Ciencia Ficción Dura
La Post Vida en la SciFi
por Rodriac Copen
La post vida es un terreno donde la ciencia ficción se une a las preguntas más viejas de la humanidad. Es por eso que a los autores de scifi nos resulta un terreno fascinante.
Permite especular con lo imposible. El género SciFi se basa en la especulación básica del interrogante "¿qué pasaría si...?". Teniendo en cuenta que la muerte es la frontera definitiva, preguntarse qué hay después de ese evento por el que todos pasaremos, abre un laboratorio narrativo infinito.
La observación especulativa que los autores podemos hacer, rompe la dicotomía ciencia-religión: el "más allá" es el tema clásico por antonomasia de la religión, pero la ciencia ficción lo "traduce" a lenguajes como simulaciones, copias digitales o resurrecciones tecnológicas.
Funciona como metáfora del presente porque hablar de la post vida permite hablar de identidad, memoria, poder, desigualdad, amor perdido... con un disfraz especulativo.
Estos puntos de vista expanden el concepto de humanidad y permiten imaginar qué somos después de morir, lo que por deducción nos permite redefinir qué significa estar vivo en primer lugar (otra pregunta especulativa de la duda existencial).
Pero los autores no sólo abordamos temas como la post vida como un especulación científica. También tenemos nuestra faceta humana, que nos motiva por diversas razones complementarias a la intelectual.
El miedo a la desaparición es una de ellas. La certeza que algún día no seremos nada puede ser insoportable para algunos, y escribir sobre la post vida es un modo de domesticar ese abismo insondable.
El anhelo de continuidad, es otro. En cierto modo, todos deseamos que algo de nosotros (memoria, huella, conciencia) sobreviva de algún modo. Incluso aquellos que creemos que después de la muerte no hay nada, anhelamos estar equivocados de algún modo. La scifi permite darle forma racional a esa esperanza.
El duelo y la pérdida puede ser una motivación poderosa. Muchos relatos nacen del deseo de volver a hablar con quienes ya no están. La tecnología o la especulación sirven como excusa para inventar ese reencuentro.
La pregunta existencial por el sentido de la vida misma también mueve la motivación de los escritores. Si la muerte fuera el final absoluto, ¿vale la pena todo lo que hacemos? Explorar una post vida, aunque ficticia, ayuda a replantear qué es lo que hace significativa la simple existencia o el significado filosófico del ser.
El deseo de trascendencia, porque más allá de sobrevivir, hay algo casi universal en querer ser parte de algo más grande como un cosmos, una red, una memoria eterna.
Los escritores de scifi abordamos la post vida porque la muerte es la frontera última de lo humano. Y la motivación más humana es el deseo de no desaparecer del todo, de que nuestra existencia tenga eco, continuidad o sentido más allá del límite biológico.
Muchos trabajos clásicos y modernos que tratan el tema de la post-vida:
- "El Gran Buen Lugar" (The Great Good Place, Henry James, 1900). No es ciencia ficción estricta, pero inspiró a varios autores del género: un hombre agotado sueña con un sitio de descanso que parece un más allá alternativo.
- "El túnel bajo el mundo" (The Tunnel under the World, Frederik Pohl, 1955). Una comunidad revive una y otra vez el mismo día tras morir en un accidente. La explicación es tecnológica: sus conciencias fueron digitalizadas para fines de marketing.
- "La última pregunta" (The Last Question, Isaac Asimov, 1956). Aunque más sobre entropía y destino cósmico, en el final hay una suerte de trascendencia post-mortal donde la humanidad se integra con la supercomputadora cósmica.
- "Pasajeros" (Passengers, Robert Silverberg, 1968). Toca la idea de que nuestra vida podría estar “poseída” o “compartida” con entidades ajenas, insinuando que la existencia tras la muerte es otra forma de ocupación.
- "Ubik" (Philip K. Dick, 1969).Un clásico absoluto: los personajes están en un estado de “semi-vida” en cápsulas criogénicas, donde sus conciencias siguen interactuando en un mundo inestable. La frontera entre vida, muerte y simulación se vuelve confusa.
- "Riverworld" (Philip José Farmer, saga desde 1971). Toda la humanidad resucita a orillas de un gigantesco río planetario, desde cavernícolas hasta Napoleón. Una mezcla de especulación científica y teología ficcional.
- "Neuromante" (William Gibson, 1984). Aunque no es central, presenta inteligencias digitales que contienen “rastros” de muertos (por ejemplo, Dixie Flatline), lo que plantea la supervivencia de la mente en la red.
- "Permutation City" (Greg Egan, 1994). Explora conciencias copiadas en entornos digitales. La pregunta es si esas copias son “vidas después de la muerte” o solo simulaciones de los originales.
- "Diaspora" (Greg Egan, 1997). Más abstracto: conciencias humanas migran a universos digitales, una especie de post-humanidad eterna que sustituye cualquier noción clásica de cielo o infierno.
- "La parábola de la siembra" y su secuela (Parable of the Sower/Parable of the Talents, Octavia E. Butler, 1993–1998). No es un más allá clásico, pero su religión ficticia Earthseed imagina la trascendencia como migración al espacio, casi como una reinterpretación de la post-vida en clave de destino colectivo.
- "El libro de los muertos artificiales" (Software Objects, Ted Chiang, 2010, en Exhalation). Toca la continuidad de la conciencia en entidades digitales, planteando un futuro donde lo “post-mortal” puede ser cultivado y educado.
- "Altered Carbon" (Richard K. Morgan, 2002). Explora la idea de copias de la conciencia almacenadas en “pilas corticales” que permiten revivir indefinidamente, cuestionando si la identidad persiste tras la muerte física.
