miércoles, 11 de junio de 2025

No Ficción: "La Fatiga del Mundo Moderno" (Actualidad)

 


No Ficción: Nota de Actualidad

La Fatiga del Mundo Moderno

por Rodriac Copen 

 
Vivimos cansados. Pero no se trata de un cansancio físico que el descanso pueda reparar, sino de un agotamiento más profundo.

Un agotamiento existencial que impregna la vida cotidiana en las sociedades modernas. 

En la era del rendimiento, donde cada instante se evalúa por su productividad, el agotamiento se ha vuelto la norma, no la excepción. La fatiga del mundo no es un estado transitorio, sino una forma de vida a la que las personas creen poder acostumbrarse.


Vivir cansado en la era del rendimiento

En las sociedades contemporáneas, el ideal del “hombre exitoso” ha sido reemplazado por el del “hombre eficiente”. Ya no basta con que seas bueno en algo. Se hace necesario optimizar, escalar, monetizar de alguna manera las habilidades que tienes. 

Cada talento se convierte en capital, cada pasión en emprendimiento, cada descanso en estrategia para rendir mejor. Como señala Byung-Chul Han en "La sociedad del cansancio", “hemos pasado de la disciplina a la autoexplotación: el sujeto neoliberal se obliga a sí mismo a producir y a rendir hasta el agotamiento, porque es él quien se impone la presión”.

Este paradigma está atravesado por la lógica del “performance” que, lejos de potenciar, desgasta. Hartmut Rosa, en "Aceleración y alienación", apunta que “la modernidad se caracteriza por la aceleración constante de la vida social, lo que genera una sensación de urgencia permanente y un creciente desgaste psíquico”.

El burnout (ese agotamiento emocional, físico y mental asociado al exceso de trabajo) ha dejado de ser una anomalía para convertirse en un estado basal de la existencia urbana. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 el burnout fue reconocido oficialmente como un síndrome ocupacional que afecta la salud mental de millones de trabajadores en todo el mundo.

Un caso emblemático es el de la empresa tech Uber, que en 2017 enfrentó una crisis interna por denuncias masivas de burnout entre sus empleados debido a largas jornadas, alta presión y objetivos inalcanzables. Más allá del ámbito corporativo, la pandemia de COVID-19 evidenció el desgaste extremo del personal sanitario, con tasas alarmantes de agotamiento y estrés postraumático.

Este fenómeno no se limita a ambientes laborales: estudiantes universitarios enfrentan altos índices de ansiedad y agotamiento (OECD, 2021), y cuidadores informales de personas mayores o enfermas experimentan un desgaste físico y emocional que pocas veces se reconoce socialmente.

La depresión muchas veces no se presenta como tristeza evidente, sino como un vacío sutil, una desconexión con el mundo. Es la sensación de que todo carece de propósito, incluso cuando aparentemente “todo va bien”. En su libro "La sociedad del cansancio", Byung-Chul Han describe la depresión como “un síntoma silencioso y extendido, resultado del exceso de positividad, de ‘tener que’ y ‘poder’ que agota al sujeto”.

En Estados Unidos, la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2022 mostró que un 18% de adultos sufre síntomas clínicos de depresión, pero gran parte de ellos no reciben diagnóstico ni tratamiento adecuado, en parte por la estigmatización o la invisibilización de estas formas de sufrimiento.

La soledad se ha convertido en una pandemia paralela: la Fundación Kaiser Family reportó que en 2023, el 36% de los adultos en EE.UU. experimentó soledad crónica, aun estando conectados permanentemente a redes sociales y dispositivos digitales. Esta “soledad saturada” dificulta la creación de vínculos profundos y afecta el sentido vital.


Cansancio estructural y búsqueda de sentido

El filósofo Franco Berardi en "La fábrica de la infelicidad" (2013) advierte que “la estructura económica y cultural contemporánea produce sujetos precarios, expuestos a la explotación y al aislamiento, que viven una forma de agotamiento no solo físico, sino mental y espiritual”.

Byung-Chul Han habla del “cansancio de sí” como el efecto de una sociedad del rendimiento que ha reemplazado la negatividad del deber por la positividad del poder: ya no se nos obliga, sino que se nos invita a autoexigirnos, a superarnos, a no parar. Pero este imperativo de poder más, lejos de empoderarnos, nos aplasta. El sujeto de la era del rendimiento es un sujeto "agotado".

En el plano cotidiano, este cansancio estructural se traduce en la dificultad para encontrar sentido en una vida regida por la inmediatez y la superficialidad. La cultura occidental, con su énfasis en el consumo y la productividad, ha olvidado ofrecer espacios para la contemplación, la pausa y el vínculo auténtico.


Otra forma de habitar el tiempo

Es evidentes es que algo no está funcionando correctamente en la sociedad actual. Y estamos solos, porque ningún gobierno esta tomando medidas para evitar el burnout. Y sabemos que las empresas tampoco lo harán porque cada vez exigen más y más productividad. En esto, debes cuidarte a tí mismo, porque nadie te ayudará.

Tal vez la fatiga del mundo no pueda desaparecer por completo. Pero puede ser entendida, nombrada, compartida. Y eso ya es un primer paso. 

Vivir cansado no debería ser el precio de participar en el mundo. Frente a una cultura que nos empuja al límite en nombre del rendimiento, tal vez lo más radical sea detenerse. Respirar. Escuchar. Redefinir qué significa vivir bien.

Como escribió Hannah Arendt, “la verdadera libertad es la capacidad de detenerse y pensar”. 

Porque el verdadero desafío no es ser más productivos, sino más humanos.


 

 

Tags:

    #Burnout
    #FatigaModerna
    #SociedadDelRendimiento
    #SaludMental
    #ByungChulHan
    #CulturaDelCansancio
    #Autoexigencia
    #DepresiónSilenciosa
    #ReflexiónSocial
    #VidaContemporánea
    #AgotamientoCrónico
    #BienestarEmocional
    #FilosofíaModerna
    #EquilibrioMental
    #RodriacCopen 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario