lunes, 21 de abril de 2025

Telón Abierto: "Malentendido"

 

Telón Abierto

Malentendido
por Rodriac Copen


Telón Abierto es una nueva sección del blog que muestra como adaptar pequeñas obras para sketchs de teatro. Si eres artista o realizador teatral, Rodriac Copen te autoriza a usarlas sin necesidad de pagar regalías o derechos de autor con el solo acto de mencionarlo como autor de la misma.

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Malentendido - Nota del Autor

Esta escena nació de la observación de los pequeños equívocos cotidianos que, al ser interpretados fuera de contexto, pueden volverse pequeños actos de comedia y hasta hilarantes. Malentendido no es solo una comedia de enredos, sino también una excusa para explorar cómo la percepción, el ego y el vino pueden conspirar para distorsionar la realidad. Cada personaje vive su propia versión de la escena, mientras el único ser verdaderamente ajeno —la oruga— sigue con su existencia, indiferente al drama humano.

Ideal para una lectura dramatizada, una obra breve o incluso un video teatral casero.
El tono debe ser ligero, cómplice con el público y, sobre todo, divertido.

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Obra Original: Malentendido
por Rodriac Copen

El aroma a lavanda y jazmín que emanaba de las macetas del jardín, contrastaba con el caos mental de Inés.  Su esposo, Roberto, había salido a comprar leche – una tarea que, según Inés, requería de la pericia de un explorador polar – y ella, aprovechando la soledad, se dedicaba a su pasatiempo favorito: regar obsesivamente las plantas del jardín delantero de su casa.  Fue entonces cuando vio a su vecino Javier, el esposo de su amiga Clara, acercarse con una copa de vino tinto en la mano.

-“¡Javier! ¡Qué sorpresa!”
-, exclamó Inés con una sonrisa tan amplia como su confusión habitual.  Javier, hombre de gran imaginación, la saludó con un gesto formal.  Inés, sin embargo, estaba completamente absorta en la observación de una oruga particularmente rechoncha que se desplazaba por una hoja de geranio.

-“¡Mira, qué belleza!”-, dijo Inés, señalando la oruga con un dedo manchado de tierra. Javier, mareado intensamente por el bonarda que esta deleitando, interpretó que la expresión era dirigida a sí mismo, y se sintió halagado.  El vino le había dado una dosis extra de valentía.

-“Sí, es... impresionante”-, respondió en el lenguaje resbaladizo de los beodos. Se acercó a su vecina un poco más.  La conversación, o más bien, la serie de comentarios inconexos de Inés sobre las propiedades medicinales de la menta y la compleja vida social de las abejas, lo convenció de que estaba ante un elaborado juego de seducción.

Inés, por su parte, estaba completamente ajena a sus interpretaciones.  Describió con entusiasmo la nueva técnica de poda que había aprendido en un podcast de jardinería, gesticulando con las tijeras de podar, las cuales, accidentalmente, rozaron el brazo de Javier.

-“¡Ay, perdón!”-, exclamó Inés, completamente avergonzada mientras, con gesto maternal, rozaba con la palma de su mano la piel apenas rasguñada del brazo de su vecino.  Javier, sin embargo, lo tomó como una señal inequívoca de interés.  Se acercó aún más, con el pretexto de ayudarla a regar las plantas.  La escena, vista desde la ventana del salón por Roberto, que acababa de regresar con la leche, era, cuanto menos, desconcertante. Hasta que vio la copa en la mano del marido de Clara... y su inconfundible gesto de Malbec en fase mística.


Roberto era un hombre de pocas palabras y gran sentido del humor, y decidió intervenir para salvar a su mujer antes de todo pasara a mayores.  Entró a la terraza con la bolsa de leche en la mano, tosió con fuerza y anunció con una sonrisa forzada:  -“¡Inés, cariño!  Se me olvidó comprar azúcar.  ¿Te importa acompañarme a la tienda?  Javier, un placer, nos vemos luego”-.

La confusión de Javier fue mayúscula.  Inés, por su parte, solo logró balbucear un -“¡Claro, amor!”-, mientras Roberto, con una sonrisa triunfal, se la llevaba de la mano, dejando a un Javier completamente desorientado y con una copa de vino tinto medio vacía, preguntándose qué demonios había pasado. La oruga, por su parte, continuó su viaje por la hoja de geranio, ajena al drama humano que se había desarrollado a su alrededor.

FIN

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Adaptación a Teatro

Sugerencias del autor para la Puesta en Escena

  • Espacio escénico: Utilizar un pequeño jardín real o simulado con unas pocas macetas bien visibles. No hace falta una gran escenografía; con una mesa con herramientas de jardinería, algunas plantas y una regadera alcanza. La oruga puede representarse con una pequeña marioneta, una proyección o simplemente ser mencionada.
  • Vestuario:

Inés: Ropa cómoda para jardinear, guantes, sombrero de paja opcional, rostro manchado levemente con tierra.

Javier: Ropa informal de estar en casa, quizá algo desarreglado y despeinado por el vino. Lleva una copa visible.

