miércoles, 22 de marzo de 2023

Historia: "El Legado"

 


El Legado


Dylan Carmack había construido un imperio digital desde la habitación de su apartamento en Brooklyn, un espacio abarrotado de libros descoloridos, cámaras de última generación y un desorden organizado que era casi parte del decorado. Su canal de videos se llamaba 'Palabras Secretas', y lo había convertido en una pequeña celebridad entre quienes buscaban algo más que listas de éxito y best-sellers. Amaba los autores olvidados, las historias poco conocidas y las viejas ediciones de bolsillo que contenían historias y secretos enterrados. 

-"No se trata solo de buscar libros"- Decía en uno de sus videos más populares -"Se trata de encontrar voces que nunca tuvieron la difusión masiva que tenemos hoy en día con internet y las redes sociales.  Draco Noir, por ejemplo... ¿por qué nadie habla de él hoy en día?"- 

Draco Noir se había convertido en una obsesión para Dylan en el transcurso de las últimas semanas. El autor era una figura envuelta en misterio. Sus novelas de ciencia ficción se habían publicado en tiradas mínimas entre los años 70 y los 80, y habían ganado un estatus mítico en ciertos foros literarios. Sus títulos, como 'Las Torres de Silicio' y 'El Hilo de los Observadores', eran imposibles de encontrar, pero quienes los habían leído hablaban de ellos como si fueran escrituras proféticas. 

-"Es como si hubiera visto el futuro"- le explicó un coleccionista a Dylan en una llamada por Zoom. -"Te digo, el tipo escribió sobre inteligencia artificial antes de que existiera siquiera el término. Y no de manera vaga, sino con detalles espeluznantes."- 

Dylan no pudo evitar sentirse fascinado. Era justamente el tipo de descubrimiento que podía catapultar su canal a nuevas alturas. Pero había algo más profundo, y era la idea de un escritor que había desaparecido de la faz de la tierra, dejando solo fragmentos de su visión. 

Comenzó a indagar rastreando principalmente bibliotecas universitarias, foros oscuros de internet y locales de libros raros. Después de días de frustración y casi cuando se había resignado, recibió un correo electrónico. 

-"Soy Draco Noir y sigo con vida. Si realmente quieres entrevistarme, te estaré esperando."-

Dylan leyó esas palabras al menos diez veces, totalmente incrédulo. La dirección que acompañaba el mensaje lo llevaba a un distrito viejo y olvidado de la ciudad. No lo pensó demasiado. Era la oportunidad de su vida. 

-"Esto es demasiado bueno para ser verdad."- Murmuró para sí, aunque ya había tomado una decisión. 

La cámara parpadeó en rojo mientras grababa su despedida para el canal. 

-"Amigos, esta puede ser mi mayor aventura. Estoy a punto de encontrarme cara a cara con el mismísimo Draco Noir. Crucen los dedos."- 

Apagó la cámara, la arrojó junto a un par de libros y a su cuaderno de notas en la mochila, y salió rumbo a lo que sería la entrevista de su vida.

Draco Noir era un nombre que resonaba como un eco entre los rincones oscuros de la scifi de culto. No era un simple escritor, era una leyenda envuelta en misterio, un autor que parecía haber desaparecido tan rápido como había surgido. Había publicado un puñado de novelas entre las décadas de 1970 y 1980, títulos que nunca llegaron a las listas de más vendidos, pero que encontraron su camino hacia círculos cerrados de coleccionistas y obsesivos de lo raro. Para Dylan, eso era suficiente para ser un acertijo que exigía ser resuelto. 

Los seguidores de Noir hablaban de sus libros como si fueran profecías. En 'Las Torres de Silicio' describió redes de comunicación gobernadas por algoritmos invisibles que conocían a las personas mejor de lo que ellas mismas podían.

-"Es imposible que lo haya sabido."- Le había dicho un foro de coleccionistas el usuario 'ArchiMind87'.  -"Draco escribió eso hacia 1976. No había ni siquiera computadores personales, por el amor de Dios."- 

Pero lo que más intrigaba a Dylan era el concepto recurrente de 'los observadores en el margen'. Estas entidades, vagamente descritas en los textos de Draco, parecían seres omnipresentes que no intervenían directamente, pero cuya vigilancia moldeaba el curso de la historia humana. 

