Inspiracional: "Canciones Rotas"

 

 

Canciones Rotas

Vivía con un vacío en el alma, como si la vida le hubiese arrancado un fragmento esencial de su ser y jamás se lo hubiera devuelto.

Su mente le dictaba que algo importante le faltaba, aunque no sabía como describirlo ni nombrarlo. Buscaba ansiosamente en los ojos ajenos un respiro, en los labios una tregua, en los gestos una salvación contra el ruido áspero de la soledad.

Las mujeres pasaban por su vida como ráfagas: cuerpos en el lecho, destellos de placer que pronto se volvían cenizas. El fuego lo devoraba sin piedad; cada sonrisa, cada promesa, cada caricia fugaz terminaba hundida en el mismo silencio helado.

Los años se le fueron como estaciones rápidas. Una amante lo abrasó en un fuego que no quemaba su alma, otra lo acarició con dulzura que pronto se volvió insuficiente, y otra más le dejó la risa como un eco breve en la memoria. Al final, todos los abrazos lo empujaban a la misma certeza: estaba solo, incluso en la compañía de otros brazos.

Y entonces, una noche cualquiera, la vio.

No vino con estruendo ni promesas vacías. Llegó con la calma de una mirada clara, con la pureza sencilla de una presencia que no exige. Y en él, algo al fin cedió como el último campanazo de una era.

La intimidad no fue bizarra ni conquista. Fue necesidad mutua, un reconocimiento puro entre dos almas cansadas de vivir la soledad. En la penumbra, sus cuerpos se encontraron como si hubieran estado esperándose desde siempre. No hubo prisa, ni hubo máscaras: ella era real. Y él, por primera vez, dejó de perseguir espejismos.

El silencio después del amor no fue vacío. El calor de su cuerpo desnudo contra su piel, el silencioso compás de su respiración dormida, el peso de una promesa sin palabras. En ese instante, recordó la canción que había buscado toda su vida.

Y cuando la noche se deshizo en el silencioso borde del amanecer, permaneció despierto y expectante. Después de muchos años la soledad no se presentó al amanecer.

Se permitió creer que quizá, al final del camino, había hallado a la mujer que habitaría el espacio vacío de su alma.

FIN

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