miércoles, 22 de marzo de 2023

Historia: "Viaje Guionado"

 

Viaje Guionado 

El vehículo se deslizaba sobre rieles a un ritmo monótono, sin sacudidas ni sonidos mecánicos. Una luz mortecina se filtraba por las ventanas, revelando una llanura estática y difusa, como un paisaje pintado con desgano. El tren parecía no tener inspector o cobrador. Tampoco tenía anuncios de destinos visible. Solo la repetición sin alma de estaciones idénticas.

Mara Halberg abrió los ojos cuando el tren ya estaba en marcha. Miró por la ventana como esperando encontrar un ancla que la atara al mundo. No recordaba haber subido. Ni de dónde venía. Hizo un esfuerzo, pero no recordaba absolutamente nada.

—"¿Primera vez que viaja en este trayecto?"— preguntó una voz a su lado.

Era un hombre joven, delgado, con facciones serenas y un libro en las manos que parecía estar abierto al azar. Sonreía con una amabilidad medida, contenida, como si imitara un gesto que había visto hacer a otros.

—"No lo sé"— respondió Mara algo confundida, con un tono más frío del que esperaba. Luego agregó —"No recuerdo nada antes de estar sentada acá."—

—"Yo tampoco"— dijo él. Cerró el libro y la miró directamente mientras se presentaba —"Reuben Cassiel."—

—"Mara Halberg."—

Se dieron la mano. Era extraño que supieran sus nombres pero no recordaran nada más. Como si eso fuera lo único programado de antemano. Asumieron que el trayecto les llevaría varios días.

En las paradas, todo funcionaba como una coreografía teatral cuidadosamente ensayada: pasajeros que bajaban y subían sin contratiempos, los kioscos ofrecían productos envueltos en envases sin marca. Las comidas sabían siempre igual. Las voces de los vendedores eran cordiales pero de un modo poco natural, parecían huecas. Cuando Reuben o Mara preguntaban algo fuera de lo común, sonreían incómodos y desviaban la conversación.

Una noche, comiendo juntos en una estación casi idéntica a la anterior, Mara dijo en voz baja:

—"Todos se comportan como... bots conversacionales... como... ¿NPCs?"—

—"O como actores que no saben improvisar"— asintió Reuben. Y agregó —"¿No te pasa que las conversaciones parecen vacías? Como si no tuvieran historia propia. Como si fueran decorado o un guión aprendido de antemano."—

Volvieron al tren. Esa noche, caminaron por los vagones. Los demás pasajeros dormían en posiciones perfectas, idénticas, como si fueran un ejército de robots bien entrenados. En el último vagón, había una puerta cerrada con una cinta roja. En ella, un cartel decía: “Solo personal autorizado”. Durante los días del viaje, no habían visto personal alguno.

Comenzaron a registrar algunos detalles: el anciano con sombrero gris se sentaba cada día en la misma posición, el cielo fuera del tren no cambiaba de color, el sonido del ambiente no tenía pájaros ni viento.

Y, sobre todo, la sensación creciente de no tener ninguna otra opción disponible: el tren no se detenía si querían bajar. Y cuando probaban bajar en la estación siguiente, descubrían que era idéntica a la anterior. Se les antojaba como un decorado reciclado de una obra de teatro.

Recorrieron el tren por tercera vez, buscando inconsistencias en ese decorado perfecto. 

Mara y Reuben vieron un guarda por primera vez.

Estaba de pie junto a una puerta que nunca antes habían notado, vestía un uniforme oscuro, antiguo, con botones metálicos sin brillo. El sombrero le cubría casi todo el rostro. Llevaba un pequeño cuaderno en la mano y una linterna de luz azulada colgando del cinturón.

—"Pasajes, por favor"— dijo, aunque nunca antes nadie los había pedido.

Mara y Reuben se miraron, confundidos.

—"¿Desde cuándo se controlan los pasajes?"—

El revisor los observó sin expresión. Abrió su cuaderno. Pasó las páginas lentamente. Luego levantó la vista.