-"Un poco perturbador, ¿no crees?"- Le había comentado su mejor amigo, Nathan, mientras tomaban café una tarde. 

-"Eso es lo que lo hace tan fascinante,"- Respondió Dylan, con los ojos brillando. -"No es solo lo que escribió, es que parecía saber algo que los demás no sabían. Algo que ni siquiera debería ser posible."- 

El estudio improvisado de Draco Noir era todo lo que Dylan había esperado: un caos calculado de libros, mapas y hojas garabateadas con esquemas incomprensibles. Draco era un hombre de cabello canoso y mirada intensa. Lo miró fijamente mientras encendía un viejo cigarrillo que parecía haber estado esperándolo desde los años 80. 

Dylan ajustó la cámara portátil sobre la mesa. -"Gracias por aceptar esta entrevista."- Dijo, tratando de mantener la compostura. Había enfrentado a profesores eruditos y coleccionistas excéntricos, pero la presencia de Draco Noir era aplastante. 

Draco exhaló el humo lentamente antes de responder. -"No lo hago por ti. Lo hago porque creo que todos merecen saber la verdad."- 

El escritor se acomodó en su silla, y por un momento solo se escuchó el zumbido del reloj de pared. Luego, Draco rompió el silencio. 

-"Mis novelas,"- comenzó, -"no nacieron de un proceso creativo normal. Nunca lo fueron. Desde que era un niño, he tenido sueños... visiones, si prefieres llamarlas así."- 

-"¿Visiones?"- preguntó Dylan, inclinándose hacia adelante con la libreta lista para tomar apuntes. 

-"Si, Como Edgar Cayce, que profetizaba hipnotizado. O el argentino Benjamín Solari Parravicini, que durante sus trances creaba psicografías. ¿Es tan difícil de creer?"- Hizo una pausa -"En mi caso las visiones siempre me llevaban al mismo lugar, siempre se aparecían las mismas escenas. Torres altísimas que cortaban un cielo artificial, calles pobladas por sombras que no eran humanas, y un murmullo constante, como un eco que se filtraba en mi mente.”  - Draco miró a Dylan como si estuviera evaluando cuánto podía soportar. -"En ese momento no entendía qué significaban, pero sabía que no eran simples sueños."- 

Dylan sintió que estaba explorando un terreno completamente nuevo -"¿Y crees que esos sueños podían ser algún tipo de... mensajes?"-  

-"Sé que lo eran,"- afirmó Draco en tono grave. -"No eran especulaciones, Dylan. Nunca lo fueron. Eran advertencias. Cada palabra que escribí en mis libros vino de esas visiones. No inventé las redes sociales gobernadas por IA ni a los observadores en el margen. Ellos me mostraron el futuro.”- 

El influencer tomó aire mientras intentaba procesar lo que estaba escuchando. -"¿Quién te las mostró? ¿De dónde venían esas visiones?"- 

Draco apagó el cigarrillo pacientemente, meditando sus palabras -"Sé que venían de otro plano. No sé si era otro universo, otra dimensión o algo más complejo. Lo único que sé es que las cosas que me mostraron en ese momento están sucediendo ahora... y lo que viene después será peor."- 

El silencio que siguió se extendió por la habitación. Dylan sintió que su corazón latía algo más rápido. -"¿Por qué me lo estás contando ahora?"- preguntó finalmente. 

Draco esbozó una sonrisa amarga. -"Porque me advirtieron que ya no puedo callarlo, y porque tú, ahora, con esa cámara y tus seguidores, eres la persona que podría hacer que la gente escuche antes de que sea demasiado tarde."- 

Draco miró a Dylan evaluándolo con una intensidad que casi lo hizo apartar la vista. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar pesaran más de lo que podía soportar. 