Roberto: Ropa urbana, lleva una bolsa de compras (puede tener un cartel que diga “leche” visible de forma cómica).

  • Tono actoral:

Inés debe sonar distraída pero encantadora, en su mundo vegetal.

Javier debe representar un creciente malentendido, que mezcla nervios y entusiasmo.

Roberto es el elemento que rompe la tensión, con humor seco, expresión irónica y comprensivo sobre todo.

  • Elementos sonoros:

Se puede usar una banda sonora sutil con sonidos de jardín: aves, viento suave, grillos, incluso una radio de fondo que transmita un programa de jardinería (si se quiere enriquecer el ambiente).

  • Duración estimada: 5 a 7 minutos.

 
Escena: "Malentendido"

Una comedia ligera en un acto

Personajes:

  • Inés: Mujer distraída, apasionada de las plantas y los detalles que nadie más nota.  
  • Javier: Vecino, algo tímido, con una imaginación desbordante y una copa de vino en la mano.  
  • Roberto: Esposo de Inés, práctico, silencioso, con un agudo sentido del humor.  
  • (Opcional) La Oruga: Extra interpretativo (puede ser representado con una marioneta o simplemente ignorado por los actores, pero presente en la escenografía).

Escenografía:

Jardín delantero de una casa. Macetas con flores aromáticas. Una pequeña mesa con herramientas de jardinería, tijeras de podar. El sol de la tarde tiñe la escena de tonos cálidos. Se escucha música suave o sonidos de pájaros.


[Inicio de la escena]

(INÉS está agachada junto a una maceta, regando con cuidado una planta. Lleva guantes de jardinería y tiene la cara manchada de tierra. Canta bajito.)

INÉS:  

(Para sí) 
Ah, mi reina lavanda… hoy estás más contenta que yo, ¿verdad?

(Aparece JAVIER por el lateral del escenario. Lleva una copa de vino tinto en la mano. Camina algo inseguro. Y le mira el trasero a Inés.)

JAVIER:  

(Buscando a alguien)
¿Inés? 

INÉS:  

(Levantando la vista, sorprendida y sonriente)
¡Javier! ¡Qué sorpresa! 

JAVIER:  

(Sonríe, algo incómodo)
Estaba en el jardín… Clara salió, y... bueno, vi que estabas aquí. 

INÉS:  

(Mira hacia abajo y señala con emoción una hoja)
¡Mira, qué belleza! 

JAVIER:  

(Se toca el pecho, halagado. Sonríe de lado "canchereando".)
Gracias... tú también. Digo....sí, es... impresionante. 

INÉS:  

(Sin levantar la vista)
¡Y eso que las orugas no siempre son bienvenidas! Pero esta, esta es una gorda hermosa. Se ve que ha comido bien. Debe amar mis geranios. 

JAVIER:  

(Vacila, pero se arma de valor y da un paso más cerca)
Eh... sí... seguro. Yo también soy de buen comer… 

INÉS:  

(Le habla sin mirarlo, entusiasmada y concentrada en lo que hace. Totalmente ajena a Javier y sus intenciones)
¿Sabías que la menta repele a los pulgones? ¡Y ni te cuento las abejas! Son como... como comadres chismosas. Van de flor en flor, como si compartieran secretos verdes. 

JAVIER:  

(Convencido de que hay un doble sentido y que Inés intenta seducirlo)
(Se acerca aún más)
Claro... hay muchos secretos en un jardín. Algunos... se cultivan en silencio.
 

INÉS:  

(Lo mira por primera vez en un rato. Gesticula con las tijeras en la mano y accidentalmente le roza el brazo. Y en un intento de arreglar la situación, le acaricia la piel del brazo que rozó accidentalmente)
¡Ay, perdón! 

JAVIER:  

(Tomando ese gesto como una caricia provocadora, lo ve como otra señal seductora, y se muestra encantado)
No hay problema… si quieres, te ayudo a regar. 

(Inés lo mira confundida -porque no comprende la situación- mientras él se acerca más. Pausa. En ese momento, entra ROBERTO desde la casa, con una bolsa de supermercado. Se detiene en seco al ver la escena.)

ROBERTO:  

(Con voz grave y teatral)
¡Inés, cariño! Se me olvidó comprar azúcar. ¿Te importa acompañarme a la tienda? 

(Inés se levanta de inmediato, confundida y algo nerviosa.)

INÉS:  

¡Claro, amor! Sí... sí, claro...

ROBERTO:  

(Sonríe falsamente a JAVIER, viendo que está borracho y no comprende del todo lo que está haciendo)
Javier, un placer. ¡Nos vemos luego! 

(ROBERTO toma la mano de INÉS y se la lleva fuera del escenario. JAVIER queda solo, perplejo. Mira su copa, luego a la planta. Se encoge de hombros con gesto de borracho.)

JAVIER:  

(En voz baja, con dicción arrastrada de borracho)
¿Todo esto... por una oruga?

(Las luces bajan lentamente. La escena termina con un leve zoom visual —o atención escénica— sobre la oruga que sigue avanzando por la hoja, imperturbable.)

FIN









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