domingo, 2 de noviembre de 2025

Curiosidades Históricas: "El Diario de Samuel Pepys"

 



Curiosidades Históricas

El Diario Secreto de Samuel Pepys
por Rodriac Copen


El hombre que contó en detalle como era la vida del siglo XVII.

Pocas veces la historia nos regala una ventana tan clara al pasado como la que dejó abierta Samuel Pepys, un funcionario inglés del siglo XVII que jamás imaginó que su diario personal se convertiría en una de las obras más valiosas de la literatura universal. 

Puedes ver o descargar el diario completo en el Proyecto Gutemberg. También puedes descargar, si tienes paciencia, la version en español aqui.

Sin pretenderlo, Pepys escribió el retrato más humano, íntimo y cotidiano de su tiempo: un espejo donde se refleja el pulso de la vida en la Inglaterra de los reyes, las pestes y los incendios.


Un testigo privilegiado de su siglo

Samuel Pepys (1633–1703) trabajó para la Marina Real y vivió en Londres durante algunos de los eventos más dramáticos de su época:

  • La peste bubónica de 1665, que diezmó a la ciudad.  
  • El Gran Incendio de Londres de 1666, que la redujo a cenizas.  
  • Las guerras navales con Holanda y la restauración de la monarquía con Carlos II.  

Todo eso lo escribió día a día, sin filtros, entre 1660 y 1669. Lo hacía en una especie de taquigrafía secreta ( Shelton’s Tachygraphy ), probablemente para que nadie pudiera leer sus pensamientos más comprometidos. En total dejó más de un millón de palabras repartidas en seis volúmenes. Una verdadera enciclopedia del alma humana.


Un diario entre la historia y la confesión

El diario de Pepys no es un documento político ni una memoria heroica. Es algo mucho más valiente: una radiografía de su propia vida privada. 
 

En sus páginas conviven las grandes tragedias nacionales con las minucias del día a día: lo que comía, lo que gastaba, con quién hablaba, los espectáculos a los que asistía, los libros que leía, los chismes de la corte y, claro, sus muchas debilidades.

Pepys habla con igual pasión del incendio que de una cena, de los barcos de guerra o de un beso robado. Y ahí radica su fuerza: en ese contraste entre lo monumental y lo íntimo.  

Por eso los historiadores lo consideran una fuente primaria invaluable, y los escritores modernos lo leen como un antecedente del diario íntimo contemporáneo, precursor de la autoficción, del testimonio sincero que expone al autor sin máscaras.


Elizabeth: amor, celos y culpa

Su esposa, Elizabeth St Michel, era una joven de ascendencia francesa, culta y temperamental. Se casaron cuando ella tenía solo 15 años y él 22. Nunca tuvieron hijos, posiblemente por una operación que dejó a Samuel estéril, pero su relación fue intensa, amorosa y tormentosa a partes iguales.

En el diario abundan los celos, las reconciliaciones y las lágrimas. Pepys la adoraba, pero también la traicionaba. Y ella lo sabía.  

Sus aventuras extramatrimoniales son relatadas con una franqueza casi escandalosa para su época. Pero ten en cuenta que su diario era íntimo. Nuna fue pensado para ser publicado, de ahí su total franqueza. Algunos de sus flirteos fueron:  

  • Con Deborah Willet, una joven sirvienta. Elizabeth la sorprendió en brazos de su marido.  
  • Otras con esposas de conocidos, como Mrs. Bagwell, con quien intercambió favores íntimos por ascensos para su marido.  
  • Algunas relaciones fugaces, disfrazadas en el diario con frases en latín o francés, como si el idioma pudiera suavizar la culpa.

Aun así, Pepys nunca deja de expresar ternura hacia Elizabeth. La describe tocando música, bailando, riendo... y también llorando por él.  

Cuando ella muere en 1669, con solo 29 años, Pepys se derrumba. Deja de escribir el diario —oficialmente dejó de hacerlo por problemas de vista, aunque muchos creen que fue por dolor y remordimiento— y más tarde manda construir un monumento en su honor.


La voz que falta

Elizabeth no escribió su propio diario. Lo que sabemos de ella proviene solo de las páginas de su esposo. Es una figura fascinante precisamente por eso: por ser la gran voz ausente.
  
Los biógrafos modernos, como Claire Tomalin, lamentan esa pérdida y la imaginan como una mujer inteligente, irónica y consciente de la hipocresía de su tiempo.
  
Su versión de los hechos, si hubiera existido, sería probablemente uno de los documentos más reveladores del siglo XVII.

Pepys describe a Elizabeth como bella, vivaz y de temperamento fuerte. La menciona a menudo con orgullo por su elegancia y refinamiento. Le gustaba que vistiera bien, y en varias ocasiones anota cuánto dinero gastaba en ropa y cosméticos para ella, con una mezcla de fastidio y admiración.

La llama con cariño “my poor wife”, “my sweet wife” o “my deare Bess”. Cuando ella está enferma, muestra sincera preocupación. En otros momentos, se burla ligeramente de su mal humor o de su “vanidad femenina”, algo típico del tono de la época.

Pepys y Elizabeth se casaron jóvenes, y su matrimonio fue tanto amoroso como tormentoso. En el diario Pepys describe como la engaña con varias mujeres (sirvientas, actrices, esposas de conocidos), pero al mismo tiempo se atormenta por los celos cuando sospecha que ella podría tener admiradores o simplemente cuando nota que otros hombres la miran.

