miércoles, 22 de marzo de 2023

Historia: "Una segunda oportunidad"

 


Una segunda oportunidad

Genero: Romance, Intriga

 

Capítulo 1: Una escort para la convención

Jean, una mujer acostumbrada a moverse con soltura en los círculos exclusivos de la alta sociedad como escort y prostituta de alto nivel, llegó a una lujosa convención de negocios. Los salones del hotel estaban llenos de empresarios exitosos y figuras influyentes que se entremezclaban en varias charlas formales, pero detrás de las sonrisas y el ruido de las copas, Jean mantenía una distancia calculada, protegiendo su verdadero yo detrás de una fachada cuidadosamente construida.

Es allí donde conoció a Robert, un hombre algo mayor de aspecto distinguido, pero con una tristeza evidente en sus ojos. Viudo desde hacía unos años, Robert había asistido a la convención solo para escapar a la soledad que le agobiaba. A pesar de su éxito financiero, su vida personal estaba vacía. Cuando los caminos de Jean y Robert se cruzaron, Jean notó de inmediato que no era como los otros hombres que solían contratar sus servicios. No buscaba compañía superficial ni una distracción momentánea. Algo en él le atrajo, y a pesar de su experiencia y su tendencia a mantener distancia emocional con los clientes, sintió una curiosa conexión con el empresario.

En su primera conversación, lo que comenzó como una charla formal, se convirtió en una conversación profunda e inesperadamente íntima. Robert, al principio reservado, empezó a abrirse a Jean, contándole sobre su vida con una sinceridad que ella no esperaba. Hablaron de la soledad, de la pérdida y de lo que significa seguir adelante después de que todo lo que uno amaba se ha ido. Jean, sorprendida por la franqueza de Robert, se permite bajar sus propias barreras por un momento. A lo largo de la noche, la conexión entre ambos se fortaleció, y lo que debería haber sido una relación profesional empieza a transformarse en algo más.

Jean y Robert se sentaron en una mesa al borde de la terraza del hotel, mientras las luces de la ciudad titilaban a lo lejos. La brisa cálida del verano acariciaba sus rostros. La charla comenzó de manera superficial, pero pronto cambió de tono.

Jean mostraba una sonrisa cundo dijo -"Es una convención bastante concurrida este año, ¿no crees? Parece que todos los grandes nombres de la industria han venido a hacer conexiones."-

Robert esbozó una leve sonrisa mostrando algo de incredulidad -"Sí, aunque... a veces me pregunto si esas 'conexiones' son más transacciones que otra cosa. El verdadero valor de una conversación parece haberse perdido en medio de todo el ruido."-

Jean se mostró curiosa mientras se apoyó ligeramente en la mesa -"Eso suena a que has estado en este tipo de eventos muchas veces. ¿No es así?"-

Robert asintiendo con una pizca de melancolía -"Demasiadas veces, diría. Cuando llevas décadas en este mundo, empiezas a notar que muchas de las mismas conversaciones se repiten. ¿Y tú, Jean? ¿Te gusta este tipo de ambiente?"-

Jean rio suavemente mientras hizo un mohín -"Digamos que me he acostumbrado a él. Aunque, como bien dices, es difícil encontrar conversaciones que realmente valgan la pena."-

Robert la observó con atención -"¿Y qué consideras una conversación que valga la pena?"-

Jean se detuvo a pensar por un momento -"Una donde no se sienta la necesidad de impresionar. Donde ambas personas se sientan cómodas siendo quienes son... sin máscaras, sin expectativas."-

Robert tomó un sorbo de su bebida, pensativo -"Eso es difícil de encontrar hoy en día. Incluso más cuando uno se siente atrapado en su propio pasado."-

Jean se mostró levemente sorprendida por el cambio de tono -"¿Atrapado? ¿A qué te refieres?"-

Robert vaciló un poco al principio, pero luego se decidió a hablar -"Perdí a mi esposa hace tres años. Un accidente de esos que te dejan sin palabras... y sin propósito. Desde entonces, todo ha sido... difuso para mí. Vengo a estos eventos porque es lo que se espera de mí, pero no porque realmente lo disfrute demasiado. Supongo que me siento atrapado en la rutina."-

