipo 'me quiero mudar a la sierra sin Wi-Fi'?"-
Sandra: -"Rara como... ¿y qué tal si no estamos listos? ¿Y si esto no es lo que buscamos?"-
Rodrigo suspiró teatralmente: -"¡Ah, menos mal! Pensé que ibas a decir que querías agrandar la lista de invitados. Eso sí que me da miedo."-
Sandra intentó escudriñar a su novio: -"¿Te da miedo casarte?"-
Rodrigo respondió rápido al latigazo: -"¿Yo? ¡No! ¿Miedo? Por favor. Yo solo tengo... respeto. Un profundo, paralizante y sudoroso respeto."-
Sandra levantó las cejas sorprendida por la duda: -"¿Le tenés miedo al casamiento?"-
Rodrigo tosió un poco: -"¡No, no, no! Yo no tengo dudas. Tengo certezas. Certezas de que si vos tenés dudas, entonces es mi deber como buen novio liberar a tu alma de la confusión antes de firmar nada que involucre bienes gananciales."-
Sandra frunció ligeramente el entrecejo: -"¿Estás diciendo que deberíamos posponer?"-
Rodrigo empezó a balbucear -"No, no. Estoy diciendo que VOS deberías posponer. Yo te banco. Te banco con todo mi ser. A la distancia, si hace falta. Desde otro departamento... y con una planta de mascota."-
Sandra se rió de buena gana: -"¿Querés que diga que no, así podés zafar vos?"-
Rodrigo se sorprendió por el efecto bumerang de su estrategia: -"¿Yo? ¡Por favor! Solo quiero lo mejor para vos. Si eso implica no comprar un vestido blanco, devolver los regalos, y cancelar la luna de miel en Bora Bora... bueno, uno hace sacrificios por amor."-
Sandra lo miró entrecerrando los ojos tentada y de buen humor: -"Ajá. ¿Y qué opinás de la torta de tres pisos que ya pagamos?"-
Rodrigo hizo un gesto de resignación: -"Siempre podemos comerla igual. Como dos adultos responsables que decidieron no casarse pero sí compartir el glaseado."-
Sandra afirmó con la cabeza, sospechando: -"¿Y si yo te dijera que ya no tengo dudas?"-
Rodrigo, que tomaba un sorbo de café, se atragantó levemente: -"¿Perdón? ¿Ya no? ¿Seguro? ¿No querés meditarlo en silencio una semanita? ¿Con incienso y un podcast?"-
Sandra golpeó la mesa con su palma abierta mientras fruncía ligeramente sus labios: -"¡Sabía que el que tenía miedo eras vos!"-
Rodrigo trató de salir como pudo de esa situación (cualquier cosa menos 'cagueta'): -"¡No! Yo... yo solo soy un espejo. Reflejo tus emociones como un charco de agua tibia en una baldosa. Soy... tu oráculo emocional."-
Sandra le hizo un gesto con la mano: -"¡Un salame con fobia al compromiso sos!"-
Rodrigo bajó los ojos, algo avergonzado: -"Sí... pero soy tu salame."-
Hubo un silencio. Se miraron mutuamente, estudiándose. Ella le lanzó una servilleta a la cara. Él sonrió.
Sandra: -"Vamos a casarnos igual, ¡pelotudo!"-
Rodrigo dijo tímidamente: -"Bueno... pero si me desmayo en el altar, finjamos que fue de emoción, ¿sí?"-
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario