Reflexión: "Regreso a la Vida"

 

Regreso a la Vida

Hay instantes en que siento que la vida se aleja, como si fuera un horizonte que se repliega. Me parece que sólo me separa de ella un suspiro... y no hablo del cuerpo, sino de algo más profundo, de esa hondura invisible que habita en el alma.

A veces camino por calles que nadie más ve, deshabitadas de mí mismo, desconectado del mundo y de todo aquello que alguna vez me hizo vibrar.

Sin buscarlo, me asaltan recuerdos de un tiempo intacto: días en los que sentía que pertenecía a algo mayor, cuando todo era más puro, y la felicidad tan natural como el aire que se respira sin pensar en él. Tal vez fue en mi niñez, ese territorio inviolable donde todo parecía posible.

Aunque esa vida quedó atrapada en el pasado, sigo buscándola en silencio, como un exiliado que anhela regresar a su verdadero hogar.

He vagado solo. Por mi cuenta.

Me he sumergido en un océano espeso de rutina y de hastío, repitiendo gestos vacíos, atrapado en un engranaje que gira sin detenerse. La soledad se ha vuelto mi sombra inseparable, consumiéndome lentamente, día tras día.

Y sin embargo, en lo más profundo de mí, sobrevive una chispa obstinada. Una esperanza tenue, pero incorruptible, que me susurra que todo puede cambiar, aunque yo no sepa cómo. La he dejado allí, quieta, porque el cansancio me ha vencido y ya no tengo fuerzas para llevarla a la luz.

Ese agotamiento me ha arrastrado a veces al extravío. He olvidado quién fui, qué quise... y mi memoria se ha convertido en un mapa borrado, sin nombres ni destinos. El vacío emocional se abre como un pozo antiguo, y caigo en él despacio, casi sin darme cuenta.

Durante mucho tiempo no comprendí que todo esto no era un castigo, sino un llamado. Era mi alma sacudiéndome para despertarme.

Mi propio ser gritándome: “No vivas dormido. No aceptes lo que aplasta tu espíritu. Busca, aunque sea en la penumbra, el sendero que te lleve a tu alegría, dondequiera que esté.”

Hoy entiendo que cada dolor, cada soledad y cada pérdida son semillas ocultas de una transformación inevitable.

Que no hay crecimiento sin desgarro.
Que no existe luz que no haya atravesado la noche.

Y creo que si ahora camino en la sombra, es porque estoy muy cerca... a un solo paso... de abrir la puerta hacia la vida que siempre me estuvo esperando, paciente y luminosa, al otro lado del umbral.

FIN

 

 

 

 

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