jueves, 15 de mayo de 2025

Cuento de Humor: "El Besugo y la Pluma"

 


El Besugo y la Pluma


El director le pidió al conductor principal que iniciara con una introducción "a tono" con el invitado, fue así que Cástulo Bravetti (periodista estrella y testigo de lo inenarrable), se plantó ante la cámara principal para hacer el bloque de presentación. Empezó más o menos así:

—"Desde chico supe que la fama venía con olor a locro. No porque el éxito esté ligado al maíz, sino porque mi tío Mingo, el único famoso de la familia, había salido en “Policías en Acción” después de prender fuego el motorhome en Cosquín cuando quiso hacer pochoclo.

Desde entonces, intuí que la fama no siempre era gloriosa. Pero nada, absolutamente nada, me había preparado para entrevistar al multipremiado Conde R. Piroca.

Fue en sueños, lo juro. Una noche me acosté con la remera de Página/13 puesta, y mientras dormía, un búho me susurró en perfecto francés —'Il est temps, Cástulo... Il est temps...'—

No entendí un carajo, claro (porque yo no sé francés), pero cuando desperté esta mañana, tenía un mail que decía: 'Exclusiva mundial con el Conde R. Piroca. Villa Devoto. Hoy, 15:30. Llevá las medialunas.'

Fue así que me acompaña ahora mi fiel compañera Edelmira Saint-Clair, colega brillante, ganadora del 'Premio Pulitzer al Mejor Escote Revelador'. Edelmira es políglota intensa, y sumamente peligrosa. Si existiera una versión femenina de un submarino ruso, sería ella: brillante, sigilosa y a punto de explotar. Yo, Cástulo Bravetti, a su lado soy un mero cronista de lo inverosímil, que apenas sirve para cebar mates y sostener el grabador."—


—"¡Corte! Excelente introducción, Cástulo"— Dijo el Director, mientras se fruncía todo —"Pero tenemos que cortarla porque ya me meo..."— Y salió corriendo al baño.

Con el equipo de producción nos montamos en la camioneta de exteriores, una ambulancia ucraniana de 1983, pintada con aerosol fosforescente y chasis de Peugeot 504 adaptado. Y allá fuimos, a buscar el multipremiado autor de Villa Devoto.

El Conde R. Piroca vivía en una casa chorizo intervenida artísticamente con partes de lavarropas, fragmentos de enciclopedias y lo que parecía una momia disfrazada de Gokú. Cuando abrió la puerta, lo hizo envuelto en una capa hecha de sobres de azúcar, con un monóculo de acrílico y un loro mudo en el hombro.

—"Pasen, pasen... Los estaba esperando desde antes de ser concebidos"— dijo, mientras ofrecía al equipo sopa fría de kiwi y unas galletitas de avena con gusto a silicón.

Cástulo, Edelmira y el Conde se sentaron en un sillón que parecía haber sido parte de un zoológico y después de los preparativos de rigor, le di play al grabador y a la cámara del Sansón Primo J3, nuestra cámara principal. Cástulo se aclaró la garganta, mientras el Conde, que miraba atentamente el escote de Edelmira, sacó un banjo para impresionar.

La entrevista comenzó bastante bien, aunque tuve que armarla con fragmentos rescatados del caos general del caso:

Cástulo, visiblemente intimidado por la poderosa personalidad del entrevistado empezó con muchas dudas diciendo: —"Conde, felicitaciones por el Premio Besugo. ¿Cómo se siente al respecto?"—

El Conde sonrió agradecido y respondió diciendo: —"Como un sifón recién cargado. Presión, espuma y una manguera interna que no sé dónde desemboca. ¡Pero feliz!. Mi ego está tan inflado que si me caigo, reboto tres veces y aterrizo en Lugano."—

Edelmira intervino tímidamente: —"Su novela ganadora, 'Mi Abuela es un Drone de Combate', ha sido definida como 'una mezcla de nostalgia, destrucción y repostería soviética'. ¿Cuál fue su inspiración?"—

