Humor - Sátira Social
La Fiesta de los Swingers
Carmelo, secretario del club y hombre de memoria quebradiza, recibió la instrucción más simple del planeta: enviar unas invitaciones para una fiesta swinger privada. La consigna era clara: asistir con disfraces eróticos.
Pero Carmelo, víctima de un lapsus tan monumental como frecuente, mezcló dos listas de contactos:
- El selecto grupo “Íntimos del Placer”, dedicado a experimentos lúdicos con antifaces y corsés.
- El austero “Círculo de Catequistas San Bartolomé”, al que asistía su nieto para preparar la confirmación.
El resultado fue un desastre impreso en letras doradas, con un eslogan criminalmente ambiguo: “¡Noche de disfraces prohibidos, venga como nunca se ha atrevido!”
La noche del sábado, el chalet suburbano de los anfitriones, con cortinas que parecían implorar perdón, comenzó a llenarse de figuras insólitas.
Marcela apareció como “enfermera victoriana con bisturí innecesariamente largo”, y su esposo Óscar como “bombero romano”, con casco brillante y toga ignífuga. Luego entró un "zorro en tanga", una "gata samurái" y alguien irreconocible que llevaba una jaula en la cabeza.
Todo marchaba dentro del reglamento... hasta que sonó el timbre.
—"¡Buenas noches, hermanitos!"— entonó un coro juvenil.
En el umbral, se asomó un grupo de catequistas disfrazados de payasitos, con gorros puntiagudos y serpentinas. Detrás de ellos, el padre Esteban, con hábito de monje medieval... talla infantil.
El silencio fue tan espeso que podía cortarse con el bisturí de Marcela.
—"Qué ambiente más... colorido"— comentó el padre Esteban, mirando a la "gata samurái", que en ese instante luchaba con un látigo retráctil.
—"Carnaval, padre. Puro carnaval"— improvisó Marcela, sudando dentro del latex como si hubiera corrido una maratón en el infierno.
—"¡Ah, excelente!"— asintió el sacerdote —"Y veo que ustedes han optado por... ¿un Via Crucis experimental?"—
Los catequistas aplaudieron entusiasmados.
—"Esto es... teatro pedagógico para adultos"— balbuceó Óscar, para justificar los atuendos.
—"¡Qué noble iniciativa!"— celebró Nuria, una catequista de largas trenzas y piernas insinuantes —"¿Podemos participar?"—
—"¡No!"— gritó Marcela.
—"¡Sí, por supuesto!"— gritó Óscar, intentando salvar la fachada.
—"¡Aleluya!"— corearon los catequistas mientras aplaudían entusiasmados.
En pocos minutos, los catequistas estaban repartidos entre los swingers: unos cantaban con panderetas, otros improvisaban coros de alabanza, y mientras tanto, el "zorro en tanga", para disimular, recitaba un fragmento del Apocalipsis con voz solemne.
El padre Esteban, convencido de asistir a una catequesis creativa, bendecía látigos como si fueran cirios pascuales.
—"Padre, tenga cuidado, eso es un..."— intentó advertir Marcela.
—"¡Sí, sí, un instrumento de penitencia! ¡Me doy cuenta! ¡Maravilloso!"— interrumpió el sacerdote.
—"Yo quiero azotarme un poco"— dijo Nuria con entusiasmo renovado.
—"¡No!"— gritaron Marcela y Óscar al unísono.
—"¡Sí!"— gritaron los catequistas entusiasmados.
La confusión alcanzó cumbres delirantes cuando Nuria, con el casco de bombero romano, empezó a organizar un “vía crucis coreográfico”:
—"¡Atención, apóstoles! El zorro en tanga, a la cruz. ¡Gata samurái, ilumina el camino!"—
El zorro, resignado, levantó las manos.
—"Perdón, ¿la cruz dónde está? ¿O usamos esa lámpara de pie?"—
La gata, posando como ángel custodio insinuante, revoloteaba alrededor.
El padre Esteban aplaudía a rabiar:
—"¡Nunca vi un misterio pascual tan creativo! ¡Incluso el sufrimiento adquiere aquí un cariz festivo!"—
Marcela intentaba desesperada apagar las luces estroboscópicas, pero los catequistas, al verlas, comenzaron a gritar:
—"¡Son las lenguas de fuego del Espíritu Santo! ¡Hablen en lenguas, rápido!"—
La casa entera estalló en una mezcla de cánticos, jadeos, bendiciones y gemidos coreográficos.
El caos se interrumpió con el timbre. Era la policía.
Un oficial entró, observó: monjas de utilería bailando con payasitos, un sacerdote bendiciendo un látigo, una jaula humana recitando el Credo. Acostumbrado a ver de todo, anotó piadoso y con calma en su libreta: “Reunión litúrgica con exceso de creatividad.”
Nadie fue arrestado.
El lunes siguiente, en misa, el padre Esteban anunció orgulloso:
—"Queridos fieles, la catequesis de este sábado fue un éxito rotundo. La fe se expresa de muchas formas... incluso con antifaces y látigos."—
Los catequistas aplaudieron. Los swingers, escondidos en la última fila, también. Por primera vez comprendieron que el éxtasis místico y el carnal son vecinos de escalera.
Y Carmelo, culpable de todo, fue ascendido a “Coordinador de Eventos Especiales”.
FIN
Tags:
#ComediaAbsurda
#SátiraReligiosa
#EnredosEróticos
#HumorInteligente
#SátiraSocial
#FiestaDeDisfraces
#HumorDeDobleSentido
#ComediaTeatral
#IroníaElegante
#AbsurdoLiterario
#RodriacCopen
No hay comentarios:
Publicar un comentario