Jean respondió con empatía -"Lo siento mucho, Robert. Debe ser muy difícil seguir adelante cuando algo así ocurre."-

Robert mostró una sonrisa amarga -"Eso es lo curioso. Todo el mundo espera que sigas adelante, que encuentres una 'nueva normalidad'. Pero nunca te dicen cómo se hace eso, ¿verdad? Algunos dias todo parece... vacío. Otros, te convences de que las cosas mejorarán. Y así pasa el tiempo..."- Dejó la frase sin concluir

Jean lo miró profundamente, olvidando por un momento su papel de acompañante -"Entiendo lo que dices. Créme. Supongo que a veces seguimos adelante porque no tenemos otras opciones. La mayor parte de las veces no es fácil."- Un dejo de melancolía inundó su bello rostro por unos momentos.

Robert se encontró mirándola con interés renovado -"¿Y tú, Jean? Parece que lo dices desde la experiencia. ¿Has perdido algo importante?"-

Jean tomó lago de aire y decidió bajar sus propias barreras por un momento -"Más de lo que me gustaría admitir. Aunque, a veces, no es tanto perder como saber que nunca lo tuviste. La soledad tiene muchas formas para las que hacemos este tipo de trabajo. En mi caso... supongo que me he acostumbrado a ella. Me ayuda a mantenerme a flote."-

Robert dijo con suavidad -"Pero eso no significa que deba ser así para siempre. Nadie debería estar condenado a la soledad. A veces, encontrar a alguien que te escuche, que te entienda, hace la diferencia."-

Jean le miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad -"Supongo que sí. Pero también se necesita valor para abrirse a alguien, especialmente cuando llevas tanto tiempo protegiéndote."-

Robert pareció coincidir mientras asentía lentamente -"Es cierto. No es fácil. Y no lo he hecho en mucho tiempo, hasta ahora."-

Jean preguntó suavemente -"¿Hasta ahora?"-

Robert sonrió con sinceridad -"Sí, Jean. Hablar contigo esta noche... ha sido diferente. Más auténtico. A veces sientes cuando una persona simplemente está ahí, presente. Es... refrescante."-

Jean estaba sorprendida por la franqueza y el giro que había tomado Robert -"No esperaba que dijeras algo así. Para ser honesta, pensé que estaríamos hablando de negocios toda la noche...."-

Robert respondió mirándola directamente a los ojos -"La verdad, yo tampoco esperaba esto. Pero me alegro de que así sea. Hace tiempo que no tenía una conversación que me hiciera sentir algo. Y eso es valioso para mí."-

Jean se sintió conmovida -"No es fácil para mí ser... real. Pero contigo, esta noche, ha sido diferente. Y eso también me da algo de miedo."-

Robert comprendió a lo que se refería -"A veces, lo que más miedo nos da es lo que más necesitamos."-

Jean sonrió suavemente, pero con una dejo de tristeza latente -"Tal vez tengas razón, Robert. Tal vez lo que más necesitamos es lo que menos esperamos encontrar."-

La conversación quedó suspendida en el aire, cargada de una conexión palpable entre los dos. La noche siguió, pero algo había cambiado. Lo que había comenzado como una relación profesional había dado paso a una conexión más profunda, inesperada y sincera. Esa fue la primer noche que Robert y Jean durmieron juntos

Después de la convención, Robert no pudo quitarse a Jean de la mente. Su presencia le había dejado una sensación que hacía tiempo no experimentaba, algo más allá de la simple compañía. Las palabras que compartieron, las miradas, resonaban en su interior de una manera inesperada. Se sentía inquieto y algo curioso. ¿Quién era esta mujer que parecía comprenderlo tan profundamente sin apenas conocerlo? Movido por ese impulso, Robert le envió un mensaje invitándole a una cena personal, lejos del rol que ambos desempeñaban en la convención.

