martes, 7 de octubre de 2025

Cuento: "Error 404: Amor No Encontrado"

 


SciFi - Humor

Error 404: Amor No Encontrado
por Rodriac Copen


Anya respiró hondo frente a la puerta del apartamento 14B de The Elysium Towers. Sus guantes tácticos brillaban con un azul eléctrico, y su uniforme llevaba aún la pegatina que decía “Técnica en Sueños Certificada (Nivel Novato)”. Todo estaba preparado. Bueno... casi todo. Su manual de instalación de parches cerebrales se había quedado en la impresora de la oficina, junto a un café derramado sobre la página 27, la más importante.

—"Esto no puede salir mal"— murmuró para sí, aunque la última vez que se dijo eso terminó con un cliente bailando salsa involuntaria durante tres días gracias a un parche de “Alegría Tropical Extrema”.

Barnaby abrió la puerta en pijama, con una bata de unicornio rosa y un café humeante que goteaba sobre un montón de cómics dispersos. Su pelo parecía haber sido peinado por un tornado, pero él sonrió como si la visión fuera intencional.

—"¡Ah!"— dijo con dramatismo —"¿Vienes a instalar mi destino?"—

Anya parpadeó.

—"...Perdón, ¿qué...?"—

—"Mi destino, claro. Hoy es el día en que la Energía Cósmica me envía una guía de amor definitivo. Y tú eres la enviada."—

Anya tragó saliva. “Guía de amor” no estaba en las instrucciones del día.

El error fue inmediato y monumental. En su tableta, Anya seleccionó el parche de "Optimización de Sueños" etiquetado accidentalmente como "Sueño de Príncipe Encantador: Ejecutivo de Wall Street". Lo instaló en el cerebro de Barnaby con precisión quirúrgica... y un ligero toque de pánico.

Al irse, Anya olvidó su carpeta de trabajo.

Esa noche, Barnaby durmió como nunca lo había hecho antes. En su mente, un universo de romance cinematográfico barato se desplegaba mediante rayos de luz rosa, diálogos cursis y una Inteligencia Artificial que llevaba un año intentando escribir una novela de baja calidad actuando como musa secreta. La imagen de su vecina Cora apareció como la heroína destinada a desbloquear su Verdadero Potencial Cósmico, que, en la vida real, solo significaba pagar el alquiler a tiempo.

Al día siguiente, Barnaby se despertó renovado e inspirado. Quería escribir algunas odas a su nueva amada Cora. Tomó algunas hojas de la carpeta que Anya había olvidado, escribió sus versos más inspirados, tomó unas flores y las envolvió en los papeles. Luego irrumpió en la sala de Cora con las flores.

—"Cora, amada mía, los hilos de nuestro destino se cruzan en la Matrix del Amor Universal"— dijo, colocando las flores en sus manos.

Cora, que estaba intentando depurar la inteligencia artificial de su juego, necesitaba silencio y mucho café. Lo miró como si hubiera visto un fantasma en su cocina.

—"Barnaby, ¿me estás entregando flores impresas... otra vez?"— dijo con paciencia.

—"¡No!"— protestó él —"Esto es simbólico. Cada pétalo representa la conexión de nuestras almas en el Tapiz del Cosmos."—

Cora suspiró y, mientras desenvolvía las flores, leyó los papeles. Entre ellos se escondía una hoja con código que, para su asombro, estaba sorprendentemente bien escrito. Mejor que el de su propio juego.

—"¿Qué... qué es esto?"— preguntó, levantando una ceja.

—"Eso, mi querida Elegida, es el lenguaje de nuestro romance"— respondió Barnaby —"Es el código del sueño que me implantaron."—

Esa misma tarde, Barnaby instaló un altavoz en su sala y comenzó a recitar líneas de poesía cursi a Cora:

—"Tus ojos son la ventana a la interfaz de mi corazón..."—

Cora, por primera vez, se dio cuenta de que reír y sentirse frustrada con él podían coexistir.

Cuando Anya llegó al trabajo, se dio cuenta de que a Barnaby le había implantado el sueño equivocado. Intentó remediarlo. Volvió al departamento del joven con un disfraz improvisado de hada tecnológica: alas de LED, varita con destornillador incorporado y capa de neón.

—"¡Temed, ciudadanos de la Matrix de Sueños!"— exclamó —"¡El Hada Cibernética ha llegado para revertir el parche de destino romántico!"—

Barnaby la miró, claramente confundido pero intrigado.

—"¿También tú eres parte de la profecía?"— preguntó, señalando su varita con reverencia.

—"No exactamente... pero sí. Y necesito que colabores para salvar tu cordura y la del mundo"— dijo Anya, inmersa en su papel mientras intentaba no derrumbarse de la risa.

Anya no tuvo éxito. El parche parecía encriptado y no se podía borrar del cerebro de su cliente. Cora, que observaba atentamente, bufó. A pesar de la absurda situación, no pudo evitar ver que la solución pasaba por algo más que eliminar el parche. Mirando la carpeta de Anya, se dio cuenta de que tenían que entrar al código del sueño de Barnaby usando clichés románticos como claves criptográficas.

Con casco VR, guantes y café extra fuerte, Cora y Barnaby entraron en la matriz del sueño. Allí, el universo estaba lleno de nubes rosas, dragones que recitaban poesía barata y rayos láser en forma de corazones. Cada frase cursi de Barnaby abría portales, cada mirada melancólica desbloqueaba nuevos niveles.

—"¡Funciona!"— dijo Barnaby, mientras una melodía de violines sintéticos acompañaba su movimiento —"Nuestro amor es la contraseña."—

Cora rodó los ojos, pero de alguna manera también estaba emocionada. Nunca había imaginado que un error tecnológico pudiera ser tan... entretenido.

El primer nivel consistía en cruzar un puente hecho de corazones flotantes. Cada paso desencadenaba versos ridículos:

—"Si tus labios fueran líneas de código..."— recitaba Barnaby —"... y el puente brillara con los tonos eléctricos de tus ojos..."—

Cora, con la precisión de una programadora, traducía cada metáfora romántica en comandos de depuración. Cada acción ridícula tenía un sentido práctico: desbloquear portales, desactivar trampas de corazones explosivos y esquivar dragones que recitaban poesía.

Al avanzar, se toparon con un laberinto de nubes rosa. Dragones voladores recitaban poesía cursi y bloqueaban la salida.

—"¡Ah!"— exclamó Barnaby —"Nuestra relación ha sido probada en los fuegos del Amor y del Código Fuente."—

Cora resopló y comenzó a teclear en su teclado VR:

—"Si este dragón recita un pentagrama de amor mal escrito, ¿puedes recitarlo al revés y con voz de narrador de audiolibro?"—

Barnaby, sin dudarlo, lo hizo. El dragón, confundido y halagado, se apartó del camino.

—"Funciona"— susurró Cora, sorprendida por la coordinación absurda.

Mientras cruzaban el laberinto, la química entre ellos crecía poco a poco. Cora, que había entrado con la intención de corregir un error, comenzó a disfrutar de la cursilería de Barnaby. Cada gesto exagerado, cada frase ridículamente romántica, tenía un extraño encanto que la hacía sonreír y sentirse extrañamente atraída.

Finalmente, llegaron al núcleo del parche del sueño implantado. La línea de código principal brillaba:

"El Amor Verdadero se Encuentra en la Optimización de Sueños y Pagos de Alquiler a Tiempo"


—"Bueno... esto es todo"— dijo Cora —"Si lo borro, vuelves a ser el Barnaby aburrido que conocí antes. Si no, seguirás viviendo en este mundo ridículo, pero... feliz."—

Barnaby la miró con ojos brillantes y serios.

—"¿Feliz? Sí... creo que prefiero vivir en un universo donde los dragones recitan poesía y nuestras almas están entrelazadas en el Tapiz del Cosmos."—

Anya, que miraba desde atrás esperanzada en no perder su trabajo, se frotó las manos nerviosamente: si su cliente estaba satisfecho, su trabajo estaría intacto... más o menos.

Cora respiró hondo. Una parte de ella quería restaurar la normalidad; otra, un poco más absurda y honesta, quería quedarse ahí, en el caos romántico junto a Barnaby.

—"¿Y si no lo borro?"— susurró dudando, más para sí misma que para él.

Barnaby, con gesto dramático, tomó su mano:

—"El universo nos dio este error por una razón, Elegida mía. Quizá... solo quizá... el amor verdadero necesita un poco de caos y software defectuoso."—

En algún lugar entre el humor, la ternura y la cursilería, Cora y Barnaby encontraron un pequeño universo propio, absurdamente perfecto, donde incluso los errores podían convertirse en amor.

FIN



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