sábado, 6 de septiembre de 2025

Conversaciones Imposibles: "Cartas Del Futuro"

 


Conversaciones Imposibles

Cartas del Futuro

por Rodriac Copen


El café estaba servido, el pan con manteca también, y Juana, como siempre, abrió fuego sin aviso:

—"A ver, Rodriac, si pudieras mandarle cartas a tu yo de hace veinte años... ¿qué le escribirías? Y no me vengas con cosas de ciencia ficción, que quiero respuestas humanas, no robots que lloran aceite."—

En medio de la deglución de una medialuna, tragué como pude y respondí: —"Ajá... empezamos temprano con la filosofía. Ok. Yo me diría a mí mismo: 'No te asustes tanto por equivocarte, que ni el mundo ni tu mujer te tienen en cuenta. El mundo te ignora. Y pronto vas a cambiar de mujer. Vas a conocer a Juana. Y el mundo se va a iluminar.'"


Juana: —"Muy bien, querido. Ya me siento halagada... y el premio lo vas a recibir esta noche, lo prometo. Eso es cierto. Aunque seguro le aclararías que en algunos tropiezos hay consecuencias: como esa camisa horrible que usabas cuando te conocí."—

Con cara de dolido, respondí: —"Cruel e insensible, como mi ex, pero justo. Igual, te digo, la mayoría de las cosas que parecían definitivas, hoy ni me acuerdo. Lo que sí importa es la curiosidad, ese bicho raro que nunca me dejó en paz. Vamos a ser sinceros: no me falta mucho para morirme: eso lo sabemos todos. Pero siempre he sentido que la vida es demasiado corta para todo lo que quiero hacer."—

Juana, acostumbrada a mis "bajones" anímicos, ignoró la referencia a la parca y dijo: —"Bien ahí. Eso se lo escribiría yo también a mi yo joven: que la curiosidad es el único vicio que conviene alimentar."—

Salimos del café caminando despacio, como si la vereda tuviera más respuestas que nosotros.

Seguí reflexionando: —"Habrá pérdidas insoportables, le escribiría. Porque las hubo. Pero al final uno camina, y descubre que el dolor también te enseña un idioma. El alma es naturalmente resiliente."—

Juana se apretó acurrucándose a mi lado: —"Si... aunque aclaremos que es un idioma que nadie quiere aprender, ¿eh? Igual, lo que decís es verdad. La pena afila la mirada. A mí me hizo ver la gente de otro modo, más despacio, como si todos llevaran un cartel invisible de 'sé suave conmigo'”—

Estuve de acuerdo: —"Exacto. Y después está lo del amor: yo le diría 'Amá con torpeza, aunque te equivoques'. Porque quedarse quieto por miedo es peor que hacer el ridículo."—

Juana apoyó su cabeza en mi hombro: —"Eso es brillante. ¿Quién lo diría de un autor de SciFi?"— se rió en mi cara 
"Y te lo firmo, amor. Si hay que errar, que sea bailando como hacemos nosotros."—

Le pregunté 
"¿Lo decís porque lo nuestro fue o es un error?"—

Juana lo pensó un momento: 
"Algunas amigas me advirtieron de vos. Parecés un bombón de aspecto horrible por fuera, pero cuando te permitís abrirte y mostrar tu interior, sos otra persona. Lástima que tu ex no pudo verlo."—

La verdad es que nunca miro para atrás. He dado varios volantazos en mi vida que impactaron terriblemente en mi derrotero de vida. Pero nunca he mirado para atrás. En mi vida, no existen los arrepentimientos.

Le dije a modo de reflexión: 
—"A mi la escritura me ha salvado la vida. Literalmente. Alguna que otra ves te lo he dicho. No estaría acá si no hubiera tenido esa vía de escape."—

Juana asintió: —"No sé que hiciste, pero terminé enamorándose de un escritor que parece sensible, pero no lo es. Parece que la vida te hubiera arrollado más de una vez."—

Ya casi en la plaza, ella me miró de costado:

—"¿Y en esas cartas qué le dirías de la rareza a tu yo? Porque yo me sentí rara toda la vida."—

Pensé un momento antes de responder: —"Que no luche contra eso. Que esa rareza después se convierte en la voz que otros escuchan, como si hubieran estado esperando a que alguien los despierte."—

—"Hermoso. Y verdadero. Yo le pondría: 'No sos invisible, aunque a veces lo creas. Tu voz va a encontrar su eco'”—

Nos reímos porque la frase sonaba demasiado solemne, casi marketinesca, pero no por eso dejaba de ser cierta.

Antes de volver a nuestro departamento, compramos un chocolate en un kiosco. Lo partimos en cuadrados desparejos y lo fuimos comiendo, caminando tomados del brazo.

Yo seguía pensando en la "consigna" de Juana: —"Y en la última carta diría: 'No te apures por llegar. No hay llegada. La vida es un puente colgante, no hay ninguna estación terminal'”—

Juana estuvo de acuerdo: —"Sí, y mientras cruzás el puente, deberías aprovechar el viento, los amigos, los amores, las historias. Y el chocolate compartido, claro."—

Estuve de acuerdo: —"Eso también: el chocolate compartido cuenta como filosofía de vida."—

Juana dijo: —"Mucho mejor que cualquier manual de autoayuda."—

Y así terminamos la charla, entre risas, miguitas de chocolate y esa sensación liviana de que, aunque no haya un lugar de llegada, el viaje vale la pena si se camina acompañado.

FIN



Tags:

#ConversacionesImposibles
#CartasAlYoPasado
#ReflexionesConHumor
#FilosofíaCotidiana
#AmorConAmistad
#ConversacionesDeCafé
#RodriacCopen
#RelatosInspiradores
#AprenderDeLosErrores
#VivirElPresente



No hay comentarios:

Publicar un comentario