—"Ustedes figuran en mi listado"— dijo, con una voz sin inflexiones —"No tienen que presentar los boletos"—

—"¿Qué significa eso?"—

—"Significa que compraron sus boletos abordo, no en la boletería de alguna estación"—
señaló el cuaderno —"Aún no está decidido si son parte del elenco o una anomalía."—

—"¿Elenco?"—

—"No está permitido discutir con el guion."—

El Guarda cerró el cuaderno y se marchó hasta una puerta marcada como “Zona técnica”. Intentaron seguirlo, pero al llegar, la puerta ya no estaba.

Al llegar a una estación vacía, descendieron. Reuben encontró una hoja suelta junto a una papelera metálica. Tenía impresas algunas líneas de diálogo. Una de ellas era suya. Otra, de Mara.

—"¿Esto es una broma?"—

Mara lo leyó, horrorizada: coincidía con una conversación que habían tenido horas antes, palabra por palabra.

—"Estamos leyendo algo que ya dijimos..."—

Algunas paradas después, encontraron más páginas en otras estaciones. Algunas anticipaban diálogos que aún no habían tenido.

El mundo se les volvía transparente. Empezaron a sentir que había algo, quizá una estructura, o una voluntad externa, que les guiaba a cada paso. Como si un destino inevitable los arrastraba.

Durante la noche, en el reflejo oscuro de su ventana, Mara creyó ver, por un segundo, una fila de ojos observando. No le parecieron ojos humanos. Eran grandes, brillantes, inmóviles. Observaban como quien estudia... o como quien juzga el comportamiento de un conejillo de indias.

Una voz surgió de los altavoces del tren, por primera vez.

—"Fin del Acto II. Prepararse para el clímax emocional. Se les solicita una reacción genuina."—

El vagón se iluminó como un escenario.

Reuben se puso de pie. Su voz temblaba ligeramente.

—"Nos están viendo."—

—"¿Quién?"—


—"No lo sé. Pero esto no parece real... no al menos en el sentido que creíamos. Creo que somos parte de algo que otros están viendo."—

Mara se alejó de él, tambaleante.

—"¿Y si somos parte de un escenario? ¿Y alguien escribe esto mientras ocurre?"—

Se hizo un silencio. Luego una frase, que les llegó como un eco —"Fin de la improvisación."—

La luz del tren se apagó.

Más tarde volvieron a despertar en el mismo tren. Otra estación. Otra comida con sabor uniforme.

Pero esta vez, algo había cambiado.

Ambos sabían que no podían confiar en sus emociones. ¿Qué parte de su vínculo era auténtica? ¿Qué palabras eran propias? ¿Qué gestos eran parte del guión?

A veces, sentían que una fuerza los empujaba a actuar de determinada manera: a reír cuando no querían, a enojarse sin motivo. Como si una invisible voluntad los obligara a mantener el interés narrativo de algún espectador desconocido.

Intentaron resistirse. Guardaron silencio. Se negaron a actuar.

Pero el tren detuvo su avance. Las luces se apagaron por horas. Nadie se movía. Nadie los miraba. Parecía un castigo silencioso.

Reuben
susurró:

—"Tal vez esta realidad existe mientras alguien nos ve."—

Cuando Reuben y Mara retomaron las acciones que esa fuerza indescriptible les solicitaba, el tren comenzó a moverse de nuevo. Volvieron a retomar el diálogo, aunque sabían que probablemente no eran ellos los que elegían las palabras. Aún así, encontraron una única manera de resistirse.

Improvisaron tratando de no actuar para la ventana, ni para los espejos, ni para los ojos invisibles que presentían les miraban. Actuaron para ellos mismos.

En una parada, Mara tomó la mano de Reuben y dijo —"Si alguien está viendo lo que hacemos... que vea esto."—

Se besaron. No por romance, ni por guion. Sino por una pequeña rebelión improvisada.

Lejos, en algún lugar más allá del tiempo y el espacio, una pantalla parpadeó con un mensaje nuevo:

"Protocolo 7: Sentimiento emergente no previsto."

En el tren, los NPC comenzaron a desdibujarse lentamente. Como hologramas apagándose. 

El vagón crujió, como un decorado en colapso.

Y por primera vez, una puerta que jamás estuvo antes, se abrió.

Mara y Reuben la atravesaron, tomados de la mano.


FIN

 

 

 

 

 

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