- "The Postmortal" (Drew Magary, 2011). No exactamente vida después de la muerte, pero sí la abolición de la muerte biológica gracias a un tratamiento, con todas las consecuencias éticas y sociales.
Relatos cortos notables
- "Learning to Be Me" (Greg Egan, 1990): sobre la transferencia de la conciencia a un implante; ¿qué pasa con el yo que queda atrás?
- "Heechee Rendezvous" (Frederik Pohl, 1984): aparecen conciencias humanas almacenadas en sistemas alienígenas, casi como almas en máquinas.
- "Exhalación" (Ted Chiang, 2008): plantea una especie de “eternidad en registros” tras el final de una civilización.
¿Porqué seguir escribiendo la post vida?
Entonces si hay tantos trabajos ¿Porqué los autores seguimos creando otros cuentos o novelas sobre la post vida?
Cuando un escritor vuelve sobre un tema “ya trabajado hasta el cansancio”, suele ser porque ese tema no está agotado en lo humano. La muerte y la post vida son pozos infinitos: cada generación y cada autor las resignifican según su tiempo, sus miedos y sus obsesiones.
En mi caso, cuando escribí "Memorias de un Mundo Muerto", no escribí "otro trabajo más de post vida" porque sí:
Mi ángulo nace de la sensibilidad personal.
Allí donde muchos autores de scifi usan la post vida como promesa (de inmortalidad digital, de renacer colectivo, de consuelo cósmico), yo la usé como espacio de ruina y memoria, casi como un museo de voces apagadas. Eso responde a una mirada propia sobre la condición humana: no todos creen que prolongar la conciencia es “vida”. Al menos yo, no lo creo.
Hoy vivimos en un mundo saturado de datos, recuerdos digitales, huellas en la red que sobreviven a la persona. Pero “Memorias de un Mundo Muerto” es una metáfora potentísima sobre eso: existencias que persisten sin cuerpo ni contexto. Es un espejo de cómo ya estamos experimentando una post vida tecnológica, pero sin darnos cuenta.
La motivación profunda es personal y universal a la vez. Es probable que haya escrito esa novela porque había una inquietud, quizá una mezcla de melancolía, de preguntas sobre el sentido de la memoria, o de qué queda cuando lo vivo se apaga, que no podía resolverse con leer a Egan, Dick o Farmer.
Tal vez necesitaba ensayar una respuesta propia, y eso solo podía hacerse escribiendo.
La novedad de esa novela no está en el tono y en la poética que puede evocar. Mi aporte no es un "nuevo truco tecnológico", sino la manera en que planteo el después: No como cielo, no como software, no como resurrección, sino como un archivo emocional petrificado.
"Memorias de un Mundo Muerto" fue planteada como una narración de ciencia ficción en la que la humanidad, tras la extinción física del planeta, sobrevive únicamente en forma de recuerdos, voces y memorias atrapadas en un medio artificial o residual. La clave está en cómo la novela se pregunta qué significa "vivir" si lo único que persiste son memorias que ya no pueden transformarse.
- Egan, Gibson, Morgan, Chiang, hablan de copias digitales activas, conciencias que siguen interactuando en mundos simulados o almacenados. Hay "actividad vital" aunque sea artificial.
- Dick (en Ubik) plantea una semi-vida inestable, donde los muertos todavía dialogan con los vivos pero en una realidad borrosa.
- Farmer (en Riverworld) habla de resurrección física y social, todos reencarnan en otro lugar tangible.
- Asimov trata la trascendencia cósmica, una fusión final entre humanidad y máquina.
En todos estos casos hay un futuro funcional para la conciencia: digital, cósmico o reencarnado.
El giro melancólico-existencial de "Memorias de un Mundo Muerto" no se concentra en "copias activas" o "nuevas vidas", sino en un mundo de voces y memorias estáticas, un ecosistema de recuerdos que se preserva aunque ya no haya cuerpos ni sociedades.
Es más como un "cementerio activo de recuerdos" que una vida eterna.
Mientras otras obras hacen de la post vida un lugar para seguir construyendo (vivir, actuar, luchar), mi novela la convierte en un espacio de contemplación y persistencia, donde lo único que se conserva es el rastro emocional.
Lo novedoso de mi novela es que desplaza la pregunta, que ya no es : no es "¿qué haremos después de la muerte?" sino "qué queda de nosotros cuando no queda nada que hacer".
Mi novela no plantea un progreso (como en Egan) ni un consuelo religioso (como en Farmer), sino la existencia de residuos: fragmentos de humanidad que vagan como un eco. Eso le da un tono poético y terminal, poco habitual en la scifi de post vida, más cercano a un réquiem que a un renacimiento.
Donde otros textos imaginan que conservar la conciencia digital es "vivir para siempre", mi enfoque muestra que la memoria sin presente es casi un museo o una tumba. Sobrevivir no es lo mismo que vivir.
"Memorias de un Mundo Muerto" se distingue porque no imagina la post vida como un nuevo comienzo ni como un triunfo de la conciencia, sino como un archivo melancólico donde la humanidad sobrevive solo como memoria, sin posibilidad de cambio. Eso lo convierte en un aporte fresco frente al techno-optimismo o las resurrecciones clásicas de la sci-fi.
Si te interesa saber más sobre mi novela "Memorias de un Mundo Muerto", lee mi Small Making Of sobre ella
Y si quieres ideas para escribir un cuento o novela de SciFi sobre la Post Vida, lee mi artículo en Patreon.
Temas relacionados:
Small Making Of: "Memorias de un Mundo Muerto"
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