Una Kiss Cam para infieles, por favor
Hay tecnologías que cambian a la humanidad: el fuego, la rueda, el Wi-Fi gratuito… y la Kiss Cam en los recitales de Coldplay.
Pero no hablamos de cualquier Kiss Cam, de esas que te encontrás en los estadios de EE.UU. No, no. Esta es la versión entre celestial y apocalípticamente justiciera: la que te enfoca con amor mientras te destruye la vida, quemándote delante de todo el mundo.
Yo siempre pensé que eso que dicen sobre la verdad —que tarde o temprano sale a la luz— era una simple metáfora.
Hasta que vi a Marcelo “el Topo” Farías, padre de tres y “fiel hasta que se demuestre lo contrario”, hacerle el filo a una tal Sofi mientras escondía la panza y hacía su rutina en el gym.
Lo peor no fue el Topo haciéndose el langa, claro que no. Fue que justo estaba la Delfi —amiga de la esposa del Topo—, que iba a ese mismo gimnasio con la noble misión de levantarse al instructor.
La Delfi giró y lo vio con ese ojo de halcón que tiene para enganchar infieles. Agarró el celu, hizo zoom cinematográfico y se sintió un “mmmmmmmmm” con gusto a "te agarré, boludo".
La esposa, que estaba en casa preparando los ravioles, recibió el video por WhatsApp y llegó al gym más rápido que un Uber. Le bajaron los dientes antes de poder decir "hola".
Y si pensás que eso es fuerte, te cuento lo de Randy, nuestro querido gurú influencer. Le juró a su novia que iba a un telo “a documentar el proceso” para la sección de actualidad, con una compañera notera. ¿Resultado? La Patricia lo pescó con una tal Ingrid, que decía ser sueca, pero hablaba con tonada de Moreno.
O el caso de la Yoli: víctima de la Chiqui-Chiqui Cam, cortesía del detective privado contratado por su esposo. La pescó infraganti saliendo del “Telescopio del Amor”, conocido telo de precios carísimos.
Pero pará: no todo es tragedia. Esta fiebre por las cámaras castradoras tiene beneficios reales: Ahorra años de terapia de pareja
¿Por qué gastar en sesiones semanales con la licenciada Gladys (que siempre te patea en contra) si podés resolverlo en segundos con una cámara gigante y un beso mal ubicado?
A Laura Perusatti le dijeron que su novio “no estaba listo para una relación seria”. Luego lo vio en un video de un asado, besando a una tal Jesy. Ella lo mandaba a terapia para que conecte con sus emociones. ¡Y conectó nomás! Pero con otra.
Actualiza tu base de datos emocional en tiempo real: a Carlos “el Mecha” Gutiérrez lo captaron besando a dos personas diferentes… en la misma noche.
Plot twist: ninguna sabía de la otra. Ahora tienen grupo de WhatsApp y planean ir al próximo recital... sin él.
Fomenta la sinceridad (forzada, pero sinceridad al fin):después del escrache, la gente empieza a hablar, a sincerarse, a abrir el corazón... o al menos el historial de chats.
Impulsa el turismo emocional: ir al Estadio Único con tu amante parecía algo romántico. Hasta que con tu pareja oficial se ven mutuamente en vivo desde el mismo estadio... y ella también está con otro tipo.
Genera contenido viral espontáneo: mientras vos llorás con “Fix You” de fondo, tu cara ya está en 25 reels, 14 TikToks y un meme que dice:
“Dijo que iba con el primo. El primo la besó en la boca. Me confundí de árbol genealógico.”
Gracias, Kiss Cam.
Por unirnos en el espectáculo y destruir relaciones con estilo.
Por ser el GPS emocional de la modernidad.
Las cámaras son la mano invisible del karma, pero con zoom óptico y efecto slow-motion.
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