Conversaciones Imposibles: "Episodio 2: Ya No Hay Hombres"

 

Conversaciones Imposibles

Episodio 2: Ya no hay hombres

Estábamos en un café-bar deglutiendo una picada mixta con aceitunas, pan francés, vermucito con soda. El clima algo frío se estaba acentuando por el atardecer menduco. Alrededor, en el ambiente relajado sabatino, habían risas y olores a máquina de café de la buena.

Mientras hablábamos, Carmen Moura atendió a su celular y después de fruncir la boca en un gesto de calentura rápida, terminó sacudiendo el aparato con expresión de espanto:

Carmen dijo —"¡No, no, no! Esto ya es demasiado. Anoche me tocó un tipo que en la foto parecía George Clooney en malla y cuando llegó... ¡era Jorge el carnicero y con media calabaza en la mano! Te juro por Dior, Rodriac, ni la IA me salva de esto."—

Yo, tratando de relajar la situación aunque fuera un poco, le pregunté —"¿Pero te invitó a algún asado, por lo menos?"—

Carmen, exasperada replicó —"¡Asado mental! ¡Hablaba del horóscopo chino, pero me parece que el chancho era él! Un embole, amigo. Se la pasó media hora diciéndome que no podía conectar con mujeres empoderadas porque tenía 'temas no resueltos con su madre'. ¡Con su madre, Rodriac! ¡A los 48 años!"—

Roberto “El Loco” Pérez, mientras se servía una aceituna, intervino con aire sentencioso —"Y... es que los hombres estamos cansados, Carmen. Cansados y con miedo. Nos hablan de emponderamiento y uno ya no sabe si está en una cita o en un simposio feminista. ¡Yo a una cita voy a tomar una birra y pasarla bien, no a hacer autocrítica revolucionaria!"—

Lucy Moonwick, siempre despistada pero brillante opinó —"Pero... eso no es culpa del universo. Es la vibración general, you know."— la gringa, siempre mezcla su lengua natal con español —"El hombre moderno está desincronizado con su chakra sexual. Y eso provoca... como... un eclipse emocional. Y ¡pum! Match vacío."— 

Yo dije riéndome de buena gana —"Lucy, vos decís eso y Carmen lo vive. A vos puede faltarte  el eclipse, pero a Carmen le cayó el asteroide entero."—

Carmen, algo más relajada y ya con un maní en la boca respondió —"¡Gracias, mi Rodri! Pero escuchen: ¡no hay tipos! No hay! Están todos en el gimnasio, depilados y sensibles, o hechos pomada por alguna ex. Y los pocos que quedan... ¡se hacen gays por miedo! Literal. Un pibe me dijo que prefería vivir solo con su perro antes que lo vivan cuestionando. ¡¡Con el perro!! ¡¿Qué pasó con los machos de los noventa?!"—

Roberto tomó un sorbo de fernet —"Mirá, Demi, vos querés un macho clásico y no queda en stock. Están discontinuados. Somos como los VHS: los pocos que quedamos andamos trabados, pero conservamos contenido vintage."—

Me reí de la expresión —"¿Contenido vintage o traumas sin revisar?"—

Roberto reafirmó —"Lo que venga primero a la cabeza, maestro. Pero posta: hay algo que no se dice... Las minas también se zarpan. Con eso de que 'somos libres, hacemos lo que queremos', te piden que seas atento, sensible, musculoso, que ganes bien, que no seas controlador, que pensés en términos de libertad... que estés pendiente... ¡Sólo Disney te da eso, che! Hay metas o búsquedas que no son reales. Ves una foto con filtro y un perfil de SciFi y después de la primer cita... desaparecen como gas pimienta."—

Lucy parecía algo confundida —"Es que... el amor ahora es como... como... ¡como el WiFi! A veces está, a veces no... y nadie entiende por qué falla."—

Carmen coincidió con la pitonisa (a Lucy le da por la astrología y esas hierbas) —"¡Tal cual! ¡Y cuando conecta, te roba datos!"—

Yo brindé con mi vermut —"Brindo por el WiFi del corazón. Señal inestable y contraseña olvidada."—

Carmen me tomó con fuerza del brazo —"No, no, posta. Yo quiero alguien con quien viajar a Estambul, leer a Benedetti en la cama y que cada tanto me masajee los pies. ¿Tanto pido?"—

Roberto afirmó con su cabeza —"Sí. A esa altura es más fácil encontrar un unicornio con carnet de conducir."—

Lucy se encendió al recordar un sueño —"¡Yo soñé con un unicornio anoche! Me hablaba pero no me acuerdo lo que me decía... ¿Será una señal?"—

Le respondí —"Puede ser tu subconsciente pidiéndote algo..."—

Carmen se puso reflexiva, mirando al horizonte —"El tema es que todo cuesta. Hacer match cuesta. Salir cuesta. Bancarte al otro cuesta. Y a nuestra edad, uno quiere conexión real, no seguir jugando a los detectives sentimentales."—

Roberto estuvo de acuerdo con Demi Moore (a Carmen le decimos así por el parecido) —"A nuestra edad, uno quiere dormir en cucharita, pero sin que te duela la ciática."—

Lucy rió entusiasmada —"¡Me encanta la cucharita! Yo hago cucharita siempre que duermo acompañada... Me renueva la energía."—

Le pregunté —"¿Y si ronca?"—

Lucy respondió —"No me pasó. Pero una vez un tipo 'vibró' en medio de la noche. No sabía donde meterse, pobre."—

Hubo una risa generalizada. Decidimos apagar los celulares. Por primera vez en toda la tarde, todos masticamos en silencio.

Carmen, algo reflexiva cambió el tema —"Chicos, les digo algo... Capaz el problema no es que no haya tipos. El problema es que ustedes no se dan cuenta cuando una mina les está tirando onda. ¡¡No entienden las señales!!"—

Roberto se defendió —"No, bueno, pará... Las señales de las minas son confusas para los hombres. Que una mirada de costado, que te acomodo la corbata o el cuello de la camisa, que tenés una semilla de sésamo trabada. ¡Es difícil! A esta edad ¿Por qué no ser directo?"—

Me reí mientras apoyaba lo que decía Roberto —"Es cierto. A ningún hombre bien puesto le asusta un mensaje claro. Sé directa amiga. Un whatsapp al grano. O cara a cara. Los tipos no andamos enroscándonos con vueltas. Si arruga, ahí no es."—

Lucy entusiasmada —"¡Es verdad! ¡Los tipos no reciben nuestras indirectas! ¡Como Mercurio en Aries!"—

Mientras todos nos reímos de buena gana, Roberto se atragantó con un salamín.

El amor en tiempos digitales es como la picada... Parece abundante, pero al final, siempre le falta alguna variedad de queso.

FIN

 

 

 

 

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