Jean, al leer en su celular la invitación, se detuvo un momento. No era algo que hacía habitualmente. Para ella, mantener límites claros con sus clientes era una regla fundamental. Nunca se involucraba más allá de lo necesario. Sin embargo, esta vez dudó por primera vez. Algo en Robert le había hecho bajar la guardia durante esa primera noche. Había una conexión, una autenticidad en él que no veía en los hombres que solían cruzarse en su vida. Contra su propio instinto, se sorprendió aceptando la invitación.

La cena, completamente informal, tuvo lugar en un restaurante pequeño y discreto, alejado del centro de la ciudad. Cuando Jean llegó, encontró un ambiente acogedor y cálido, muy diferente al lujo frío de los eventos a los que estaba acostumbrada. Robert la esperaba en una mesa junto a una ventana que daba al mar, y su sonrisa cuando la vio entrar era sincera, desprovista de cualquier formalidad que había mostrado en la convención.

Con la noche avanzando, las barreras que ambos solían levantar en presencia de otros comenzaron a desmoronarse. Jean, que en otras circunstancias habría mantenido la conversación en temas triviales y seguros, se dio cuenta de que con Robert podía hablar de lo que realmente sentía. Se escuchaban con interés, con atención plena, como si cada palabra tuviera un peso especial. Robert no parecía juzgarle ni presionarle. Simplemente le miraba y esperaba, como si quisiera comprender quién era ella en realidad.

Robert también se sintió liberado. Jean no era como las mujeres con las que había salido ocasionalmente desde la muerte de su esposa. No había en ella una búsqueda desesperada por impresionar ni un intento por llenar los silencios con palabras vacías. Su presencia era tranquila, reconfortante. Se sentía escuchado de una manera que hacía mucho no experimentaba. La franqueza de Jean, su manera de aceptar sus confesiones sin emitir juicios, lo atraía. No solo físicamente, sino emocionalmente, algo que no esperaba encontrar.

Durante la cena, la conversación fluyó de manera natural. Robert habló sobre su esposa, algo que pocas veces se permitía. Le contó cómo le había conocido y lo mucho que ella había significado en su vida. Habló sobre como su muerte le había dejado perplejo y perdido. Jean le escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando, sin interrumpirlo. No había necesidad de palabras de consuelo vacías, solo de presencia y comprensión. Y eso fue exactamente lo que Jean le dio en ese segundo encuentro.

Sentados en unos sillones de la espaciosa sala de una confitería, la luz era tenue y permitía crear una atmósfera íntima. Una ligera tensión era palpable entre los dos, porque la conversación había tomado un giro más serio. Jean, que hasta ese momento había esquivado el tema de su vida como escort y prostituta de alto nivel, sentía que había llegado el momento de sincerarse. Robert la miraba con atención, esperando su respuesta.

Jean respondió mirando hacia abajo, mientras jugaba algo nerviosa con sus manos -"No es algo de lo que hablo fácilmente. La gente suele pensar que las mujeres como yo terminamos en esta vida por pura elección o, peor aún, por desesperación. Pero la verdad es más complicada que eso."-

Robert sonrió suavemente -"No tienes que contarme si no te sientes cómoda, Jean. Solo es que ... quiero saber más de ti, de quién eres en realidad."-

Jean respiró profundamente, levantando la mirada -"Lo sé, Robert. Es solo que... nunca es fácil decir cómo llegué aquí. A veces pienso que fue una cadena de decisiones equivocadas, pero otras veces siento que no tenía muchas opciones. Comencé en esto cuando era muy joven, sin realmente entender en dónde me estaba metiendo. Al principio, fue una forma fácil de ganar dinero rápido mientras estudiaba. Era joven, estaba sola y no tenía muchas alternativas. Pensé que era temporal, algo pasajero."-

Robert le escuchaba atentamente -"¿Y qué cambió? ¿Qué hizo que siguieras, que no te alejaras?"-