Hay entradas donde reconoce haberla hecho llorar, y otras donde se reconcilian con ternura. También registra peleas domésticas, reconciliaciones y días de calma, todo con una honestidad casi descarnada.

Algunas entradas (resumidas o traducidas libremente del inglés arcaico) muestran su tono cambiante:

“Mi mujer estaba hoy más hermosa que nunca, y no puedo dejar de pensar que todos los hombres la miran con deseo.”

“Discutimos amargamente por un nimio asunto de dinero, y ambos terminamos llorando. Pero más tarde cenamos en paz, y me sentí feliz de tenerla a mi lado.”

“Me preocupa que se vuelva demasiado frívola con su danza, aunque me encanta verla tan alegre.”

“Hoy he pecado con otra mujer, y al volver a casa mi esposa me abrazó con tanta dulzura que mi conciencia no me dejó dormir.”

No tuvieron hijos, y el diario muestra el vacío que eso dejaba en la pareja, especialmente para Elizabeth. Pepys a veces se pregunta si Dios lo castiga por sus infidelidades.

Cuando Elizabeth muere en 1669, poco después de que él terminara el diario, él queda devastado. Le erige una tumba con una inscripción conmovedora, y nunca vuelve a casarse.


Por qué este diario sigue siendo tan importante

El diario de Pepys ha sobrevivido porque no pertenece a un solo género: es historia, literatura y confesión al mismo tiempo. 
 
Para los historiadores, es una crónica insustituible de la vida cotidiana en Londres: cómo se vestía la gente, qué comían, cómo pensaban.  

Para los escritores, es una lección de humanidad y narrativa espontánea: Pepys no escribe para impresionar, sino para entenderse a sí mismo.

Su sinceridad, a veces brutal, lo convierte en uno de los primeros autores verdaderamente “modernos”. Habla sin pudor de su cuerpo, de su deseo, de su ambición, de su culpa. Y esa franqueza lo conecta con nosotros, tres siglos después.



Un legado involuntario

Pepys dejó de escribir en 1669, guardó sus cuadernos en su biblioteca y nunca los publicó. Recién en el siglo XIX fueron descifrados y editados, sorprendiendo al mundo por su vivacidad y su humanidad.  

Hoy su diario es considerado una obra maestra de la literatura inglesa y una ventana única a la mente de un hombre que fue, sin proponérselo, el cronista más completo de su tiempo.

No se a ti, pero me da cierto pudor e incomodidad leer su diario, que fue intimo, confesional y personal. Pero al mismo tiempo, tiene tanta importancia para el mundo, que es un tesoro invaluable que no podría ser guardado sin ser leído.

Samuel Pepys nunca quiso pasar a la posteridad. Solo quería dejar constancia de lo que veía, lo que sentía, lo que deseaba.  


Y tal vez por eso, porque escribió sin máscara ni ambición, su voz sigue sonando tan viva, tan cercana... como si anoche mismo hubiera cerrado el cuaderno y soplado la vela. 

Unos 300 años después, aún podemos leer la mente de Samuel. Una proeza sólo atribuíble a un escritor. Increíble ¿no?



¿Sabías esto?

Tras la muerte de Elizabeth, Samuel mandó pintar su retrato. El retrato se conserva —junto con el de él— en la National Portrait Gallery de Londres, aunque actualmente ambos cuadros están bajo custodia del Magdalene College de Cambridge, donde se conserva también la biblioteca personal de Samuel Pepys.


El retrato de Elizabeth fue realizado alrededor de 1666 por John Hayls, un pintor londinense amigo del matrimonio (de hecho, Pepys menciona en su diario que fue a las sesiones de pintura y cuánto costó el encargo). Hayls pintó tanto a Samuel como a Elizabeth en la misma época, y Pepys se muestra muy orgulloso del resultado, al punto de escribir:

“My wife’s picture is now finished, and it is mighty pretty — a most excellent piece, as ever I saw.”
(“El retrato de mi esposa está terminado, y es muy bonito — una pieza excelente, como nunca he visto.”)

Aparece como una mujer joven, de rostro sereno y elegante, vestida con un escote de seda azul y encajes, en el estilo típico de la restauración inglesa.

Tres siglos después, el diario de Samuel Pepys sigue vivo, y con él, su corazón humano, imperfecto y febril. Cada página es un puente que nos permite asomarnos a sus pensamientos más íntimos: sus deseos, sus culpas, sus celos y sus amores. Leemos a un hombre que traicionó, que se perdió en el barro de sus propias infidelidades y, sin embargo, nunca dejó de amar a Elizabeth, la mujer que lo acompañó entre lágrimas y reconciliaciones.

Es un privilegio —casi un acto de magia— que, a través de palabras escritas hace más de 300 años, podamos compartir con él su risa, su remordimiento y su ternura. Pepys nos recuerda que la historia no son solo fechas y batallas, sino vidas palpitantes, humanas, llenas de contradicciones. Y que incluso los defectos, las sombras de un corazón imperfecto, pueden sostener un amor que trasciende el tiempo, manteniendolo vivo en la mente de quienes abrimos sus páginas hoy.

Cuando escribas, piensa que tal vez estés creando un testimonio para la posteridad como lo hizo sin saberlo Samuel Pepys. Solo por eso, Intenta dar lo mejor de tí.


Buena escritura, colega  🚀✍️


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