Conversaciones Imposibles
Citas, Mentiras y Celulares
—"Vamos, Kafka, saquémonos una selfie ahora, que te ves hermosa"— dije mientras entrábamos de la mano. Ella se veía como una reina, con un pañuelo rojo de poeta soviética jubilada. Sonrió halagada.
La Trattoria “Don Giacomo” era un rinconcito con olor a albahaca, mozzarella derretida. De esos lugares que son buenos para juntarse con amigos y reflexionar sobre crisis existenciales con levadura.
—"Rodri, te corrijo con amor: no es "sacamos", es “tomamos” una selfie... y si me seguís mirando el culo así, la que va a estar tomada hasta perder el control voy a ser yo..."—
Me derretí como mozzarella de horno a la leña. Nos sentamos en nuestra mesa de siempre, contra la pared de ladrillos falsos con estilo antiguo. Viviana, la moza, se acercó con su paso de terremoto alegre.
—"Buenas, buenas mis viejitos preferidos. ¿Les traigo algo antes que les agarre el reuma?"—
—"Van a venir varios viejos más, Viviana. Hoy se llena la mesa con clientes del geriátrico"— le digo.
—"Entonces pidan pizza, que es lo único que no los va a intoxicar. El pescado está tan pasado que ya pidió asilo en Uruguay."—
Nos reímos y ella tomó nota entre bromas y carcajadas. Al rato llegaron los refuerzos: Charlie Tangente como siempre hablando sin freno, Bicho Ramírez ajustándose los anteojos negros de hacker de cotillón, Marcia del Futuro con cara de “hoy no grité en el aula y eso ya es un logro”, y Lucy Moonwick con un pañuelo con lunas y el mazo de tarot en la mano.
—"¿Esto es una cena o un comité de sabios de la ONU?"— preguntó Charlie sin respirar.
—"Es una ronda de sabiduría con orégano y birra"— le respondí.
Pedimos las pizzas. Y al toque ya estábamos brindando con cerveza mientras Viviana traía las primeras fugazzetas como si fueran joyas calientes.
Entonces, mientras todos hablaban, Juana miró alrededor, se levantó las gafas y soltó:
—"¿Ustedes se dieron cuenta que tenemos nuevos dioses?"—
—"¿Quiénes, los delivery?"— tiró Bicho.
—"Buena esa. No la vi venir. Tenés razón, pero no. Me refiero a los celulares. Les rezamos, les hablamos, nos castigan con ansiedad cuando se quedan sin batería o los olvidamos en casa. Y si no les hacemos caso de inmediato, nos hacen vibrar con un mini ataque de pánico."—
—"¡Amén!"— dijo Lucy, levantando el teléfono como si fuera una hostia digital.
—"Yo les digo a mis alumnos que si me siguen mirando el celu en vez de mi cara, les meto el teléfono en la caja de sugerencias... cerrada con candado."— añadió Marcia.
Charlie, siempre con una historia bajo la manga, lanzó:
—"Yo una vez estaba remando mal una cita con una mina. Le digo: “¿Querés que salgamos de nuevo a comer algo?” y me dice: “Ajá, sí” sin mirarme... estaba distraída respondiéndole al hijo. ¿Qué hice? ¡Ahí mismo le mande un mensaje al WhatsApp para que me atendiera!"—
No reímos de la situación. Viviana, trayendo otra tanda de cerveza, se sumó:
—"A mí me pasó una vez que un pibe de la facu, vino con unos amigos a cenar aquí y me empezó a decir cosas lindas por mensaje... ¡mientras yo lo estaba atendiendo en la mesa! Le dije: 'si no te animás en persona, imaginate por chat.'”—
—"Yo estaba en una cita con una chica a punto de darle un beso y le sonó el celu. ¡Era el ex! Me apartó para responderle... ¡con emojis!" — dijo Bicho con tono dramático.
—"Como que te interrumpan en pleno discurso para contestar un audio de grupo de mamis del jardín"— acotó Juana, y todos nos deshicimos de risa.
Lucy, con su voz de revelación astrológica, comentó:
—"Bueno, mirá vos lo que me pasó. Estaba tirándole las cartas a una clienta y en el medio mi teléfono vibró. Fui a atender y la piba se puso histérica ¡Quería saber si su ex iba a volver!"—
—"¿Y volvió?"— preguntó Marcia.
—"No, pero siguió mensajeándose con ella. Como si no quisiera cortar. Lo tomó como una señal del universo."—
Y así, entre historias de gente contestando mensajes en el baño, en la cama, en funerales o mientras les extraen una muela, nos dimos cuenta de que los celulares no son solo herramientas: son como parásitos de litio que invadieron nuestras almas.
—"Yo me acuerdo que antes uno cagaba tranquilo. Hoy si no te llevás el celu al baño sentís que estás desperdiciando la vida."— reflexioné, tomando un sorbo de birra.
—"¡Y cuando te lo olvidás fuera del baño y ya empezaste a bañarte, te mirás las manos como si fueras un cavernícola! Yo escucho música de Spotify cuando me ducho"— dijo Charlie.
Marcia cerró la charla con la contundencia de una docente mal pagada:
—"Mirá, si alguien me habla mientras mira el celular, no me ofendo. Pero si se ríe de un meme y no me lo muestra... ahí sí que me siento traicionada."—
Viviana nos trajo los cafés. Afuera, el invierno se apretaba contra las ventanas. Lucy se puso una bufanda con runas nórdicas, Bicho prendió el GPS del celular (para tranquilizar a su tóxica de turno), Charlie saludó a todos con un “¡que no les entre humedad por las junturas!” y Marcia dijo que se iba a dormir viendo una serie de extraterrestres que se comunican con emojis.
Juana y yo volvimos a casa tomados de la mano como adolescentes arrugados. En casa, le ofrecí:
—"¿Un café con chocolate y un chorrito de whisky, profe? ¿Se la juega?"—
—"Solo si me prometés que no vas a mirar el celu mientras me lo preparás."—
—"Siempre lo apago, Kafka. Sobre todo cuando la paso bien. Hoy mi único mensaje sos vos."—
Ella se rió, me abrazó y mientras el café burbujeaba en la cocina, los dos celulares descansaban en silencio... como dos perritos durmiendo a los pies del dueño.
Los celulares nos conectan con el mundo, pero desconectan las miradas. Así que si vas a “escanear” algo... que sea la sonrisa del que tenés enfrente. Y si te vibra algo, que sea por amor, no por el grupo de WhatsApp del consorcio.
FIN
Tags:
#HumorGeronte
#PizzasYPíxeles
#CharlasDeTrattoria
#RodriacCopen
#JuanaKafka
#CelularesTiranos
#AmigosDeTodaLaVida
#VivianaLaMoza
#HistoriasDeCafé
#LiteraturaYBirra
#TertuliaDeViejos
#ReflexionesConMuzzarella
#HumorConInteligencia
#ModoAvión
#CulturaYWhatsapp
#DiálogosInoportunos
#ViejosPeroConWiFi
No hay comentarios:
Publicar un comentario