-"No solo escribí lo que vi en las visiones, Dylan,"- Confesó finalmente. Su voz era apenas audible,  pero cada frase era como un martillazo en el aire de la habitación -"Escribí lo que 'me dijeron' que escribiera."- 

Dylan frunció el ceño. -"¿Recibiste instrucciones? ¿De quién?"- 

Draco se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. Su rostro estaba marcado por el tiempo y la obsesión. Parecía aún más sombrío bajo la tenue luz de la lámpara. -"No sé quiénes son. Nunca los vi, solo sentí su presencia. En mis sueños, sus voces eran... no humanas. Ni graves ni agudas, pero poderosas, como un coro. Me decían que cosas debía escribir, cómo debía estructurarlo. Me daban detalles que en aquel entonces parecían absurdos, pero que con el tiempo... se volvieron reales."- 

-"¿Estás diciendo que... te usaron como emisor de mensajes?"- La incredulidad en la voz de Dylan era evidente, pero sus ojos brillaban con fascinación. 

-"Como un intermediario."- Aclaró -"Ya he mencionado a Cayce o Parravicini. Ellos se contactaban con una sola entidad, en mi caso... eran varias entidades. Cada palabra que publiqué fue una pieza de un rompecabezas más grande. Me explicaron que mis libros no eran solo ficción; eran semillas. Las ideas influirían en la manera de pensar de la gente, en cómo veían el futuro, la tecnología, su papel en el mundo. Mi función era escribirlas para moldear el curso de la humanidad, desviarlo lo suficiente para que estuviéramos preparados."- 

-"¿Preparados para qué?"- preguntó Dylan ansiosamente. 

Draco hizo una pausa, como si le doliera pronunciar la respuesta. Finalmente, dijo: -"Para 'la llegada de los otros'."- 

El silencio llenó la habitación como una niebla pesada. Dylan sintió que la piel se le erizaba, pero no podía decidir si era por la gravedad de las palabras de Draco o por la posibilidad de que todo esto no fuera más que el delirio de un hombre obsesionado. 

-"Espera un momento,"- dijo finalmente, tratando de mantener la calma. -"¿Estás diciendo que tus libros han... influido en el curso de la historia?"- 

Draco sonrió, una sonrisa amarga y carente de alegría. -"Mira a tu alrededor, Dylan. Redes sociales controladas por inteligencias artificiales. Sistemas de vigilancia omnipresentes. La paranoia colectiva de ser observado y controlado en computadoras y celulares. Todo eso estaba en mis libros décadas antes de que sucediera."- 

-"Eso podría ser una coincidencia, como 1984 de George Orwell"- insistió Dylan, aunque la duda empezaba a infiltrarse en su mente. 

-"No hay coincidencias, Orwell sufrió lo mismo que yo sufrí. Puede ser que fuera influenciado por otro tipo de entidad, pero es parte del plan del que yo mismo formo parte."- replicó Draco, tajante. -"Las historias que escribí no fueron solo para advertir. Fueron para condicionar. Hacer que la humanidad aceptara lo que viene y no luchara contra ello. Porque si luchamos..."- Se detuvo, mirando a Dylan con un brillo extraño en los ojos. -"Si luchamos, estamos perdidos."- 

Dylan se recostó en su silla, sintiendo que estaba atravesando un momento crítico. Draco era convincente, demasiado convincente. Pero, ¿era un visionario manipulado por fuerzas desconocidas o simplemente un hombre atrapado en sus propias ilusiones? 

-"¿Y por qué me lo dices ahora?"- preguntó, intentando encontrar lógica en todo esto. 

-"Porque ya no puedo seguir callando,"- respondió Draco, con una mirada que parecía suplicar comprensión. -"Y porque tú, Dylan, tienes la plataforma para contarle al mundo la verdad. O al menos, lo que puedas de ella."-

Draco Noir se quedó en silencio un momento, observando a Dylan con una expresión que mezclaba compasión. Luego, con un suspiro pesado, apartó la mirada hacia la biblioteca que dominaba la habitación, llena de tomos antiguos y manuscritos encuadernados a mano. 