El Conde se acomodó en la silla de totora y la miraba con lujuria filosófica mientras respondía: —"Tus ojos, Edelmira. Ellos me dictan cada palabra. Pero si querés una respuesta literaria: fue un sueño que combinó a Robocop con Doña Petrona. Me desperté gritando '¡empanadas tácticas ya!'"—

Cástulo intervino rápidamente ante este ataque maníaco súbito: —"¿Y cómo fue el proceso de escritura?"—

El Conde le hizo un gesto despectivo, como oliendo leche vencida de la caja: —"Ah, Bravetti... algunos escritores no escriben, tipean. Yo canalizo. Me meto en una pileta de gelatina de fresa, pongo un disco de Sandro al revés y dejo que la tinta fluya por mis neuronas creativas."—

Edelmira, visiblemente impresionada por el culto Conde R. Piroca repreguntó inteligentemente: —"¿Qué opina de la ciencia ficción actual? ¿Por qué piensa que ganó usted y no otro?"—

El Conde gesticuló al aire como gordo que no sabe nadar: —"¡Insufrible!. Todos hablan de multiversos como si fueran sanguchitos de miga sin mayonesa. ¡Todo jamón y queso! ¡Nada de novedad! ¡Multiverso este! ¡Multiverso aquel! ¡Nadie sale del molde! ¡Mi trabajo sale de todo lo conocido!"—

Cástulo, que no quería exaltar al elogiado autor, cambió tácticamente de tema: —"¿Cómo fue la ceremonia del Premio Besugo?"—

El Conde sonrió agradecido al recordar tan importante momento: —"Ah, el faro... nos hicieron caminar en círculos para que el jurado calificara nuestro porte. Después nos sortearon las preguntas sobre algunos de estos peces: besugo, pejerrey, bagre con fobia social y mojarra charquera. A mí me tocó el besugo. Obviamente había leído sobre el premio. Y por eso gané."—

Edelmira, completamente encadilada por el encendido Conde, le preguntó: —"¿Algún mensaje para los jóvenes escritores?"—

El Conde se acercó lo más que pudo a la premiada Saint-Clair y respondió: —"Sí. No escriban buscando fama. Escriban para molestar a un enemigo personal. O para conquistar periodistas sensuales como vos, Edel. ¿Puedo decirte Edel?"—

Ella se sonrojó mientras se reía halagada.

La entrevista terminó una hora después de eso, cuando el Conde ofreció un espectáculo en vivo titulado “Improvisación Existencial con Pandereta”. Fue un monólogo donde gritó nombres de frutas exóticas mientras bailaba tap sin pantalones.

Yo aplaudí por reflejo. Edelmira aplaudió con devoción. Estaba perdidamente subyugada por el Conde.

Cástulo Bravetti hizo todo lo posible para que su compañera periodista fuera profesional —"Edelmira... vamos, tenemos que cerrar la nota"— le dijo.

—"Callate, Cástulo. Estoy viviendo un poema sin rima"— respondió, mientras el Conde la llevaba del brazo hacia una motocicleta eléctrica.

La última imagen que vi de la pareja me mostró al Conde acelerando entre los autos de Villa Devoto, su capa volaba al viento, y Edelmira lo abrazaba, como quien se aferra por su vida.

Finalmente la nota salió en las redes sociales y en la tapa del suplemento del domingo. “CÓMO GANAR UN BESUGO Y UNA MUJER EN LA MISMA TARDE”.

Yo, camarógrafo fiel, terminé la noche en un bar con Cástulo, que escribió filosóficamente en una servilleta: "Hay días en que la literatura triunfa. Otros, en que la literatura te afana la novia y se va en moto."

Pero igual lo admiro, al Conde. Es el único hombre que logró algo que ni Cortázar ni Borges pudieron: irse de joda con Edelmira y volver vivo.


FIN



 

 


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