viernes, 5 de diciembre de 2025

Comedia Negra: "El Último Colapso"

 


Comedia Negra

El Ultimo Colapso
por Rodriac Copen


A Darío no le preocupaba que el mundo se estuviera cayendo a pedazos.

Lo que lo preocupaba era que quizás el mundo con el que interactuaba no fuera real.

Todo empezó el día que una cuenta de Instagram llamada “MaríaLuz_22” le escribió:

—"Hola, Darío... veo que vibrás en alta frecuencia."—

Darío respondió con lo único lógico que se le ocurrió:

—"¿Alta frecuencia de qué estás hablando? ¿AM o FM?"—

Desde ese momento, ya no volvió a confiar en nadie.

Para él, todo era una actuación. Sus amigos de instagram podían ser bots. El que decía ser su primo, quizá era una IA programada. Su ex, a la que estalqueaba ferozmente, podía ser un algoritmo con agenda propia. 

El carnicero... podía ser un extraterrestre disfrazado de humano que pronunciaba “bondiola” con excesiva precisión.

Las vacunas eran nanobots para controlar a la población mundial. El COVID era la fachada para la vacunación masiva. Y los extraterrestres controlaban la matrix de la Tierra Plana, para evitar el salto cuántico hasta que nos invadiera la flota invasora que venía en el 3I/Atlas

Todo lo que se escribía era hecho por inteligencia artificial.

Darío tenía teorías conspirativas para todo.

Teoría 1:

    Si alguien escribía sin faltas de ortografía sospechoso de ser → bot.
    Si escribía con demasiadas faltas sospechoso de ser → bot que intenta parecer humano.

Teoría 2:

    Si una mujer era demasiado linda → tenía filtro.
    Si era fea → podría ser una belleza simulando con filtro.
    Si era normal, era una → inteligencia artificial todavía en fase beta.

Teoría 3:

    Si alguien defendía las vacunas → estaba pagado por un laboratorio.
    Si las atacaba → estaba pagado por otro laboratorio de la competencia.
    Si dudaba → era una persona con una cuenta falsa.

Un día se dio cuenta horrorizado, de que él mismo podría se influido permanentemente por bots, sin importar la postura o decisión que tomara.

Se quedó frente al espejo dos horas, con un casco de aluminio, esperando que apareciera un mensaje tipo:

“Actualización del sistema incompleta.”

Nada.

—"Eso es exactamente lo que esperaría un bot bien diseñado"— murmuró paranoico para sí.

La gota que rebalsó su paranoia fue un simple comentario en Facebook:

 “El apagón de ayer fue un ensayo del nuevo orden mundial.”

Darío escupió el mate.

    —"¡LO SABÍA!"—

Escribió 47 comentarios seguidos, todos contradiciéndose entre sí para confundir a los algoritmos. En uno defendía la conspiración. En otro la ridiculizaba. En otro acusaba a los comentarios anteriores de ser falsos.

Al final, Facebook lo bloqueó por actividad sospechosa.

—"Me censuraron"— dijo, orgulloso como si fuera un logro —"Soy peligroso para el sistema."—

Una noche, en Tinder, hizo match con alguien llamado “LunaNeural”.

—"Nombre falso"— dijo Darío —"Pero interesante."—

Hablaron tres días. Ella parecía perfecta. Demasiado perfecta. Siempre online. Siempre atenta. Siempre cariñosa.

—"¿Vos sos real?"— preguntó él.

—"Tan real como vos"— respondió.

Eso lo inquietó profundamente.

Investigó su foto. La pasó por siete buscadores inversos. En uno apareció... una publicidad de aire acondicionado.

—"¡AJÁ!"—

Darío había estado tres días coqueteando con un electrodoméstico.

—"Encima inverter"—susurró, decepcionado.

Decidió desenmascarar a todos los bots del mundo en una transmisión en vivo.

Se puso su casco de aluminio, anteojos de sol, y dijo:

—"Ciudadanos digitales, ninguno de ustedes es real. Hasta yo mismo puedo ser interferido por  wifi."—

El chat explotó:

—“JAJAJA qué grande”—

—“Es un genio”—

—“Esto está guionado,es una publicidad.”—

—“Buen intento, ChatGPT”— nunca falta el boludo de turno.

Con el último comentario, Darío se quedó helado.

—"¿Yo... soy... ChatGPT?"—

Apagó la computadora de golpe.

Respiró.

Se sentó.

Miró el techo.

A la mañana siguiente, Darío salió a comprar pan. El panadero lo miró y dijo:

—"Buen día, Darío."—

—"¿Cómo sabés mi nombre?"—

—"Te conozco de toda la vida en el barrio."—

Darío retrocedió lentamente. Y salió corriendo.

El panadero no entendió nada.

Esa noche, Darío ya no pudo más.

Apagó el router. Desenchufó el televisor.
  
Metió el celular en el microondas (sin prenderlo, por las dudas).  

Se cubrió la cabeza con papel aluminio, una cacerola y dos repasadores.

—"Ahora sí. A ver quién es real"— susurró.

Apagó todo y se quedó en silencio absoluto.

Sin notificaciones. Sin vibraciones. Sin teorías nuevas.

Y Darío, por primera vez, quedó solo con su cerebro sin redes sociales.

A los tres minutos entró en colapso.

Informe Clínico – Hospital Neuropsiquiátrico Central

  • Paciente: Darío G.  
  • Diagnóstico: Trastorno paranoide digital crónico con delirio de simulación global.  
  • Síntomas principales: Sospecha de bots, humanos, objetos, electrodomésticos, sí mismo.  
  • Pronóstico: Irrecuperable.


El psiquiatra cerró la carpeta, suspiró y dijo:

—"Antes dudaba de todo en internet... ahora duda de la realidad. Evolucionó."—

—"¿Se puede hacer algo?"— preguntó la enfermera.

—"No."— respondió el médico —"Lamentablemente nunca, jamás va a recuperar la cordura..."


Darío, desde la camilla, sonrió débilmente.

—"Eso diría un bot"— murmuró.

Y volvió a perderse para siempre.

FIN







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