-"No te lo he dicho todo,"- comenzó Draco con voz grave, como si las palabras le costaran salir. -"Nosotros estamos entre ustedes."- 

Dylan lo miró fijamente, sintiendo que algo cambiaba en la atmósfera. La luz del atardecer, que antes entraba cálida por la ventana, parecía ahora más tenue e irreal. 

-"¿Qué quieres decir con eso?"- preguntó, con un nudo formándose en su estómago. 

Draco se puso de pie, caminando lentamente hacia una estantería al fondo de la sala. -"He sido honesto contigo hasta ahora. Pero es hora de que sepas la verdad completa."- Sacó un libro grueso, envuelto en un cuero descolorido que parecía tan antiguo que casi se deshacía al tacto. Lo sostuvo entre sus manos como si fuera algo sagrado. 

-"Morfológicamente parezco humano, Dylan. Pero no lo soy."- 

La afirmación cayó como una piedra en un pozo profundo. Dylan abrió la boca, pero ningún sonido salió. 

-"¿Perdón?"- logró decir incrédulo después de un momento. 

-"Yo fui enviado aquí por los observadores en el margen,"- continuó Draco, sin darle tiempo a procesar. -"Cayce, Parravicini, yo y tantos otros... Somos parte de una inteligencia cósmica, una conciencia colectiva que no opera dentro de las limitaciones del tiempo y espacio humanos. Encarnamos en cuerpos humanos y trabajamos como escritores. Somos enviados para alterar el curso de la realidad, sembrando ideas en mundos que ni siquiera saben que están siendo manipulados."-

Dylan retrocedió instintivamente, como si las palabras de Draco fueran físicas y lo empujaran. -"Esto es una locura. Tú... tú estás inventando todo esto, ¿verdad?"- 

Draco no respondió. En lugar de eso, se acercó a la mesa y colocó el libro frente a Dylan. -"Este es mi último manuscrito. Se titula 'Palabras Secretas'. Anda. Dale un vistazo."- 

El título hizo que el corazón de Dylan diera un vuelco. -"¿Qué...?"- 

-"Ábrelo."- 

Dylan obedeció. Al pasar las primeras páginas, sus ojos recorrieron el texto con creciente incredulidad. Allí estaba todo: el nacimiento de su canal, sus investigaciones, incluso detalles íntimos que nunca había compartido con nadie. Luego llegó a un pasaje que lo hizo detenerse en seco. 

La descripción de la entrevista que estaba teniendo en ese preciso instante. 

-"Esto no puede ser real,"- murmuró con la voz rota. Levantó la mirada hacia Draco, pero el escritor solo lo observaba, inmóvil, con una expresión serena. 

-"El tiempo es relativo, Dylan. Lo que tú llamas presente, yo lo escribí hace décadas. Todo ha seguido el curso que debía seguir, y ahora mi tarea está completa. Mi tiempo en este mundo ha terminado."- 

-"¿Qué diablos significa eso?"-

Draco sonrió, aunque había una tristeza en sus ojos. -"No pertenezco aquí. Pero tú sí. Este libro es tuyo ahora. Lo que hagas con él es tu decisión."- 

Dylan quiso decir algo, protestar, pedir explicaciones, pero el mundo comenzó a girar a su alrededor. Una sensación de vértigo lo envolvió mientras la figura de Draco se desvanecía junto con la habitación. Todo se desmoronaba como en un sueño roto. 

De repente, abrió los ojos. 

Estaba en su cama, el sol de la mañana entrando por la ventana. Su respiración era rápida, y su corazón latía con fuerza en su pecho. -"¡Fue solo un sueño!"- Murmuró, llevándose una mano al rostro. 

Aliviado, se levantó y caminó hacia la cocina. Mientras preparaba el café, trataba de sacudir las imágenes de su mente: Draco, los observadores, el manuscrito... 

Fue entonces cuando lo vio. 

Sobre la mesa de la cocina, descansaba un libro encuadernado en tapas descoloridas. En la portada, grabado con letras doradas, se leía el título 'Palabras Secretas'. 

FIN





 

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