Jean casi susurraba -"La vida cambió. Las promesas que me hice diciéndome a mí misma de que sería solo por un tiempo... simplemente se desvanecieron. El dinero era bueno, mejor de lo que cualquier trabajo pagaba. Me permitió vivir cómodamente, pagar mis estudios, incluso ayudaba a mi familia sin que ellos supieran lo que hacía. Pero luego te vas atando a lo que tienes, a lo que eres y... no es tan fácil salir. Es como si hubiera una red invisible que te mantiene atrapada. Las conexiones que haces, los secretos que compartes, la gente que conoces... son cadenas."-

Robert preguntó con cuidado -"¿Nunca intentaste dejarlo?"-

Jean sonrió tristemente -"Sí, lo intenté. Más veces de las que puedo contar. Pero siempre hay algo que te hace volver. No es solo el dinero, aunque eso es importante. Es la dependencia emocional, el sentido de control que crees tener sobre tu vida cuando, en realidad, es lo opuesto. También están las personas, los clientes que te ven como una posesión, como si les debieras algo solo porque pagaron por tu tiempo. Cuando intentas salir, a veces se vuelven insistentes, posesivos, amenazantes."-

Robert frunció el ceño -"¿Te han amenazado?"-

Jean asintió lentamente -"No todos, pero algunos lo han hecho. Entiende que no es algo que puedas reportar a la policía, ¿verdad? Estas cosas se manejan en las sombras, donde nadie quiere mirar. La verdad es que este mundo es un laberinto, y una vez que entras, salir no es simple. Siempre hay alguien que sabe algo de ti, alguien que podría arruinar tu vida si decides dejarlo todo. Eres una puta. Para muchos eso es lo mismo que ser nada..."-

Robert dijo -"Pero... ¿no puedes simplemente alejarte? Buscar algo nuevo, empezar de cero..."-

Jean hizo una mueca acompañada de una risa amarga -"Me encantaría poder decir que sí. Pero siempre hay algo. La vida no es como en las películas, donde puedes huir y reinventarte sin que nada te siga. Mi pasado es parte de mí, y siempre habrá alguien que lo recuerde. Incluso si lo dejo atrás, alguien más podría sacarlo a la luz. Y en mi caso, no sé si alguna vez podría escapar del todo de quien he sido. Cuando mi familia se enteró de lo que hago, simplemente me dieron la espalda. Y así será toda mi vida, Robert. Nadie puede escapar de su pasado."-

Robert tomó su mano con suavidad -"Jean, claro que todos tenemos un pasado. El tuyo no te define, al menos no para mí. No soy alguien que te juzgaría por lo que hayas hecho, sino por quién eres ahora."-

Jean miraba la mano de Robert sobre la suya, visiblemente conmovida -"Eso es lo que más me asusta, Robert. Que puedas aceptarme así... cuando yo misma aún no sé si puedo hacerlo. Me he acostumbrado tanto a vivir detrás de una fachada, a poner una barrera entre quién soy y lo que hago, que no sé cómo ser simplemente... yo."-

Robert respondió con voz suave -"Tal vez no tengas que hacerlo sola. Tal vez puedas empezar poco a poco. No estoy diciendo que sea fácil, Jean, ni que yo pueda solucionar todo. Pero creo que tienes derecho a encontrar algo más, algo real."-

Jean suspiró con lágrimas en los ojos -"Es que no sé si podré. Mi vida es tan enredada dentro de esta identidad que a veces me pregunto si alguna vez supe quién era antes de todo esto. Y lo peor es que... ahora que estoy aquí, contigo, siento que me he acostumbrado tanto a vivir en la oscuridad que la idea de salir a la luz... me aterra."-

Robert le miraba con ternura -"Jean, la luz no te va a dañar. Tal vez sea más difícil de lo que imaginas, pero te prometo que no estás sola en esto. Y si hay algo que he aprendido en mi propia vida, es que siempre se puede empezar de nuevo. No importa lo complicado que sea."-

Jean lo miró, con una mezcla de esperanza y miedo. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez, solo tal vez, había una posibilidad de algo más allá de la vida que había conocido. Pero también sabía que, aunque Robert estaba dispuesto a aceptarla, sería un largo camino el que debía recorrer hasta que ella misma lograra hacerlo.






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